Cómo cobrar por una ilustración
-Agosto 11, 2018
Ilustración
Cómo o cuánto cobrar por una ilustración es un tema complejo. Sin embargo, para que sobrevivan usted y su oficio de ilustrador, urge dialogar, tener las cuentas claras y tomarse en serio el negocio.
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Sabe en cuánto tiempo le pagarán por esa ilustración? ¿Le dijeron para qué y en dónde la van a usar? Tener las respuestas a preguntas como estas hace parte de saber cómo cobrar por una ilustración. La cosa va mucho más allá del dinero y el monto correcto, e implica que usted como ilustrador conozca sus derechos, las obligaciones de su cliente y lo mínimo para que su negocio y el de otros ilustradores se mantenga en pie. Que conozca, en últimas, todos los criterios que debería tener en cuenta a la hora de cobrar por su trabajo y cómo aplicarlos en la vida real.Usted ya sabrá que escogió un oficio que muchas personas ni siquiera saben que existe, y que el poco recorrido que tiene en Colombia, se lo ha abierto a codazos. No hay una gran industria que lo respalde ni reglas o estándares que ayuden a darle orden, y se ha vuelto normal que sean los clientes quienes establecen las tarifas del trabajo de los ilustradores, y que esas tarifas, a veces, dejen mucho que desear.
Así las cosas, por más que quisiéramos darle una píldora, una poción mágica o una tabla de Excel con las tarifas de su trabajo aquí, en Cafarnaún, hoy, en un año y hasta el otro siglo, tenemos que remitirnos a herramientas que sí tenemos a nuestro alcance y que sí pueden servirle de algo: cómo sacarles provecho a los derechos que usted tiene sobre su trabajo, los tipos de contratos que puede tener, las prácticas que le llevarán a tener experiencias satisfactorias con sus clientes y cómo todo eso cuenta a la hora de calcular lo que debería ganar.
Para condensar todo eso en esta suerte de guía para navegar el mercado de la ilustración profesional en Colombia, hablamos con directores de arte, editores e ilustradores con distintas trayectorias. No mencionaremos sus nombres, las empresas para las que trabajan o los clientes con los que han colaborado, pero sí sus opiniones y experiencias, que nos ayudaron a determinar los consejos que le compartiremos aquí. Al final del artículo también encontrarán varios de los libros y sitios web que consultamos para escribirlo, y los nombres de varias comunidades de ilustradores y artistas gráficos a las que se pueden unir en busca de diálogo, consejos y apoyo.
CRITERIOS QUE INCIDEN EN LA TARIFA DE UNA ILUSTRACIÓN
Si sus ingresos van a provenir principalmente de la ilustración, debería tratar esto como si fuera un trabajo serio. Y si no, también. Por más arte que esté involucrado y por más artista que sea usted, si hay dinero y un compromiso laboral de por medio, usted tendrá que hacer cuentas, planes, organizarse para poder sobrevivir y para cumplir con las expectativas de sus clientes.
Y una nota antes de seguir: muchas de las personas con las que hablamos y que hacen las veces de clientes nos comentaron que por razones que suelen estar fuera de su control, cuentan con presupuestos limitados. El panorama que más le plantean a los ilustradores es algo así como “tómelo o déjelo”, y las negociaciones solo ocurren en casos muy específicos.
Lo mínimo que debería ganar
¿Sabe cuánto dinero gasta usted al mes? Bueno, haga la cuenta: sume lo que paga de arriendo, los servicios, el internet y su celular. También cuánto se le va en mercado, transporte, pensión y salud, (si usted es o va a ser freelance en Colombia debe saber que hay variables que afectan el valor de esos dos últimos gastos) y cualquier otro gasto fijo que tenga. El total de esta suma es lo que necesita para sobrevivir durante un mes. Sin embargo, como la idea no es pasar raspando sino que usted pueda ahorrar y tener una buena calidad de vida, considere subirle un poco más a esa cifra (mínimo 10 %).
Tener ese cálculo le sirve para para saber si con los proyectos que ya tiene en cola le alcanzará o si necesita cotizar más, así que revise las fechas en las que le dijeron que le iban a pagar y calcule. En ese sentido, también será un buen termómetro para medir su base de clientes y determinar si debe explorar otros territorios.
Esa es una de las tantas preguntas que puede hacer entre colegas ilustradores. Tome las experiencias de otros como referente. Los tarifarios también son una buena herramienta para orientarse.
Lo que le va a costar hacer el trabajo
Saber cuánto es lo que usted debería ganar en un mes le sirve para calcular cuánto vale su hora de trabajo, algo muy útil si tiene la oportunidad de proponer su propia tarifa o si tiene una fecha de entrega muy cercana que le significará trabajar horas extra y a toda (los gringos le dicen “rush fee” al aumento de pago que eso debería generar). Divida el valor de sus gastos mensuales por el número de días hábiles del mes y luego por el número de horas diarias que vaya a trabajar. Multiplique el resultado por el tiempo que le va a invertir al trabajo. Ese número total es lo que usted debe cobrar por el trabajo.
Pero ojo, que aquí hay que ser sensatos y tener en cuenta dos cosas: la primera, que usted puede tener unos gastos mensuales elevados, pero si no va a cumplir el compromiso o no se ha creado la reputación necesaria para asegurar un flujo de trabajo constante, no le servirá de mucho ponerse con todas estas matemáticas. La segunda, que no todos los clientes están en la misma situación financiera, y que no todos podrán ajustarse a sus tarifas. Aquí empiezan los malabares para tratar de compensar momentos de más o menos trabajo para llegar a fin de mes.
Lo que le ha costado llegar hasta donde está
Parte de ser sensato también se trata de reconocer sus logros y sus cualidades, así que siéntese a hacer memoria de todo lo que ha estudiado para ser ilustrador y qué reconocimientos se ha llevado en el camino. Esta idea nos la dio una ilustradora y diseñadora gráfica que trabajó en una institución donde los salarios se determinaban con un escalafón: entre más posgrados tuviera la persona, más se le pagaba. Lo mismo aplicaba si había publicado su trabajo, o si se había ganado algún premio por él.
La cosa es que no podemos decirle cuánto representa su pregrado en el cobro por una ilustración, pero sí que consulte con otros ilustradores (abajo le dejamos varios enlaces de comunidades y asociaciones) y analice cómo se diferencian sus recorridos. Pregúnteles cuánto cobrarían por un trabajo con ciertas características y, teniendo en cuenta el análisis anterior, vea si puede hacer algún ajuste al precio. Recuerde las palabras de David Airey, autor del libro Work for Money, Design for Love: “Como trabajador independiente, depende de usted determinar cuánto valen sus habilidades (...) Nadie puede decirle exactamente qué cifra ponerle a sus proyectos. Nadie conoce su educación e historial laboral tan bien como usted”.
Autoría
Como ilustrador, usted es un autor. Es el padre o madre de su obra, y también quien tiene la última palabra sobre qué pasa con ellas. Por eso es importante que sepa qué derechos tiene y cómo lo benefician. En Colombia, la ley que reglamenta todo este asunto es la Ley 23 de 1982. (Sí, qué pereza leer leyes, pero si no lo salva de un cliente tramposo, al menos le dará uno que otro dato coctelero).
Vamos por partes. Hay dos tipos de derechos: los patrimoniales y los morales. Los patrimoniales sirven para que usted controle cómo, cuándo y dónde se va a explotar su obra. Estos derechos sí se pueden transferir, y usted puede lucrarse a partir de ello. Los morales son, como dice la ley, perpetuos, inalienables e irrenunciables, o sea, suyos por siempre y hasta el fin de los días.
Derechos patrimoniales
Los derechos patrimoniales le permiten decidir dónde se va a reproducir su obra, si se podrá transformar, si se le podrá comunicar al público y cómo será su distribución. La cosa es que esos derechos se pueden ceder o vender, por periodos de tiempo y para territorios específicos, y jugar con eso le puede permitir ganar un poco más de dinero.
Supongamos que usted ilustra la portada de un libro para una editorial colombiana. A usted le pagan por ello y por los derechos para usar la imagen durante 4 años, y solo en Colombia. Si la editorial quisiera usar la imagen después de esos 4 años, tendría que renegociar con usted, y lo mismo si una editorial de otro país estuviera interesada en publicar el libro y usar su portada. También funciona por cantidad: si la editorial se compromete a usar la imagen para un tiraje de 1000 ejemplares y luego decide sacar otros 1000, deberían volver a pagarle.
Derechos morales
Arriba le hablábamos de que usted como autor es el padre o madre de su obra. Pues bien, los derechos morales sirven para que pueda reivindicar, en cualquier momento y sin importar qué derechos haya cedido, la paternidad de esa obra. Son derechos que no se pueden ceder y que pretenden, retomando el ejemplo anterior, que su nombre aparezca en el libro para el cual usted ilustró la portada y que siga apareciendo así le compren los derechos para imprimir la portada en una edición en inglés, en japonés y hasta en élfico.
Tenga esto en cuenta si alguna vez le dicen que la paga por su trabajo será que le den crédito de este. El crédito se lo tienen que dar siempre, y no suple una paga.
Contratos
Bien sea uno laboral (más la excepción que la regla) o uno de prestación de servicios (levante la mano si usted también es freelance), un contrato no es más que la prueba escrita de tres cosas:
1. Cuáles son sus labores como ilustrador
2. Qué va a recibir (y cómo) a cambio de cumplir con esas labores
3. Quién va a ser el dueño del producto de las labores
En Work for Money, Design for Love, un libro del diseñador irlandés David Airey que está buenísimo y que deberían leer así sean ilustradores y no diseñadores, se lo dicen más claro: “Puede ser tentador trabajar en ideas antes de que se llegue a un acuerdo, pero puede pasar que su cliente huya con un trabajo gratis y que usted no vuelva a oír de él”.
Entre vivos (porque cuando un autor muere la cosa es distinta) existen dos maneras de ceder los derechos patrimoniales: con un contrato de cesión de derechos y con un contrato de obra por encargo.
Contrato de cesión
El primero es el que seguramente más se va a encontrar, y es el que aplicaría a nuestro ejemplo de la portada de un libro para una editorial colombiana. Este contrato suele incluir detalles como el tiempo, el territorio y el idioma para el cual se están cediendo todos o algunos de los derechos de la obra y la cantidad de veces que esta se puede reproducir. Todo esto podría variar según el nicho en el que usted trabaje, pero hay algunas generalidades que aplican para todos:
● No sea laxo a la hora de ceder sus derechos patrimoniales: busque tiempos específicos y breves (no más de cinco años) y trate de limitar la cesión al país en el que usted vive y al idioma que usted habla. Si su cliente insiste en ampliar esos márgenes, su remuneración debería aumentar proporcionalmente.
● Desconfíe de los clientes que no saben cuántas reproducciones van a hacer de su obra. Así sea un tiraje de libros o de revistas, o una colección de ropa, exija un número. No es lo mismo que le paguen por imprimir su ilustración 100 o 10.000 veces. Uno de los ilustradores con los que hablamos nos dijo que ha perdido varias batallas por no haberse asegurado de eso antes.
● No ceda nunca el derecho de transformación, a menos de que esté de acuerdo con que alguien más le meta mano a su trabajo y lo pueda hacer sin preguntarle antes.
● No se deje intimidar por abogados o palabras complicadas y asociadas a la ley. Para eso estamos echando toda esta lora.
Contrato de obra por encargo
El contrato de obra por encargo es menos común, pero es importante que lo conozca. Según el artículo 28 de la Ley 1450 de 2011 (que modificó el artículo 20 de la Ley 23 de 1982, la misma de la que hemos estado hablando todo este tiempo), una obra por encargo es cualquiera que haya sido creada “para una persona natural o jurídica en cumplimento de un contrato de prestación de servicios o de un contrato de trabajo”. La cosa es que cuando se suscribe un contrato de obra por encargo se presume, a menos de que se deje por escrito lo contrario, “que los derechos patrimoniales sobre la obra han sido transferidos al encargante o al empleador”.
Contratos de palabra
Los contratos de palabra son más comunes de lo que deberían. Suelen ser la norma en periódicos y revistas, y muchas veces se materializan en un correo o un chat. Eso quiere decir que no se firma nada, e incluso, muchas veces, que usted ni se verá la cara con la persona que le encargue el trabajo.
El asunto con los contratos de palabra es complicado porque son una práctica común en el oficio y porque lo usual es que solo contemplen una fecha de entrega y el monto a pagar. Es raro que se hable de qué derechos se están cediendo y en qué medida, así que, si le interesa saber o quedar claro con la persona que lo está contratando, será usted quien se tendrá que poner la 10.
En cuanto a si le conviene meterse en un contrato de estos, depende de su intuición. ¿Cuándo sí? Cuando quien le encargue el trabajo sea una persona de confianza o alguien con quien ya haya trabajado antes. ¿Cuándo no? Cuando sea una primera vez, o si sabe de algún mal antecedente de esa persona o el medio que representa. En todo caso, trate de que en ese correo o chat quede escrito cuál es el trabajo que le asignaron, la fecha de entrega, cuándo y cuánto le van a pagar y que se entienda que ambas partes están de acuerdo con todo lo anterior. No será un contrato firmado en notaria, pero es mejor que nada.
Honorarios
Si usted hace pocas ilustraciones, por ejemplo tres viñetas para una revista, o un personaje para una campaña publicitaria, lo más probable es que le paguen honorarios. Un pago por honorarios es, básicamente, una suma fija que se paga de una sola vez. Sin embargo, el pago suele hacerse en los tiempos establecidos por el cliente y después de haber entregado el trabajo (digamos, las tres viñetas para la revista). Y si el proyecto entero no sale bien (el artículo de las tres viñetas se cae), puede que a usted no le paguen o no le paguen completo.
No solo deberían pagarle completo (usted no se quemó menos neuronas porque el proyecto no haya salido), sino que usted debería, antes de firmar el contrato, asegurarse de que quede escrito que le van a pagar completo independientemente de los resultados.
Regalías
Si en vez de tres viñetas usted realiza las ilustraciones para un libro que tiene más imágenes que texto, o cualquier otro aporte que sea una parte sustanciosa del proyecto final, lo ideal es que reciba pagos por regalías, o un porcentaje de la venta de cada libro. Decimos “lo ideal”, porque a pesar de que hablamos con editoriales que sí trabajan así (esta figura es casi que propia de la industria del libro), muchas no lo hacen y refuerzan la idea errónea de que los ilustradores no son autores.
Las editoriales con las que consultamos pueden pagar desde el 5 % hasta el 15 % en regalías, pero pueden dividir ese porcentaje en dos si en el libro también estuvo involucrado un escritor (otro autor). En ese caso, aunque depende de la editorial, a cada uno le correspondería una mitad del porcentaje.
La cosa con las regalías es que su pago provendrá de los ingresos que genere el proyecto. Si todo quedara ahí, usted tendría que esperar semanas, meses o incluso años para ver algo de dinero, porque así como un proyecto editorial puede sacarla del estadio y convertirse en un best-seller, también puede ser un fracaso y no vender nada. Pero precisamente para evitarle a usted y a otros autores esa angustiosa espera y lo que vendría siendo una forma insensata de pagarles por su trabajo, las editoriales ofrecen adelantos que se pagan al terminar el trabajo y en tiempos establecidos por ellas.
No podemos decirle cuánto es un buen adelanto, pero sí que tenga en cuenta esto: los adelantos son una voto de confianza que las editoriales dan a sus autores mientras el proyecto sale a la venta y pueden empezar a pagar las regalías. Una vez eso ocurre, la editorial tiene que recuperar el dinero del adelanto con las ventas del mismo proyecto, y solo después de eso, empieza a pagar las regalías. Así que siempre es buena idea fijarse en qué tipo de editorial lo está contratando y en el tamaño de su distribución para saber si recuperará el dinero de su adelanto y le empezará a pagar regalías pronto.
No monetarios
No lea lo que sigue pensando en que hay una mala intención detrás de cada persona que le pide una ilustración y no le ofrece dinero a cambio. No solo no le servirá profesional, personal ni espiritualmente pensar así, sino que le puede hacer perder otras oportunidades, como incluir cierta revista en su portafolio o tener a tal director de arte entre sus contactos. Analice al cliente que lo quiere contratar, y piense qué otras necesidades puede suplir o si puede pagarle por su trabajo con algo más que no sea dinero. Eso sí, piénselo muy bien antes de aceptar un proyecto así. Nosotros le aconsejamos que lo haga solo si se lo puede permitir (por ejemplo, si todavía está estudiando y necesita engordar su portafolio) y si de verdad le mueve el alma dedicarle su tiempo a ese proyecto: es muy jarto regalarse por algo que no lo hará feliz.
¿CÓMO SE APLICA TODO ESTO A LA VIDA REAL?
Ya le comentamos uno de los denominadores comunes que notamos mientras investigábamos para este artículo: que muchos clientes trabajan con presupuestos ajustados que llevan a tarifas establecidas, y que es poco lo que se puede hacer para negociar. Sin embargo, hay excepciones, y es ahí donde usted debe aprovechar para poner en práctica mucho o todo lo que le hemos dicho aquí.
Saber qué quiere el cliente
Aunque a veces parezca imposible saberlo, no lo es. Siéntese a hablar con su cliente y hágale preguntas exhaustivas. Pídale referentes de su propio portafolio (pregúntele cuál de todos los trabajos que usted ha hecho le gusta más, o cuál de los estilos que maneja es el que le gustaría que usara) y hasta fotos, música o videos: cualquier cosa que le ayude a aterrizar sus ideas para que pueda evitar o al menos prever cualquier cambio de opinión en el camino.
Tomen el ejemplo de David Airey, que sugiere que le envíen un cuestionario al cliente. Entre las preguntas que propone están: ¿Cuál es la fecha de entrega del proyecto y por qué? ¿Quién es su audiencia o cliente ideal? ¿Quiénes son su competencia? ¿Qué le preocupa del proyecto? Unas páginas después hay un consejo de oro: “Pregunte cuál es el presupuesto de su cliente”.
Nosotros le sugerimos que haga todas estas preguntas de manera personal o al menos durante una videollamada, porque son preguntas importantes y porque hacerlo así le transmitirá a su cliente que usted va en serio con esta nueva relación que están emprendiendo.
Cotizaciones
Una de las consecuencias de que muchas personas no sepan qué hace un ilustrador es no entender cuánto esfuerzo y tiempo toma su trabajo. Por eso es importante dejar claro a qué se compromete por el dinero que le van a pagar, así ayuda al cliente a entender qué es lo que está pagando.
Para esto le sugerimos que haga un formato de cotización, y que lo entregue por e-mail o en físico antes de empezar a trabajar. Otro consejo David Airey: si el formato tiene varias páginas o mucha información, ponga el costo total de su trabajo al principio. “Cualquier cosa que usted haga para facilitarle al cliente la comprensión de cómo va a ser su trabajo juntos, solo lo ayudará a cerrar negocio e iniciar un proyecto exitoso”.
Sea lo más específico que pueda (recuerde que hacer una ilustración implica investigación, bocetos, entregar los archivos abiertos o cerrados, los cambios del cliente, etc.) y póngale precio a todo. La idea es que el cliente sepa todo lo que usted tuvo o tendrá que hacer para cumplir con lo que él pide, y también que cualquier requerimiento extra tiene un costo extra. Aquí no hay ñapas: no se cobra menos por una imagen en blanco y negro o por una más pequeña, y sobre todo, no se regatea. Nos robamos las palabras de uno de los ilustradores con los que hablamos: USTED NO ES UNA IMPRENTA.
Términos y condiciones
Porque ser freelance no significa no tener vida, también hay que establecer límites, como que no se trabaja los fines de semana ni se contestan llamadas entre las 5:00 p.m. y las 8:00 a.m., o las horas en las que usted decida trabajar, que un cambio adicional tiene un costo adicional, etc. Le sugerimos que le haga saber esto a su cliente a través de un correo electrónico cordial y muy bien redactado cuando estén empezando su relación.
Además, si está tratando con alguien que no ha trabajado con ilustradores antes, le sugerimos que vaya más allá y convierta esto último en una suerte de contrato. Proponga sus propios términos para la cesión de los derechos de su trabajo y para el tiempo de los pagos, y esté dispuesto a discutirlos con su cliente.
RECURSOS
Lecturas sugeridas
Ilustrando DudasBusiness of Illustration
Inside the Business of Illustration
Work for Money, Design for Love
La Guía Ninja del Ilustrador
Asociaciones y comunidades de ilustradores
Ilustradores colombianosAsociación de Ilustradores de Colombia
Asociación Mexicana de Ilustradores (AMDI)
Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA)
Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid (APIM)
Asociación de Profesionales de la ilustración Valenciana (APIV)
Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña (APIC)
Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales (FADIP)
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Association of Illustrators (Reino Unido)
European Illustrators Forum
Society of Illustrators (Estados Unidos)
The Graphic Artists Guild (Estados Unidos)
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