Ondatrópica: la receta para un clásico instantáneo
Diez años después del lanzamiento de Ondatrópica la ahora mítica orquesta homónima reunió a sus integrantes sobrevivientes en una celebración histórica. ¿Por qué este disco transformó la música contemporánea colombiana?
El diseño del álbum, realizado por Lewis Heriz, también se ha vuelto un referente con el paso de los años. Una muestra más de la inserción de este proyecto en la cultura popular colombiana.
En 2012, después de siete meses de trabajo continuo, primero en la sede de Discos Fuentes en Medellín y posteriormente en sus estudios particulares, Mario Galeano (líder de Frente Cumbiero) y Will Holland, mejor conocido como Quantic, presentaban al mundo entero una bomba musical conformada por doce músicos excelsos a la que bautizaron Ondatrópica. Leyendas musicales del pasado e intérpretes contemporáneos de la nueva historia musical colombiana se unieron en una orquesta singular que se convertiría en un hito para el nuevo sonido tropical colombiano.
Ondatrópica, el debut homónimo de esta orquesta, contó con la participación de cerca de cuarenta intérpretes. El resultado se convirtió en un álbum revolucionario que sublevó las formas de la raíz musical colombiana.
2012 fue el año del debut de Monsieur Periné, el lustro que vio nacer a Telebit y a Árbol de Ojos, el momento de primera consagración de Esteman en su yo más performático, aún intentando descifrarse en una decena de canciones. No importa cuán importantes fueron estos álbumes, lo cierto es que estaban apelando a sonidos que venían de otras latitudes: Catalina García et al estaban jugando con el sonido del jazz manouche (incluso presentando canciones en inglés y francés), mientras que Esteman y Juan Pablo Vega hacían lo propio con los estándares del pop mundial. Incluso Bomba Estéreo prensaba el último de sus buenos discos, que ya sentía la influencia del EDM, sonido que aún hoy es un titán de la industria mundial. Ondatrópica dejó de mirar adentro, se reconoció en lo propio y nos dio una tabla a la que aferrarnos para ayudarnos en ese proceso harto complejo que es la definición de una identidad cultural autóctona. De frente a la primera década de la existencia del proyecto, revisamos su impacto, su trascendencia y su relevancia, tanto en el momento de su génesis como en el presente convulso de las fusiones musicales colombianas.
El maestro Michi Sarmiento (saxofón) y Freddy Colorado (percusión).
El origen
“Ondatrópica es un proyecto que tiene mucho que ver con una búsqueda de Quantic y mía alrededor de la discografía colombiana y de entender cuáles fueron esos hitos importantes, cuáles fueron los personajes detrás de ella”, explica Mario Galeano, una de las dos cabezas del proyecto. Ondatrópica se convirtió en la reivindicación del sonido tropical colombiano de la década de los cincuenta, sesenta y setenta, un período poco explorado para los melómanos del momento en que el álbum debut de la banda vio la luz. “Ese es un ángulo que hoy está mejor apreciado, pero cuando hicimos el disco y antes, la discografía colombiana no era muy valorada y estaba fuera del interés de la academia. Había una atención muy concentrada en temas más folclóricos, como esas figuras de los pueblos, pero no eran abordados desde la discografía. Fue una obsesión que desarrollamos y que nos llevó a querer saber cuáles fueron los sellos colombianos, dónde los grabaron, cuáles fueron los artistas y los discos importantes”, añade Galeano.
Tres años antes de Ondatrópica, Mario Galeano había trabajado con el British Council en un álbum grabado con la leyenda del dub Mad Professor. Esa misma institución terminó financiando el proyecto. “Frente Cumbiero Meets Mad Professor fue patrocinado por el British Council. Se me seleccionó para representar a Colombia en un proyecto que se llamaba Incubator, que buscaba reunir el parche inglés con el colombiano”, cuenta el músico y productor. Este proyecto de cumbia dub tuvo una excelente acogida y fue reseñado por medios especializados alrededor del mundo. “El British Council tenía un nuevo proyecto relacionado con los Juegos Olímpicos en Londres de 2012; buscaban presentar una banda de cada continente en el marco de esta celebración. Tenía que existir un componente inglés y fue la perfecta oportunidad para trabajar con Quantic, quien estaba residiendo en Cali para esas fechas”, añade.
El British Council quería llevar un concierto a la capital inglesa, por lo que Quantic y Galeano podrían simplemente haber seleccionado un grupo de músicos, montar un repertorio y presentarse en Londres. No fue así: “Por el presupuesto que había vimos una oportunidad de oro para hacer algo especial y convencimos al British Council de que no era suficiente hacer un concierto: había que crear un repertorio especial, había que grabarlo, además. Por suerte nos siguieron el rollo y empezamos a cranear lo que sería ese disco”.
“El motor principal de la operación fue una consola Langevin sesentera y una grabadora de cinta Ampex de cuatro canales”, dice Mario Galeano.
Prendiendo el fogón: la investigación previa
La investigación discográfica está en la raíz de este proyecto. “Arranca de unos procesos muy fuertes de estar indagando en la discografía, buscando cuáles eran los sellos discográficos que existían en el país, cuáles eran sus territorios y sus artistas, qué tipo de equipos utilizaban esos estudios, cómo era grabar en los cincuenta, en los sesenta y en los setenta”, afirma Galeano, quien ha creado todo un concepto de fiesta con Mateo Rivano en torno a la arqueología musical de joyas en acetato olvidadas, al que han bautizado apropiadamente como Los Guaqueros.
Este proceso de rescate discográfico fue el camino para escoger a los intérpretes que harían parte del proyecto. “Somos seguidores del sonido de esas décadas, que tiene un golpe muy particular y esto nos lleva a indagar un poco más detrás de esos nombres. Fue un proceso de investigación de varios años que desembocó en la afortunada reunión con esos estudios y esos músicos y participar de ese ambiente y poder hacer nuestra versión”, recuerda Galeano.
La selección de músicos incluyó estrellas de varias generaciones separadas por décadas. Entre ellos se contaban figuras como Alfredito Linares, Nidia Góngora y Juancho Vargas.
Ingredientes de calidad: la selección de músicos e intérpretes
Ondatrópica, buscando preservar la autenticidad de su propuesta, convocó a un grupo extenso de músicos a los estudios de Discos Fuentes para grabar en bloque y en cinta una serie de composiciones inéditas. Para que el proyecto funcionara era vital que los actores detrás de esta descarga musical hubieran dejado una contribución significativa a la historia de la música colombiana de décadas pasadas.
“Estuvimos buscando en qué andaba Aníbal Velázquez, en qué andaba Ramaya, Markitos Micolta, Juancho Vargas, Fruko, entre tantos”, explica Galeano. “La idea era también juntarlos con una nueva generación de músicos de Bogotá y Cali. Fueron cerca de cuarenta músicos grabando en Medellín”, añade. Se sumaban de esta manera a la nómina artistas imprescindibles del parche de Galeano, como sus compañeros de colegio y aventuras sonoras Pedro Ojeda y Eblis Álvarez, además del clarinetista y saxofonista del Frente Cumbiero Marcos Fajardo, el percusionista Chongo de Colombia y Esteban Copete, descendiente directo de la palma de chonta genealógica de Petronio Álvarez. Desde Chile, incluso, llegaba la rapera Ana Tijoux como invitada.
“Fue una clínica intensiva de saberes, de entender cómo estos señores componían su música, cómo la comunicaban, como la arreglaban a la hora de grabarla”, complementa Galeano.
Varios de los músicos veteranos reunidos para el proyecto no eran reconocidos fuera de los circuitos expertos; de hecho, algunos de ellos sobrevivían con los átomos de la punta de las uñas, aferrados a sus instrumentos para completar el jornal. Sin embargo, en su momento fueron artistas innovadores y arriesgados, que ayudaron a dar forma a un sonido muy característico de nuestras músicas. Michi Sarmiento, sin ir más lejos, había hecho parte de los arreglos de “Rebelión” del Joe Arroyo y su orquesta La Verdad, además de haberle legado a Fuentes una cantidad enorme de canciones vibrantes a través de Michi Sarmiento y su Combo Bravo.
Una cocina tradicional: el estudio de Fuentes
Ondatrópica fue grabado en los tradicionales estudios de Discos Fuentes, un lugar histórico para la música colombiana y latinoamericana. El proyecto que Quantic y Galeano habían ideado solo tenía sentido si se realizaba en este templo cultural que, desafortunadamente, había perdido parte de su esplendor debido a la modernización de la industria musical en nuestro territorio, proceso que había obligado a las disqueras a apelar a las necesidades de un mercado cada vez más globalizado. “Este fue un sitio industrial, porque además del estudio estaba la fábrica de discos. Ahí estaba toda la fuerza del negocio de la música en Colombia. Desde los años sesenta, Joe Arroyo, Los Corraleros de Majagual, Aníbal Velásquez, Lisandro Meza y muchos de los discos que hemos escuchado y bailado como nación fueron grabados allí hasta el 2012, cuando nosotros grabamos uno de los últimos álbumes que nacieron en ese estudio”, explica Galeano.
El disco se grabó durante 23 días en los estudios de Fuentes. Mario Rincón y su hijo Luis les ayudaron a preparar el espacio para estar en condiciones óptimas, pues desde hacía años no se había utilizado para grabar a más de tres músicos por sesión. Quantic y Galeano necesitaban grabar el álbum a la manera antigua: en bloque, con todos los músicos dispuestos en un proceso en el que cada uno ofrendó su experticia para dar forma a una veintena de canciones memorables. Según Galeano, “Fue una experiencia mística, como entrar a una iglesia del sonido y saberse uno parado en las mismas condiciones con las que contaron los artistas que a uno le gusta escuchar”.
La cereza del pastel: equipos de grabación
Al igual que la selección de intérpretes, la tecnología al servicio del registro sonoro es también un diálogo entre acercamientos musicales separados por décadas. Desde antes de llegar al estudio, sabían que muchos de los equipos clásicos de Fuentes estaban en desuso “además, en los noventa habían implementado unas consolas con un sonido más moderno que no era de nuestro gusto”, añade Galeano. “Will tenía unos equipos análogos muy buenos y con él decidimos que lo mejor era llevar un equipo de época para grabar este disco y no utilizar las máquinas noventeras que tenían en Fuentes. El motor principal de la operación fue una consola Langevin sesentera y una grabadora de cinta Ampex de cuatro canales. Con estos dos equipos principales se hizo el registro, obviamente utilizando una cantidad importante de compresores de época. El EQ se hizo utilizando la consola Langevin y una consola Sony que había en Fuentes, con una microfonería interesante: micrófonos de Ribbon, unos RCA y unos Telefunken de los años cincuenta, muy bonitos. Esto le da una personalidad y un sonido muy particular al registro de los instrumentos. Esta fijación de usar ciertos equipos no por capricho sino por el aprecio que tenemos por ese sonido y esa calidad fue la parte final de la ecuación”.
El conservar el espíritu de grabación en bloque fue muy importante y obligó a los músicos a seguir un riguroso proceso de disciplina interpretativa. Ya con los equipos marchando, y tras realizar unas soldaduras de último minuto, los intérpretes llegaban por la mañana cada dos o tres días para grabar las composiciones colectivas y, por las noches, se arreglaba el material o se terminaban de ensamblar las partituras de las canciones. En total, se utilizaron más de 25 rollos de cinta, pues así tenía que grabarse, y cerca de 600 kilos de equipo para grabar el visionario álbum que marcaría la génesis de Ondatrópica.
Bienvenidos los comensales: un festejo de una década
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Celebración de los 10 años de Ondatrópica en el Teatro Colón.
Afuera del Teatro Colón hay expectativa. Músicos de la nueva ola cumbiera bogotana comparten un canelazo para hacerle frente al frío espectral de la capital colombiana. Iván Medellín de la Sonora Mazuren, El Conjunto Media Luna y Romperayo discute con Santiago Álvarez del Sello In-Correcto. Más allá, Nicolás Samper, vocalista de la Tromba se ríe junto a Luis Lizarralde, baterista de La Sonora y Oh’laville. Felipe Orjuela, de la Nueva Estudiantina Electrónica, alza los brazos mientras explica todos los desafíos técnicos que atravesaron Galeano, Quantic y compañía para lograr llevar a cabo la proeza que acabamos de narrar. Las filas son interminables, los vendedores de cigarrillos están contentos. Esta es una celebración que lleva una década fraguándose.
Luego de la grabación de Ondatrópica la banda se fue de gira por todo el mundo. Estuvo en Glastonbury, en el Festival Estéreo Picnic, en Roskilde y en otros espacios vitales para la circulación cultural. En 2017 la banda se reunió con nuevos músicos, entre ellos el León Pardo (trompetista y gaitero), para la grabación de Baile bucanero. Pero las condiciones de circulación de un proyecto de tal envergadura eran complicadas y apenas pudieron ofrendar un puñado de conciertos en todo este tiempo. Diez años después de la grabación de su primer disco, Ondatrópica recibía el reconocimiento que merecía su obra luego de muchos esfuerzos. Vigilándonos desde un cielo siempre soleado Michi Sarmiento y Juancho Vargas, quienes habían sido parte de la primera alineación de la banda y que nos dejaron en este tiempo, nos observaban socarrones.
El 16 de septiembre de 2022 se celebró el regreso de Ondatrópica frente a un Teatro Colón atestado de personajes de la cultura nacional y entusiastas musicales de todas las edades. Bajo el plafón adornado con seis musas griegas de Filipo Mastellari y Giovanni Menarini, los músicos de esta delirante orquesta se reunieron bajo una ensordecedora lluvia de aplausos.
“Definitivamente este aniversario diez es algo que hay que celebrar. Es un disco esencial para muchas cosas que empezaron a suceder alrededor de nosotros. Han sido diez años muy bonitos”, reiteraba Galeano. Durante dos horas la banda soltó una descarga de cumbia, ska, ritmos del Pacífico y una plétora de estéticas musicales que pusieron a bailar a la asistencia en pleno, ubicada en los cuatro pisos del espacio histórico del centro de la ciudad. La celebración incluyó un justo homenaje al maestro Michi Sarmiento, quien falleció el año pasado bajo las tenazas del cáncer, además de un reconocimiento especial a Markitos Micolta, Alfredo Linares y Wilson Viveros. No faltaron lágrimas, no sobró una sola nota, las paredes del Colón aún recuerdan los vientos y tambores de esa Ondatrópica que, por un segundo, nos hizo olvidar el frío de la ciudad y nos bañó con el cálido abrazo de un sol simbólico que ya nunca se apagará.
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