Cómo fue ganar el Salón Visual
Hablamos con Alejandra Vélez y Nicolás Sanabria, ganadores de las ediciones 2021 y 2022, sobre su experiencia con nuestro salón y premio de ilustración. Si aún no se ha inscrito, la convocatoria para la edición 2023 sigue abierta hasta el 12 de abril. Todas las bases para su participación las encuentra aquí.
Conforme nos acercamos al cierre de la convocatoria para el Salón Visual 2023, que por primera vez se celebrará en la bodega Comfama en Medellín, quisimos hablar con los últimos dos ganadores del premio quienes, además de recibir el premio en metálico, son los encargados de diseñar la imagen del Salón al año siguiente. En 2021, después de que pudiéramos volver a una presencialidad restringida, Nicolás Sanabria “El Insomne”, presentó El adiós, una ilustración con una paleta en malvas y tonos nocturnos con la que se condecoró ganador. Al año siguiente, la ilustradora antioqueña Alejandra Vélez mereció el mismo reconocimiento por En la sombra un jardín, en el jardín una sombra, una delicada reflexión sobre la naturaleza humana y su mundo interno elaborada en una paleta reducida y otoñal.
Nos acercamos a ambos ilustradores para recordar cómo fueron sus procesos, cuáles las decisiones que tomaron para presentarse al premio, además de qué hicieron con lo que recibieron. Durante la conversación, ellos también nos dieron una serie de consejos para los aún no han decidido dar el salto y presentarse al Salón.
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La convocatoria: hacer y seleccionar una pieza
Año tras año se reciben muchísimas piezas que no cumplen con los estándares que están en las bases de la convocatoria, por lo que quedan inmediatamente descalificadas a pesar de su valor artístico. Así que seleccionar la imagen con la que va a participar es probablemente uno de los momentos más importantes a la hora de presentarse a la convocatoria. Ya sea que desarrolle una ilustración nueva o que envíe una pieza de la que está particularmente orgulloso, revisar que se cumplan los requerimientos es imperativo, pero también que la ilustración que se presente tenga sentido con la persona que quiere construir como artista.
Los ganadores de las últimas dos ediciones presentaron ilustraciones hechas específicamente para el premio, partiendo de un proceso de bocetación, digitalización y composición para el certamen. Sanabria realizó todo el proceso desde el papel, mientras que Vélez creó varios elementos que luego ordenó en Photoshop, partiendo también de las ideas que había dibujado con sus manos. “Decidí hacer una ilustración de cero. Tenía una idea rondando en mi cabeza hace rato: algo sobre cambiar el rumbo y dejar ir el pasado, y lo tomé más como un ritual personal de expiación de eso que tenía en la cabeza, más que sabiéndome ganador o algo. Le invertí muchas ganas por eso, porque era algo personal, más que por ganar. La envíe el último día en la última hora de plazo que había”, explica Sanabria, quien ya había participado en la edición anterior del premio y no fue seleccionado.
Vélez, por su parte, realizó su ilustración desde una serie de reflexiones personales que venían dándole vueltas a su cabeza de tiempo atrás. “En realidad, esta pieza la hice para participar solo en el concurso, esa fue la única intención cuando empecé a hacer la ilustración. Es un dibujo libre, porque me gusta mucho hacer mis ilustraciones de las cosas que me pasan, de las cosas que pienso”, explica la artista paisa. “Por esos días acababa de pasar el Día sin sombra en Medellín y estaba muy interesada en el concepto de la sombra. Le estuve dando muchas vueltas en la cabeza. Entonces decidí hacer la ilustración sobre este pensamiento que tenía. Me parecía muy bonito y poético que la sombra fuera la evidencia de que nosotros seguimos vivos”, añade.
La pieza que elegimos tiene que representarnos como artistas y como individuos, comunicar algo que nos sea intrínseco y mostrar una visión de nuestro universo particular o, para retomar la metáfora de Vélez, nuestro propio jardín. “No se trata de hacer por hacer, sino que tenga una historia que se cuente. Creo que eso es lo más llamativo cuando alguien recibe la imagen que tú haces: que pueda leer un poco el camino por el que te fuiste”, explica Vélez.
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La experiencia del premio: nuevos caminos
Ganar el Salón Visual Bacánika se ha convertido en un reconocimiento mayor en el mundo de la gráfica en nuestro país. Hacer parte de los 80 seleccionados y del selecto grupo de ganadores permite que los creadores colombianos reciban un reconocimiento por su labor, esfuerzo y sacrificio. “En la premiación, cuando estaban dando los nombres de los ganadores, estaba muy nerviosa. No sentía el dedo gordito del pie”, recuerda Vélez sobre su experiencia el año pasado, cuando vino desde Antioquia a Bogotá. “Yo no me esperaba ganar el Salón Visual, porque mi estilo de ilustración es muy sobrio y tiene muy poco color en general y siento que es un poco diferente de lo que se trabaja de manera habitual en la revista”.
En el caso de Vélez el premio le permitió empezar una nueva vida profesional al trasladarse a la capital con más oportunidades laborales. Por el lado de Sanabria, ese fue el inicio de una serie de encargos que incluye los varios artículos que ha ilustrado para esta revista. Con el premio, Sanabria también pudo adquirir unas herramientas para su quehacer como artista con las que no contaba, pues en esa oportunidad además de los cinco millones de pesos, el premio incluía un iPad. “Hubo que comprar el lápiz de ahí, pagué unas deudas de mi familia que les impedía mudarse de donde estábamos y le di el resto de dinero a mi papá para que invirtiera en su trabajo. Pero fue el trabajo y la visibilidad lo que me permitió ahorrar y pagar mis cuentas y llegar a lugares o herramientas que no creí llegar ni en ese entonces ni ahora”, explica Sanabria.
“Por supuesto que cualquier premio o estímulo que uno se gane es algo que lo incentiva a seguir creyendo en lo que se hace”, explica Vélez. “Este premio me fortaleció mucho en el sentido de seguir creyendo en mi trabajo, seguirlo disfrutando, de seguir haciendo mis ilustraciones propias y sacarles tiempo a esas cosas que a mí me gusta hacer y pensar y darle tantas vueltas, porque es para mí un gusto hacerlo. Estas cosas te abren muchas puertas para que conozcan tu trabajo. [...] Si no pasas una vez, está bien. Si no pasas dos, está bien. Lo importante es que uno se vaya reconociendo en ese camino andado y se pueda dar cuenta en lo que se ha podido transformar mientras pasa el tiempo”.
El mensaje de Moby Dick es “sé tú mismo”
Ambos ganadores resaltan la importancia de la honestidad en el arte, de presentar algo con lo que estemos cómodos porque nos representa. “Hacerlo por uno ayuda”, reflexiona Sanabria. “Que sea un proyecto personal, el proceso de hacer y enviar. Ya luego puede uno preocuparse de ganar. Al final, si es una cuestión personal, no importa el resultado: valdrá la pena y será más honesto”, concluye.
“Si bien es un concurso y cada persona manda con la intención de ganar o de ser seleccionada, creo que lo más importante es disfrutar mucho el proceso de esa imagen que se está haciendo”, complementa Vélez. “A veces nos olvidamos del proceso que hacemos para llegar a una imagen finalizada. Eso para mí es la parte que tiene más juego y emoción, porque es la manera como nos encontramos en una imagen o en una pieza artística que estamos desarrollando”.
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