Un artista sin perspectiva
Camilo Aguirre es un artista plástico e historietista que no teme pasar del blanco y negro al color y de la narración histórica a la cínica. Es caleño, pero contrario a todo estereotipo, no ha leído a Andrés Caicedo ni es un gran bailador de salsa.
Aguirre dibuja desde que tiene memoria y, aunque pasó por la academia, alega que nunca aprendió perspectiva. Esto, más que ser un impedimento, se ha convertido en su firma: él no se encasilla en una paleta de colores o un formato. Camilo ilustra, hace historietas, cómic, pintura en acuarela, escultura y animación. Y es que para él el error puede ser algo positivo, es profesor de un colegio y siempre cuestiona si es bueno corregir a sus alumnos.
A pesar de que muchos no vean con buenos ojos la multidisciplinariedad (palabra enredada y a veces pretensiosa), para Camilo hay dos caminos: trabajar en distintos campos o no tener un plan B –consejo que una vez dio en un conversatorio el historietista Anders Nielsen–. Partir de la afirmación de que no hay otra opción, es creer que en verdad una persona necesita estar dibujando y no puede hacer otra cosa. Pero Aguirre logra fundir las posibilidades, ya que para él todo está relacionado con el dibujo: “yo he estado en esa encrucijada, hay meses que trabajo menos en exposiciones de arte y más en proyectos editoriales; últimamente he estado trabajando como ilustrador, pero creo que la base es estar trabajando y poder contar con el dibujo, poder hacer narraciones con ellos”, afirma.
Para Camilo Aguirre dibujar es algo más que una necesidad. “Me siento afortunado de no haberme ido por otro lado porque no puedo estar sin dibujar, haga lo que haga, y si hay formas de vivir del dibujo, pues buenísimo”, cuenta el artista. Y prefiere crear de noche en Cali, pero en Bogotá le parece imposible por el clima y porque cerca de su taller roban mucho después de las nueve de la noche. Camilo es alto y serio y muchos de sus retratos consisten en una ilustración de sus gafas.
Cuando estaba estudiando, muchos le decían el artista torpe porque tenía una facilidad para hacer lo que no debía en los momentos menos adecuados. “En las cosas muy técnicas de la universidad yo era un desastre, prendía la luz en el cuarto de revelado y una vez saqué la pátina de grabado y cayó en la chaqueta nueva de la profesora”, confiesa Camilo. Sin embargo, él decidió aprovecharse de ese tufo patético para contar sus historias: para él es mejor hablar desde lo que se conoce. Y lo que conoce no se limita a las ciudades que frecuenta sino a las experiencias; por ejemplo, cuando estaba en su ciudad natal era famoso entre sus amigos por recordar con detalle lo que ocurría en las noches de locura, aventuras que decidió dibujar por el puro hábito de tener un registro, de guardar esos recuerdos.
Y así fue elaborando su proyecto de grado, que comenzó a indagar en la historia de su familia, rescatando esas anécdotas que le contaba su padre sobre la participación sindical de las décadas de 1980 y 1990. El trabajo se llama Ciervos de bronce, en él Camilo recogió testimonios y los mezcló con algo de ficción, con esa manera de un autor de procesar y digerir una historia.
Actualmente, Aguirre se encuentra desarrollando un proyecto llamado En la sangre, que fue ganador del concurso de las Becas locales de creación de Cali y consiste en varias exposiciones que exploran la historia de su familia, partiendo de cuatro generaciones hasta la actualidad. Para Camilo, reconstruir el pasado es hacer una lectura sobre esos movimientos que van pasando y atraviesan la historia del país, porque cada persona tiene un familiar que ha vivido esos sucesos importantes y fue testigo de ella así sea en una mínima parte. “Uno se da cuenta de cómo la sociedad se compone de todas esas personas y que esos grandes eventos que se narran con una grandilocuencia, finalmente se desmenuzan en historias pequeñas, de accidentes o anécdotas que por bobas que sean pueden llegar a influenciar o incidir en esas grandes narraciones”, dice el artista.
Camilo Aguirre ha participado en varias muestras, entre las que se destacan su trabajo con el colectivo El Camión en el 41° Salón Nacional de Artistas (2008), el proyecto curatorial La Beluga (2009) y las exposiciones Siervo sin tierra y ¿Qué cosa es la verdad?, inscritas en el marco del proyecto curatorial Desde el malestar (ganador del Salón Regional de Artistas Zona Pacífico, 2012). En 2011 fue ganador de la Beca de Creación Novela Gráfica de IDARTES con Calidez Aislada. Fue invitado a Entreviñetas 2012 como ponente en dos ocasiones, junto con varios historietistas colombianos. También fue acreedor en 2012 de la Beca de Circulación de la Galería Santa Fe, con la que tuvo lugar la exposición Ciervos de Bronce (aquí convergían trabajos suyos en pintura, dibujo, animación e historieta). Además, ha participado activamente con cómics en la elaboración de varios fanzines y está alimentando su blog, ya sea con páginas, tiras o viñetas, todas hechas por él.
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