Catálogo de tipos de hombre gay
Si le gustan los hombres peludos, hipermasculinos, le gustan los osos. Si le gustan jóvenes, le gustan los pollos. Si es la envidia de todos sus amigos porque siempre –siempre- está regio, considérese un hunk. Estas y más “maricategorías” en este pequeño catálogo de Bacánika.
Los gays tenemos una cantidad considerable de términos, códigos y símbolos para señalar fetiches, prácticas sexuales, gustos y tipos de manes. Además de las etiquetas obvias -activo, pasivo, versátil, 50/50, 70/30, y todos los porcentajes intermedios-, muchas veces nos clasificamos de acuerdo a la edad, a la cantidad de pelos, grasa y músculos. Basta con echarles un vistazo a los formularios de afiliación de las aplicaciones para levantar (Grindr, por ejemplo) para darse cuenta de que son más complicados que los de afiliación a la EPS.
Parece que no son suficientes los términos gay, homosexual y marica. ¡Qué maricada! Nada como tirar y amar sin tanta cuadrícula en la cabeza, sin tanto formulario. Claro, en nuestro español castizo siempre hemos tenido formas de señalar lo gay, pero el rigor taxonómico de categorías, subcategorías y sub-subcategorías (con las respectivas intersecciones) es un invento gringo de la década de los sesenta y que ha venido tomando cada vez más fuerza en el mundo gay criollo, atravesando todas las edades y clases sociales.Aunque no siempre precisa, en la mayoría de los casos hay una etiqueta equivalente en español para estos términos.
Sin más preámbulo, para los interesados en las “maricategorías”, este breve catálogo.
La loca (queen)
Es el gay amanerado, el roscón, el mariposón, la galleta, el marica, el maricón, el puto que asusta de Capusotto, el Hugo Lombardi, el diseñador de modas, el enfermero, el bailarín, el peluquero, el fashionista. Su hablar, su caminar y su vestir son motivo de burla. Todos los términos para señalar a la loca son despectivos, pero la loca asimila las palabras con las que es maltratada, las usa como propias y las devuelve. Se reconoce a sí misma como loca, habla de sí en femenino, lo mariquea todo. Son las dueñas del rayo marica, homosexualizan todo a su alrededor. La loca no es un escándalo, es “una escándala”. La lengua de la loca es viperina, venenosa y hay que tenerle respeto. La loca hace visible la homosexualidad con la pluma, sin miedo, sin pena. La pluma, esa firma inconfundible del hombre gay. Nos guste o no, amigas.
El pollo (twink)
Es ese culicagado, ese mocoso bonito, imberbe y lampiño que está alrededor de los dieciocho. Tirar con pollos raya en el delito: menos de dieciocho también es una opción. Nunca faltan voluntarios que quieran enseñarle al pollo cómo es la vuelta dada su supuesta inexperiencia. La cara de yo-no-fui, de inocencia real o fingida, es el arma más poderosa del pollo, del New York City Boy, del Dorian Gray que se quiere devorar el mundo. Pollero se le dice al que prefiere el sexo con pollos.
La musculoca (hunk)
Es el gay que siempre está regio, tiene el cuerpo perfecto, suele depilarse y se mantiene bronceado. Todo un guardián de la bahía. A la rumba va con su boa de plumas y descamisado. A la calle sale con sus chiritos de marca y el pug francés en la cartera. Los demás le decimos musculoca de forma peyorativa porque nos mata de la envidia su “regiosidad”.
El chubby
Es el gordo regordo. Para todos los gustos hay. Es el tipo de gay que en el tamaño (gordura y grandura) reside su principal atractivo. Levantan, y harto. El cazador de gorditos (chubby-chaser) es un subtipo del chubby gay no necesariamente gordo al que le gustan los gordos. Cazadores de gorditos hay de varias clases: a los que solo les gusta besar y acariciar la panza, a los que les gusta que los espichen y los que se excitan cuando el chubby hace la danza del vientre. Al cazador le gusta vivir al límite: literalmente puede morir por snu-snu. Si uno está en la intersección de pollo con chubby a eso se le llama chubette (juego de palabras con chubby y vedette). Este tipo de gay (como casi todos) es más gringo que otra cosa. En Colombia la comunidad chubby existe, pero es muy incipiente. Tarde o temprano las bebidas azucaradas y la comida procesada harán que la comunidad chubby esté más a la moda.
El oso (bear)
Es el gay macho. Los osos son gays pero quieren reivindicar la masculinidad tradicional: orinan parados. No quieren ser identificados como pollos, locas o musculocas. Portan con orgullo su panza, no se afeitan ni la cara ni el cuerpo. Ni por accidente se les sale una pluma. El oso, ante todo, debe ser peludo en el cuerpo. En los pelos radica el atractivo y la seguridad ontológica del oso. Mejor si llegan hasta la espalda. Una camisa de leñador a un oso, le viene al pelo. Tienen bandera propia en tonos cafés y naranjas, con una garra de oso; porque la del arcoíris es muy mariconcita para ellos. Los osos son todo un universo. Como en el caso del chubby, está el cazador de osos (bear-chaser): no es oso pero le encantan, tiene una fijación por los pelos. El oso musculoso: peludo y con músculos. El lobo, que es un tipo de cuerpo normal pero peludo (ojalá con barba y rapado). Similar al chubette es el osezno (cub), un híbrido entre oso y pollo. El oso polar, que es un oso de pelos canosos. El papá oso: un oso mayor que hace de daddy (ve más adelante). El panda: es el oso de origen asiático. Y mi contribución a la ciencia, el oso de anteojos: la versión criolla del oso, ese gay macho que repite papita al almuerzo y no le importa si se le sale un lado de la camisa. Es tan peludo como el mestizaje cundiboyacense se lo permita, es decir, no mucho necesariamente.
La nutria (otter)
Realmente es un subtipo de oso, pero por ser la mejor etiqueta de todas tiene su espacio aparte. Querido lector, está leyendo a una nutria. La nutria es un tipo que tiene pelos pero no tantos. Eso es todo. También se le dice nutria si es peludo y delgado, o peludo y bajito.
El daddy (el papi)
Es el gay adulto, experimentado, alrededor de los cuarenta con algo de plata y educación. Lo que define al papi es la atracción y la capacidad de entablar relaciones afectivas con pollos. Al pollo que es pareja de un papi se le llama hijo (son o boi). Solo si la plata que tiene el papi media en la relación se le dice sugar daddy y al hijo se le dice sugar baby. Las relaciones papi-hijo son mucho más comunes de lo que se cree. El pollo aprende de alguien mayor y el mayor obtiene colágeno. Es una relación gana-gana, la más clásica de todas las relaciones homosexuales, como en la Grecia Antigua. Al papi sí es permitido decirle papi cuando están tirando, en cualquier otro contexto es una guarrada. El abuelo (silver daddy) es cuando el papi ya no es tan papi, es decir, un adulto mayor y necesariamente canoso.
El enclosetado (discreet)
Se sabe gay, pero no lo ha hecho público por la razón que sea. En la oficina y en la casa todos saben pero nadie dice nada, delante de él al menos. Inventa novias, dice que tan rico el culo de Shakira, y es el más macho en la rumba con los compañeros. Algunos llegan a casarse, a tener hijos, a convertirse en presidente. Nunca cuentan la verdad porque siempre está el argumento de: “No le puedo hacer ese daño a [la persona que sea]”. En sus planes no suele estar el construir una relación estable con otro hombre. En muchos pueblos y regiones de Colombia la versión del enclosetado es el cacorro. En este caso, el cacorro tiene sexo (principalmente) con la loca, dejando claro que él es el activo: mientras sea él el que da pipí, su hombría nunca correrá peligro.
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