Señales para reconocer a un potencial abusador
Diana Páez Castaño, psicóloga clínica con perspectiva de género, explica cuáles son las señales más comunes para reconocer a un potencial abusador.
El abuso puede presentarse de distintas formas y provenir de cualquier persona. Cuando se trata específicamente de abuso con enfoque de género, es cotidiano escuchar historias de abuso físico, sexual, psicológico, económico, laboral, entre muchos otros, que confirman la necesidad de transformar patrones patriarcales que ponen a la mujer en una situación de riesgo latente.
Y aunque el foco del problema no pueden ser las típicas afirmaciones que culpan a la víctima, como: “No tuvo suficiente cuidado”, “Fue su culpa por no terminar esa relación a tiempo”, “¿Para qué salía vestida así?”, entre muchas otras, lo que sí es cierto es que en medio de la inequidad y la falta de garantías que no nos permiten estar seguras, debemos estar alerta a las situaciones y personas a nuestro alrededor que pueden representar peligro.
Identificar a un potencial abusador no es algo sencillo. Primero, porque no se puede encasillar a todos los hombres en una lista de características que inmediatamente lo vuelven un abusador. Y segundo, porque normalmente se trata de identificar a lobos disfrazados en piel de oveja y no de monstruos que podemos reconocer a simple vista. Según la doctora Diana Paéz Castaño, psicóloga clínica con perspectiva de género, “es importante empezar por romper la imagen estereotipada de los agresores. Un agresor es una persona que tiene aparentemente una vida normal, es popular, exitoso, familiar e incluso se puede esconder con la etiqueta de aliado en contextos feministas”.
Otro punto esencial de romper este estereotipo, es desligar los trastornos mentales de las posibles señales que nos ayudan a identificar a un abusador. Para ser agresor no se tiene que estar diagnosticado con una enfermedad mental y una enfermedad mental no es excusa para ser un agresor, patrón que sí resulta común a la hora de manipular a la víctima. Para la doctora Páez, los patrones de abuso no vienen de ningún trastorno o enfermedad, “estos son aprendidos en una sociedad patriarcal que avala este comportamiento, donde la construcción social ha enseñado que la mujer se puede poner en un lugar de minimización y desvalorización. En este orden de ideas, una persona sana y con una vida normal perfectamente puede ser un agresor”.
El hecho de que un agresor pueda ser cualquiera, no excluye a las personas cercanas a nuestro círculo personal, familiar, laboral o social. “En los contextos de familiaridad y confianza es más fácil acceder a espacios íntimos en los cuales el agresor puede tener más posibilidades de perpetrar el abuso”, afirma Paéz. Estos casos, que son tristemente la mayoría, son los que resultan más complejos debido al conflicto emocional que hay a la hora de entablar una demanda contra alguien que considerábamos cercano o de confianza, sin embargo es necesario hacerlo. Pero no basta con estar pendiente de los círculos cercanos, ya que los agresores también pueden ejercer violencia con personas que apenas conocen o incluso con desconocidos, como ocurre en casos de acoso callejero o abuso sexual.
Teniendo en mente lo anterior, cabe aclarar que los patrones de conducta de los agresores han sido ampliamente estudiados e investigados a lo largo de los años en el marco de los casos de violencia de género. Por ello, junto a la doctora Páez hicimos una lista de señales que se pueden tener en cuenta a la hora de reconocer a un potencial abusador.
1. Es una persona que busca ejercer control. Esta necesidad de controlar se reconoce a través de los celos excesivos, la manipulación emocional, la minimización, la humillación o el control económico, todo debe hacerse a su manera.2. Es una persona que culpa a otros de sus problemas. Normalmente se pone en el lugar de víctima y responsabiliza a otros de sus dificultades.
3. Es una persona que cambia rápidamente de ánimo. Puede ser muy agresivo en un momento determinado y pasar rápidamente a ser una persona afectuosa.
4. Es una persona con comportamientos impulsivos. Puede llegar rápidamente a momentos emocionales explosivos donde grita, golpea y ejerce violencia.
5. Es una persona egocéntrica. Debe ser el centro en todos los contextos, el mundo debe girar en torno a él en la relación, lo familiar, laboral y social.
6. Es una persona que siempre quiere dar una buena imagen de sí mismo. Son encantadores y afectivos en público. Llaman la atención, quieren ser reconocidos por sus buenos actos, buen humor o su supuesta empatía.
7. Es una persona con comportamientos misóginos. Tienen comportamientos o discursos en los que minimizan y quitan valor a las mujeres.
8. Es una persona que minimiza sus comportamientos inadecuados. Para él es normal azotar la puerta, gritar o golpear una pared.
Estas señales pueden ser muy útiles para perfilar algunas características o patrones de personalidad de un potencial agresor. Sin embargo, también es importante tener en cuenta la forma en la que se empieza a visibilizar el abuso para así poder tomar medidas oportunas y evitar situaciones de alto riesgo, para lo cual podemos tener en cuenta la teoría del ciclo de la violencia. Según la doctora Páez, “en el ciclo de la violencia hay una primera fase que resulta muy reveladora y es la fase de ebullición. Como su nombre lo indica, es cuando la violencia empieza a surgir de manera sutil, pero aún no ha estallado el volcán”. Esta es la fase a la que más atentas debemos estar ya que es el momento de salir de esta situación lo antes posible. Algunas de las acciones que hacen parte de esta etapa por parte de los abusadores son: control, manipulación, humillación, celos, burlas, aislamiento de las redes de apoyo, ataques al autoestima, entre otras que pueden dar cuenta de las verdaderas intenciones de una persona.
En caso de que usted reconozca estas señales o acciones en una persona, lo mejor que podrá hacer inicialmente será buscar a su red de apoyo ya sean amigos, familiares u otras personas cercanas que puedan ayudar a orientar este proceso para alejarse de la persona o incurrir en una denuncia en caso de ser necesario. “Es clave buscar una opinión objetiva de la situación que estamos viviendo, pues lo que muchas veces ocurre es que al estar dentro de una dinámica violenta o abusiva se vuelve más difícil identificar el riesgo y se recurre a caer en sentimientos como la culpa o la vergüenza. Es por esto que otra de las acciones que puede tomar es empezar un proceso terapéutico donde tenga un acompañamiento profesional para reconocer y alejarse de estas dinámicas”, afirma la doctora Páez.
En caso de que el abuso, la violencia o la agresión que fue perpetrada requiera de atención inmediata y de acompañamiento psicológico o legal, es importante, además de contar con la red de apoyo, activar las rutas establecidas por la ley para el acompañamiento de la mujer, las cuales puede consultar aquí.
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