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Cómo fue la receta para crear Star Wars: Una nueva esperanza

Cómo fue la receta para crear Star Wars: Una nueva esperanza

Hoy, hace 45 años, se estrenó la primera historia en el largo camino de los Skywalker. La saga creada por George Lucas revolucionó el cine y la cultura pop. Efectos especiales, cuentos de hadas y robots paranoicos hacen parte de la receta.

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Star Wars: Episodio IV, Una nueva esperanza fue un paso definitivo para la carrera de todos los involucrados en su realización, un hito que además transformaría para siempre la cultura popular, la economía en torno al entretenimiento y la forma de hacer y contar historias a través del filme. Su estreno marcó el final de un camino de más de dos años de realización y presentó una nueva oportunidad para el mundo del cine, que aún hoy continúa construyendo sobre los pilares que George Lucas sentó hace casi medio siglo.

Star Wars se convirtió rápidamente en una de las películas más importantes del siglo XX, permitiéndole alcanzar la fama y gloria a Mark Hamill, Harrison Ford, Carrie Fisher, entre otros. Sin embargo, los verdaderos ganadores somos nosotros, el público, pues desde entonces esta vara ha servido para medir los esfuerzos creativos de cientos de aspirantes a directores, enriqueciendo la conversación cultural y encontrando nuevas maneras de contar una historia. Star Wars no solo es un hito del cine, sino uno de los momentos claves de la cultura masiva y hoy, en el 45 aniversario de su estreno, nos detenemos un poco a pensar por qué es relevante esta épica espacial hasta nuestros días.

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George Lucas y su mirada de cinéfilo

01 Los siete samurais

George Lucas tenía apenas 33 años cuando decidió darle forma a una idea que lo venía persiguiendo desde hacía años. Tras observar con atención las peleas aéreas del cine bélico en torno a la Segunda Guerra Mundial, el director canadiense quiso extrapolar ese lenguaje a una batalla espacial. En el camino revolucionó las formas de hacer cine. En ese entonces Lucas explicaba en el documental The Making of Star Wars, “una de las visiones clave que tuve de la película cuando comencé fue la de una pelea aérea con naves espaciales: dos naves que volaban disparándose entre sí. Esa fue mi idea original. Dije: ‘Quiero hacer esa película. Quiero ver eso’”.

Sin embargo, no es esta la única referencia a la historia del cine en esta historia espacial. Para hacer una buena película es necesario conocer otras buenas películas. Star Wars es una carta de amor del director por las películas que lo emocionaron años antes y lo llevaron a encontrar su vocación detrás de las cámaras y los reflectores. Por un lado están las de su infancia (westerns, cintas de piratas y espadachines, además de las primeras historias de Flash Gordon) y, por el otro, hay una deuda indudable con las formas creativas de Akira Kurosawa, uno de los nombres claves en la historia del cine oriental.

Si hay una película necesaria para medir la influencia de Kurosawa en la obra de George Lucas es, sin duda, Los siete samuráis de 1954, luego convertida en western en 1960 y traspolada al universo del Salvaje Oeste como The Magnificent Seven de John Sturges. Después de todo, ¿qué es la Fuerza sino otra forma del Bushido, el camino del guerrero? La película de Kurosawa narra cómo siete guerreros se unen para salvar una aldea asolada por bandidos. En el camino, cuatro de ellos caen en combate hasta que se logra la paz. Una de las genialidades de la cinta es el desarrollo de los personajes que van llegando a la historia y a quienes vamos conociendo conforme ellos mismos se conocen. Lentamente se van develando sus personalidades, sus miedos, sus fortalezas y esto permite que, además, conectemos empáticamente con ellos. Lucas aprendió esta lección y la ejecutó con gracia en su épica galáctica.

Por otra parte, Los siete samuráis encuentra el equilibrio en el ritmo narrativo, permitiéndonos conocer los colores de sus protagonistas. La fórmula de la calma antes de la tormenta, un momento de tensión antes de los duelos, es otra de las lecciones que imprimen ritmo a la película de Lucas. No solo eso: la calma y la intensidad ofrecen un contrapunteo emocionante en ambas cintas a partir del trabajo musical. En la película japonesa Fumio Hayasaka mantiene nuestra atención al envolvernos con una inteligencia clásica que sobresale en los momentos de mayor dramatismo, mientras que John Williams creó una banda sonora icónica para Star Wars que aprovecha el movimiento pendular en el ritmo narrativo de la película para envolvernos con su orquesta y transportarnos a una galaxia totalmente desconocida. Kurosawa ha dejado su delicada pincelada en la épica espacial de Lucas. Por eso los stormtroopers y Darth Vader se ven como los villanos de la cinta japonesa y ¿quién es Yoda sino un guiño a Kambe, el ronin que lidera la defensa de la aldea?

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Tecnología de la era espacial, casi

01 Los siete samurais

Star Wars no solo fue revolucionaria en la manera de entender la ciencia ficción como fértil campo metafórico para reinventar el camino del héroe, sino que también presentó una serie de avances tecnológicos para hacer cine. Quizás el más importante de ellos sea la Dykstraflex, así nombrada por su desarrollador John Dykstra, una suerte de grúa de movimientos controlados y anotados a través de un código de computador que podía replicarlos de manera exacta en cada una de las nuevas tomas. Con modelos en miniatura de las naves y pequeños explosivos para detonarlos, esta tecnología permitió que la guerra espacial se sintiera real, pues nunca se había logrado este tipo de planos hasta que la grúa amarrada a una cámara VistaVision apareció en el panorama.

Sumado a esto, está la inteligencia para componer planos basándose en distintas formas de creación cinematográfica. Para la escena del ajedrez espacial, por ejemplo, se crearon los personajes en goma y se les fotografió movimiento a movimiento a través de la agotadora técnica del stop-motion, mientras que para la escena en la que Obi Wan desactiva el campo magnético que tiene atrapado al Halcón Milenario, se comisionó a un pintor en Inglaterra para que creara un plano pintado sobre un vidrio sobre el que luego se sobrepuso la grabación del actor legendario Alec Guinness. De esta manera, parece que el maestro jedi se erige sobre una vertiginosa altura de más de treinta metros cuando en realidad se encontraba seguro a una cómoda distancia de dos metros sobre el suelo.

La película incluye más de 365 efectos especiales y se convirtió en el filme que más utilizó estas herramientas para la fecha de su estreno. Lucas y su equipo tuvieron que valerse tanto de la imaginación como de la inteligencia para crear cada uno de los sueños del director. Los sables de láser, protagonistas por mérito propio, se crearon utilizando tres momentos distintos y distintas tecnologías. Primero, los actores llevaban consigo unas espadas reflectivas a la luz que luego fueron animadas de manera computarizada. Los efectos sonoros, que se añadieron de último, le dieron a estas peleas mayor dinamismo y emoción. Las naves fueron creadas y recreadas de distintas maneras también. En total, fueron más de dos años de posproducción para terminar de dar forma a la historia que se grabó en apenas 10 semanas.

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Personajes de todos los rincones de la galaxia

01 Los siete samurais

La princesa, el contrabandista y el granjero forman una tríada poco probable con un magnetismo en cámara sin par. Harrison Ford ya había trabajado con Lucas en su película anterior, American Graffiti, en la que interpretó al arrogante Bob Falfa. Su papel no cambió demasiado, pues Han Solo es también arrogante y egoísta, salvo que evoluciona a lo largo de la serie para convertirse en uno de los favoritos de muchos y en una licencia no justificada para el dramatismo en la tercera trilogía –tanto daño le ha hecho a esta saga la presencia de Disney–. Junto a él debutaba el joven Mark Hamill como Luke Skywalker y la aún más joven Carrie Fisher, quien imprimió rebeldía juvenil e inteligencia femenina al polémico rol de Leia Organa. Sumándose a esta aventura, el legendario Alec Guinness revistió de solemnidad el rol del viejo Obi Wan Kenobi, mientras que Anthony Daniels (quien nos visitará pronto para la ComicCon) dio vida al incómodo androide C-3PO. Cerrando el grupo de héroes estaba el androide R2-D2, controlado en ocasiones por la persona pequeña Kenny Barker y el adorable wookie Chewbacca, solo posible dentro de la piel de Peter Mayhew y su inigualable altura de 2,17 m.

Pero si los héroes sobresalen, lo hacen también sus villanos. John Williams encontró la manera más ominosa de presentar al oscuro antagonista de la franquicia, el lord sith Darth Vader, quien es el culpable de la desaparición del padre de Luke. Darth Vader es la encarnación perfecta del mal. Sin rostro y ataviado de negro de cabeza a pies, su presencia se convierte en una suerte de manifestación espectral debido al sonido constante de respiración atorada, lo que nos lleva a sentirlo cerca de nosotros, como si el lado oscuro de la Fuerza nos susurrara al oído. Es probablemente el villano más importante que ha tenido una franquicia en la historia del cine y un personaje complejo que representa uno de los lados más vulnerables del ser humano en su complejidad identitaria: el miedo a la muerte. Por eso, es seductor y admirable, una figura que atrae a la vez que repele, que conmueve conforme nos atemoriza.

Lucas creó una serie de personajes complejos, escapando de arquetipos facilistas del cine de acción. Sus personajes dudan, aman y temen. Crecen y se transforman en la pantalla y nosotros, el público, asistimos a sus ritos iniciáticos, a sus catarsis personales, a los grandes gestos de bondad y de perdón último por parte de nuestro héroe. Hasta las máquinas tienen su propio carisma y personalidad, lo que las convierte en protagonistas del relato. Además, cada una de las criaturas y razas que imaginó Lucas son fascinantes a su manera, haciendo de la escena de la cantina un hito del cine. Es un mundo nuevo lleno de posibilidades y un elenco cargado de carisma para representarlas. No hay una tripulación más legendaria, ni la habrá, que la que enfiló en el Halcón Milenario para rescatar a la Princesa Leia.

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Androides y naves veloces

01 Los siete samurais

La ciencia ficción tradicional había mostrado principalmente el futuro, o al menos mundos extraños contemporáneos, como una utopía de la higiene y la limpieza. Los ovnis y naves espaciales brillaban en toda su majestuosidad de cromo bajo la luz de las estrellas y las ciudades imaginadas sobresalían en el espacio con sus límpidos ordenamientos urbanos. Star Wars fue, en cambio, en la dirección opuesta. Los droides se averiaban, perdían extremidades y explotaban mientras que los transportes gigantes tenían bandas de rodadura cubiertas de grasa, polvo y arena espacial. Las naves espaciales estaban golpeadas y sucias después de años de combate o de recorrer el espacio huyendo de la amenaza del Imperio. Casi nada estaba limpio. Casi nada funcionaba. Star Wars estaba mucho más arraigada en nuestra propia realidad y en la realidad de los westerns y el público respondió con alegría, pues se sentía identificado. La estética de Star Wars y su actitud de darle vuelta a la visión de un género creó un efecto que aún se ve hoy.

Más aún, la tecnología se sentía cercana a nosotros. Los droides principales de la serie, que nos acompañan en cada una de las cintas de la línea narrativa de los Skywalker, son un recurso cómico que aliviana la tensión de la trama. C-3PO es cobarde y paranoico, mientras que R2-D2 es temerario e imprudente. No son máquinas perfectas ni infalibles y por eso, a lo largo de la serie, se van ganando nuestro afecto por los logros que consiguen en su recorrido que los hace cada vez más humanos. En esta primera entrega se construyeron 33 droides funcionales que presentaron muchas dificultades en el set de grabación, averiándose sobre las arenas desérticas de Túnez, el país africano en el que se filmaron las escenas en Tatooine. Sin embargo, Lucas no estaba dispuesto a ceder y estos droides se convirtieron en piezas esenciales de la historia, héroes por sus méritos propios con los que podemos identificarnos.

Lucas creó, en ese sentido, un mundo tecnológico con cualidades humanas: imperfecto, fragmentado, susceptible de mejorar y de seguir transformándose. Un retrato prístino y brillante de la tecnología, como soñó la positiva ciencia ficción de la década anterior, iría en detrimento de nuestra historia, pues solo al desvestir los artilugios de su calidad infalible, los acercó hacia nosotros. Cada pieza de este mundo tecnológico es una parte esencial de la trama y funge como una suerte de personaje extra. El Halcón Milenario tiene su carácter y su identidad que se complementa con la forma de ser de Han Solo y de Chewbacca, pero la Estrella de la Muerte y su cerebral orden bizantino también da cuenta de la forma en la que el Imperio subordina a las personas (y demás criaturas espaciales) a través del más antiguo de los mecanismos disciplinarios: el miedo.

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Una galaxia muy, muy lejana

01 Los siete samurais

Pero Lucas no se conformó con dar forma a un mundo tecnológico imperfecto, sino que desplegó su creatividad para crear escenarios de ensueño en el que sus droides se perdían entre dunas de arena. La capacidad de crear un mundo verosímil sobre el que se sustenta todo el peso narrativo de la cinta es una de las mayores virtudes de la imaginación de Lucas, pues es un retrato lo suficientemente alejado de nuestro contexto para dar rienda suelta a la fantasía y lo necesariamente cercano para hacernos sentir parte de las aventuras que allí suceden. Los dos soles brillando sobre las arenas aún cálidas de Tatooine y la sórdida cantina de Mos Eisley en la que nuestros héroes cruzan caminos con el contrabandista Han Solo son parte del canon de esta serie. Es un mundo en el que todo puede suceder y cambian las fórmulas de la narrativa de la ciencia ficción para contar una historia más cercana a los mitos y a las fábulas que a los retratos optimistas de Asimov o de aquellas recolectadas por Hugo Gernsback en Amazing Stories.

Las historias de ciencia ficción se centran en cómo los avances tecnológicos y la expansión de nuestro conocimiento del universo afectarán a la humanidad, tanto a nivel individual como social. Y esto es vital al pensar en lo que supuso esta historia para todos los demás relatos por venir pues, a pesar de las naves espaciales, los sables de luz y los viajes más rápidos que la luz, Star Wars es exactamente lo contrario de esta definición del género. Su historia sigue el cuento de un héroe clásico donde un joven es empujado a un mundo peligroso y debe derrotar a un mal oscuro. Esta historia tiene más en común con el mito y las fantasías modernas, ya sea el mito de Perseo o los retratos de Tolkien de la Tierra Media.

La frase “hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana” juega con la introducción  clásica de la fantasía y las fábulas: “Hace mucho tiempo, en una tierra muy, muy lejana”. A pesar del cambio de “tierra” por “galaxia”, la repetición de palabras y la estructura reflejada evocan imágenes de cuentos de hadas. Mediante el uso de esta frase de apertura, la película presenta su escenario con honestidad a la audiencia. Este es un mundo de fantasía. Un mundo bien hecho en el que nuestros héroes se encuentran y se transforman, en las espesuras de un pantano olvidado en el límite de la galaxia, o en medio de una jungla con pequeños humanoides peludos para destruir la avanzada tecnológica del Imperio. 

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Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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