Mis libros, mi revolución
a autoayuda es un genero literario polémico. Hablamos con Iván Gutiérrez, autor del fenómeno editorial ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? y no sabemos si nos hizo mejores personas. Decida usted, querido lector.
Los libros de autoayuda se llevan el mayor porcentaje del mercado editorial colombiano. Para algunos, sus autores no son más que charlatanes; para otros, sus palabras han salvado muchas vidas; para los expertos en literatura, ellos no saben escribir; para el gran público, se han convertido en verdaderos ángeles de la guarda.
En un país en el que son muy pocos los libros que se venden –y muchos menos los que se leen–, decidimos conocer a algunos de los escritores que están detrás del género de superación personal. Y empezamos con Iván Gutiérrez, que logró una proeza, gústele a quien le guste: su primer libro, llamado ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?, lleva diez ediciones y ha sido adquirido por una número aproximado de ciento cuarenta mil personas en Colombia. En números se ve más contundente: 140.000 personas, cinco veces lo que le cabe a un estadio de fútbol.
La conclusión de quien escribe este humilde artículo no es una alusión a la tradición literaria del Doppelgänger, tampoco borgismo barato; se trata de un fenómeno que ocurre cuando se ha leído un libro y se tiene la oportunidad de charlar con el ser humano que está detrás de su escritura. Iván Gutiérrez se divide en dos: Iván 1, hombre dogmático, e Iván 2, ser humano jovial.
¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? es una autobiografía que narra la conversión del autor al catolicismo, como respuesta a una extraña enfermedad que nadie pudo aliviar. La desventura es milagrosamente curada por medio de la fe y la oración. En sus páginas se percibe al Iván 1 en frases como: “Las parejitas que viven en unión libre, viven igualmente en pecado, porque aún no tienen la bendición de Dios en el sacramento del matrimonio” (p.52), “es imposible estar en la verdad lejos de la luz de Dios” (p.54), “En este último caso, pueden generarse traumas tan tenaces como las equivocadas inclinaciones sexuales” (p. 81).
El Iván 2 se manifiesta en sentencias como: “Pero el demonio se modernizó como nosotros, ahora es muy light y se mandó a hacer la cirugía plástica en Cambio Extremo” (p.49), “utilizamos el trago dizque para ahogar las penas; pero muchas de esas verracas saben nadar” (p.73).
Después de unos minutos de conversación, le hago notar la dicotomía. Digo que me perece estar conversando con un hombre muy diferente al Iván 1 (narrador del texto que decreta, ordena el mundo y siempre tiene la razón). Responde: “tengo que ser dogmático, si no lo mío se vuelve un cuentico paisa”. Si lo dice un nativo de Pácora, Caldas, la única opción es tomar la frase enserio.
Y continúa: “soy un creyente convencido, si en algunos parajes del texto me muestro firme es porque pienso que el catolicismo es la opción más acertada para estar en paz con el mundo y con uno mismo”. El Iván 2 se desata, relata sus épocas de rumba dura, su etapa de actor (trabajó en El Fiscal, La costeña y el cachaco y Pobre Pablo), la penuria de su enfermedad (causada, según parece, por una brujería) y su proceso de redención (que dio como resultado el equilibrio existencial que dice disfrutar en la actualidad).
El Iván jovial, que justifica y valida las sentencias del Iván 1 con bromas, afirma que desde que salió el libro no ha parado de trabajar. Conferencias, giras internacionales y un programa en el canal religioso Tele Amiga, llamado Des gracias, han sido los frutos que ha recogido debido al éxito del texto. Nada mal para un escritor que decidió financiar su primera publicación de manera independiente.
Como toda obra de autoayuda que se respete, ¿Por qué la pasan cosas malas a la genta buena? tiene historias que empiezan a gravitar a su alrededor. “Por usted no maté a mi mamá”, le dijo a Iván una joven que asistió a una de sus conferencias. “Su libro salvó mi familia”, prosiguió la mujer. Uno de los casos que Iván menciona frecuentemente en sus conferencias es el de un joven que sentía atracción por el travestismo y con la ayuda de un “arduo trabajo espiritual”, cuyo detonante fue el libro, hoy tiene cuatro hijos y, según los estándares de Iván Gutiérrez, “una familia feliz”.
Iván moja la palabra con jugo de mandarina y cuenta cómo se le ocurrió el título del libro, sin duda uno de sus aciertos más vendedores: “Eran días en los que me sentía enfermo, así que empecé a buscar cómo curarme. Una noche di con el espacio radial de Gonzalo Gallo y me volví un oyente fiel. Una de las cosas que con mayor frecuencia repetían las personas era: ‘¿por qué si soy tan bueno me va tan mal?’”.
Lo demás es letra impresa y, en cierta medida, el resultado de una las aficiones del autor: subrayar frases de personajes históricos y pasajes de la Biblia. Fue así como construyó el texto que, antes de su redacción, era una colcha de retazos compuesta por frases coloquiales, escenas religiosas, aforismos y el deseo de escribir una autobiografía.
Es tiempo de formular la pregunta obligada: ¿A qué se debe el éxito del libro? Iván responde: “Al lenguaje simple y al humor, que es uno de los métodos más efectivos para llegarle a la gente. A que sus páginas son una buena excusa para retornar a Dios, a los valores familiares, y confirman que cada cagada trae consigo una enseñanza”.
Al salmo contestamos: “Palabra de autor de autoayuda”.
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