Cocalombia: homenaje a la coca
Rendimos un homenaje a la coca: el restaurante portátil de los trabajadores colombianos.
En algún rincón de la memoria está nuestra lonchera, esa que nos acompañaba al colegio y que nos hacía felices aunque sólo tuviera un huevo duro, un ponqué Ramo y un jugo Piti. Ahora que crecimos, van llegando los cambios: ¡Adiós, lonchera. Hola, coca! Eso lo hemos vivido todos: estudiantes de colegio, universitarios, oficinistas, obreros, todos los que somos working class heroes y que sabemos que almorzar afuera puede ser el primer paso hacia la quiebra económica o hacia una úlcera. Por eso, en Bacánika salimos a buscar lo mejor de la coca, nuestra arma secreta para no morir de hambre hasta que llegue la siguiente quincena. Aquí hay cuatro cocas, cuatro historias y cuatro secretos para que quede mejor.
LUZ ELENA, VIGILANTE
“Mi secreto es madrugar a cocinar, comer fresco, nada de comida amanecida”.
“Hago coca para mí y para mi hija. Empiezo a las 4 a.m. y me demoro una hora. A mi esposo le hacía, pero me divorcié. Lo que no sirve, estorba”.
“Para la coca, desde el día anterior veo qué voy a hacer y lo pongo a descongelar… La semana pasada hice arroz con coco: mi comida favorita. No me sobra el tiempo, sino que desde antes voy dejando los ingredientes listos”.
“Mi coca sólo tiene un secreto: hay comidas que se resecan cuando uno las mete a la nevera, como los espaguetis. Hay otras que no saben tan bueno cuando están amanecidas, como las sopas”.
“Mi coca me la como a las carreras. Me toca porque soy vigilante. En esta profesión uno no come sino que traga. He pasado por varias empresas y en todas es igual: veinte minutos para almorzar. No hay tiempo para relajarse”.
David, asistente administrativo
“Nadie se acostumbrará al sabor del microondas”.
“La mía no es una coca. Es un portacomidas. La hago yo porque mi esposa cuida a nuestra bebé de un año. Me demoro dos horas: hago de una vez comida para hoy y coca para mañana para dos personas”.
“La coca la hago por economía. Almorzar por fuera me vale por ahí $8.000 x 5 días x 4 semanas: $160.000 al mes, casi la mitad de lo que me vale un mercado”.
“Secretos no hay, pero sí hay planeación: los fines de semana hacemos un cronograma de lo que nos vamos a comer. Vamos viendo qué opciones tenemos y vamos descongelando cosas”.
“Lo otro que hacemos es variar, probar de todo para no cansarnos: pescado, res, cerdo, verduras, pastas, lasañas, pollo. Y hacerlo con amor. Si uno hace la coca de mala gana, le sabe mal. Ah, y lo otro es acostumbrarse al sabor del microondas, que no es el mismo que cuando uno se come la comida recién hecha”.
Bernardo, constructor
“A mi esposa le llevo bueno pa yo traer rico”
“Traigo desayuno y almuerzo porque la jornada es larga. Y también para compartir con los compañeros, que a veces no traen. La señora madruga y antes de salir encuentro listo el porta, ella es la que sabe de esto”.
“A ella le llevo bueno pa' yo traer rico. Por eso merco bien. Mire: si llevo fríjoles y chicharrón, me traigo un típico. Si a la casa llevo pescado, acá lo encuentro frito y con limoncito. Es cuestión de saber qué se compra los domingos y no llevar sólo arroz y papas, porque así no se puede”.
“Este porta hermético le mantiene el calor, sabe como recién hecho. Lo compré en el centro hace unos años y ha sido de las mejores inversiones en la vida. En las obras donde trabajo rara vez hay fogones y la comida recalentada en microondas sabe raro”.
Carolina, estudiante
“Coca combinadita, con postre y tinto”
“La coca empieza la noche anterior, con la comida. Se prepara de más y se toma esto de allí o aquello de allá. Se prepara una ensaladita o algo más para completarla. Hay que saber combinar”.
“Como una pasa todo el día de un lado para otro –que una clase allí, que tareas por allá–, es mejor comprar acá algunas cosas: la sopa o la sobremesa. O si se traen desde la casa, empacarlos con un plástico en la tapa, un reguero es lo peor”.
“El postre no puede faltar. Me encanta el chocolate e intento siempre terminar con algo dulce y un tinto, para que después no me coja el sueño, porque siempre hay mucho que leer”.
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