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De la tira de prensa a la tira de Instagram

De la tira de prensa a la tira de Instagram

Con más de cien años de historia, una de las formas de humor gráfico más populares ha trazado un sorprendente recorrido desde los impresos hasta las plataformas digitales. ¿Cuánto se parecen las antiguas tiras cómicas a sus nietas de Instagram?

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A finales del siglo XIX y principios del XX, las tiras cómicas vivieron un periodo de esplendor en la prensa norteamericana que se extendió durante varias décadas. Los formatos de las historietas fueron evolucionando a medida que se hacían más populares. Así fue, hasta que comenzaron a saltar a nuevas formas de circulación, al tiempo que la radio y la televisión iban superando a los periódicos como medio de entretenimiento. 

Una de las primeras tiras dominicales publicadas a color fue Hogan’s Alley (El callejón de Hogan). Firmada por el artista Richard Felton Oucalt, comenzó a publicarse en el New York World en 1895. La historieta presentaba la vida de un barrio popular de Nueva York y transcurría en una calle dominada por niños, muchos de ellos migrantes y afroamericanos, entre los que estaba un calvo vestido con un traje amarillo: el popular Yellow Kid

A partir de ese momento aparecieron otras páginas dominicales con distintos estilos y experimentaciones gráficas y formales como la surrealista Little Nemo in Slumberland (1905) de Winsor McCay, la poética y amorosa Krazy Kat (1913) de George Herriman, y la poliédrica y vanguardista Gasoline Alley (1918), de Frank King, que continúa publicándose más de cien años después.

En las primeras décadas del siglo XX, los suplementos fueron pasando de la página dominical a la tira diaria, compuesta por tres o más viñetas hiladas de manera horizontal con una estructura de tres actos: un inicio, el desarrollo de un conflicto en las viñetas del medio y una resolución final. De este modo, las tiras cómicas en los periódicos se dividieron en dos tipos: tiras diarias, a una tinta, que aparecían de lunes a sábado, y las tiras dominicales, a color, que se publicaban en las ediciones de fin de semana. 

Según el investigador y teórico español Roman Gubern, la tira cómica de prensa se expandió gracias a la aparición de Mutt and Jeff (1907) de Bud Fisher, una tira que décadas después fue traducida y distribuida en muchos países de habla hispana como Benitín y Eneas. La estructura de la tira diaria sería asimilada por dibujantes como Ernie Bushmiller, autor de Nancy –Periquita en Latinoamérica–, en los Peanuts de Charles M. Schulz, en Pogo del dibujante Walt Kelly y en Garfield de Jim Davis, entre muchos otros.

BACANIKA de la tira comica web 01

La tira como técnica similar al microcuento o el haiku sería adoptada, con gran popularidad, a partir de finales de los años cincuenta,  por el argentino Joaquín Salvador Lavado (Quino), y también por otros dibujantes anglosajones como Bill Wattersson creador de Calvin and Hobbes, y Patrick McDonnell autor de Mutts. Una traición que sigue extendiendo los Macanudos, otro dibujante argentino,  Ricardo Liniers. Este tipo de tiras, en su mayoría autoconclusivas, son erróneamente asociadas a los chistes fáciles, aunque sus líneas argumentales también apuntan a reflexiones sociales, políticas y filosóficas. El hecho de que no haya continuidad hace que los lectores puedan entrar y salir de la historia sin la necesidad de información previa y sin conocer a los personajes. 

Paralelamente y en contraste con las tiras cerradas y autoconclusivas, comenzaron a aparecer tiras seriadas, que aparecían por entregas siguiendo la continuidad del relato. Fueron un impulso para las historietas largas y el diseño de personajes que se expandieron primero en los periódicos y luego en la primera ola de comic books de los años treinta. La gran mayoría de estos trabajos imitaban los mecanismos narrativos de la literatura popular como las novelas negras, los thrillers o los relatos de ciencia ficción de la época. De este modo aparecieron insignias de las tiras seriadas como: Flash Gordon (1934) de Alex Raymond, Terry y los piratas (1934) de Milton Caniff, Prince Valiant (1937) de Hal Foster en 1937, o Dick Tracy (1931) de Chester Gould, esta última publicada en The Chicago Tribune. 

Gracias al espacio abierto por la prensa y a la gestión de sindicatos y agencias, las historietas se hicieron muy populares en la prensa norteamericana y posteriormente llegaron a periódicos y revistas de Latinoamérica.

En los años veinte, en Colombia, el director y dueño del periódico El Mundo al Día, Arturo Manrique, le encargó al dibujante y caricaturista Adolfo Samper una tira de prensa para su periódico. Manrique que sabía del éxito que estaban teniendo las tiras en los periódicos norteamericanos quería reproducir como fuera este tipo de narraciones gráficas en su medio, aunque, a pesar del encargo de Manrique, Samper se resistió inicialmente a dibujar en esta dirección. Sin embargo, gracias a la insistencia del director, el dibujante cedió y creó Mojicón en 1924, considerada la primera historieta colombiana. Aunque lo que hizo Samper no fue una creación original sino una copia de la tira estadounidense Smitty, de Walter Berndt, publicada en The Chicago Tribune. Como lo detalla el investigador y editor colombiano Pablo Guerra en su investigación para la Biblioteca Nacional de Colombia, titulada Entre viñetas, la historieta colombiana en prensa: “Mojicón es una copia literal de los dibujos de Smitty, de Walter Berndt. El trabajo de Samper entonces consistía en adaptar los diálogos a la usanza de la Bogotá de la época”.

En la investigación de Guerra aparecen las tiras publicadas en periódicos colombianos como Copetín de Ernesto Franco para El Tiempo, la tira seriada La Gaitana de Carlos Garzón (Calarcá), las más de 600 tiras de Los invasores de Elkin Obregón para los periódicos El Colombiano y El Mundo de Medellín, o las tiras publicadas en la separata dominical Los Monos. En la última década, El Colombiano abrió un espacio para que el historietista Álvaro Vélez (Truchafrita) dibujara una tira diaria, la cual llamó: Timmy y Mitty, una tira en impreso que se extendió del 2011 a 2014 sumando más de 900 publicaciones.

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Paralelo a las creaciones nacionales, muchos periódicos colombianos publicaron algunas tiras dibujadas en décadas anteriores en la prensa norteamericana, tiras, que en su traducción y adaptación eran popularmente conocidas como “los monitos”. Esas tiras traían las aventuras de diferentes personajes de la ficción como Tarzán, Lorenzo y Pepita, El Fantasma, la mencionada Benitín y Eneas, Educando a Papá y Dick Tracy. Estas tiras clásicas parecían superar la prueba del tiempo.  

Casi cien años después del primer boom de las tiras en la prensa norteamericana, los periódicos colombianos siguen reciclando tiras de este tipo, pero su incidencia es cada vez menor ante la pérdida de alcance de los medios impresos en comparación con las plataformas digitales. Los dibujantes que saltaron a las redes sociales han sido moldeados por las características formales de estos espacios, sobre todo en plataformas como Instagram, un espacio con muchas posibilidades de difusión y promoción. 

Los dibujantes han aprendido a interpretar el consumo inmediato de redes como Instagram y aprovechan para surfear en la secuencia de cuadros que ofrece esta interfaz: el tiempo de permanencia impone una narrativa autoconclusiva, inmediata y visualmente impactante. Esto es algo que los usuarios de redes sociales entendieron con los memes, por la circulación del humor snack y la viral democratización de este tipo de creaciones. 

En el caso de los cómics como forma de arte, los modos de edición y los cambios tecnológicos han determinado afectaciones a las formas de creación, edición y circulación de las narraciones gráficas, generando en su camino mutable “innumerables cambios a lo largo de la historia” como lo afirma el investigador Roberto Bartual en su libro Narraciones Gráficas, del códice medieval al cómic (2017). Así mismo, como bien lo señala Enrique Rey de Cabero en su estudio (Des)montando el libro. Del cómic multilineal al cómic objeto: “los autores de cómic no deciden el espacio con el que cuentan para sus obras, pero algunos hacen un uso muy consciente de este espacio”.

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Uno de los pioneros del formato digital que se ha popularizado en la última década, fue Tim Bucley autor de Ctrl+Alt+Del, quien ha estado usando este formato en la web desde hace veinte años. Sin embargo, la forma usada por Bucley se expandió sobre todo desde el año 2017 cuando Instagram añadió la posibilidad de publicar cuadros en carrusel, lo que hizo que las imágenes pudiesen aparecer secuencialmente en una sola publicación, y de paso, se diera el retorno para que los dibujantes volvieran al viejo y conocido formato de las tiras.

Paradójicamente, el auge digital ha supuesto un impulso renovado para las tiras cómicas –aunque ya casi nadie se refiera a ellas de este modo– en su formato secuenciado y seriado. Este resurgimiento, con ajustes de formato correspondientes a las interfaces digitales más populares, transcurre especialmente en Instagram, Reddit y Twitter. 

En los últimos cuatros años han aparecido nuevas oleadas de tiras en Instagram, entre ellas se encuentra la popular tira de Nathan W. Pyle, Strange Planet, la cual publicó en febrero de 2019, en Reddit previo al Super Bowl de ese año, lo que le significó una duplicación de seguidores debido a las interacciones que permite esta plataforma en la que se puede votar en favor o en contra de los contenidos. Luego Pyle migró Strange Planet a Instagram alcanzando una cifra de más de más de 600 mil seguidores para su tira. Además, hay otros trabajos muy populares como el de Alex Norris (Dorris McComics) autor de Name, un retrato minimalista lleno de decepciones y preguntas salpicadas de humor que hace una burbuja rosa con la que muchos nos podemos identificar. Lo hecho por Catana Chetwynd y su tira Catana Comics: una serie que representa su relación con su novio John forman, en las que desliza pequeñas historias de amor y complicidad, o las tiras de Sarah Andersen, las aparentemente simples Sarah Scribbles (los garabatos de Sarah), una colección de ocurrencias y opiniones en la que los millennials, en su etapa adulta, se ven reflejados.

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Muchos de estos dibujantes son herederos de creaciones de los años ochenta y noventa como: The Far Side de Gary Larson y Calvin & Hobbes de Bill Watterson, algunos de los tantos eslabones que hacen parte de esta lectura a través de cuadros. Pero en el caso de las que se expanden en Instagram, prevalecen otros elementos como los mensajes sencillos, sin muchos decorados de fondo, lo que reduce los tiempos de atención ante la oferta gigantesca de contenidos que se despliega en la red.

En Colombia y en otras partes del mundo los dibujantes han seguido la línea de expansión de este formato de publicación, aprovechando sus posibilidades de visibilidad, circulación y lectura rápida. Son conocidas las populares tiras de Nicolás Ordoñez, quien juega en ocasiones con el formato para recrear problemas personales entre situaciones surrealistas y sobrenaturales; Erika Maron, quien grafica anécdotas e historias cotidianas y absurdas; Diego Shaken, quien juega con el lenguaje de la tira y su versatilidad; Camilo Castaño (dibujos de Camilo), quien simplifica las líneas de los lápices de colores para enlazar nuevas poéticas a las múltiples formas de las emociones y los afectos, y el popular Carlos Andrés (Casetera), que mezcla referencias de la cultura pop con chistes sobre parejas y problemas a los que se enfrentan los adultos desesperados. También están las ingeniosas lecturas de Libardo Restrepo (Liba), en las que aprovecha los límites del espacio para hacerse preguntas por su oficio como dibujante en medio de sus problemas cotidianos; y SakoAsko, quien rompe con su trabajo de ilustración para narrar situaciones absurdas y desafortunadas a través de imágenes silentes e impactantes.

Pero más allá del espacio de Instagram y fuera de las restricciones y la inmediatez que imponen las redes sociales, el artista diseñador y poeta Mark Laliberte creó hace unos años como suplemento de la revista canadiense Carousel Magazine, el proyecto The 4 Panel, un espacio experimental que le da lugar a una variedad de artistas para que exploren creativamente el formato de las tiras pero con otras inclinaciones. En 4 Panel, el interés no solo pasa por lo narrado, sino por las alternativas estéticas que recrean dibujantes como Jesse Jacobs, Derik A. Badman, Eleanor Davis, Aidan Koch, Michael DeForge, los cuales juegan con el lenguaje de la tira y sus inclinaciones estéticas. Gracias a caminos como el que ha abierto Laliberte, las tiras han ido encontrando otros surcos que seguir, pues su formato flexible y mutante seguirá apareciendo en todos los lugares donde se pueda revitalizar. 

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Mario Cárdenas

Estudió literatura, dedica gran parte de su tiempo a escribir sobre historietas. Su trabajo, en parte, es la divulgación y crítica de esta forma de arte. Es editor y redactor de Revista Blast.

Instagram: @mariocardenas3916

Estudió literatura, dedica gran parte de su tiempo a escribir sobre historietas. Su trabajo, en parte, es la divulgación y crítica de esta forma de arte. Es editor y redactor de Revista Blast.

Instagram: @mariocardenas3916

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