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"La mentira del agua embotellada"

"La mentira del agua embotellada"

Fotografía

Así definen varios grupos del ambientalistas la industria del agua embotellada, la cual produce millones de toneladas de desechos plásticos y utiliza excesivas cantidades de energía y combustibles para generar un producto que es un bien gratuito al que deberían tener derecho todos los seres humanos.

En los años 70, cuando comenzaron a aparecer los primeros comerciales que promocionaban agua empacada en botellas, muchos quedaron perplejos ante la inverisimilitud del asunto, parecía más una parodia de los publicistas, una fórmula para captar la atención de su público. ¿Por qué comprar un recurso natural al que todos los seres humanos tienen derecho y que además es gratis?, se preguntaban algunos por esa época. El agua embotellada se vendía entonces como un producto exclusivo, una experiencia solo para los más selectos que prometía traer a sus mesas y hogares un líquido natural, de la mejor calidad y al cual se le otorgaban cualidades saludables, superiores a las del agua de grifo.

Así nació una nueva industria, y con ella una nueva necesidad entre los consumidores: el agua en botellas. Un producto que si bien soluciona el problema de abastecimiento de este recurso en los países subdesarrollados, que no cuentan con sistemas de saneamiento de agua potable, es, según lo han denunciado ambientalistas en todo el mundo, una industria innecesaria y contaminante que requiere grandes cantidades de energía para producir y transportar un producto que luego de 2 minutos –que es el tiempo promedio que una persona demora en tomar 500ml de agua– termina en la basura.

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En la actualidad se estima que una persona consume al año cerca de 170 botellas de agua. Si esta cifra se multiplica por los millones que vivimos en el planeta y por el número de años que lleva esta industria en funcionamiento, el resultado son millones de millones de toneladas de basura conformadas por un único material: el plástico, que como se sabe no es biodegradable y es considerado como tóxico.

Para ponerlo de una manera más tangible, si juntáramos todas las botellas de agua que se consumen cada semana, solamente en Estados Unidos, estas alcanzarían para darle  5 veces la vuelta al mundo. Y la cosa no para ahí, según la Beverage Marketing Corporation el agua embotellada, en la actualidad, representa la mayor área de crecimiento en el negocio de las bebidas, superando incluso a los jugos, las gaseosas y el alcohol. Esto quiere decir que cada año se producen y desechan más y más botellas, en un ciclo de nunca acabar.

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Se estima que para producir las botellas necesarias para abastecer el mercado anual del agua embotellada, solamente en Estados Unidos, se necesita la misma cantidad de combustible y energía con la que se abastecerían más de un millón de automóviles. Y esto sin contar la energía que se requiere para luego trasladarlas a los consumidores finales, que en muchos de los casos se encuentran a un océano de distancia.

Además, se ha podido establecer que el plástico toma 700 años para comenzar a descomponerse. De la producción total de botellas de agua del mundo 70% termina en rellenos sanitarios o botaderos, contaminando los suelos, aguas subterráneas y fuentes hídricas. Un reporte de La Asociación Internacional de Agua Embotellada, sin embargo, asegura que las botellas de agua son el contenedor plástico con las mayores tasas de reciclaje, esta apenas llega al 30%.

Las alertas en este tema se prendieron luego de que comenzara a circular en internet el video titulado como The Story of Bottled Water, publicado en Youtube por los mismos creadores de The Story of Stuff Project, un grupo de activistas, líderes comunitarios, profesores, padres de familia, estudiantes y científicos, entre otros, que trabajan en diferentes campañas con el fin que el mundo sea más sano y justo para todos.

El documental, además de mostrar los altos índices de contaminación que produce la industria del agua embotellada y de desmitificar la mala fama que hoy tiene el agua de la llave, hace caer en cuenta a los televidentes sobre los mecanismos que utilizan estas grandes compañías para manipular, seducir y engañar a los consumidores vendiéndoles un estilo de vida saludable y haciéndoles creer que este es un producto imprescindible para la vida diaria. Annie Leonard, la presentadora, arremete a nombre propio contra algunas de las empresas embotelladoras más reconocidas en el mundo, e incluso asegura que estas simplemente se dedican a envasar el agua de la llave para luego venderla a un precio que supera por 2.000 veces su valor real.

Frente al tema, distintos organismos se han manifestado. Naciones Unidas, por su parte, emitió un reporte en el que enfatiza que la industria del agua embotellada no es sostenible. “Cada año se gastan más de $100 mil millones de dólares en agua embotellada en todo el mundo. La ONU calcula que sólo una sexta parte de ese dinero - $ 15 mil millones- sería el necesario para reducir a la mitad el número de personas sin acceso a agua potable”, dice el documento.

Las embotelladoras no se hicieron esperar con su voz de protesta y produjeron su propio video en el que destacan sus iniciativas ambientales, asegurando que se trata de un negocio limpio y amigable con el medio ambiente: siembra de árboles, jornadas de limpieza en las zonas costeras, reciclaje de botellas y plásticos y programas para el cuidado y la conservación de los recursos hídricos.

Los gobernantes de todo el mundo, específicamente en Estados Unidos y Canadá, se comprometieron a trabajar en leyes que regulen esta industria y protejan los recursos hídricos. Estas se conocen como los Bottle Bills y sus alcances varían de estado a estado.  Latino América, sin embargo, que es el lugar de donde estas embotelladoras están extrayendo su principal recurso todavía no aparecen en el panorama de la protección. El resumen completo sobre lo que está sucediendo en el mundo con respecto a este tema se puede consular en bottlebill.org.

La realidad es que este es un problema que va más allá de la capacidad o no de reciclaje de la industria de las bebidas, pues quedó demostrado que en ese umbral los avances son pocos e insignificantes. El tema aquí es de consumo,  de ser conscientes de que cada botella de más que ponemos en la basura implica una serie de consecuencias para la salud de la Tierra y que realmente hay maneras alternativas; como el conocido refill, que ya es una costumbre en la mayoría de Europa, donde los ciudadanos beben agua potable de los bebederos o de las botellas que llevan en sus mochilas con agua recolectada de los grifos de sus hogares. Seamos sinceros, el agua embotellada no es más que un commodity de la sociedad moderna.

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María Camila Peña Bernal

Periodista

Periodista, amante del océano, viajera, lectora apasionada, fan número uno de Hemingway, cinéfila y loca por los animales. Me interesan los temas que tiene que ver con el medio ambiente, la arquitectura, los viajes, la historia y las realidades humanas. Prefiero los relatos de largo aliento. Disfruto de una historia bien contada y soy una obsesiva buscadora de buenos primeros párrafos. Comencé en el periodismo como redactora de la sección de Bogotá, en el diario El Espectador (Colombia), en 2007, y desde entonces no he parado de publicar y escribir historias.

AUTORWEB  AUTORSEPARADOR  AUTORTW

Periodista

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