Claves de ilustradores para manejar tus redes sociales
Hablamos con cuatro ilustradores que han conseguido posicionar su trabajo en redes sociales, a pesar de que nadie en el mundo parece entenderlas del todo. Sus experiencias dan cuenta de que el proceso es complejo y está lleno de preguntas, intuición, constancia, suerte, frustración y mucha prueba y error.
Comencemos por recordar que en lo que respecta a las redes sociales tenemos pocas certezas. La primera podría ser que todo cuanto ocurre en ellas es filtrado por el omnipresente algoritmo. La segunda, que tal algoritmo en realidad es un ejército de algoritmos que nos supera en número. Y la tercera, y más importante, es que cuando creemos entenderlo alguien llega a cambiar la forma en que funciona. Por eso está bien llorar bajo las cobijas de vez en cuando al ver que los números se estancan y que el tipo de publicación que hace unos meses era un éxito hoy levantó apenas un par de pulgares durante el día. A lo mejor la foto de un gato jamás dejará de “romper el algoritmo”, pero muy pocos ilustradores y muy pocos artistas viven de compartir fotos de gatos. Nada más complejo que perseguir la vigencia en las redes sociales: las preguntas son muchas y, repito, las certezas son pocas.
Aun así, miles de artistas a lo largo del mundo la han conseguido. Cientos de ellos en Colombia han logrado crear proyectos sostenibles a punta de prueba y error, de escuchar la experiencia de colegas, de buscar en la deepweb tips para sortear el algoritmo, de ver videos de @Julioprofe con la esperanza de aprender a multiplicar las cifras de seguidores. Tal vez lo mejor sea escuchar la experiencia de otros para encontrar estrategias efectivas que permitan alcanzar un crecimiento orgánico (¡esas dos palabras inseparables!). Aprovechemos la lógica intrínseca de estas redes y socialicemos aprendizajes, hablemos sobre fracasos y aciertos, y algo saldrá de allí. Si no, siempre podremos adoptar un gato.
CONSTRUIR COMUNIDAD: EL ANHELADO ENGAGEMENT
Vamos con otra certeza: las redes sociales están para que los usuarios interactúen entre sí –y dejen de paso un valioso rastro sobre sus hábitos de consumo–. Esa ley está impresa en el ADN de cualquier red social y es parte primordial de la genética de Facebook, Instagram, Twitter, TikTok y muchas de las otras que podamos nombrar. La verdad es que todos cometemos el mismo error en algún momento de nuestra carrera cuando decidimos usar alguna de estas plataformas para mostrar nuestro trabajo: olvidamos que ninguna es una vitrina de exhibición y mucho menos un portafolio virtual –y que si queremos darles ese uso, pronto nos encontraremos pagando más y más para nutrir esa vocación comercial que las sostiene–. (Behance es una excepción, pero ese es otro tema). Ese pequeño error cambia el objetivo final que perseguimos en ellas. Cuando pensamos en términos de vitrina y portafolio, confiamos en que basta con subir una buena ilustración terminada, agregar un par de hashtag y sentarnos en la puerta a que crezcan los números. Alina Ilustra recuerda a muchos ilustradores que se han frustrado al no conseguir seguidores acatando esta lógica.
El asunto es que al parecer el algoritmo (cualquiera de ellos) no premia los números sino la interacción. El número es una consecuencia de ella. Habría que ser Cristiano Ronaldo u otra mega estrella del deporte, la música, el cine, la televisión o el modelaje para que el número sea consecuencia de cualquier cosa distinta a la interacción con la comunidad. A los mortales de la ilustración y demás artes visuales el algoritmo les exigirá construir una comunidad, establecer relaciones, hablar y poner a hablar. Como dice Alina, se trata de contar el proceso detrás del trabajo, contar la historia detrás de la ilustración, mostrar el trabajo en vivo, hacer preguntas a la gente y responder las preguntas de la gente.
Esa es la forma real de conseguir que el algoritmo le dé visibilidad a un post. Si muchas personas están hablando sobre una misma imagen, el algoritmo entenderá de inmediato que ese contenido es relevante y necesita de mayor visibilidad. En la mayoría de artículos de Internet que ofrecen consejos para crecer en redes se lee el término engagement: “Enfócate en el engagement”, “Busca el engagement”, “El engagement es tu pastor, nada te faltará”. Y el engagement no es otra cosa que conectar con la gente. La pregunta entonces es: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo conversar con los seguidores?
Hablemos de un par de estrategias (que funcionan por ahora, confiemos en que mañana no cambien el algoritmo de nuevo). Alina siente que las historias de Instagram son una herramienta ideal para hacer contacto con la gente, a pesar de que en este momento el algoritmo pretende priorizar los reels y los videos. Ella procura poner historias todos los días con stickers de interacción y preguntas que le permitan iniciar alguna conversación. No se trata de postear algo ultra elaborado, gracias a que es un contenido que estará publicado apenas por 24 horas. De hecho, esa ventaja abre la puerta para la experimentación: las historias son un espacio ideal para probar cosas nuevas y tantear el terreno. “En las historias y a veces en los reels yo suelo poner textos contando alguna anécdota. Y muchas veces uso ese mismo texto para ponerlo en algún post, lo que me ahorra tiempo. Al comienzo o al final siempre pongo una pregunta o una petición, tipo «escribe un Emoji de arcoíris si te gustan los colores», para que las personas puedan interactuar y así responder todos los comentarios que sea posible”, dice Alina. Ella reconoce, además, que uno de los retos más grandes que ha tenido al crecer en redes ha sido precisamente poder mantener una interacción directa con sus seguidores a medida que su comunidad se vuelve más grande.
Zay Cardona, de Mariquismo Juvenil, recurre a una estrategia similar, pero con una diferencia: mostrarse. “Hay un impacto al mostrar mi cara en los post o los videos. Yo siempre he tenido claro que aparte de mostrar mi trabajo quería mostrarme a mí y exponerme, porque creo que es una forma honesta de contar la realidad con la que mucha gente conecta”, dice. Por eso en los espacios públicos lo reconocen y lo saludan y le hablan como si en verdad lo conocieran de siempre. Zay entiende que, en su caso, su proyecto no solo son las ilustraciones sino también las ideas que él representa. En algunas ocasiones es mucho más fácil conectar con un rostro y un cuerpo que con un trabajo terminado, por perfecto que sea.
UN ASUNTO DE TIEMPO: EL PODER DE LA CONSTANCIA
Una certeza más: las redes sociales están pensadas, diseñadas y programadas para robarnos la mayor cantidad posible de nuestro escaso tiempo. Si sacamos el teléfono para mirar la hora y terminamos perdiendo tres horas viendo memes y videos de cocina es porque algún genio de la programación así lo quiso. La procrastinación es la gasolina de cualquier red social del mismo modo que la interacción es su ADN. Da lo mismo si somos espectadores o productores. La diferencia está en que como productores el tiempo que las redes exigen de nosotros se multiplica hasta alcanzar números agotadores de solo pensarlos. ¿Cuánto tiempo hay que dedicarle a Instagram o a TikTok para sacar un contenido? ¿Cada cuánto hay que postear algo? ¿Hay que dedicar un tiempo específico a planear contenidos y otro a hacerles seguimiento?
Los que han invertido esfuerzos en alimentar su proyecto laboral a través de las redes sociales saben que el tema se vuelve un trabajo de tiempo completo; pensemos que desde hace unos años existe un cargo dedicado exclusivamente a ello. Sin embargo, en la etapa de hacer sostenible un proyecto es imposible contratar un Community Manager y, como dice Zay, uno mismo es la empresa entera: la ilustradora, la secretaría, la que imprime, la que empaca, la que entrega y, por supuesto, la que maneja las redes. Cuanto más rápido lo aceptemos más rápido podremos organizarnos. El problema está en que con tanto para hacer es imposible dedicar a las redes el tiempo que nos piden. Zay reconoce que con mucha frecuencia abandona sus redes debido al compromiso que sus proyectos le exigen. No obstante, sabe que en realidad debería asumirlas como un trabajo. “Yo siempre lo veía como un hobby”, dice. “Tomárselo como un trabajo requiere una responsabilidad que muchas personas creen que no deben tener”.
Los gurús de las redes sociales sugieren organizar cronogramas semanales de post, historias, videos, etcétera, con el fin de distribuir bien el tiempo en cada plataforma. Este es el ideal, pero todos estamos más o menos lejos de ello. Nubikini, por ejemplo, siente que le es muy difícil organizar un horario de publicaciones, a pesar de que pasa un tiempo largo en las redes. Lo mismo dice El Chico sin cabello de pan, quien se sabe adicto a Instagram. Aun así, sus cuentas tienen números envidiables para cualquiera. Tal vez, no se trate de seguir una fórmula universal sino de encontrar mecanismos de organización que permitan que el tiempo en las redes sea efectivo.
Nubikini ha encontrado en los tiempos muertos un gran aliado. En el taxi cuando el trancón es imposible, en un restaurante a la espera de la comida o en reuniones innecesarias se pueden adelantar los post del día o de la semana. Esos tiempos ella los aprovecha para encontrar plantillas y montar en ellas reels que muestren el proceso de producción de una imagen: son videos en los que hay un antes y después o también series de cuatro o cinco ilustraciones similares que avanzan con animaciones sencillas y una canción pegajosa de fondo, pero que son súper efectivos para el algoritmo. “Intento que queden muy bien en ese poco tiempo; y, si no termino, lo retomo algunos días después”, dice. Esa es una primera estrategia frente al tema.
Cuando hablamos de tiempo necesitamos hablar de constancia. Junto al engagement, esta es la otra palabrita que más se repite en todo artículo sobre cómo destacar en redes sociales. La constancia, a diferencia de lo que muchos creen, no implica volumen sino frecuencia. Hacer uno o dos post a la semana está bien, siempre y cuando sea algo periódico. En el intermedio podemos valernos de las historias. Por otro lado, ser constante en redes no implica únicamente subir contenido, también pensarlo. El Chico… dice que invierte unas seis horas al día en generar historias y hacerles seguimiento, pero que en realidad todo el tiempo está pensando en posibles contenidos y en buscar referentes e inspiración. “Es un sitio en el que yo me encuentro para crear porque me alimenta la creatividad y me obliga a estar vigente”, dice. Algo similar le ocurre a Zay, quien siente que no es constante, aunque frecuentemente se envía a sí mismo audios de WhatsApp con ideas para desarrollar en el futuro.
Además de estas dos estrategias, podemos mencionar otro par. Nubikini suele registrar el proceso de trabajo a medida que lo desarrolla, de esta manera cuando el proyecto está terminado solo necesita tomar las imágenes y montarlas para tener un post finalizado. Dice: “Estoy probando cosas que no me quiten tanto tiempo pero que sean más efectivas que cosas que me quitan mucho tiempo. He conocido personas que pasan tres horas grabando y editando un post y aun así a sus seguidores no les interesó”.
Alina, por otro lado, procura interactuar a diario a través de las historias de Instagram. Comienza subiendo un par a la espera de cuál es la recepción. “Si a la primera historia le va bien, hago muchas más. Si no le va bien, entonces me pongo a trabajar”, dice. Pero también dedica, sí o sí, alrededor de tres horas al día a responder comentarios. Los tiempos de las redes, a diferencia de los de Dios, no son perfectos.
CONTENIDOS ÚNICOS:
Otra más: cada red social exige un contenido único. En la guerra por el tiempo, los algoritmos buscan que creemos contenidos diferentes para Instagram, TikTok, Twitter y cualquier otra. (La excepción es Facebook, que se conforma con que arrastremos el contenido de Instagram, a pesar de que, como veremos, nos permite cosas que las otras redes no). Dicho esto, jamás vamos a ganar la batalla haciendo un CTRL C + CTRL V de contenidos. Crear un video implica en realidad crear por lo menos dos videos. La cuestión radica en entender este impedimento como una posibilidad, por mínima que sea. Cada red social responde a una necesidad diferente y por ende a un público diferente.
¿Qué tal si alguna tarde en el baño hacemos el ejercicio de revisar quiénes son nuestros seguidores en cada plataforma? Con seguridad nos llevaremos la sorpresa de que en cada una son distintos. Quienes se mantienen vigentes en redes sociales hacen este ejercicio para conocer a su público y así saber qué pega en cada red. Alina, Zay, Nubikini y El Chico… saben que lo que la rompe en una red por lo general se desinfla en otra y así han aprendido a crear contenidos diferenciados. Por ejemplo, El Chico sube en Instagram y Facebook las mismas imágenes de piezas terminadas con su respectivo proceso, en Twitter un contenido erótico capaz de despeinar a Mark Zuckerberg, y en TikTok una serie de videos mostrando un proceso de ilustración mientras una voz en off cuenta alguna anécdota o reflexión. Nubikini va en la misma onda: “Incluso los caption son totalmente distintos porque siento que cada red social representa para mí una sensación distinta a la hora de compartir mi trabajo. En Instagram hablo más de proyectos terminados y en Twitter comparto más work-in-progress”.
Vale decir que no se trata de crear ilustraciones o proyectos diferentes para cada red social. Eso sería un desperdicio de tiempo y de trabajo. La pregunta, más bien, es cómo presentamos una misma pieza terminada de maneras distintas. A lo mejor, en Instagram podemos subir un reel con un antes y un después o un carrusel mostrando dicho proceso; en TikTok, un reel con el timelapse del proceso y una canción de fondo o un audio con una voz en off echando algún cuento; en Twitter podemos contarle a la gente lo que estamos haciendo a medida que lo hacemos, mostrándole adelantos; y en Facebook podemos halar el contenido de Instagram y, al mismo tiempo, aprovechar para rescatar contenidos antiguos y repostearlos (esa es una ventajota de Facebook).
Además de estas estrategias, insisto en que es fundamental buscar referentes y ver lo que hacen aquellos que admiramos (por su trabajo o, ahora sí, por sus números). “Si uno no se pone las pilas de ampliar las formas de hacer contenido se queda atrás”, dice Zay. “Uno ve que las personas que son visibles en redes usan distintos tipos de contenidos; así que uno no puede ser tan ingenuo de quedarse compartiendo el mismo tipo de imagen toda la vida”.
TikTok merece un comentario aparte dado que, debido a su novedad, nadie la entiende; por lo menos en cuestiones laborales. Está bien si queremos mostrar cómo fue nuestro día o salir haciendo el trend del momento, pero si se trata de enseñar el trabajo gráfico aún es incierto aquello que funciona. Alina, por su parte, ha determinado que la gente quiere chismosear más de su vida personal, con cosas tipo, “¿qué cocinas mientras secas las acuarelas?”; El Chico ha notado que a la gente le gusta escuchar lo que piensa sobre diferentes temas mientras muestra el timelapse de una ilustración; Zay sabe que a sus seguidores les gusta escuchar los chismecitos detrás de cada dibujo. TikTok aún es terreno desconocido para el mundo de las artes visuales: todos los videos subidos son sondas exploratorias destinadas a perseguir información que marque un rumbo.
De hecho, esto se podría decir un poco, en mayor o menor medida, de cada red social. Todos hacemos las cosas que creemos hacer, porque todos estamos encontrando nuestro lugar en este mundo extraño y ultra militarizado por el todopoderoso algoritmo.
10 CONSEJOS DE ILUSTRADORES PARA USAR LAS REDES SOCIALES Y NO MORIR EN EL INTENTO
• Ninguna red social es una vitrina de exhibición y mucho menos un portafolio virtual. No basta con subir la pieza terminada.
• Los algoritmos de las redes sociales premian la interacción. Es fundamental hablar con los seguidores: hacer preguntas y responder preguntas.
• Las historias de Instagram son una herramienta ideal para hacer contacto con la gente. Allí se pueden hacer preguntas o contar anécdotas sin necesidad de diseñar un post elaborado.
• Comienza o termina las historias y los post con una pregunta para invitar a tus seguidores a interactuar. A veces basta con “Escribe un Emoji de arcoíris si te gustan los colores”.
• Mostrar la cara en las historias, post o videos es una forma honesta y significativa de generar conexión con los seguidores.
• La constancia puede resultar más poderosa que la frecuencia. Si no puedes hacer un post diario, asegúrate de hacerlo periódicamente: una o dos veces a la semana, sin falta, puede traer buenos resultados.
• Los post requieren tiempo. Mientras trabajas en ellos, aprovecha las historias para subir contenido e interactuar con tu comunidad.
• Registra cada etapa del proceso de trabajo, esas imágenes pueden servirte para historias y al final puedes reutilizarlas en un post, ya sea con un carrusel o un video.
• Dedica al menos un par de horas al día a responder comentarios y mensajes internos. La interacción es vital en este proceso.
• Cada plataforma atrae seguidores distintos. Tómate el tiempo de identificarlos y conocerlos para hacer contenidos diferenciados que peguen mejor en cada red.
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