Deeper: el collage como forma de paleontología
Cada pieza de collage de Sebastián Bautista nos obliga a mirar dos veces. A segunda vista se aprecian los detalles, pero resulta indescifrable el proceso de rescate del pasado que Deeper nos revela en estas palabras y en este video.
Los objetos y el tiempo. La memoria y la imagen. Las manos y los ojos. Collage y paleontología. Deeper, el nombre con el cual el ilustrador boyaco Sebastián Bautista firma sus piezas, es todas esas cosas en una: objetos reencontrados y convertidos en un desafío al tiempo; memoria obstinada que transforma el pasado a través de la imagen; manos que recortan al servicio de los ojos que integran los fragmentos en un todo armónico; artista de collage y paleontólogo.
La palabra “paleontología” hace pensar de inmediato en museos británicos repletos de cráneos de brontosaurios saqueados de las estepas africanas. Pero, de manera un poco menos mamerta, es una disciplina que rescata, desempolva, cataloga y da sentido a los restos de pasados remotos que nos ayudan a hilar la narrativa de la prehistoria.
El collage apareció en la vida de Sebastián de manera accidental. Y esa palabra, “accidental”, nunca ha sido tan literal y afortunada como en su caso. Skater, necio y torpe, Sebastián se cayó de la tabla y se volvió mierda. La recuperación lo llevó a un largo y aburrido encierro durante el cual le acompañaron pilas de revistas viejas, tijeras y colbón.
Su mamá, pedagoga, le había dado desde pequeño las herramientas para usar las manos como extensión del alma. Las manualidades aprendidas en la infancia volvieron al presente durante los largos días de convalecencia sin patineta ni calle. Un collage tras otro, el método y el cuidado fueron adquiriendo orden, y fue así como Sebastián vio nacer a Deeper.
Ustedes sabrán bien lo que experimenta un cerebro ñoño y ocioso al sumergirse en las ediciones viejas de la exquisita National Geographic, cómo cualquiera de nosotros se emboba con la armonía de la diagramación en las páginas impresas. Esa deliciosa enfermedad atacó las neuronas del paleontólogo skater y lo convirtió en artista de collage. De todas formas, el pasado de los vestigios habita de igual manera en las páginas y en el polvo obstinado del tiempo.
En sus propias palabras, pausadas y serenas: “en los collages también se pueden tener paletas de colores; yo no había notado eso. Siento que lo que gané como paleontólogo es tener un ojo afilado para buscar en medio de toneladas de tierra cosas muy pequeñitas. Siento que eso es lo que hago ahora con las revistas: excavo, sigo excavando, sigo buscando, sigo viajando en el tiempo”.
La obra de Deeper es social, política, campesina y meticulosamente hermosa. Sin embargo, sus temáticas comprometidas pueden disolverse ante el ojo del observador desprevenido, muy probablemente obnubilado por la precisión de los detalles. Los cortes no revelan el paso de las tijeras y la composición silencia el origen fragmentario de los retazos de papel que conforman cada pieza.
El proceso comienza desde la imagen principal, que grita a primera vista pero que rápidamente se funde con todo aquello que la rodea y la completa. La experiencia puede parecerse a la contemplación reposada de algo lejano y hermoso o al paciente descubrimiento de un amor a segunda vista. Amar, a veces, es observar y esperar con los ojos bien abiertos. Recordar, a veces, es juntar fragmentos del pasado y darles una segunda oportunidad. Gracias, Deeper.
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