Los días póstumos de una guerra sin final
Federico Ríos ha fotografiado el conflicto durante la última década. Por su lente han pasado excombatientes de las Farc, congresistas y disidentes, vestigios humanos de la guerrilla (y la guerra) más relevante en la historia reciente del país. Parte de su trabajo estará expuesto en Bandy Bandy desde el jueves 27 de febrero hasta el mes de abril.
Como a otros fotógrafos, esta búsqueda ha llevado a Ríos a recorrer buena parte del territorio colombiano y a adentrarse en regiones insólitas donde la presencia humana solo tiene sentido en dos contextos: la precariedad de la pobreza y la clandestinidad de la guerra. Las travesías que el fotógrafo ha emprendido para encontrar a quienes protagonizan sus imágenes lo han enfrentado, a él y a muchos más, al país que existe fuera de las grandes ciudades. Ríos retrata estas realidades en Los días póstumos de una guerra sin final, una exposición de sus fotografías que fue curada por Céline Lerebourg y que estará en la galería Bandy Bandy hasta el 9 de abril.
Al recorrer su exposición, Ríos cuenta anécdotas de encuentros con las Farc que evocan un abanico amplísimo de emociones. En la fotografía “Inminente bombardeo”, por ejemplo, donde un grupo de guerrilleros apunta sus fusiles hacia el cielo ante la amenaza de aviones sobrevolando la zona, resulta agobiante saber que Ríos estuvo ahí parado con ellos y que la única certeza que recibió fue “si la sentimos, es porque no nos cayó”. No obstante, en la otra sala de la galería hay fotografías de guerrilleras cargando a sus bebés, de otras arrunchadas con sus parejas sobre un plástico en medio de la selva y una serie de las sillas que cada combatiente carga en su equipaje, bordadas con nombres, rosas y Winnie the Poohs. “Cada viaje es exactamente la misma incertidumbre, el mismo temor, el mismo riesgo, pero si yo no pongo todas mis fichas, no consigo estas fotos”.
El trabajo de Ríos discute la idea de que quienes integraban las filas de las Farc (y ahora las de las disidencias) no son humanos sino máquinas de matar, y eso ha tenido consecuencias para el fotógrafo: Ríos cuenta que cuando empezó a fotografiar a las Farc y quiso venderle su trabajo a medios nacionales, el único que le paró bolas fue La Silla Vacía. Otros, más grandes y de mayor trayectoria, ni siquiera le contestaron. De ahí saltó a los medios internacionales que mencionamos al principio y, pareciera, a una audiencia donde sus imágenes no causan tanto escozor. Por otro lado, el año pasado, luego de que el Times publicó un artículo escrito por el periodista Nicholas Casey alertando sobre una serie de directrices del ejército colombiano que llevarían al asesinato de más falsos positivos, la senadora María Fernanda Cabal trinó una fotografía de Ríos, donde lo confundía con Casey y lo acusaba de estar “de gira con las farc en la selva (sic)”. El trino de la senadora causó revuelo, y Casey y Ríos tuvieron que salir del país.
Ahora que se firmó el Acuerdo de paz, que las Farc son la Farc y que además de las disidencias, Iván Márquez y Jesús Santrich anunciaran su regreso a las armas, Los días póstumos de una guerra sin final es muestra de una realidad que todavía está sembrada en la profundidad en Colombia y una reflexión visual del impacto del conflicto armado que todavía tiene lugar aquí. Mostrar ese trabajo, y mostrarlo en Colombia, es “un grito urgente y desesperado por la paz del país”.
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