Heimat: del paisaje a la casa
Esta palabra alemana, casi imposible de traducir, es el pretexto para una exposición que reúne a 50 ilustradores alemanes y 50 colombianos en CasaTinta, desde el 1 de mayo, en el marco del Congreso de Ilustración Fig.09Congreso de Ilustración Fig.09. Entre el arraigo y las fronteras, una autora colombiana, radicada en Berlín, intenta descifrar su esquivo significado.
/ Raman Djafari /
/ Alejandro García /
Para mí, que nunca he sentido ninguna afinidad por conceptos como ‘familia’ o ‘patria’, el concepto y la experiencia del hogar y de su dimensión material, la casa, ha tenido siempre una importancia fundamental. Quizá por eso una de las palabras que primero llamó mi atención cuando empecé a aprender alemán fue Heimat, uno de esos conceptos supuestamente intraducibles del alemán que nombra algo a mitad de camino entre la patria y la casa, un hogar extendido que en muchos casos coincide con la tierra natal o de la infancia, pues está íntimamente ligada a la identidad y la memoria. Emparentada con Heim, que significa ‘hogar’ o ‘refugio’, Heimat carga en su h, suave y aspirada, a la vez el fuego del hogar y la promesa de resguardo: las paredes y el techo que protegen de la intemperie y permiten la reflexión y el silencio (vale la pena mencionar que las palabras alemanas para decir ‘secreto’, geheim y Geheimnis, también incluyen la palabra Heim). Heimat, en su sentido más positivo, vendría siendo entonces el lugar en el que una persona se siente a salvo, el espacio con el que se identifica; un lugar definido por cada individuo que es a la vez un paisaje del recuerdo y un punto de partida para conocer el mundo.
En 2013, durante mi primer año de maestría en Berlín, conocí a varias personas de Austria y del sur de Alemania, para quienes heim, sobre todo como prefijo, era un vocablo de uso cotidiano. Aunque Heimat seguía siendo para mí demasiado cercana a patria como para decirla en voz alta, pude acercarme por primera vez a la palabra Heim por fuera de la literatura y de vez en cuando permitirme una impostura y abandonar los usos berlineses para decir, a la usanza del sur, heimfahren o heimgehen (ir o volver a casa). Sin embargo, ese momento en el que alemán se convirtió para mí en una lengua cotidiana, con personas y palabras vivas, fue también el momento de experimentar, en lengua extranjera y en condición de inmigrante, la falta de neutralidad del lenguaje y el peso de la historia en las palabras. 2013 fue también el año de fundación del partido Alternative für Deutschland (“alternativa para Alemania”), conocido como AfD, el cual pronto se perfiló como partido populista de derecha, acaparó la atención de los medios y empezó a determinar los temas del debate público. A la discusión sobre la migración se sumó la discusión sobre la identidad alemana, incluida, por supuesto, la noción de Heimat.
Esa idea de hogar extendido que amalgama sentimientos de nostalgia, identidad, refugio y familiaridad, fue el resultado de un rápido proceso de acumulación y transformación de significados en respuesta al proyecto de la Ilustración, y a la necesidad de dar cuenta del nuevo rol del individuo y la naturaleza en el mundo moderno.
/ Gina Rosas Moncada /
/ Lars Henkel /
Un monitoreo de la palabra Heimat en libros y periódicos muestra que desde la segunda mitad del siglo XVIII el uso del término aumentó rápidamente hasta alcanzar su primer pico de popularidad a finales del siglo XIX. Como muestra Andrea Bastian, la palabra se usaba en los idilios de principios del siglo XVIII para referirse a lo natural y a un entorno rural opuesto a la ciudad. Sin embargo, es en el Romanticismo cuando adquiere una gran carga emocional y se asocia a sentimientos de enraizamiento, calma, seguridad, y a la experiencia de pérdida —tanto del mundo natural como de la identidad—.
A lo largo del siglo XIX, la literatura escrita en lengua alemana va condensando estos sentimientos, para contraponer al cosmopolitismo y a las ideas de desarrollo de la época una vida en pequeño, una suerte de microcosmos en el que es posible acceder a lo grande y lo sublime.
No obstante, especialmente en la literatura popular, la defensa de lo pequeño y lo rural se transformó en la idealización de espacios rurales concretos y en un intento por adjudicar un objeto específico a la palabra Heimat. Esta mirada abonó el terreno para que la llamada literatura de “sangre y tierra” del nacionalsocialismo extrapolara la defensa de la vida pequeña a la nación y asociara los vínculos de sangre con una tierra y un pueblo determinados. Heimat “se vuelve sinónimo de paisaje, etnia y pasado”. Deja de ser hogar y se vuelve la más excluyente de las patrias.
/ Marlen Hacker /
/ Randy Mora /
En las últimas décadas, pero sobre todo desde que el AfD decidiera invocar el concepto de Heimat y posteriormente autodenominarse Heimatpartei (mi traducción sería “partido de la patria”, aunque en alemán también existe Vaterland), la palabra, ausente del debate político desde la posguerra, volvió a ser tema de campaña. Políticos de todos los colores del espectro reintrodujeron el término en sus discursos, bien sea para proclamarse como defensores de la patria y las tradiciones —amenazadas por los inmigrantes— o como defensores del concepto de Heimat —en riesgo de ser apropiado nuevamente por la extrema derecha—.
/ Carolina Fuenmayor /
/ Pauline Pete /
En 2018, el lado más conservador de la coalición de gobierno decidió convertir el Ministerio del Interior en el Bundesministerium des Inneren, für Bau und Heimat (Ministerio del Interior para la Construcción y la Patria), siguiendo el ejemplo de ministerios regionales con nombres similares creados por políticos de la misma coalición en Nordhein Westfalen y Baviera. El nuevo ministerio, cuyo líder probablemente sería recibido con los brazos abiertos en las filas del AfD, cuenta con un departamento dedicado solo a asuntos relacionados con la Heimat, que no ha presentado una sola propuesta de ley en el parlamento en el año que lleva de existencia. Se trata, ante todo, de un símbolo. Mientras tanto, la discusión continúa en los periódicos, en las galerías de arte, en la literatura, en la televisión (Heimatland, un documental transmitido en febrero de este año por el canal estatal Das Erste, es una de las fuentes de este texto).
Para mí, tal vez porque no soy alemana, la polémica se reduce al malestar que siento cada vez que paso por alguna oficina del nuevo ministerio. Las palabras no se dejan colgar en las paredes de los museos, no podemos limpiarlas y restaurarlas para devolverles su belleza. Las palabras invocadas por el fascismo no pertenecen al fascismo, porque no pertenecen a nadie; sin embargo, el fascismo siempre hará parte de ellas. Pero quiero volver a la casa. La discusión sobre la identidad y el derecho a sentimientos de pertenencia como los que evoca una palabra como Heimat, a menudo sirve para ocultar los problemas estructurales que ocasionan ese mismo sentimiento de pérdida, y para complejizar algo que debería ser muy sencillo: el derecho a la tierra y a la vivienda.
/ Jutta Bauer /
/ Einar Turkowski /
Uno de los motivos por los que la palabra Heimat se deja instrumentar fácilmente es que implica, al menos en su forma moderna, la defensa de algo frágil e íntimo, que de entrada está asociado a un sentimiento de pérdida; algo estático que a diferencia de la nación no puede ser defendido con ejércitos y que es tan difícil de reconstruir como la memoria. Heimat responde a la necesidad de raíces, pero las vuelve paisaje, olvida que las raíces son precisamente vida y movimiento, entrada y salida. Quizá sería mejor plantearse la relación con el espacio en términos de otra palabra alemana, más cotidiana y quizá más modesta, que se usa para referirse al ‘hogar’ —y por extensión al país o la región que se habita—: Zuhause. Ese zu, pronunciado ‘tsu’, que produce un cierto fastidio al oído hispanohablante y que a primera oída le resta nobleza a la h aspirada que comparten Heim y Hause (casa), es una preposición que puede significar ‘a’, ‘en’, ‘hacia’ o ‘para’. Zuhause también está asociada a una noción de bienestar —quizá a una demasiado burguesa—, pero esas dos letras incómodas crean un vaivén entre el sustantivo y la acción que hace del hogar un espacio asociado al movimiento. zuhause sein, así, en minúsculas, significa ‘estar en casa’, pero podría ser ‘haber llegado a casa’. Visto así, Zuhause es el hogar, pero no el de la nostalgia, sino el hogar habitado, la casa con paredes y piso y ventanas desde la que se puede ver el mundo interno y externo. No la patria congelada en un paisaje, sino un lugar hacia el cual ir, en el cual ser y dejar de ser, un espacio en el que es posible entender no solo el origen, sino también el cambio y las complejidades de ese verbo casi intraducible de nuestra lengua: estar.
Exposición Heimat
1 al 28 de mayo / CasaTinta / Tv. 17 #45d - 61 / Bogotá
Stickers e intervenciones en muro y papel.
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