El Testigo: el conflicto armado a través del lente de Jesús Abad Colorado
El Testigo, una de las exposiciones más visitadas en Colombia, toma nueva forma en un libro que vuelca la mirada sobre las víctimas que ha dejado la guerra en el país. Sus autores, María Belén Sáez y Chucho Abad Colorado, nos presentan este excepcional libro de cuatro tomos.
El fotógrafo y periodista antioqueño Jesús Abad Colorado López ha dedicado su vida a retratar el conflicto armado colombiano. A lo largo de tres décadas, ha sido un testigo comprometido con la visibilización de los vejámenes que ha dejado la guerra. En sus conversaciones con la curadora María Belén Sáez ha reafirmado el enfoque en su obra fotográfica: las víctimas, esas que ha visto caerse y levantarse una y otra vez para continuar caminando entre la neblina de las montañas, los escombros de los pueblos y el espesor de las selvas.
Con más de 1000 fotografías, El Testigo: Memorias del Conflicto Armado Colombiano en el Lente y la Voz de Jesús Abad Colorado. Conversaciones con María Belén Sáez de Ibarra materializa una vez más el recuento histórico de su obra visual, la cual ha estado expuesta en el Claustro San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia desde 2018. Esta colección de cuatro tomos titulados: Tierra callada, No hay tinieblas que la luz no venza, Y aun así me levantaré y Pongo mis manos en las tuyas, fue apoyada por la Embajada de Noruega en Colombia, SURA, la fundación Carlos Arcesio Paz y el Instituto Goethe.
Estos libros buscan crear un diálogo para nombrar el dolor y la resistencia de aquellos que fueron despojados de su humanidad por la violencia de los fusiles. Jesús Abad Colorado es un narrador que transforma y profundiza la labor de informar. “El papel mío como periodista no solamente es hacer un registro para que se publique, sino para dejarlo como testimonio utilizando la memoria como una forma de generar reflexión con nuevas generaciones”, asegura Jesús Abad sobre el significado de ser El Testigo en su vocación como fotorreportero.
María Belén Sáez de Ibarra, curadora, editora y gestora cultural fue la encargada de darle un orden al proyecto. Por tres años, convirtió sus conversaciones con Jesús Abad Colorado en esta muestra fotográfica, investigativa y poética que ella define como “constelaciones”, pues no tienen un orden cronológico, pero hacen parte de una misma tragedia. “El relato se ha acompañado no solamente con testimonios. Esta crónica visual se fue construyendo no necesariamente con solo eventos, sino que es un tejido entre textos y lugares”, explica María Belén en su proceso curatorial y conceptual de la colección.
Con crónicas, ensayos, entrevistas y anotaciones que explican cada imagen, este registro fotográfico es un espejo roto donde podemos reflejarnos como sociedad. Las fotografías en su mayoría están a blanco y negro, demostrando una solemnidad ante las víctimas, animales y naturaleza que están plasmadas en estas. Desde su contenido hasta la portada, estos libros están celosamente cuidados. Las letras de su título realzan sobre una portada completamente blanca, como un código braille que debemos sentir para poder ver. En la solapa interna de la portada y la contraportada -como albergando las fotografías- están escritos los nombres de todos los lugares en los que ocurrieron los hechos.
Los medios de comunicación y la academia se han encargado de mostrarnos el conflicto armado desde la distancia, dándole mayor importancia a los actores armados y dejando a las víctimas en el olvido estatal y social. Para Jesús Abad y María Belén, nombrar a las víctimas y expandir sus voces fue el ejercicio principal y la dirección que llevo este proyecto a las galerías, documentales y libros. Las publicaciones se realizaron por y para los campesinos, las comunidades afrodescendientes e indígenas. “Tratamos de eliminar al máximo los registros de los grupos armados”, comenta María Belén sobre el proceso de selección de las imágenes.
Aunque la imagen es el lenguaje principal de esta obra, esta no tendría el mismo sentido y trascendencia sin los textos que las acompañan. Las narraciones que contiene le dan una voz a las víctimas y sus vivencias. Estos textos que explican y acompañan cada imagen están escritos en un tono cotidiano, como si Jesús Abad hablara con nosotros mirando un álbum. “Una imagen no es más importante que mil palabras. Palabra e imagen van de la mano precisamente como van la ética y la estética (...) las personas que están ahí retratadas tienen un rostro y un nombre, o sea, no son fotografías de seres anónimos y por eso narro también esas historias de lo que ha vivido la gente” concluye Jesús Abad sobre la importancia del texto en la imagen.
Esta recopilación está hecha para verse y leer en soledad, para sentir, quebrarse y tomar una conciencia -y culpa- colectiva sobre quiénes somos y dónde estábamos cuando dejamos que la guerra mancillara las vidas de las víctimas. Tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016, el país ha quedado inmerso en el reto de lograr una reparación. Para Jesús Abad, “la paz para Colombia tiene que empezar por los campesinos no reclutados, no despojados, no humillados. El día que nosotros como colombianos nos eduquemos en la escuela, la casa, la calle, o en las universidades para que le demos la mano a un campesino con el mismo respeto que se la podemos dar a un médico, a un sacerdote o a un abogado, creo que este país cambia”.
Al final, Jesús Abad y María Belén nos recuerdan la responsabilidad histórica y la justicia social que tenemos sobre unos hechos que han sido vistos como ajenos dentro del mismo territorio que habitamos.
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