“Sin tu luz vivo triste” de Kevin Mancera
Hasta el 19 de diciembre de 2023, la Galería Nueveochenta exhibirá la muestra, compuesta por una serie de 50 dibujos del artista bogotano que reflexionan sobre la vida, la muerte, la extinción y los vínculos emocionales.
El 9 de noviembre la Galería Nueveochenta inauguró la exposición Sin tu luz vivo triste, una inmersión profunda en el mundo del artista Kevin Mancera, caracterizada por la evocación de temas como la fugacidad de la vida, las despedidas dolorosas, la memoria que se desvanece y la sensación de pérdida. Su universo personal se abre paso entre el humor que entrelaza con la reflexión y la introspección en los 50 dibujos que componen la exposición. Cada trazo, imagen y palabra es parte de un ejercicio intelectual de memoria. Su visión se manifiesta desde la añoranza de lugares perdidos, animales extintos y la ausencia de seres queridos. El recorrido nos lleva a través de imágenes de trazos finos sobre papel que varían de claros a oscuros.
La mayoría de dibujos plantean la desaparición en todo el sentido de la palabra. Detrás de la obra se esconde un universo de referencias, dado por ilustraciones extraídas de libros científicos, reflexiones personales e innumerables evocaciones al arte antiguo y a la música. Sin embargo, el impulso inicial radicó siempre en el vínculo de Kevin con su abuela: "Arranqué con el dibujo de mi abuelita y lo dejé ahí un tiempo. No era mi intención hacer una exposición sobre eso, pero me pareció que podía ser chévere encontrar diferentes lugares donde pudiera ahondar en ese sentimiento de la despedida, en la ausencia que deja a alguien cuando ya no está. Ahí empecé a dibujar y se fue armando. En un momento cuando ya empecé a hacer el proyecto decidí que quería que tuviera una publicación, por eso los dibujos son de pequeño formato y muchas veces están pensados como páginas de un libro", añade el autor.
Los dibujos de la memoria que se desvanece
La exposición se abre en el primer piso a través de un retrato de la abuela de Kevin con su esposo, lo que captura la esencia íntima y serena de su estampa. Sus ojos miran directo al espectador. Entre líneas, la poesía que acompaña al dibujo parece dar luz sobre aquel vínculo. Algunos versos hablan de una sintonía mutua o interpelan al espectador sobre la posibilidad de un momento especial inmortalizado a través de una fotografía que Kevin convierte en trazos: “Desconocemos si fueron cómplices o fingieron; solo suponemos que sus miradas aparecen frente a nuestros ojos”. Los versos terminan en una historia guiada por el azar: “Tal vez posaron para que uno de sus descendientes los dibujara”.
Más adelante las letras se anteponen para mostrar un tajante: “Dejen llorar en paz”. La decisión de no añadir más obras en este espacio viene de la voluntad de honrar exclusivamente a este retrato, lugar del que emergió la fuerza detrás del proceso creativo de Kevin. La elección crea una atmósfera única que pone en el centro de atención el epicentro emocional y visual de la muestra. Después aparecen dos rostros marcados por las sombras y los colores oscuros. El primero, caracterizado por una mirada extraviada, acompañado por: “el tiempo nos consume”. El segundo rostro es el de una anciana marcada por las cicatrices que el tiempo ha tallado a través de innumerables experiencias, recuerdos. Sobre él se lee: “puros remiendos”. Ambos retratos parecen dividirse en capítulos de memoria temporal, dando lugar a distintas facetas de la existencia. En medio de ambos dibujos aparece una composición de palabras más: “ya es demasiado tarde para encontrarnos”.
Kevin explica su fascinación por estos tres dibujos iniciales, pues los dos rostros le parecían fragmentarios individualmente, pero cuando creó el último elemento del conjunto -el de “ya es demasiado tarde para encontrarnos”- le pareció que todo cobró sentido. Esto estableció un diálogo intrínseco entre ellas y se convirtió en su tríptico favorito. Por medio de este y otros mecanismos de referencia y diálogo, la exposición aborda temas como la muerte, la ausencia y las pérdidas, yendo más allá de las experiencias personales. Su objetivo es trascender lo individual para conjugar entre los espectadores conexiones emocionales y reflexiones compartidas.
Mancera explica que la exposición no fue concebida con un plan predeterminado, sino que se moldeó a medida que él exploraba la interacción y la narrativa conjunta entre las obras. Aunque la temática se centre en reflexiones sobre la muerte, el artista asegura que no aborda este tema de manera literal o directa en sus creaciones. Prefiere confrontar al espectador con metáforas o imágenes que se la sugieran para descubrir capas más profundas de significado dentro de los esbozos que presenta. Esto es notable en el recorrido al encontrarse con la imagen de una osa con su osezno. La vemos a ella derramada con sus cuatros patas hacia arriba y a su pequeña cría aferrada al vientre. No sabemos si sufre, duerme, agoniza o si ha muerto, pero sigue allí, siendo la madre de aquel pequeño. En un costado se puede leer: “Qué será de mí sin tu compañía”.
Otro elemento crucial en Sin tu luz vivo triste es la extinción. A través de varios dibujos aborda historias sobre animales ya extintos como la guagua o el tigre de tasmania, Mancera genera un diálogo visual sobre la fragilidad de la vida. Entre estos relatos hechos trazos aparecen imágenes como la del quagga, un animal africano cuyo último espécimen, fue desechado en Ámsterdam pues era desconocido en su momento. “No dimensionamos que eso -la especie- era un mundo dentro de este planeta”, agrega Mancera. Para él, las narrativas de extinción revelan lo vulnerable de la existencia.
En su proceso creativo, el artista otorga una importancia crucial a la relación entre el texto y la imagen dentro de sus obras. Para él, la dependencia entre ambos elementos es fundamental. Considera sumamente difícil que una imagen pueda comunicar por sí sola, sin el respaldo de un texto. En sus creaciones, las palabras no solo acompañan la imagen, sino que se transforman en imagen, adquiriendo así un papel aún más relevante en la narrativa visual. Dicha interacción entre palabras y dibujos proporciona un componente clave en la profundidad de la reflexión.
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Kevin Mancera, nacido en Bogotá en 1982, es un artista que ha forjado un extenso corpus de imágenes a lo largo de su carrera que rebozan de matices interpretativos y situaciones que desafían lo convencional. Sus dibujos, ilustraciones y grabados emergen de una observación íntima de la realidad cotidiana. Su inspiración parte de situaciones que despiertan sentimientos de desarraigo, fracaso y conflicto. Desde las reflexiones acerca del ser humano, Mancera construye un universo artístico permeado por la profundidad, la perspicacia y la sensibilidad. Esto le ha permitido que sus obras sean exhibidas en ciudades como Stuttgart, Ámsterdam, Sao Paulo y Nueva York. Además, forma parte de colecciones destacadas como la del Banco de la República de Colombia y el Museo Albertina en Viena.
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