La ilustración de Óscar Llorens
Uno de los ilustradores españoles más influyentes de su generación es el invitado internacional de esta edición del Salón Visual Bacánika. Este recorrido por su trayectoria es un abrebocas a la conversación en vivo que tendrá lugar este lunes 12 de julio a las 6:00 de la tarde en las redes de Bacánika.
Cuando terminé el instituto, pensé que era un bicho raro, aunque hoy sé que lo que sentía es bastante común. No sabía qué hacer y la ilustración aún no se perfilaba como una opción, un oficio, un camino posible. De todos modos lo que sí sabía era que lo único que me gustaba era dibujar”, me dice sonriendo Óscar Lloréns, ilustrador y artista madrileño, invitado y jurado del Salón Visual Bacánika 2021. En ese momento optó por estudiar administración de empresas, pero al cabo de un tiempo supo que había que cambiar de rumbo. “Volví de un viaje de Holanda y pensaba que esto no podía seguir así, no me gustaba lo más mínimo lo que hacía y aún sabía que lo único que me gustaba hacer era dibujar.”
El cambio vino por el lado de la publicidad. Era el inicio del nuevo siglo e Internet ofrecía un panorama y un mundo nuevo. “Pensé en estudiar algo que me permitiera comenzar a trabajar con diseño y con páginas web. Cuando iba a entrevistas en estudios y agencias de publicidad pequeñas, lo que mostraba siempre eran mis dibujos. Así empecé.” Lo que tal vez entonces no podía imaginar, era que ahí comenzaba una carrera que lo llevaría a abrir su propio estudio, dedicarse de lleno a la ilustración, trabajar con comisiones para organizaciones como Coca-Cola, Naciones Unidas, el Circo del Sol y publicaciones como El País, The Washington Post o Vanity Fair, y a realizar una decena de exposiciones de sus dibujos en países como España, México, Estados Unidos, Francia y Taiwán.
“Estuve un par de años en una agencia que hoy es muy conocida, La Despensa: Ingredientes Creativos, pero que en ese entonces no era tan grande y se estaba haciendo a pulso ganando concurso tras concurso. Era de muerte: jornadas de veinte horas, sin tregua. En 2005 pensé que no quería seguir más así, pero también había descubierto que el oficio de ilustrador existía y había conocido gente. La publicidad es un mundo pequeño y si conoces personas, tienes cómo empezar a moverte. Así que renuncié y me fui por mi cuenta.”
El universo visual de Óscar Lloréns tiene vetas distintas: imágenes surreales pobladas de rostros y cuerpos que parecen componer extraños organismos, imágenes urbanas realistas habitadas por universos de ficción como el de la Guerra de las Galaxias, y retratos que reinterpretan personajes de la cultura visual pop de los años 80 y de hoy. “Recuerdo la primera vez que vi Akira: me voló la cabeza. Esa visualidad me parecía fantástica. Es que a mí ese universo de personajes de animación que nos rodeaba en ese entonces me vuelve loco. Seguro los chavales de hoy tendrán sus íconos, pero en los años ochenta no teníamos tanta variedad: todos veíamos lo mismo. Y en muy buena medida esa fue mi puerta de entrada y sigue todo aquí, acompañándome en mi estudio: Hello Kitty, Mazinger Z, Blade Runner, Mario Bros, Doraemon, tantos más. Ni siquiera eran las historias lo que me cautivaba. Mira, había dos revistas de cómic para adultos aquí en España, Zona 84 y CIMOC: compilaban muchas historias y autores por edición. Yo los compraba por montones. Ni los leía, me flipaba el dibujo, los dibujantes, esa gente olvidada que siempre me alucinaba con su trabajo meticuloso y titánico.”
Meticuloso es un buen adjetivo para describir el trabajo de Lloréns. Sin importar si se trata de un dibujo con lápices o en el iPad, a todo lo largo de sus obras es notorio el cuidado con las sombras, las paletas con multitud de colores o amplias escalas de grises, el detalle de cada marco de cada ventana, la construcción de texturas que ofrecen visos vintage a varias de sus ilustraciones. “Probablemente los lápices es lo que más me vuelve loco, pero al mismo tiempo la mayor parte de mi obra ha sido en digital porque vengo de la publicidad, y muchos encargos aún obedecen a las mismas lógicas: todo es urgente y lo quieren limpio como un render. Pero mi obra es muy heterogénea y variada, porque me cuesta mucho trabajo quedarme quieto. Me aburro pronto de una técnica o un tema y tengo que seguir probando cosas. Me costaría mucho encasillarme en un solo estilo. Y por ejemplo el color es una cosa que decidí explotar recientemente, porque usualmente trabajaba a blanco y negro.”
En busca de nuevos estilos y técnicas, Óscar ha mantenido el hábito de salir y buscar: visitar exposiciones, revisar libros, buscar trabajos recientes de otros artistas e ilustradores. Pero en medio han permanecido dos fuentes permanentes de inspiración. “Descubrí a James Jean hace unos años y para mí sigue siendo el número uno. No es muy conocido fuera del medio, pero sí que es bueno. Tiene un estilo increíble, usa el color de una forma tremenda y aunque es muy surreal es figurativo, cosa que a mí de verdad me encanta. Tengo todos sus libros y siempre estoy atento a lo que hace.” La otra es Tokio, ciudad que ha visitado varias veces en los últimos años y de la que ha extraído series enteras como una en la que un gigantesco Doraemon protagoniza distintas vistas aéreas urbanas.
A modo de cierre le pregunto qué le recomendaría a algún ilustrador que apenas comienza a abrirse camino. “La ilustración para mí es algo mucho más que un oficio. Para mí es un estilo de vida. Lo que sí es muy importante tener claro es que se puede vivir de esto, porque es una forma de comunicar un mensaje. Algunas veces es un artículo de prensa, otras veces es un concepto dentro de una campaña publicitaria, y en otras ocasiones puede ser algo más. Por eso es muy importante ser flexible, estar abierto a entender el brief y las intenciones de la persona que te encarga algo. Pero para que esto funcione, además, es fundamental trabajar mucho en tu obra personal, en tu portafolio —y moverlo mucho, en redes y afuera. Cuando estás empezando, te encargan mucho que imites el estilo de alguien más y eso puede ser difícil, complicado, hasta molesto de lograr. Cuando tienes tu estilo y cosas que mostrar, la gente te busca porque quiere algo como lo que tú ya haces y te gusta hacer; y en ese sentido es importante no mostrar cantidad, sino calidad. Esto parece obvio pero no lo es. En mi caso todo está muy basado en el dibujo, pero no hace falta ser un perfeccionista del dibujo para comunicar bien. Es parte de lo maravilloso de este oficio: la ilustración siempre es algo muy personal.”
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