Los libros silenciosos de Palm Press
Desde su nacimiento en tiempos de pandemia, esta editorial ha nutrido un catálogo de comics minimalistas en los cuales la imagen y el cuidado editorial levantan la voz en ausencia de palabras. En un lugar fronterizo entre el arte, el diseño y la edición, Ana María Lozano nos presenta Palm Press.
Hay libros que al caer en nuestras manos parecen devolvernos a un placer primario distinto y anterior a la lectura misma, a un nivel de la imaginación más libre. Suelen alejarse del texto, experimentar con la diagramación, la tipografía o la ilustración. Pero es menos común que un libro abandone por completo las letras, y tal vez por eso la editorial colombiana Palm Press y sus comics minimalistas que abren puertas hacia mundos abstractos, cotidianos o surreales, han tenido una enorme acogida, muy cálida por cierto, según cuenta su fundadora Ana María Lozano, en el paso de su catálogo entre ferias y librerías independientes en Colombia en el último par de años.
Ana es artista visual de la Pontificia Universidad Javeriana. Según sus propias palabras, tuvo una formación más bien clásica, con énfasis en gráfica por lo cual aprendió en especial técnicas de impresión manuales como el grabado y la serigrafía. “Cuando terminé la universidad comencé a trabajar para estudios de diseño, agencias de publicidad y comunicación haciendo diseño gráfico. Me habían dado una clase de diagramación en el pregrado, pero nunca me imaginé que después de ver una sola clase, pudiera terminar haciendo libros por mí misma. Mi primera publicación la hice con Colmillo. Me había presentado a una residencia que no gané, pero a ellos les gustó y me ofrecieron co-editarla. Encantos paradisiácos. Y a partir de ahí todos mis proyectos personales, de dibujo, comencé a trasladarlos a lo editorial.”
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[Nepal, Alizée De Pin, 2021. Foto: Palm Press ©]
Palm Press comenzó en Francia en 2020, mientras Ana estudiaba una maestría en artes con énfasis en diseño editorial en Caen, ciudad pequeña de Normandía. “Que fuera una ciudad de cien mil habitantes fue muy beneficioso en el contexto de la pandemia, porque como no había tantos contagios nos dejaron salir más pronto. Y la gente allá es muy querida, adorable. Lo que más extraño de vivir en Francia son mis amigos.” Ana había estudiado francés sin un propósito premeditado por varios años, en la universidad, la Alianza y más tarde con profesor particular. Tener el idioma fue lo que la animó a buscar escuelas en Bélgica, Canadá, Francia… Aplicó a siete y fue aceptada en la que más le interesaba, la ESAM.
“La investigación y el ensayo teórico lo dediqué a los libros de imágenes, porque me interesaba mucho cómo se puede leer un libro con solo imágenes. Y para pensarlo me fui hasta Egipto, lo cual era muy problemático porque comenzó a ser muy difícil abarcar una mirada tan amplia. Pero ahí encontré muchos referentes que me servirían después, por un lado, del arte conceptual de los años sesenta, como Veintiséis estaciones de gasolina, de Edward Ruscha, por ejemplo, entre otros artistas y dibujantes conceptuales estadounidenses, que comenzaron a hacer libros como obra y no como catálogo. Por otro lado me encontré con cómics de los setenta, especialmente los underground comix de Nueva York, un movimiento entre varios de esa época. Digamos que esas dos líneas convergieron en lo que vino a ser desde la década pasada el cómic minimal o abstracto, que es lo que publica Palm Press.”
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Pie de fotos: Estática del tiempo, Mateo Soto (SNTXS), 2020. Foto: Palm Press ©
En una definición concisa, me dice Ana, el cómic minimal es un tipo de narración gráfica que se queda solo con lo elemental: “Como si le quitaras todas las partes a un carro para quedarte con el motor. No hay textos, no hay onomatopeyas, no tiene diálogos, casi no se usa la figura humana”, me explica. Lo rastreó entre 2008 y 2010, momento en que tuvo su auge en Europa y Asia, con los comics de Yuichi Yokoyama, Sammy Stein, María Medem entre muchos otros. “Encontré que hay muchas editoriales europeas que publicaban solo eso, particularmente en España y Francia, como Fosfatina y Editions Matière, o la Revue Lagon, pero aquí en Colombia aún no había visto algo como eso, con cómic abstracto, donde la imagen fuera texto. Había visto que Sofía Prieto, Camilo García, yo, y muchos otros, hacíamos cosas parecidas pero no había algo que le diera impulso y visibilidad.”
Desde que comenzó, con cada proyecto nuevo, Ana trabaja las propuestas como editora en busca de una narración que no sea tan literal, pero que mantenga una continuidad entre las hojas, que se piense como una edición para risografía o impresión digital y que se pueda llevar a todas partes en una maleta, de camino a ferias y eventos de edición independiente. “Cuando estaba empezando la pandemia llegó, así que el catálogo comenzó a circular y a venderse fue a través de la web. Era muy favorable en Europa, porque los productos editoriales tienen una tarifa especial que le permiten a uno enviar muy barato.” Esos primeros proyectos, impresos y cosidos en la ESAM, sin embargo, no eran exclusivamente de artistas que comenzaban. “Yo le escribía a artistas que me gustaban y que no conocía y les decía que quería colaborar con ellos. Por ejemplo, a Cynthia Alfonso y a Oscar Raña, un par de españoles que trabajaban en un colectivo llamado RAPANPAWN y hacen animación para bandas. Son de Galicia. Y fueron super queridos. Les gustó la propuesta.”
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Pie de foto: Nostalgia, Julián Bermúdez Ramírez (Primario), 2022. Foto: Palm Press ©
La primera vez que vi uno de sus libros, era también la primera vez que el proyecto se presentaba en Colombia. Ana fue expositora en la feria editorial independiente Papel Caliente en el año 2021. “Ahí tenía parte del catálogo hecho en Europa y la gente copió. A pesar de que es un contenido muy enigmático, que solo usa texto en el título y el colofón, sin explicación, la gente lo recibió muy bien. Al final, la imagen habla por sí misma. Si hay un contenido muy poético y abstracto, estas páginas celebran tener múltiples interpretaciones.”
Hace unos meses me encontré con un ejemplar de Nostalgia, libro de Palm Press obra de Julián Bermúdez que, justamente, creo que da cuenta muy bien de esto último que me dice Ana. Página tras página el libro muestra un universo, más una atmósfera que un relato, un paisaje evocativo donde la paleta de color cálida parece roerlo todo, tal y como el polvo de la nostalgia termina por roer nuestros recuerdos. Aunque no haya una historia, cada imagen evoca unas sensaciones que bastan para que transitar por esas visiones sea una experiencia poética y narrativa; constante que atraviesa también las páginas blancas y frías de Nepal, la naturaleza fluorescente de Sideralia, las arquitecturas quebradas como collages de Estática del tiempo, o los evocativos, brillantes y plásticos Encantos Paradisiácos 2.
En la creación de atmósferas, Palm Press va más allá. “Para mí lo editorial es lo múltiple, todo lo que se pueda reproducir por un mismo soporte”, retoma Ana. “De cada publicación sacábamos un objeto que se puede adquirir con el 30% de los ejemplares: una camiseta, un objeto, unas animaciones en cassetes de los noventa. Siempre he intentado buscar una variedad de técnicas para los proyectos.” En cada uno de los libros, lo que se puede ver es el desarrollo gráfico de una intención, de una emocionalidad o de un universo imaginario que se aterriza de un modo único en el estilo de cada autor, pero dentro de un catálogo editorial reconocible por sus formatos, cuidado en acabados y diseño, pero especialmente por su apuesta por la imagen como soporte único, suficiente y divergente para la multiplicidad de las lecturas.
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Pie de foto: Sideralia, Natalia Barragán Nieto, 2022. Foto: Palm Press ©
En un panorama editorial en el que la rentabilidad no es norma, la propuesta de Palm Press ha logrado el sueño: “Hasta ahora lo es. La primera parte fue con las uñas, sin poner un peso y con los medios de la escuela. Cuando llegué ya me tocó invertir plata para todo, financiando la producción con el dinero que hacía en mis freelances, y ahora por fin el retorno permite recuperar, ganar algo y reinvertir en proyectos nuevos. Pasamos de sacar 100 ejemplares a imprimir 300 y nos quedamos sin copias al cabo de un año. Lo cual puede que sea poco, pero para mí es increíble. El año pasado nos invitaron a Manizales y este a Pereira, a la Fiesta del Libro en Medellín…”
Antes de despedirnos, le pregunto a Ana por qué cree que sus cómics minimalistas han tenido tan buena acogida. “Yo creo que es porque Palm es el bicho raro de todas partes. En ferias de arte es lo más diseño, en las ferias de diseño es lo más arte, y entre las editoriales más clásicas, tanto independientes como comerciales, ni se diga. Creo que ese es el caballo de guerra de Palm Press, además de que cuidamos mucho los materiales, la calidad, la intención estética… Pero tal vez también tenemos algo de suerte y esto vino a existir en el momento correcto en la vida.”
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