Un montaje infernal
Sal del planeta, date la vuelta, echar un vistazo a dónde estás da bastante miedo.
Para la mayoría de personas, Kurt Cobain es una leyenda. Se trata de una de esas historias del rock que tanto inspiran a los adolescentes, en las que la profecía asegura que el artista morirá a los 27 años; artistas como Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Amy Winehouse también se sumaron al llamado “Club de los 27”.
Sin embargo, en las raíces de la melena rubia de Kurt Cobain y detrás de ese ídolo que rompía guitarras contra el mundo, había un ser humano, uno con ángeles y demonios, uno que una vez fue niño y que también fue padre, y para el que tal vez ambas experiencias fueron similares.
Hay que dejar claro que Montage of Heck no es un documental sobre Nirvana sino un relato íntimo de la vida de Cobain, un montaje infernal de cintas caseras, clips de video, grabaciones, dibujos, animaciones y frases del diario íntimo del artista. Con ese contenido nos conducen a través del laberinto de su cabeza, tan creativa como caótica, y al dolor de sus vísceras: su principal fuente de inspiración. Visualmente, el documental tiene algo de ese sucio sonido encantador del grunge, desnudando o despojando las estrellas de su brillo, develando su hermosa fatalidad y crudeza.
A este material de archivo se suman entrevistas a las personas más cercanas al artista, incluyendo su madre, su padre, su madrastra, su hermana, su primera novia, su esposa (Courtney Love), y su amigo y compañero de banda, Krist Novoselic. El único que brilla por su ausencia es Dave Grohl, cuyas declaraciones se grabaron tarde y no pudieron ser incluidas en el montaje final. Las entrevistas, más que una descripción sobre Kurt, dejan ver el tipo de relaciones que se tejían entre los entrevistados y el hijo, el hermano, el esposo y el amigo; relaciones que no aparecen idealizadas en la cinta tras el velo de la nostalgia, sino que se muestran limpias, en el esplendor de su imperfección.
La música, por supuesto, es la gran protagonista del relato: cada canción conduce la historia a una nueva etapa y cada letra complementa los momentos. Porque, como bien lo decía Cobain a la prensa, no necesitaban preguntarle nada a él, todo lo que tenía que decir estaba plasmado en su música. Algunas adaptaciones, como la de “Smells like teen spirit” y la de “The man who sold the world”, permiten al público apreciarlas desde otro punto de vista con relación a la vida de Kurt y no desde el revuelo mediático.
Sin embargo, el filme sí plantea la contradicción entre la vida privada y la vida pública, mostrando al Cobain idolatrado por las masas de adolescentes desencantados que encontraron en sus gritos su propia voz; y por otro lado aparece el Kurt contrariado y cansado de la fama, de los medios de comunicación y de los chismes.
El documental fue dirigido por Brett Morgen. Frances Bean Cobain, la hija de Kurt Cobain y Courtney Love, es una de las productoras ejecutivas del proyecto. Si desea ver el documental, ingrese aquí.
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