La realidad imita a la (ciencia) ficción
Es larga la lista de cosas que hoy nos parecen obviedades cotidianas y que hasta hace poco parecían solo posibles en un futuro distante. De hecho, basta con dar un vistazo a esta lista para ver cuánto le debe nuestro presente a la imaginación de algunos de los autores y cineastas más icónicos de la ciencia ficción.
La ciencia ficción ha sido llamada en ocasiones "literatura de anticipación", porque autores como Julio Verne lograron prever el surgimiento de logros como los cohetes espaciales, los helicópteros o los submarinos, mucho antes de que la humanidad tuviera los recursos o la tecnología para desarrollarlos. El término ciencia ficción surgió en 1926 de la pluma del escritor Hugo Gernsback, quien lo empleó en la portada de una de las revistas más reconocidas del género, Amazing Stories, aunque se considera por lo general que el primer relato de ciencia ficción fue Frankenstein de Mary Shelley (1818).
A partir de entonces, comenzaron a surgir relatos como "La incomparable aventura de un tal Hans Pfaal" o "Revelación mesmérica" de Edgar Allan Poe, que podrían clasificarse como ciencia ficción, y también figuras como Julio Verne y H. G. Wells, ambos considerados maestros del género. Sin embargo, la primera mitad del siglo XX es llamada la Edad de Oro de la ciencia ficción por la aparición de autores destacados como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Aldous Huxley, George Orwell y Ray Bradbury. Fue también en ese momento que, con la aparición en 1927 de la película Metropolis de Fritz Lang, la ciencia ficción se asentó cómodamente en el mundo audiovisual, regalándonos franquicias icónicas como Star Wars o Star Trek y películas de culto como Blade Runner, Gattaca y Matrix.
Y de toda esa historia una cosa es cierta: muchos de estos relatos se anticiparon a su época, al punto de que muchas de las invenciones que mostraban son hoy una realidad, influenciando a científicos e inventores que vendrían luego y que vieron en estas ficciones una posibilidad real.
La inteligencia artificial
Aparece en 2001: Space Odyssey (libro y película de 1968)
La inteligencia artificial ya se había discutido durante años antes de que se acuñara como término durante la Conferencia de Dartmouth en 1956, el evento seminal para su estudio hace casi setenta años. Y aunque la noción de una máquina capaz de discernir y racionalizar puede tener antecedentes mucho anteriores como la Máquina Universal de Alan Turing o la idea que tuvo Ramón Llull de que el razonamiento podía efectuarse de manera artificial en el siglo XIV, fueron el director Stanley Kubrick y el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke quienes crearon el arquetipo con el que estamos más familiarizados en la cultura popular actualmente: la computadora inteligente. En esta película histórica, de la que Clarke escribió simultáneamente un libro por la ambigüedad de su final, aparece HAL 9000, una inteligencia artificial capaz de controlar toda la nave Discovery One que, por un error en sus cálculos, termina convirtiéndose en un villano terrorífico de voz monocorde. Kubrick y Clarke no sólo anticiparon las computadoras inteligentes, sino el terror que podrían llegar a despertarnos.
Las muchas especulaciones sobre el Internet
Aparece en Neuromancer (1984)
William Gibson escribió su novela más famosa en una máquina de escribir. Hasta entonces, el escritor estadounidense no había tocado una computadora para hacer ninguno de los relatos aparecidos en las pequeñas revistas de nicho que lo publicaban hacia finales de la década de los setenta. Y aunque es cierto que la idea del Internet podría remontarse a un cuento de 1946 de Murray Leinster llamado “A Logic Named Joe” y a La nube de Magallanes del incomparable escritor polaco Stanislav Lem, nunca se había trabajado de una manera tan extensa como en esta novela, que sirvió también para inaugurar la corriente del cyberpunk. Neuromancer cuenta la historia de Case, un antiguo hacker cuyo sistema nervioso ha sido destruido tras ser atrapado robando para su antiguo empleador, por lo que no puede volver a conectarse al ciberespacio, a menos de que atraviese una cirugía reconstructiva. El ciberespacio en la novela de Gibson funcionaba más como una suerte de realidad virtual que como la red tras las pantallas con la que pagamos facturas por PSE, reservamos una mesa en un restaurante y averiguamos en quizzes a qué casa de Harry Potter pertenecemos. Sin embargo, puede que en el futuro podamos desdoblar nuestra consciencia conectados a una súper computadora. Aún no se ha inventado todo.
Las prótesis mecánicas
Aparece en Cyborg (1972)
Sobre los cyborg, híbridos entre hombre y máquina, han aparecido numerosas historias. En 1839, Edgar Allan Poe escribió “The Man That Was Used Up”, que incluye a un héroe de guerra con múltiples prótesis, mientras que en su díptico La poupée sanglante/La machine á assassiner, eclipsado por Le Fantôme de l'Opéra, Gaston Leroux introduce a Gabriel, un autómata al que se le implantan el cerebro y la médula espinal de una persona ejecutada en la guillotina a la que se le han impugnado asesinatos que no cometió. Así que cuando Martin Caidin publicó Cyborg, hace más de cincuenta años, estaba trabajando sobre una idea harto explorada. Sin embargo, Caidin fue mucho más allá de crear una visión oscura del Inspector Gadget. Introdujo preguntas éticas muy interesantes para el momento cultural en el que vivimos, creando a un espía reconstruido con piezas mecánicas que le permiten tener una ventaja física sobre el resto de los individuos, apenas conservando partes de su antigua humanidad. Esta novela inspiró la serie The Six Million Dollar Man (El hombre nuclear para nuestros padres) y su secuela The Bionic Woman.
Reconocimiento facial y vigilancia
Aparece en The Minority Report (1956)
Antes de que Tom Cruise arruinara este relato con su casi actuación, Philip K. Dick había escrito una de las historias más interesantes de la ficción especulativa. Minority Report es una novela corta de una de las plumas más influyentes de la ciencia ficción y cuenta la historia del envejecido polícia John Allison Anderton, quien ha creado y dirigido la unidad de Precrimen en los Estados Unidos, un sistema predictivo piloteado por tres mutantes que poseen unas habilidades psíquicas con las que profetizan y previenen crímenes que aún no se han cometido. Como siempre en los relatos de Dick, que tienen una deuda certera con la novela negra y policíaca, nada es lo que parece y nuestro estricto héroe debe enfrentarse a la posibilidad de que todo el sistema que ha construido se desbarate y pruebe que quizás algunos de los convictos hubieran resultado de todos modos inocentes. La historia es una reflexión aguda sobre la idea de justicia y es también el origen de la idea del reconocimiento facial, así como de la ominosa posibilidad de que los anuncios publicitarios sean dirigidos a la medida de cada uno. Nada que ver, por suerte, con toda la tecnología que el gobierno chino ha desplegado para controlar a su población o con el algoritmo que acierta a vendernos el libro en el que estábamos pensando sin siquiera haber entrado a Internet.
Arte generado por IA
Aparece en Her (2013)
Las posibilidades de las IA demostraron ser terroríficas en 2023. Con los prompts adecuados, pareciera que sus capacidades son infinitas: pueden generar un plan de ventas paso a paso, escribir artículos y publirreportajes, desarrollar videos para YouTube con sus descripciones y hasta dar forma a imágenes hipnóticas que muy pronto se han convertido en un estilo derivativo y aburrido. Hace una década era impensable. Es cierto que en I, Robot, la película protagonizada por Will Smith que nada tiene que ver con la genial colección de relatos de Isaac Asimov, Sonny estaba dotado de una inteligencia singular y empática que le permitía dibujar e incluso soñar. Pero no sería hasta Her de Spike Jonz que nos enfrentaríamos a una inteligencia artificial tan sofisticada como la de Samantha, actuada por la voz entrañable y humana de Scarlett Johansson. En una de las escenas más conmovedoras de la cinta, esta inteligencia artificial, parodiada hasta el cansancio años después, escribe una delicada pieza musical que comparte con Theodore, mucho antes de que los videos virales de TikTok empezaran a mostrarnos cómo esta nueva tecnología puede emular a los cantantes más populares y crear melodías cautivadoras y pegadizas
El mensaje holográfico
Aparece en Star Wars: A New Hope (1977)
La holografía es una técnica que posibilita la grabación y posterior reconstrucción de un frente de onda. Aunque es más conocida por su capacidad para generar imágenes tridimensionales reales, también tiene una variedad de aplicaciones más amplias. En esencia, es factible crear un holograma para cualquier tipo de onda. Luego de que el físico Dennis Gabor recibiera el Premio Nobel en 1971 por haber inventado la técnica de la holografía, sus reflexiones impactaron la ciencia ficción en especial durante toda la década siguiente. Sin embargo, el método aún no estaba tan perfeccionado como nos lo hace parecer la proyección del adorable R2-D2 en la primera película de la larga, larga, larga saga de Star Wars. Antes de que Disney decidiera construir un universo narrativo inagotable en el que las explosiones reemplazaran el desarrollo de los personajes, George Lucas presentó al holograma como parte fundamental de su narración. En la cinta, Leia Organa graba un mensaje dentro de la memoria del robot que más adelante encontrarían Luke y Obi Wan durante su recorrido en el Halcón Milenario. Treinta y cinco años después de este momento, además de la aparición del divertido ajedrez holográfico en la nave de Han Solo, Tupac revivía en forma de holograma para presentarse en la edición de ese año de Coachella.
Publicidad animada
Aparece en Blade Runner (1982)
Los primeros anuncios publicitarios en vallas gigantes fueron inventados en la década de 1830 por Jared Bell en los Estados Unidos. Esta nueva forma de publicidad que servía para anunciar las peregrinaciones de los circos itinerantes, pronto sirvieron para vender todo tipo de productos: Coca-Cola, heroína marca Bayer para el dolor de dientes y aceite para motor. Cuando el director Ridley Scott decidió adaptar la novela de Philip K. Dick Do Androids Dream of Electric Sheep?, este formato pululaba en los espacios rurales de los Estados Unidos, así como en las grandes ciudades del mundo. Scott decidió que en el futuro lejano de Los Ángeles en 2019, los anuncios se moverían similares a los comerciales de televisión. Cuando el detective Deckard sale en la búsqueda de seis replicantes que han regresado a la Tierra para reencontrarse con su creador, una geisha sonriente lo saluda inmensamente proyectada por una tecnología LED. La imagen de la mujer asiática es un guiño al Japón contemporáneo post Segunda Guerra Mundial y su fascinación por el neón: parece altamente tecnológico, pero es un gas barato y llamativo para invitar a visitar los espacios populares y poco prestigiosos. Así es la estética del cyberpunk: alta tecnología, baja calidad de vida.
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