Making of de un camaleón
Cromalario fue el ganador de la edición 2019 del Salón Visual Bacánika y, como parte del premio, fue responsable de crear la imagen oficial de este año. ¿Cómo fue el proceso de creación de este cartel? ¿Cuáles son los secretos de este camaleónico ilustrador colombiano?
La idea era hacer una imagen que le rindiera un homenaje al oficio del ilustrador”, me cuenta Geison Castañeda, ilustrador colombiano mejor conocido como Cromalario, mientras me muestra en su pantalla la mano azul de un camaleón que sostiene un enorme pincel rosado que parece más un brochazo en sí mismo.
Después de resultar ganador en el Salón Visual Bacánika 2019, Cromalario fue el encargado de traer a la vida la imagen oficial de la edición 2021 de esta convocatoria. La galería de pruebas y versiones que recorrieron antes de llegar a esta imagen es enorme; la versión final reúne algunos de los caminos inconclusos y un giro metafórico a través del animal que protagoniza la pieza. “Al final me decidí por la idea del camaleón por una cosa muy bella: no cambia de color para camuflarse, como se cree generalmente, sino para expresar su estado de ánimo, si se siente tranquilo o amenazado, por ejemplo. Y además, la lengua y la cola ofrecen mucho campo para darle dinamismo a la imagen.”
El Salón Visual Bacánika volvió a abrir su convocatoria. Ilustradores de toda Colombia ya están enviando sus trabajos y todavía pueden hacerlo hasta el próximo 2 de mayo; a partir de esa fecha, 80 piezas serán seleccionadas para ser expuestas entre el 3 y el 10 de junio de 2021. Para este esperado reencuentro entre la comunidad de ilustradores más grande del país, había muchas ideas que plasmar. “Cuando me senté a hablar con el director de arte y con el editor de la revista, aparecieron muchas cosas: queríamos que se vieran las herramientas del oficio, que fuera un personaje, que estuviera suspendido, como flotando, que la imagen fuera muy dinámica y que además le rindiera un homenaje a Rodez. Fue un proceso muy emotivo porque él fue mi maestro. Pero sobre todo esto fue un reto. En un momento me sentí completamente perdido,” me cuenta entre risas. “Aunque a mí me gusta esa sensación de no saber qué va a pasar, experimentar. Es un disfrute esa libertad de no estar encasillado en un estilo o una fórmula concreta.”
Cuando le pregunto por el proceso que usó para llegar a la imagen, Cromalario me aclara que siempre comienza dibujando sobre papel antes de llevar las cosas a Photoshop para comenzar a trabajar con color, textura y todo lo demás. Se trata de un proceso que, me explica, ha aprendido a respetar en el papel y lápiz, más allá de la idea y la ansiedad que representan para todo ilustrador el trabajo con fechas de entregas y múltiples cambios que se agregan tras varias revisiones.
”Para mí es muy importante comenzar en papel, me permite componer mejor, armar personajes, volúmenes e ideas mucho más claras desde un inicio; de modo que el proceso de hacer bocetos diferentes con distintos motivos, composiciones y personajes, lo sigo llevando después al escáner. Ya cuando las cosas están en digital comienzo a hacer pruebas de color. Con la imagen del salón visual hicimos muchas, porque Juan Camilo Corredor, el director de arte, quería que fuera una paleta reducida para tener mucho control. Y probamos muchas cosas. Imagínate, el primer personaje era una mano/perro, con un ojo muy al estilo de los que identifican el trabajo de Rodez y que, bueno, se mantuvieron en el camaleón al final.”
Conocí el universo visual de Cromalario hace un año como autor para esta revista. Fue luego de ver publicadas las ilustraciones que le habían encargado para una larga crónica que escribí sobre el trabajo en el transporte puerta a puerta en Colombia y hace menos tiempo con una serie de entrevistas a intérpretes musicales sobre su oficio. En ambos me sorprendió el dibujo negro sobre blanco de figuras humanas y animales en contrapunto con una paleta de trazos y texturas de color brillante. De hecho, quien visite su portafolio verá que es todo un universo de animales y personajes a medio camino entre el mundo animal y el humano que habitan espacios coloridos, variables y evocativos siempre cargados de paletas muy ricas. La plasticidad de esos cuerpos vivos es algo que aún me asombra.
El gusto por el dibujo de animales lo ha acompañado desde siempre, desde muy temprano. “Cuando estaba en tercero o cuarto, otro niño, uno de esos matones que hay en todos los colegios, quería que yo le dibujara un pájaro en un cuaderno y yo me negué, y ahí fue que se armó la primera pelea de mi vida”, me cuenta Geison a carcajadas. El estudio de las figuras animales y humanas que sigue caracterizando su trabajo se profundizó en la universidad, en visitas al Museo del oro y en lecturas de etnografías que aún lo acompañan y que le han servido para entender la relación de varias comunidades con los animales y el territorio que habitan. “Desde muy temprano he encontrado algunos de los referentes más importante para mí en la alfarería y la orfebrería precolombina, esa de las quimeras y seres humanos con una gran referencia animal, fusiones como el jaguar-cocodrilo o las características que adquirían los chamanes con las aves, el jaguar o el murciélago… Yo estudiaba diseño gráfico y no había un énfasis en ilustración o algo así. Realmente fue cuando entré a los talleres que daba Rodez que empecé a darle forma a todo eso. Debí tomar unos seis o siete.”
El camaleón que finalmente encarnó la imagen del Salón Visual Bacánika 2021, terminó integrando no sólo los ojos que resultan icónicos del trabajo de Rodez, sino una paleta muy propia del maestro, de colores variados que se apropia del cuerpo del animal en los detalles. Cromalario me acerca a la piel del animal y me explica: “Una vez definimos el camaleón, la paleta y la composición, comienza mi trabajo con texturas. Yo podría decir que el noventa por ciento de lo que hago en digital es un proceso de collage con texturas. Armo paletas a partir de manchas acuarela, acrílico, de trazos de todo tipo que escaneo y contrasto. Luego les doy color y las comienzo a ubicar sobre la imagen y es lo que le da ese acabado tan especial. Es más, en la imagen del Salón de este año incluso hay una bolsa plástica que escaneé, contrasté y coloricé. Está cerca de la punta del pincel. Si te fijas bien, tal vez aún la alcanzas a ver.”
Por último le pregunto a Cromalario qué le aconsejaría a los ilustradores que se van a presentar al Salón Visual Bacánika este año. “Que las ilustraciones que envíen sean auténticas, honestas, sin importar si a la gente le van a gustar o no. Uno a veces piensa en que tiene que mandar una imagen de concurso, enfocada a emular ciertos estilos, pensado en ser aceptado por una comunidad y unos gustos. Eso hace una cierta presión que no sirve. Antes del 2019, yo participé en varios Salones Visuales Bacánika: en el primero 2013 y luego en otros dos. En 2013 quedé entre los que expusieron en Casa Tinta, en los otros si no, pero en todos participé con imágenes que buscaban agradar con estilos que eran aceptados ya. Y eso no sirve. En cambio la imagen mía que ganó en 2019, siento que es muy personal… En la ilustración hay algo hermoso y es la posibilidad de potenciar todo lo particular, esas cosas del gusto que rodean a cada ilustrador y le dan algo único. Yo creo que eso es a lo que todos deberíamos apuntar.”
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