20 mujeres colombianas de la música independiente
Este es un listado que reúne algunas de las artistas colombianas que en los últimos años han construido las escena musical desde el folclor, el rock, el metal, la electrónica, el pop y el rap.
uisimos rescatar el papel de algunas mujeres músicos independientes en Colombia —algunas conocidas, otras no tanto—, que a la par de su labor artística han ido consolidando un camino en la industria para ellas y futuras generaciones.
Ser artista en nuestro país es un reto para hombres y mujeres, y en el camino muchas han tenido que ser ingenieras, productoras y hasta publicistas mientras buscan cómo posicionar su música en una industria que se confronta entre los éxitos comerciales y las apuestas de los medios independientes.
Hablamos con vocalistas, también charlamos con guitarristas, bateristas, bajistas, percusionistas y gaiteras sobre su infancia, su proceso creativo, sus miedos, sus alegrías y, sobre todo, lo que significa para ellas ser mujeres que hacen música independiente en Colombia. #ChicasBacánika #GirlPower Sabemos que faltan algunas reinas en este listado, así que lo invitamos a etiquetarlas en nuestro cajón de comentarios al final del artículo.
1. Sol Okarina
Discografía: Sumergible (LP), Planet4 (EP)
Cuando era pequeña, esta artista colombovenezolana cantaba canciones tradicionales y tocaba el cuatro llanero, su primer instrumento, en las fiestas familiares y en las navidades. También era parte de un grupo de niños llamados La Parrandita, con quienes cantaba villancicos por su barrio.
Los sonidos de su infancia fueron los Beatles y Pink Floyd, que su padre escuchaba noche y día, y “La cucharita se me perdió”, de Jorge Velosa.
Según ella, antes de nacer le anunció a su madre desde el vientre su nombre: Sol Okarina; esa mezcla de estrellas e instrumentos trascendió a su música. Su sonido tiene influencias de ritmos del Caribe como el calipso, el soca y la cumbia presentadas con un cuatro llanero y un toque de electropop que combina con composiciones líricas dulces y muy latinoamericanas.
“Como músico son muchos los retos que se deben enfrentar, pues la escena de la música en Colombia es una industria que tiene mucho por desarrollar: la necesidad de la creación de un gremio; nuevos circuitos y espacios para hacer conciertos; la inclusión de la música en las agendas de hoteles, restaurantes, medios; más programas culturales, y el fortalecimiento de las redes entre artistas, promotores, venues y demás agentes de la industria”.
2. Sara Rodas Correa de Mr. Bleat y Goli
Discografía: Mr. Disco (EP), Señor Bleat (LP) y Los lobos (LP) de Mr. Bleat, y Primeras nociones (LP) de Goli.
Mr. Bleat
Goli
Sara Rodas es cantante compositora y artista. Estudió violín y canto lírico y desde que estaba en el colegio, es miembro de Mr. Bleat, una banda que combina el rock, la electrónica y el dream pop. Hace cuatro años creó Goli, una propuesta más íntima e introspectiva. En ambos proyectos, su voz viaja entre los agudos y graves creando paisajes oníricos y minimalistas.
Siempre carga una libreta y un lapicero para que la inspiración no la coja desprevenida. Hace juegos, ejercicios de escritura o habla con sus compañeros de banda sobre experiencias en común para componer sus canciones. Además de trabajar en sus sonidos, Sara teje, pinta y dibuja.
“Como músico he tenido la fortuna de encontrar un ambiente de trabajo profesional y muy amigable, tanto entre mujeres como entre hombres. Creo que ese es un punto de la música que me encanta y me da mucha tranquilidad, y es que es para todos, no es que las mujeres o los hombres sean mejores, todos podemos ser grandes músicos y grandes artistas”.
3. Giovanna Mogollón –maracas y tambor alegre–, Diana San Miguel –voz líder, gaita macho y maracas–, Lali de la Hoz –percusión–, y Karen –gaita–, de La Perla
Discografía: Paren la Bulla (EP)
La Perla define su sonido como contagioso, íntimo, latinoamericano, raizal, sincero, visceral y lleno de pasión. A la hora de componer se valen de recursos como melodías o palabras evocadoras, células rítmicas y beats.
Karen usa la guitarra para tener una base armónica y un pedal de loop para crear secuencias y sobre ellas improvisar. Diana se sienta a escribir y graba sonidos que se le ocurren. Giovanna usa sonidos que llegan a su cabeza y los registra para ver si funcionan, y Lali hace filtro de composición para que de las historias escuchadas nazca una canción. Cuando usted vea a este grupo de mujeres en vivo no podrá evitar que sus caderas se estén quietas al compás de sus gaitas, tambores y voces.
“Ser mujer te da la posibilidad y responsabilidad de tener dentro de ti lo que son y han sido otras mujeres de tu linaje. Ser músico independiente es un reto sin importar el género pues es una apuesta constante del todo por el todo, se necesita mucha dedicación, organización y paciencia”, dice Giovanna. Diana cree que ser músico independiente “significa luchar fuertemente con una industria que es muy difícil, también significa tener una voz, forjar una identidad que hace que tengas un público que valora tu trabajo y que escucha”. Para Lali “una gran labor en la industria musical es demostrar que con nuestro trabajo y nuestras creaciones se puede vivir y desarrollar un gran colectivo”. Y para Karen “es contar con la libertad de ser el artista que quieres, de usar la música como medio para movilizar y generar ideas”.
4. Daniela Ramona Garavito (La Ramona)
Discografía: “Brío” (Sencillo)
Su sonido es una mezcla sin pretensiones entre el blues y el rock. En cuanto a la composición, le gusta estar involucrada en todo: la melodía, la voz y los arreglos musicales al lado de un equipo de trabajo que está abierto y dispuesto a experimentar. Su presencia en escena y su voz de miel hacen que el que la oiga quede perdido en su sonido.
Compuso su primera canción instrumental a los siete años con una guitarra vieja que tenía solo tres cuerdas. Entre sus primeros recuerdos está la música de grandes como Pink Floyd, Led Zeppelin, Ray Charles, entre otros, con los que su papá la arrullaba en las noches antes de dormir.
“Me considero humanista, ni mujer ni hombre, ni feminista ni machista. Ser humano bajo el concepto de igualdad y complemento con el resto de seres humanos. En cuanto a ser músico independiente creo que es difícil pero es importante seguir por el camino que uno considera correcto, no venderse por convicciones de otros, seguir una convicción propia, ser genuino, ser fiel a uno mismo. Eso es lo que todos los independientes hacen realmente: mantenerse firmes a pesar de la tormenta”.
5. Silvia Palencia de Caravanchela
Discografía: Funky Feeling (LP)
Lo primero que crea de una canción es la melodía: el tarareo que le dice si la pieza va a ser triste, alegre o fiestera. Es posible que esto suceda así porque sus papás se conocieron cantando. La voz de Silvia es un regalo para el que la escucha y ve la magia de estos dos hermanos en el escenario.
Luego escribe la letra, que teje mediante historias que le prestan sus amigos. Después está la música, y es aquí cuando su hermano comienza a tomar protagonismo en el proceso de composición, porque es él quien va marcando la parada con la guitarra o con cualquier otro instrumento que se atraviesa. Por último está la tarima con el público: su mayor felicidad.
“Desde hace mucho tiempo me he ido dando cuenta de que las mujeres sí podemos ser poderosas y exitosas, y de que para generar cambios no se necesita de fuerza física masculina”.
6. Juliana Toro de Lianna
Discografía: Golpe al Mundo (LP) con Pulenta, First Trip (LP) con la agrupación Transatlánticos, y Paciencia (LP) como solista.
Supo que quería hacer música para siempre la primera vez que estuvo en un estudio de grabación a los dieciséis años. Se sintió muy bien y pensó que le gustaría sentir eso por mucho tiempo. Lianna aprovecha el poder de su voz para surcar las calles, los edificios y los cielos de ciudades universales que habita con letras sencillas, francas, pícaras y exquisitas.
Toda su familia es paisa, pero se radicó en Bogotá hace años. En la capital conoció el hip-hop, que ha sido una influencia grande en su proyecto que combina el soul y el blues, y en los últimos años se ha acercado a los versos de capos del rap paisa como Alcolirykoz, con quienes ha colaborado.
“Ser músico independiente es una lucha muy bonita porque finalmente uno está haciendo lo que le apasiona, y eso es algo que muchas personas no hacen en la vida. Yo no me veo haciendo otra cosa que no sea música, es mi motivo, mi razón de ser, mi alegría, mi tristeza, es todo. Me siento muy orgullosa de ser una mujer que se puede dedicar a esto, que puede hacer su música y hacer las cosas desde su pasión”.
7. Juanita y Valentina Áñez de Las Áñez
Discografía: Silbidos (LP) y Al aire (LP)
Verlas a estas gemelas en vivo o escuchar una de sus canciones es un deleite: cada tema está construido capa a capa como si de un tejido se tratara en el que se nota el color de voz de cada hermana en un homenaje experimental y poderoso a la música y la cultura latinoamericana.
El proceso creativo de este dueto varía. Juanita improvisa una melodía y luego le pone la letra. En cambio para Valentina es una labor más lenta y dispendiosa. Sin embargo, al final siempre se reúnen y mezclan ideas para componer sus canciones.
Cantaron en el coro del colegio, luego entraron a una academia donde aprendieron diferentes instrumentos y estudiaron canto en la universidad.
Para Juanita ser músico independiente en Colombia significa constancia. Lo disfruta mucho porque tiene libertad, pero al mismo tiempo sabe que tiene que trabajar constantemente para ver resultados. Para su hermana también es una cuestión de trabajo arduo y orgullo: “Nos hemos aliado con personas muy talentosas para llegar a donde hemos llegado. Sí hay algo de satisfacción en notar que somos dos mujeres totalmente autosuficientes: nosotras cantamos, componemos, arreglamos, estamos las dos solas en la tarima y somos nuestras propias jefas y tomamos decisiones no solo artísticas sino también empresariales”.
8. Felisa (Laura Restrepo)
Discografía: Real (LP)
La música de Felisa invita a darse un abrazo a uno mismo en cualquier rincón o para cerrar los ojos e imaginar que es un fantasma que le da un beso a su cuerpo. Su voz y su guitarra son la compañía perfecta para los que son detallistas de vocales y silencios.
Cuando tenía cinco años, su abuela les regaló a ella y a cada uno de sus nietos una guitarra. Solo Laura aprendió a tocarla. Le gustaba cantar a todo pulmón “Soledad” de Laura Pausini.
Para Laura, su música es tranquila, empodera, da ánimo e invita a la reflexión sobre la existencia humana y sobre lo que implica estar en este cuerpo y en este mundo. Su canción “Paso a paso” ganó el premio a mejor composición en el John Lennon Songwriting Contest en 2017.
“Hay muchas cosas que están pasando con las mujeres y la música. Algo que va a estallar y todo el mundo se va a preguntar qué es todo este talento femenino de Colombia. Esto es un reto porque nos hemos enseñado a que es natural el protagonismo masculino y una poca representación femenina en escenarios grandes. Como mujer a veces entras en desventaja porque tenés que demostrar el triple de lo que sos capaz de hacer y te toca ganarte el respeto a pulso. Es un reto, pero también es muy emocionante”.
9. María Mónica Gutiérrez de Suricato y Ságan
Discografía: Cada célula (LP) con Ságan, y Remolque Juguete (LP), Rosario de Plumas (LP) y Detrás del sol (LP) con Suricato.
Ságan
Suricato
María Mónica ama la música y la estudia con un amor y cuidado visible en la dulzura con la que canta: cuando lo hace, no solo da lo mejor de sí como símbolo de respeto a su público sino también a la música.
A la hora de componer, la cantante de canciones como “Calígula” u “Oceánico” prefiere el desplazamiento, es decir, no puede sentarse e invocar a un santo para que la ilumine, tiene que caminar o montar bicicleta como un ritual en el que se le ocurren ideas para letras melodías.
A María Mónica le da miedo dejar de sentir amor por su música, o dejar de sentir esa chispita que la moviliza a hacer todo en la vida.
“Me siento feliz de ser mujer y de poder hacer lo que hago porque vivimos en un país y en una cultura en la que no estamos tan acostumbrados a ver a una mujer luchando y cambiando paradigmas. Me gusta ser consciente de que ser mujer es algo que me llena de poder”.
10. Katherine Molina – vocalista –, Lorehn Parra –guitarrista–, Katherine Hernández – baterista –, y Fher Arias – bajista –, de Queen’s Land
Discografía: Queen’s Land (EP)
Katherine comenzó tocando canciones de Metallica en la guitarra acústica que estaba arrumada de la casa. Fher comenzó con un piano pequeño en el que aprendió a tocar canciones de videojuegos. Lorehn sintió envidia cuando su hermana comenzó a tocar guitarra, así que empezó a aprender por su cuenta. Katherine Hernández llegó a la batería luego de sentarse a escuchar System of a Down con sus hermanos.
El sonido de la banda es potente, oscuro y penetrante, adecuado para contrastar con el carácter íntimo que le imprimen a las letras a la hora de componer. Durante las sesiones de creación de material suelen escuchar música para analizar lo que hacen sus ídolos y luego parten desde experiencias personales para la concepción de las letras.
Las artistas de Queen’s Land sienten orgullo al demostrarle al mundo que las mujeres también rockean sin necesidad de tener un trato especial, sin tener que sexualizarse para agradar más al público. Al respecto aseguran que “hay que agradecer a todas las grandes mujeres que a pulso han logrado abrir el camino para las generaciones venideras, y que han hecho que el día de hoy podamos desenvolvernos en ámbitos que antes eran exclusivamente masculinos”.
11. Sascha Schouválow de The Strangers
Discografía: Madhouse (LP)
Sascha ha sido influenciada por artistas como Edith Piaf, Lady Gaga, Maria Brink, Matthew Bellamy o Serj Tankian. Gracias a esto, el sonido de The Strangers se mueve con naturalidad entre el metal y el pop.
Al momento de componer, la banda comienza con un concepto. Para la grabación del primer disco pensaron en la locura como tema y, alrededor de este, crearon melodías y letras que le imprimieron un registro sólido a todo el compilado. Sascha es feliz cuando ve cómo las canciones toman forma. Su mayor miedo es caerse del escenario, aunque sabe que en algún momento va a suceder.
“Independientemente del género, de ser mujer u hombre, ser músico es hacer lo que me gusta y lucho por lograrlo”.
12. Elsa Carvajal de Elsa y Elmar
Discografía: EP Sentirnos Bien y un LP Rey.
Cuando Elsa tenía siete años hacía un “top 10” semanal con los discos de su papá. Su canción número uno estaba entre “La tierra del olvido”, de Carlos Vives, y “Has amado realmente a una mujer”, de Bryan Adams, banda sonora de la película Don Juan DeMarco.
Es egresada de Berklee College of Music y lleva casi cuatro años consolidando su carrera como cantautora con un sonido que funde el murmullo del mar con pájaros que corean los pitos del tráfico citadino. Su canción “Me viene bien” ganó en 2014 el premio a mejor composición en el John Lennon Songwriting Contest.
Le dan mucho miedo las culebras y los dragones de Komodo, aunque nunca ha visto uno. Lo que la hace muy feliz es comer, cantar y nadar.
“Como mujer, a veces no te creen, a veces te sientes una impostora, a veces te sientes cliché, a veces se esperan ciertos estereotipos de ti y al no cumplirlos, el camino es el doble de difícil. No sé cómo describir esa inseguridad, pero una vez que aprendo a verla, puedo lidiar con todo lo que este camino implica: que te digan que no, que algunos no vean en ti lo que tú ves, o que juzguen tu arte como débil. Por eso es increíble cuando logras las cosas y dejas callados a unos cuantos. Mi ideal no es ser marinera, sino capitán”.
13. Paula Soto de Feralucía
Discografía: El umbral (LP)
Esta ilustradora decidió hace cinco años que era hora de dejar salir los sonidos que desde niña la han acompañado. La naturaleza, lo orgánico y sensorial son claves en su apuesta.
A la hora de componer, la creadora de canciones como “Polly”, “A Islas”, y “Roar of the Mountain”, se dedica a descifrar códigos, a encontrar una respuesta para esa sensación que tiene en los oídos y en el cuerpo y que se va traduciendo en palabras. Para ella es un proceso que consiste en abrir el cuerpo y dejar que la música salga.
Reconoce que el fantasma de la masculinidad en la música y en otros oficios ha ido desapareciendo. El público comienza a entender que detrás de todo lo que ella hace no hay un hombre sino ella misma, sentada frente a un piano, buscando una canción.
14. Deisy Hidalgo –vocalista–, Tatiana Terront –guitarrista–, Paula Hidalgo –guitarrista–, Laura Becerra –baterista–, y Erika Barreto –bajista– de Ninna Leven
Discografía: Quimera (LP)
La música de Ninna Leven llega como una serie de golpes que se siguen hasta que la voz y las guitarras sutiles aparecen para crear una atmósfera de paranoia y persecución. Las cinco mujeres que integran la banda llegaron a la música siendo muy niñas, gracias a la familia o al colegio: la mamá que todo lo decía cantando, los hermanos que tocaban guitarra, el coro y la banda marcial después de clases. Todos fueron eventos que poco a poco marcaron el sonido expresivo, limpio y sencillo de Ninna Leven.
Canciones como “Paranoia” o “Getting Out” nacieron de la improvisación. Para ellas, se trata de tocar, tocar y tocar mil veces hasta encontrar un equilibrio en cada canción.
“Ser mujer en la escena rockera es un poco complejo, aunque la gente piensa que uno lo tiene más fácil, todos deberían preguntarse: si es así, ¿por qué son tan escasas las bandas femeninas realmente reconocidas en la escena? Tal vez no es tan sencillo como parece. Y ser independiente lo complica más, ya que la autogestión implica disciplina, mucho tiempo y mucha inversión. Esto último a veces no nos permite dedicarnos de lleno a hacer música, debido a que debemos buscar alternativas para ganar dinero, comer e invertir en el proyecto. Es algo complicado, pero como bien es dicho: cuanto más cuesta, más se quiere”, dice la guitarrista Laura Becerra.
15. Magdalena Cubides de CocóNonó
Discografía: Cocónonó (LP)
CocóNonó es pura elegancia callejera que viaja en el tiempo. Además de su proyecto musical, Magdalena participa en un colectivo de artistas en su barrio y rescata perros. De hecho, el amor de su vida se llama Sultán, su mascota. Su mayor miedo es llegar a un punto en donde sienta que no puede hacer nada por el mundo.
Cuando estaba comenzando, CocóNonó tocaba muchos covers y cantaba algunas canciones en español, inglés y francés que ensayaban una y otra vez antes de cada evento, pero se dieron cuenta de que no eran conscientes de lo que querían decir y ahora se reúnen para crear letras y melodías con el ukelele o un teclado.
“Creo que desde que empecé he aprendido muchas cosas, entre esas, que antes no era consciente de muchos problemas que se le presentan a uno por el simple hecho de ser mujer, como que a veces te niegan cosas o se aprovechan de ti. Sin embargo, yo siempre he procurado ser clara, no dejarme achantar por nada de eso y lucharla, pues ser artista –mujer u hombre– es difícil en este país”.
16. Valentina Blando de Piangua
Discografía: La Máquina Dispensadora (LP) como vocalista de Ismael Ayende, y Las Brujas (LP) como vocalista de Piangua.
“María nació en el campo, junto con la libertad, tiene la piel del viento tiene los pies de hierba y los ojos del cielo”. Esta es la letra de “María del Campo”, de León Gieco, canción que sus papás le cantaban cuando Valentina apenas aprendía a caminar.
Para Valentina, el sonido de su música es la mezcla de todos los mestizajes que se encuentran en Bogotá, donde se funden el rock, los ritmos tropicales y tradicionales con todos esos sonidos de sus entrañas, de su familia. Si su música fuera un olor, sería el de la tierra húmeda, y si fuera comida sería un jugo de maracuyá, lulo y albahaca.
Le tiene miedo a perder su libertad. También le teme al poder y al dinero y a que estos nublen su vista y limiten su libertad de expresión.
La voz de Valentina parece un ritual y una fiesta que se amalgama con sus compañeros de Piangua, con los que rescata los sonidos afrocaribeños y de la región Pacífica colombiana.
“No es fácil ser una mujer que hace música independiente en el país porque tienes que volverte al mismo tiempo compositor, ingeniero, productor y gestor, y eso nunca va a ser sencillo, porque no se maneja mucho dinero. Sin embargo, es un camino hermoso que grandes voces han ido construyendo y me llena de orgullo este nuevo movimiento que se está generando entorno a las mujeres musicales en Colombia”.
17. Cynthia Montaño
Discografía: Ideas, Urbano Litoral
Esta caleña no tiene mucho de salsera pero sí de rapera: su fraseo es limpio y sabroso y cada canción es una exploración por los sonidos del Valle del Cauca, el dancehall, el reggae, el rock, el funk, el afrobeat y el jazz.
Cynthia describe su proyecto como melancólico, profundo, reflexivo, espiritual y alegre. Para escribir las letras de sus canciones busca inspiración leyendo, visitando lugares y hablando con personas. Ella sabe que el trabajo de componer es un trabajo en conjunto con sus productores, director musical y músicos de la banda.
“Ser músico independiente es todo un desafío que lleva a muchos aprendizajes, vivir experiencias muy interesantes por la capacidad de decidir sobre el tipo de música que quiero hacer. También me ha enfrentado con momentos difíciles, porque hacer arte y vivir de eso en este país no es nada fácil”.
18. Karina Ortega de Sacred Goat
Discografía: Sinful Self (LP)
La voz de Karina, vocalista de Sacred Goat, es imponente, como si entrara a la canción con un portazo. Esto lo ha conseguido porque siempre ha tenido una relación profunda con la música. Cree que si tuviera que hacer la tarea, tendría una canción para cada escena de su vida, así como en las películas.
En su casa siempre había música, desde que salía el sol, con la emisora Radio Recuerdos, hasta que llegaba la noche. Asegura que sus recuerdos de niña se componen de un amplio repertorio de canciones que la transportan a determinada época y edad, algo así como tener una máquina del tiempo con solo dar play.
“Ser músico independiente encierra muchos sinónimos que tienen que ver con la constancia y la responsabilidad, porque aunque eres libre y autónoma para crear, componer y difundir tu música, también tienes que tener una visión muy amplia de autogestión para que tu trabajo no se quede en una caja con cientos de copias en algún rincón olvidado que nunca nadie compró”.
19. Edna Arcila de Pedrina y Río
Discografía: Flora (EP) y Canciones sin ropa (LP).
Pedrina y Río es un pastel de crema con borde crujiente y una capa de fresas hecho música. Desde su apuesta artística hasta sus letras y melodías vuelven cualquier esquina color rosa.
La cantante de canciones como “Enamorada” o “Pedacito de mi vida” recuerda que, cuando era pequeña, sus amigos le pedían que se subiera a un árbol del parque del barrio para cantarles canciones. Su favorita era “La Carcacha” de Selena. Tuvo su primera banda de rock a los 15 años y tiempo después se enganchó al blues y al jazz.
Cuando Edna y Javier Cerón estudiaban música, se reunían durante horas con guitarra, papel y lápiz a improvisar, pero cuando nació Pedrina y Río tuvieron más responsabilidades y aprovechaban cualquier tiempo libre para pensar y componer cada canción. Cuando viajan, son estrictos y prefieren encerrarse a crear en sus descansos para que cada presentación sea impecable.
“Para mí ser músico independiente en Colombia es una fortuna y un orgullo porque estamos haciendo cosas muy bonitas, aunque falta un montón por hacer. Sí siento que las mujeres estamos guerreando la música en Colombia”.
20. Diana Avella
Discografía: Diana Avella (EP), Nací mujer (LP)
Diana es una mujer que lleva años luchando por los derechos de comunidades a través de talleres y de rap. La música se convirtió en su arma más potente para crear conciencia y llevar su mensaje a un público que la reconoce como líder y cantante.
Llegó a la música gracias a la danza. Cuando tenía once años practicó breakdance, pero luego se dio cuenta de que dolía menos rapear que tirarse al piso. Además de la música, participó en teatro durante cinco años con la directora Patricia Ariza, y, desde entonces, son colaboradoras en proyectos de trabajo con mujeres víctimas del conflicto en los que Diana dicta clases de composición de letras de rap.
Es licenciada en lengua castellana, así que al momento de componer suma y resta sílabas para escribir versos con métricas precisas. Su mayor miedo es hacer música sin convicción, que es otra forma de perder el tiempo. Y su felicidad más grande es estar sobre el escenario y que el público sea receptivo con la música que canta.
“Ser mujer y artista independiente es un acto de soberanía, es la posibilidad de hacer lo que es necesario para educar, para transformar mentes y para empoderar”.
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