De la inspiración y otros demonios
Hay pocas cosas más terribles que un bloqueo creativo. Nos dicen que nos hace falta inspiración, pero, ¿qué cosa es la inspiración?, ¿existe acaso?
A mí por lo menos nunca me ha iluminado un haz de luz celestial, ni me han susurrado mujeres en togas al oído ningún secreto, ni me he elevado quince centímetros sobre el suelo cuando en mi mente nace una idea. Pablo Picasso dijo: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Esto es solo una manera elegante de decir que, aunque existe, la inspiración no sirve de mucho. ¿A quién debemos creerle?, ¿debemos estar a la espera de la iluminación, o nos lanzamos a poner nuestras manos a la obra? Ninguna de esas dos opciones parece solucionar nuestra angustia, pero me parece que la raíz del problema se encuentra en que no hemos usado la palabra “inspiración” correctamente. Inspiración es sinónimo de hurto, de robo, de asalto. Ser ladrón es el segundo oficio más viejo sobre la tierra, un antiguo arte de larga e histórica usanza. Para liberarnos de nuestro bloqueo y superar nuestra angustia debemos aprender de los grandes maestros de esta noble tradición.
Todos nuestros mayores ídolos artísticos roban. Por ejemplo Tina Fey, escritora del guión de Mean Girls y mi modelo personal de vida. Los ingeniosos chistes de esta Mean Girls y las escenas que algunos de nosotros conocemos de memoria están basados en un libro de autoayuda para mamás sobre cómo manejar el comportamiento agresivo de las adolescentes en el colegio; el libro se llama Queen Bees & Wannabes.
La canción que impulsó la carrera de solista de Gwen Stefani, "Hollaback Girl", es una respuesta a un comentario que Courtney Love hizo en la revista Seventeen cuando le preguntaron qué opinaba del estilo musical de la ex-cantante de No Doubt; ella dijo que era como el de una porrista. Stefani no tardó en arreglar una canción, un video y una letra con estilo de animadora que atacara la declaración de Love.
La exitosa saga de DreamWorks, Shrek, está basada en un cuento infantil de William Steig que se llama Shrek!; esta narración cuenta la historia de un horrible y oloroso ogro que decide buscar a una princesa igual de horrible a él para poder vivir infelices para siempre. El cuento tiene un trasfondo un poco oscuro para el público infantil, por lo que a veces lo clasifican en la sección juvenil.
Inclusive El Chavo del Ocho es culpable de robo. La canción que le da inicio al programa, la cual está grabada en los cerebros de toda la comunidad latinoamericana, es una adaptación de una marcha turca de Beethoven. ¿No me creen? Revisen en YouTube y verán a Doña Florinda y Don Ramón peleándose por ser los comentarios más votados en el video del compositor clásico alemán.
Quienes amamos a Jane Austen y su maestría en la construcción de personajes femeninos estamos obligados a ver Clueless, ese increíble legado audiovisual al que me atrevo a otorgarle el título de “La Película más Noventera en la Historia”, ya que su protagonista, la atolondrada y popular Cher Horowitz, está basada en Emma Woodhouse, el personaje principal de la novela Emma.
De William Shakespeare se desprenden también varias joyas del cine: la historia de un joven príncipe cuyo tío asesina a su padre (el rey) y se debate entre no hacer nada o tomar su lugar legítimo en el trono se llama Hamlet; pero cuando ocurre esto en África y es protagonizada por leones animados por Disney se llama El Rey León; 10 Things I Hate About You, otro clásico noventero y la comedia adolescente por excelencia, también toma la dinámica de dos hombres que buscan seducir por medio de ingenios a dos hermanas, una bonita e ingenua y otra testaruda y obstinada, de la comedia The Taming of the Shrew, de Shakespeare.
Panic! at the Disco, la banda de rock de estilo cabaret y teatral de Las Vegas, toma de los diálogos de la película Closer (llamada por algunos el mejor y más honesto filme romántico de la historia) los títulos para sus canciones. "Lying Is the Most Fun a Girl Can Have Without Taking Her Clothes Off" y "But It's Better If You Do" son citas textuales de Alice, el personaje interpretado por Natalie Portman.
“La Quiero a Morir”, esa canción con la que algunos de nosotros, los rolos impedidos, aprendimos a bailar salsa es un cover de una balada francesa compuesta por el cantautor Francis Cabrel.
Pero el robo funciona en ambas direcciones, y no sólo nosotros robamos de los franceses, sino que ellos, también, roban de nosotros, los latinos, también. Edith Piaf adaptó un vals peruano llamado “Que nadie sepa mi sufrir” escrito por el compositor argentino Ángel Cabral para crear su famosa canción “La Foule”.
Los videojuegos tampoco están exentos del robo. The Legend of Zelda, la saga de aventuras de Nintendo, tomó el nombre de la escritora Zelda Fitzgerald para llamar a la legendaria princesa que el héroe Link debe rescatar en los juegos; Hitmonlee y Hitmonchan, los Pokemones tipo luchador que comparten el mundo de Pikachu, llevan sus nombres en honor a Bruce Lee y Jackie Chan, y sus nombres originales en japonés (Sawamular y Ebiwalar) son homenajes a Tadashi Sawamura y Hiroyuki Ebihara, campeones mundiales de Boxeo y Kick-Boxing.
“No hay nada nuevo bajo el sol”, dice la Biblia. La comunidad artística es una gran familia que se roba unos entre otros como hermanos. No hay que pasar noches en vela buscando historias nuevas ni rompernos la cabeza hasta que una fuerza sobrehumana nos ilumine.
El mundo es una enorme dulcería y el artista es un niño travieso de bolsillos muy grandes. La creatividad no consiste en dar a luz a una criatura nunca antes vista, sino en tomar algo y tener la habilidad de recrearlo de una manera novedosa, inusual e interesante. No importa si las historias han sido contadas mil veces, siempre habrán oídos atentos para aquel que sabe contarlas como si fueran nuevas.
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