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14 cañonazos históricos

14 cañonazos históricos

Durante sesenta años los hogares colombianos han bailado los 14 Cañonazos de Discos Fuentes. Buscamos en la diversidad de su catálogo para recordar algunos de sus mejores momentos.

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n 1961, Discos Fuentes revolucionó el mercado de la música colombiana con la presentación de la serie musical continua más larga del continente. Los 14 cañonazos bailables, como decidió bautizar a la selección Toño Fuentes junto a sus hijos, se ha convertido en un ícono nacional, además de parte fundamental de la cultura latinoamericana y tropical. Desde su fundación en 1934 el sello de Toño Fuentes fue pionero en el mercado discográfico colombiano. Al tener como norte la difusión de nuestra música, el productor, músico y locutor cartagenero fue el encargado de disparar la carrera de luminarios de nuestra historia sonora: Rodolfo Aicardi, Gustavo Quintero, Fruko, Piper Pimienta, Pedro Laza, Joe Arroyo, entre varios otros. Hace sesenta años la familia Fuentes encontró la manera de incluir catorce canciones, siete por cada lado, en un vinilo que para entonces fue una revolución. Hasta entonces los discos podían albergar un máximo de doce canciones de corta duración. Fuentes y su equipo encontraron la forma de llevar más lejos el formato manteniendo la calidad, además de incluir por primera vez en nuestro mercado una compilación de lo mejor de la música del año. Así, presentando cada diciembre los lanzamientos más bailados durante los doce meses previos, la disquera creó sin proponérselo un término que aún aplica a nuestra historia: “la música decembrina”. Preparándonos para una nueva Navidad, les dejamos algunos de los lanzamientos célebres de esta colección, elegidos entre los cerca de 900 sencillos que ostentan el rubro de ‘cañonazo’ en honor a la historia de las murallas de Cartagena. Saquen a bailar a la tía, aplaudan al unísono y tengan cuidado de no atragantarse con el buñuelo mientras intentan realizar la maniobra del ocho.

separador“La cinta verde”, Los Teen-Agers (vol. 1), 1961

Los Teen-Agers fueron una de las primeras bandas que coqueteó en nuestro país con los sonidos del rock and roll. Fundados por el compositor Aníbal Ángel hacia finales de la década de los cincuenta, esta banda excéntrica reunió en su sonido una serie de influencias tropicales con el sonido rockero que ya empezaba a llegar desde los Estados Unidos y se tomaba lentamente el continente latinoamericano. Fue la primera aventura musical del querido Gustavo “El Loko” Quintero, quien mereció este apodo por sus estrafalarias presentaciones en vivo en un momento en el que ya el movimiento de cadera de Elvis era pecaminoso y censurado. “La cinta verde” ya había sido popularizada en la década anterior por el puertorriqueño Gilberto Monroig y, luego de la versión cumbiera de estos adolescentes, llegaría a convertirse en uno de esos cortes que van perdiendo lentamente su autoría para convertirse en una canción de dominio público. Quintero hizo parte de Los Gatos, Los Hispanos y Los Graduados, con los que ganó un Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla.

separador“Festival en Guararé”, Los Corraleros de Majagual (vol. 4), 1964

Toda Colombia y Latinoamérica le debe a Alfredo Gutiérrez la popularidad del acordeón en los sonidos tropicales. Quien sería con los años tres veces Rey vallenato en Valledupar acababa de cumplir los 21 años cuando dio forma a uno de los clásicos más celebrados de su catálogo, inspirado en un festival de música popular celebrado en Guararé, una pequeña localidad de la ciudad de Los Santos, en Panamá. Gutiérrez llevaba mucho tiempo interpretando el acordeón, primero con Los jóvenes vallenato y luego solo en los trolebuses bogotanos, cuando, por recomendación de Calixto Ochoa, llegó a los Corraleros de Majagual. En 1962, un año antes del decimoquinto festival, Gutiérrez y sus corraleros fueron invitados por un comerciante cervecero a hacer parte de la edición de 1963 del festejo panameño. Allí coincidieron con el músico local Dorindo Cárdenas quien precisamente había compuesto la música de “Decimoquinto festival en Guararé”, acompañada por cantos de vaquería llamados ‘palomas’. Gutiérrez escribió la letra del corte y tuvo que insistir a la disquera que se lanzara el tema, pues sabría que se convertiría en un éxito. El resto, como dicen, es historia.

separador“Cumbia a go go”, Los Yetis (vol. 6), 1966

Hubo un momento en la torre del reloj de Fuentes en el que cabían todos, incluidos melenudos de afiliación nadaísta, como fue el caso de Los Yetis. Para 1966, Colombia ya estaba presa de la fiebre del rock and roll juvenil y Toño Fuentes y su equipo supieron apoyar y capitalizar el éxito de agrupaciones como Los Ampex, Los Flippers y todas las bandas que trabajaron con el caleño Harold Orozco, como Lyda Zamora, Óscar Golden, entre varios otros. Los Yetis, sin duda, es una de las bandas legendarias de este momento go-go de la cultura colombiana y, en años recientes, se ha redescubierto su valor y aporte al incipiente rock nacional. Para cuando aparecieron en el compilado anual de Discos Fuentes Los Yetis ya eran unas estrellas del rock nacional, pues dejaban de lado la traducción del sonido y las letras anglo para inventar sobre lo escrito en sus nuevas canciones. “Cumbia a go-go” es una síntesis de un momento juvenil en el que la tropicalidad era también sinónimo de rebeldía, un tiempo en el que la juventud colombiana empezaba a explorar las formas de la contracultura, para terror de sus progenitores y la moral cristiana del país del Sagrado Corazón.

separador“Montería”, Pedro Laza y sus Pelayeros (vol. 8)

Porros y fandangos truenan en Cartagena cada 11 de noviembre, fecha de la independencia de esa ciudad. En este festivo nacional ‘La perla del Imperio’, llamada así por los españoles que aprovecharon su idónea ubicación geográfica para llevar galeones con tesoros a las tierras de Castilla, se viste con los sonidos de una tradición que lleva ya más de medio siglo amenizando los festejos. En este marco, Pedro Laza y sus Pelayeros son parte imprescindible de las celebraciones. Laza era cercano a Toño Fuentes y, a través de su insistencia, nació en 1952 la Orquesta de Pedro Laza, que pronto cambió su nombre a Pedro Laza y sus pelayeros en honor a San Pelayo (Córdoba), cuna de muchos intérpretes de porros y fandangos, la base musical de la banda. Quizás Laza se pierde en medio de las grabaciones, eclipsado por el trabajo de luminarios como Ángel Mato, Manuel García ‘El Tíbiri’ Barcasnegra, Carlos Morales, Remberto ‘El Pollo’ Sotomayor, Edrulfo Polo Medina (trompetas) y Otoniel Agudelo (trombón), pero su liderazgo permitió que estos sonidos pasasen a la historia, de la mano de uno de los sellos claves de nuestro catálogo sonoro.

separador“La hamaca grande”, Andrés Landero y su conjunto (vol. 10)

Por siempre bendito seas, Andrés Gregorio Guerra Landero. Esta figura clave de nuestra cultura cumbiera es precursor de mucho de lo que ha sucedido en la historia musical colombiana, aunque su reconocimiento sea mayor en el exterior que en su propio país. El oriundo de San Jacinto interpretó como nadie el acordeón, haciéndose con los primeros puestos en certámenes como el de la Cumbia, en El Banco; el Sabanero, en Sincelejo y el Bolivarense, en Arjona. Sin embargo, nunca fue coronado rey vallenato, propiciando que la concurrencia del festival de Valledupar se desatara a trompadas entre sí ante la polémica decisión del jurado. Tan compleja fue su figura en nuestra historia. Fuentes supo entender el valor del músico sabanero, quien influenciaría luego tanto a Celso Piña en México como a Joe Strummer en Inglaterra, y prensó “La hamaca grande” en la décima edición de su compilado decembrino. Quizás recuerden este corte por la versión de Carlos Vives en sus Clásicos de la Provincia, pero no deberían. No hay mucho más que decir: a más de veinte años de su partida, la figura de Andrés Landero no ha recibido el lugar que merece en nuestra cultura.

separador“(Cara de) Payaso”, Fruko y sus Tesos con Joe Arroyo (vol. 12)

Si hubo un año en el que el Centurión de la Noche anunció su próximo estatus de leyenda fue 1972. Descubierto, en parte, por Julio Ernesto Estrada, el enorme Fruko, Álvaro José Arroyo empezó a colaborar rápidamente con su orquesta, prestando su voz al conjunto para composiciones legendarias como “La lluvia”, original de Richie Ray y Bobby Cruz, “Lloviendo”, “El ausente”, “Tania”, su primera composición y, por supuesto, “Cara de payaso” que, en ese entonces, solo se llamó “Payaso”. En este año el Joe empezó una vital relación con Fuentes, compartiendo también sus dotes vocales en orquestas claves del sello como The Latin Brothers, Los Bestiales, Afrosound, Los Profetas, Los Titanes, Los Líderes y Wganda Kenia, además de La Verdad, su primera aventura como director con quienes grabó sus mayores éxitos. Jugando con el motivo instaurado por la ópera Pagliaci y la célebre “Vesti la giubba”, Arroyo le entrega a este corte una interpretación de risueña melancolía, quizás adelantándose a los momentos más trágicos de su vida que le llegarían con la fama y los excesos. Siempre con una sonrisa en el rostro, a pesar de las adversidades.

separador“Baila mi rumbita”, Afrosound (vol. 13)

Toño Fuentes fue, ante todo, un visionario quien entendía prontamente el mercado y sus transformaciones, adaptándose a este para convertirse en traductor pionero en nuestro país de los ritmos que en Latinoamérica causaban sensación. Entendiendo el éxito del sonido psicodélico y amazónico de actos peruanos y bolivianos, Fuentes decidió dar forma a Afrosound, bajo la dirección, de nuevo, del inigualable Fruko. Cumbia con poderosas guitarras eléctricas y sonidos andinos fueron la base instrumental de una orquesta que le regaló al sello decenas de éxitos. Después de la adaptación en 1973 de “La danza de los mirlos”, de los peruanos, Los Mirlos, Afrosound presentó ese mismo año “Mi rumbita”, un corte con aires de proto disco que se convirtió en una sensación en las pistas de baile debido, en parte, a las exigencias que representaba para los bailarines los sonidos experimentales y los largos pasajes instrumentales del sencillo. Con el tiempo Afrosound mutaría en diversas direcciones, pero siempre fue una apuesta versátil que se convirtió en una orquesta explosiva y emocionante. “Tiro al blanco”, “Agüita de coco”, “Dog, Cat” o “Caliventura” son varias de las ramificaciones que tomó el sonido de Afrosound, una mezcla inquietante de chucu-chucu y afrobeat.

separador“Palenque”, Fruko y sus Tesos (vol. 18)

Claro: “El preso”, “El caminante” y “El ausente” son algunos de los clásicos más celebrados de la fantástica orquesta de salsa de Fruko, muchos de ellos bajo el registro de nuestro Centurión de la noche, quien precisamente este año alcanzó la década de muerte física, nunca cultural. Pero en “Palenque” hay algo emocionante: una fuerza e influencia africana que viene de los ritmos del souka y las músicas del Caribe. Es una celebración desde la cultura afro del primer resguardo de cimarrones escapados de los yugos de los esclavistas emplazados en Cartagena. “Palenque” abre el decimo primer álbum de la mítica orquesta, El cocinero mayor, en el que Joe Arroyo compartió las labores vocales con el cubano Celio González, “El satanás de Cuba”, parte importante de la Sonora Matancera. Es un corte emocionante que se rinde al ritmo de las vientos y a una cadencia antillana para llenar de sensualidad la pista de baile.

separador“La colegiala”, Rodolfo Aicardi y los Hispanos (vol. 20)

Fueron Los ilusionistas, de Perú, los que popularizaron en principio esta reinvención de Lolita en clave de cumbia a mediados de la década de los setenta. Luego, a principios de los ochenta, el sucreño Rodolfo Aicardi decidió adaptarla con su orquesta La Típica RA7, convirtiéndola en una de las canciones más famosas de su repertorio. Fue esta la canción que le permitió girar por Europa, presentando su cumbia en Italia, España y Francia, en donde se presentó en el legendario Olympia de París, además de posicionarse en los listados de música popular durante 21 semanas. “La colegiala” de Aicardi fue la canción escogida por Publicis para la campaña publicitaria de Nescafé en Ecuador, para luego ser parte de todo su plan de mercadeo en América Latina. Fue tal éxito de este sencillo en el mundo de la publicidad que también sirvió para las campañas europeas de la marca de café.

separador“Lloró mi corazón”, Pastor López (vol. 20)

Hablar de “música decembrina” y dejar por fuera al ‘Indio’ de Barquisimeto no tiene ningún sentido. Nacido en Venezuela y naturalizado colombiano, Pastor López integra el panteón de nuestra tropical por sus clásicos “Cariñito sin mí”, “Triste Navidad”, “Traicionera”, “Golpe con golpe” y, por supuesto, este cañonazo al despecho dedicado a Cúcuta, ciudad en la que fallecería ‘El rey de la fiesta’ a los 74 años. Este clásico de la raspacanilla presenta a un Pastor López en su mejor momento y se ha convertido en un clásico por la fuerza y honestidad que hay detrás de la herida en su corazón. El mismo músico explicó en varias oportunidades que este era uno de sus éxitos favoritos. Razón tenía al destacarla en su repertorio: no falla. 

separador“Sobre las olas”, The Latin Brothers (vol. 25)

La voz de Piper Pimienta era un insumo clave para Discos Fuentes y, con la llegada de Joe Arroyo a Fruko y sus Tesos, la disquera dio forma a una nueva orquesta para mantener a Pimienta en su nómina vendiendo discos. Edulfamid Molina Díaz, nombre cristiano del cantante de Puerto Tejada, llevaba más de una década en el ruedo musical para el momento de su llegada a The Latin Brothers. Prestando su voz a la Sonora del Pacífico, luego renombrada Los Supremos, el cantante era ya bastante conocido en el mundo tropical antes de ofrecer a la historia colombiana la canción más importante de The Latin Brothers, “Las caleñas son como las flores”. “Sobre las olas”, sin embargo, ameniza de una manera universal los festejos colombianos con su interpretación alegre. La fuerza de Piper Pimienta nos lleva a sentir la humanidad detrás de cada ‘Hola, ¿qué tal?’. La elongación de las sílabas para caer en los tempos de la orquesta demuestra la fuerza interpretativa de una voz clave de la historia de la salsa colombiana.

separador“A mover la colita”, La Sonora Dinamita (vol. 27)

El sonido tropical colombiano alcanza su punto más explosivo con La sonora dinamita, otra de los emprendimientos musicales de Antonio Fuentes. Con su sonido cumbiero característico, la agrupación ha tenido dos momentos: el primero duró apenas dos años cuando la primera alineación liderada por Lucho Argaín, con Pedro Laza en el bajo y otros músicos insignes del Atlántico decidieron tomarse un descanso; luego la banda regresó bajo el tutelaje de Argaín en el 77 y, desde entonces, no ha parado. Con más de 50 millones de discos vendidos en el mundo, es uno de los proyectos más exitosos de Discos Fuentes debido en gran medida a la voz legendaria de Argaín. No obstante, un variado elenco ha llevado la voz líder a lo largo de su historia: Armando Hernández, Louis Towers, Rodolfo Aicardi, Nando Malo y Carlos Piña, en las voces masculinas y, en las femeninas, la India Meliyará, Zoila Nieto y Luz Stella, Vilma Díaz, Margarita La Diosa de la Cumbia, entre muchas otras. Es precisamente esta deidad proclamada quien canta en este corte de divertida coreografía, uno de los éxitos principales de la banda a lo largo de su extensa historia.

separador“Ven devórame otra vez”, Los Titanes (vol. 28)

Llámala como quieras: salsa romántica, rosa o de jabón chiquito. Lo cierto es que esta categoría de la salsa alcanzó su popularidad máxima en la década de los ochenta en la voz de Eddie Santiago, Frankie Ruiz, Jerry Rivera y Lalo Rodríguez, quien popularizó esta canción que ahora nos ocupa. “Ven devórame otra vez” se convirtió en una de las más explícitas composiciones de esta era de la salsa. Esta versión de Los Titanes, orquesta liderada por el compositor, cantante y arreglista Alberto Barros puede no ser la más popular de todas las versiones, pero posee la fuerza de los arreglos de una persona versada en la composición. Barros fue arreglista de Fruko y sus tesos, Joe Arroyo, Pacho Galán, Adolfo Echeverria, entre otros, además de participar como director del Grupo Niche durante 14 años. ‘El titán de la salsa’ ganó con su orquesta en 1982, año de su formación, el Congo de Oro en Barranquilla por “Palomita” y es un nombre para tener en cuenta cuando escribamos la amplia historia de la salsa en nuestro país.

separador“El santo cachón”, Los Embajadores del Vallenato (vol. 34)

“El santo cachón” no solo tiene el mejor videoclip de la historia del vallenato, sino también una historia llena de polémicas y líos judiciales. Rechazada en un principio por Jorge Oñate, esta composición del guajiro Romualdo Brito encontró en el dúo de Los embajadores del vallenato el complemento perfecto para una letra jocosa que retrata una infidelidad irreparable. Brito se inspiró para escribir este vallenato en la figura de un Cristo que preside el parque Sagrado Corazón de Jesús en el barrio Ciudad Jardín, en Barranquilla. Allí, las parejas se reunían clandestinamente por las noches para consumar sus pasiones terrenas. No todo fue festejo, sin embargo, pues Brito fue demandado en Bucaramanga y en Bogotá por atentar contra los buenos principios y las sanas costumbres. Así mismo, fue tal el impacto del tema que supuestamente una persona se suicidó después de que se lo dedicaran sus amigos y vecinos en cada oportunidad. Después de todos, como la vaca y el toro, todos pueden ver nuestros cachos menos nosotros mismos. La leyenda de “El santo cachón” es tan poderosa que incluso Silvestre Dangond, uno de los exponentes contemporáneos más visibles del vallenato, tuvo miedo de versionarla, pues quizás no gustaría tanto como la composición original.

separador“Chica gomela”, Los Tupamaros (vol. 36)

Cinco Congos de Oro sumó en su historia de cuatro década la orquesta liderada por Fernando Jaramillo y nacida como alternativa tropical a la arrolladora presencia de Los ocho de Colombia. En su recorrido musical Los Tupamaros viajaron por todas las ferias y fiestas de nuestro país y lograron evolucionar su sonido tropical añadiéndole a la base rítmica de su merengue los sonidos del rap, el technomerengue, el socca, la lambada, entre varios otros. “Chica gomela” es uno de sus clásicos de mayor trascendencia, debido a la interpretación del acento ‘papa en la boca’ de los rolos más insoportables. Al final de la noche, sin embargo, el público popular y el gomelo aplaudía al unísono cuando este corte de Los Tupamaros se tomaba la pista. Esta orquesta estuvo activa hasta 2014 cuando falleció su director Fernando Jaramillo. La jocosidad, el buen humor y un doble sentido un tanto literal le permitió a la banda crear un legado en el mundo tropical colombiano que no desaparece.

separador“Pirulino”, Los Golden Boys (vol. 41)

Hay que reconocerle a Dago García que la antropología social que ha realizado en torno a la idiosincrasia Colombia es precisa y efectiva. Así, es fácil explicar cómo una canción grabada medio siglo antes se convirtió en el 2001 en una de las canciones del año. Y es que la particular coreografía de Miguel Varoni como el personaje titular de la novela dirigida por Juan Carlos Villamizar y producida por García puso en boca de todos esta composición de Calixto Ochoa para Los Golden Boys, grabada en 1961. Este porro fue durante meses parte de la viralidad nacional antes de la existencia de Tik Tok y le permitió a Caracol capitalizar el ingenio de Varoni para seguir hablando de este clásico durante meses. Ochoa falleció el año pasado, pero su legado sobrevive en canciones como “Pirulino” pues, al final, de eso se trata la música: de unir a las personas. Y, en 2001, la televisión unió a todo el país en torno a un porro sobre una épica borrachera.

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