Pasar al contenido principal

 

Escribe más de 3 caracteres

sobriedad

Narcóticos anónimos: un testimonio de la sobriedad en grupo

Ilustración

La terapia de grupo ha demostrado ser muy efectiva para el tratamiento de distintos diagnósticos mentales y problemas emocionales, pero ¿cómo es llevar la sobriedad después de la adicción en estos espacios? El autor de este texto nos cuenta su experiencia desde adentro.

Llego decidido, pero en la puerta no sé si entrar o escapar corriendo. Veo más o menos veinte personas, de todas las edades, mujeres simpáticas con las piernas cruzadas, un hombre de barba que habla con propiedad, jóvenes entre ojerosos y risueños; hay cierto ambiente de universidad. Entro nervioso, me dicen que me presente, “bienvenido, compañero”, me dan abrazos y un llavero, me aplauden. Es un poco ridículo y cursi, pero me enternece. No me conocen, pero esos individuos con aire de asesinos en serie parece que me quieren, y no he recibido mucho cariño últimamente. “Vuelva mañana”, sugieren.

Así fue mi primer día hace algunos años en un grupo de Narcóticos Anónimos, comunidad para recuperación de adictos a las “drogas”, aunque podría ser cualquier día de reunión; siempre hay gente nueva que llega y es bien recibida. El primíparo solo debe decir su primer nombre y de inmediato es uno más de la banda. En las sesiones hay un moderador, un libro básico y otros de apoyo; se insiste en que no es un grupo religioso, sino espiritual. No importa la condición social, la edad, el sexo, la ideología. Lo importante es que el individuo presente quiera dejar de consumir, que tenga buena voluntad para lograrlo. Que esté ahí porque lo desea, no por presión externa.

Estar en el grupo me confronta. Me defino como ateo de izquierda y a veces nihilista, me cuesta creer en la redención de la humanidad. Me gusta estar solo, no hacer lo que otros me imponen o sugieren. En NA debo abrirme a una dimensión espiritual, guiarme por unas ideas, dejar el ego en la puerta y abrazarme a los otros para que me den fuerza. Intenté dejar la adicción a sustancias solo, pero no pude. Siento que el colectivo me hace fuerte, que compartir mis problemas con estos desconocidos que son como yo, me libera de un gran peso.

En Narcóticos Anónimos puedo decir lo que quiera –hasta cierto punto–, tengo un tiempo para compartir y nadie debe juzgarme por mis ideas o palabras, opinar si lo que digo está bien o mal. Solo me agradecen por contar la experiencia. Después de exorcizar la neurosis, la ira, la inconformidad con el mundo en las reuniones, camino más leve, me siento en paz, puedo dormir bien al menos seis horas.

Las llamadas drogas legales e ilegales acompañaron mi vida por más de veinte años, sobre todo el alcohol y la marihuana, y en mi época más rebelde también algunas más duras a las que les di un uso irresponsable. Soy egocéntrico y a la vez no me quiero mucho, una combinación perfecta para dedicarse al consumo compulsivo de lo que ofrezcan. Esto me generó problemas físicos y emocionales, con mi familia, la universidad y el trabajo. Con psiquiatras y en los grupos de Narcóticos Anónimos entendí que tengo un problema que se ha catalogado como enfermedad por los cambios crónicos que puede obrar en el cerebro y el cuerpo, la adicción, y que si quiero vivir de buena manera, funcionar como ciudadano, no puedo consumir ninguna sustancia espirituosa, alteradora de la conciencia y la percepción –solo café, cigarrillos y buenas conversaciones como en la película de Jim Jarmusch–.

Y desde hace diez años, con algunas reincidencias, me he mantenido sobrio la gran mayoría del tiempo, incluso sin Coffee and cigarettes desde hace varios meses y espero que ya sea definitivo.

Me gustaba la filosofía del “vive rápido y muere joven”, pero no desaparecí a los 28, tengo cuarenta años y hace tiempo debería ser un adulto responsable. Deseché las religiones tradicionales desde la adolescencia, pero la sabiduría colectiva, la de los hermanos mayores, es importante para no andar pegándose contra los muros, aprendiendo a existir a las patadas.

Los hermanos y hermanas mayores en el grupo son los que llevan años, décadas sobrios. Los que pasaron vientos y tempestades sin recurrir a la bebida, piratas sin botella de ron en la mano, sin hierba en el morral o polvos blancos en bolsita ziploc. Los que trabajaron “los 12 pasos” de Narcóticos Anónimos: esto consiste en responder unas preguntas que llevan al autoconocimiento, a entender la enfermedad, las causas por las que se perdió el rumbo. Se trata de escribir mucho para explorarse el alma, y de ahí las palabras llevan a la acción. De hecho, hay un paso en particular que se trata de pedir perdón a las personas afectadas en la turbulencia del consumo compulsivo. Por supuesto, los familiares, novias, novios y cercanos a los adictos sufren mucho. Tuvieron que soportar a Mr Hyde, y el Dr Jekyll debe luego pedir perdón y enmendar sus errores, asumir sus responsabilidades para que su conciencia esté más tranquila.

Es fundamental la apertura a esa dimensión espiritual que nos puede hacer vivir mejor: orarle a un dios o diosa o diosas, activar el Chi, la energía positiva hacia el mundo, hacia la búsqueda de metas constructivas. La idea es controlar el ego, domarlo. La literatura del grupo propone que hay algo superior al individuo adicto y que este debe apoyarse en eso, ya sea un dios tradicional o el grupo mismo. Vivir como bestia suelta y enloquecida en la selva, pegándose en el pecho y botando cáscaras de banano en todos lados, no fue muy productivo para el fumón, bebedor o esnifador.

Respecto a las reincidencias o recaídas, porque son normales en el proceso de dejar las sustancias, aunque indican falta de compromiso con el objetivo, los big brothers and sisters dicen que después del paso en falso debemos regresar al grupo. Que no seremos juzgados, que es importante la reflexión a ver cuál fue el error, pero que las puertas de NA siempre estarán abiertas.

También es importante el servicio a los demás, así suene muy a cristiano beato: dar puede hacernos más felices que recibir o acumular. Lavando vasos sucios de tinto –los ex adictos son aficionados a la bebida negrísima– en las reuniones, humillo a mi ego; aprendo que soy un individuo más que hace parte de una comunidad, no una diva de las letras que escribe en Bacánika y otras publicaciones. Por supuesto, me creo bueno en lo que hago, quiero destacarme en mi oficio, pero cierta humildad me impulsa a trabajar, a no dormirme. La disciplina de la sobriedad enseña disciplina para emprender mi actividad laboral.

“Los grupos de apoyo son fundamentales porque permiten compartir las experiencias y vivencias directamente, lo cual sirve de proceso catártico. Por otro lado, se puede desarrollar una visión de los escenarios a los que se puede llegar en una adicción si no se frena a tiempo”, me dice la doctora Ana Millán, psicóloga de Colsanitas. En combinación con una terapia individual, la recuperación de una enfermedad o padecimiento mental, emocional, puede ser más efectivo. “Son terapias complementarias, la terapia individual permite llegar más a fondo en el problema y lograr mejor recuperación. El terapeuta se enfoca en los puntos sensibles o dolorosos para que la persona pueda superar y eliminar el retorno al pasado, y pueda generar un mejor futuro a partir de la experiencia de un presente más sereno”.

La terapia de grupo como método para el alivio de problemas psicológicos empezó en las décadas de 1920 y 1930. Joseph Pratt la usó para manejar pacientes con tuberculosis y Edward Lazell para tratar pacientes con esquizofrenia. El psicoanálisis, en boga en ese tiempo, fue importante en los inicios de este tipo de terapias. El psicodrama de Jacob Levy Moreno, aplicaba procedimientos dramáticos para buscar la catarsis emocional de los pacientes. Pero fue después de la Segunda Guerra Mundial que el asunto se popularizó, cuando Samuel Slavson creó el American Group Psychotherapy Association y Moreno, la American Society of Group Psychotherapy. 

Narcóticos Anónimos (NA) fue fundado por Jimmy Kinnon y otros adictos en recuperación en Los Ángeles, EE.UU, en 1953. NA deriva de los grupos de Alcohólicos Anónimos, comunidad hoy mundialmente conocida, con más de dos millones de miembros que asisten a reuniones en todo el planeta. Fue fundada por Bill W., un hombre exitoso destruido por el alcohol, que encontró la luz en compartir con otros sus problemas y en escuchar para no sentirse solo. Sin embargo, los consumidores de drogas necesitaron un espacio propio en el que pudieran sentirse más identificados con otros, y quitarse la incomodidad de que algunos ex alcohólicos tuvieran prejuicios sobre los “drogadictos”. En Colombia, hay actualmente 128 grupos de NA en varias ciudades del país, sobre todo en Bogotá y Medellín..

En Estados Unidos se conocen terapias grupales para todo tipo de padecimientos psicológicos desde distintas neurosis hasta trauma por abuso, así como para el acompañamiento de pacientes, cuidadores y familiares alrededor de ciertas enfermedades como los que se organizan en torno al cáncer o la diabetes. En Colombia funcionan muy bien los grupos de AA y NA, pero por fuera de un par para familiares de adictos, no hay mucho más; faltan grupos de apoyo para otros padecimientos mentales, mayor expansión de estos métodos. “Tenemos déficit de grupos de apoyo, no solo en las enfermedades mentales, sino también en patologías médicas. Hay asociaciones de pacientes y familiares, pero al no tener un respaldo institucional desde el Estado o desde el gobierno, son cambiantes y están en proceso de crecer”, me dice la doctora Millán.

Narcóticos Anónimos me permite formar parte de un grupo a pesar de mi tendencia a evitar la socialización: saber que no estoy solo con mis problemas. La compañía humana me aleja de la compañía artificial de las sustancias, de la búsqueda de placer forzado, de la euforia inducida al estar aislado y, por tanto en buena medida, deprimido. Por eso recomiendo la terapia grupal para los corazones solitarios, los que padecen en silencio, los que creen que están castigados por la providencia; hay muchos más como ustedes que quieren escucharlos. Yo hoy vivo feliz, o al menos tranquilo en la medida de lo posible, y el grupo de Narcóticos Anónimos es en gran parte responsable de esto.

Cultura Pop
Le puede interesar

La noche de ayer en la gala de premiación en la Galería Nueveochenta de Bogotá, se dieron a conocer los nombres de los ganadores del galardón.
Bacanika
Bacánika
-Octubre/31/2024
Aparte del 31 de octubre, somos muchos los que nos hemos tenido que poner una de estas fachas para vivir un día de brujas en cualquier punto del año.
Colectivo Guacala
-Octubre/30/2024
¿Qué se hace con el deseo de crear cuando el de criar no deja tiempo? Desde su relación con la escritura, María Fernanda Cardona reflexiona al respecto.
Las relaciones, la autoimagen y el día a día de quienes padecen TLP están marcados por altibajos intensos. Aquí un vistazo a cómo es vivir con la condición.
Brian Lara
-Octubre/22/2024
En Caldas, el Quindío y Risaralda, el muralismo crece desde el trabajo con comunidades que integran los murales al paisaje local. Aquí la historia.
Melissa González
-Octubre/21/2024
“Geranios y conejos” es el nombre de la obra finalista de este artista bogotano, uno de los pintores jóvenes más destacados de su generación.
Ángel Unfried
Ángel Unfried
-Octubre/20/2024
Dedicarse a las labores creativas es también una escuela de vida: invitamos a Pautipeep a mostrarnos con sus viñetas cinco de sus duras lecciones.
Pautipeep
-Octubre/18/2024
¿Qué distancia separa una mesa de tres patas de una escultura? El autor nos cuenta alrededor de esta mesa donde reposan libros, flores y más de una historia.
Nicolás Rocha Cortés
Nicolás Rocha Cortés
-Octubre/17/2024