Vacaciones para un Grinch ahorrador
Nuestro lema –menos patriotero y más accesible– es “Vive Colombia y viaja por ella con menos de un millón de pesos”.
a casi se acaba el año y sabemos que levantarse, tener que coger bus y aguantarse los trancones para llegar a la oficina es una odisea (para no ser groseros). Sabemos que en estas épocas la playa llama, que la cama no lo quiere soltar y que los malditos correos spam le ofrecen, hora tras hora, las vacaciones de su vida en la isla de Bali, Cancún o Venecia. Lástima que esos descansitos soñados cuesten millones y más si tiene que llevar a la abuela, a los veinte primos de su pareja, a los suegros y a la mascota: “¡Qué vacaciones ni qué hijuemadres!”.
Pero no todo es tan malo; tranquilícese, no es necesario que se vuelva el Grinch de las vacaciones: Colombia tiene algunos destinos en los que usted podrá pasar varios días de descanso buenos, bonitos y baratos:
Barichara – Santander
Barichara está ubicado en la provincia de Guanentá. Es un lugar parecido a un desierto cubierto de tierra roja y amarilla; un lugar en el que las casas coloniales albergan arte. Este municipio –“el pueblo más lindo de Colombia”, según las guías turísticas–, se eleva en una meseta árida; en sus calles y límites corre un clima cálido y por las noches hay un aire que invita a caminar.
En la plaza central hay varias tiendas para tomarse una cerveza, un café o un jugo. También, en zonas que rodean el pueblo, se pueden practicar deportes extremos como parapentismo, senderismo y torrentismo, si lo suyo es el vértigo y no le tiene miedo a nada (no por casualidad, Barichara, en chibcha, significa “lugar de descanso”).
Existen muchos lugares para hospedarse, desde hoteles boutique hasta hostales. Los precios oscilan entre $25.000 y $250.000 por noche, según las comodidades. También podrá encontrar comida de la buena en varios restaurantes que ofrecen de todo para todos: pizza de buena calidad y precio, risotto y platos más finos de hasta $35.000.
Palomino – La Guajira
Aquí huele a banano gracias a las plantaciones que rodean al pequeño pueblo costero. Se trata de una playa interminable, blanca y generalmente vacía en la que la naturaleza resulta imponente y poco explorada. Un paraíso.
La idea es disfrutar del mar, pasar un buen tiempo con los amigos y viajeros rodeando algunas fogatas y –¡claro!– en medio de una fiesta con sonidos muy colombianos.
Algunos de los atractivos de Palomino son sus playas que cambian de color dependiendo de las temporadas del año (entre más frío sea el clima, más azul y, con el calor, más rojo) y la desembocadura del río –que todavía tiene aguas puras que bajan directamente de la Sierra Nevada de Santa Marta–. Además, hay otros caseríos y playas a pocos minutos en los tradicionales platones de camionetas.
Este pueblo guajiro tiene opciones de hospedaje cerca a la playa o un poco alejadas de ésta (por si cree que va a haber un tsunami); los precios van desde $15.000 hasta $40.000. En cuanto a la comida, uno puede deleitarse con los sabores costeños con platos que van desde $9.000 hasta $25.000.
Cucunubá – Cundinamarca
La bruma, la neblina y el olor de los adobes, tejas y ladrillos de los chircales rodean Cucunubá, tierra de grandes montañas y bosques de eucalipto donde se pasea el viento frío, lugar de artesanos tradicionales en el que el trabajo hecho a mano viste al paisaje y a su gente.
Algunos de los atractivos de este municipio de Cundinamarca son El Bosque, un –por supuesto– bosque nativo que cuenta con cabañas y senderos para realizar caminatas y cabalgatas; los Riscos de la Laguna es el sitio ideal para realizar rapel y apreciar, en sus cimas, el Valle de Ubaté, el casco urbano del pueblo y la laguna de Cucunubá, con su espejo natural que recibe el frío de la sabana y el calor del sol.
El clima de Cununubá lo hará resguardarse para pasar noches al calor de una chimenea y de la ubicua madera. Hay hospedajes de todos los tipos: desde chalette hasta hostales: los precios van desde $36.000 hasta $300.000 por noche y, cómo no, con el canelazo en la mano, usted podrá comer platos típicos que encontrará en las calles del pueblo a muy buenos precios.
Salento – Quindío
Salento es un lugar que parece congelado en el tiempo porque todavía conserva la arquitectura campesina de la zona cafetera: sus patios, balcones, ventanas y puertas son la memoria de un país que fue.
Este municipio, además de ser la cuna del árbol nacional –la palma de cera– es un destino donde usted puede conocer el Valle del Cócora, el Ecoparque el Mirador, uno que otro baño natural o termal y, para que se antoje, varios restaurantes que ofrecen una trucha con patacón de rechupete que cuesta, máximo, $50.000. En cuanto al hospedaje, hay hoteles con arquitectura tradicional y colorida hasta grandes casonas con habitaciones acogedoras; los precios van desde $20.000 hasta $300.000 por noche.
La serranía de La Macarena – Meta
La Macarena es el lugar de encuentro de los diferentes ecosistemas de nuestro país; allí, en una de las tierras más antiguas de la latitud –los geólogos nos pueden dar cátedra al respecto–, se encuentran diferentes especies de fauna y flora en vías de extinción, incluyendo a las amigables dantas. Por eso, este destino es una zona de reserva natural y fue declarado patrimonio de la humanidad.
A diferencia de nuestros cuatro destinos anteriores, la Serranía de La Macarena es un lugar más espiritual: reúne todo lo necesario para pasar unos días de desconexión y aventura, por lo que conocerla implica empacar un buen par de tenis y olvidarse del celular.
Lo único que puede subir el gasto (pero vale la pena, nos atrevemos a afirmar que nadie se debe morir sin visitar esta serranía) se va llegando hasta el pueblo de La Macarena: es muy difícil lograrlo por tierra y el avión desde Villavicencio puede ser caro si no se reserva con antelación. Así que, aproveche que se fue hasta el ombligo de Colombia y quédese varios días.
Entre una selva que no es tan agreste y nadando en el famoso Caño Cristales –río con algas de colores–, la comida y el hospedaje cuestan, aproximadamente, $125.000 por día. Nada mal para 24 horas, tres comidas principales, varios mecaticos y el sueño largo en una hamaca bajo techo. Advertencia: por ahorrarse unos pesos, no se arriesgue a dormir en el piso porque puede ser víctima de las hormigas.
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