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Regalos de Navidad

Regalos de mierda para una Navidad miserable

Ilustración

A todos nos han partido el corazón con un regalo genérico que podría ser la alegría de otro, pero prueba que nuestros seres queridos nos desconocen, que nuestras cartas a veces llegan directo al spam de Papá Noel. Rompa ese patrón con los consejos que el autor nos trae en esta lista de las clásicas salidas de paso a evitar.

Navidad, fecha de convivencia forzada con la familia. 
Navidad, máxima representación de la gula y la envidia. 
Navidad, hiperbólica manifestación de personas en espacios comerciales. 

Año tras año nos reunimos para conmemorar una consanguinidad azarosa de la que no somos culpables, pero a la que tratamos de darle algún sentido mientras los tíos pesados se escinden de la conversación para soltar una ráfaga de chistes verdes (o, peor, compartirlos a través de memes que han recibido en el WhatsApp), los más pequeños de la estirpe rompen todo a su paso y los de mediana edad van apurando cuanto cuncho de licor se pierda en el despiste de los adultos.

Más allá de la lectura tediosa de la novena, en la que una mamá orgullosa le encarga la lectura de “La oración al niño Jesús” a su párvulo que pasó raspando Castellano, una de las peores tradiciones de esta noche eterna es la entrega de los regalos, de los regalos de mierda. 

Porque hay regalos de mierda. Y seguro alguna vez los hemos recibido con la ilusión de un niño al que le prometieron que cumpliría sus sueños si sacaba buenas notas en el colegio. Y no, paila, todos hemos recibido un regalo de mierda. Los hay en varias formas y según nuestra edad, aunque generalmente vengan de algún tío recién divorciado que acostumbraba pasar sus diciembres en otra geografía con su esposa, hoy se reintegra a la familia y llega tarde a la repartición del amigo secreto. En fin, esta realidad nos cobija a todos. Y en ello debe haber una suerte de consuelo, porque no hay nada más triste que sentirnos solos en nuestra miseria en un mes en el que los comerciales de bebidas carbonatadas nos muestran paisajes nevados y pavos navideños.

Regalos de Navidad

Medias, calzoncillos y pijamas

“Ay, pero, ¿a quién no le sirven unas mediecitas?”, dijo la tía recursiva que guarda los frascos de mermelada para usarlos de vasos para las comidas. Y, sí, es evidente: todos necesitamos estas prendas a diario. Pero, un regalo no tiene que ser necesariamente útil y ese no es un argumento de peso para justificar una decisión de compra de tres unidades por el precio de dos en una tienda de cadena a último momento. 

Postrada en un pesebre por fuerza de la persecución romana, ¿para qué carajos necesitaba María una caja de incienso? ¿Estaban condicionando al mesías a convertirse desde entonces en un líder espiritual? ¿Qué en el nombre del recién nacido es la mirra? Los regalos no tienen que servir para nada. Más bacano si son completamente inútiles y pensados según los gustos de cada persona. No le regale unos calzoncillos ñoños a Fernandito, vea tan grande que está, para que luego los primos se caguen de la risa detrás del chino.  

Juegos de mesa decorativos 

A menos que una persona sea entusiasta de este mágico mundo, evítese regalar estos divertimentos y en especial si son para un centro de mesa. Nada más patético que ver a los primitos estrenar sus carros a control remoto, esas pistolas tan chimbas que disparan dardos de espuma o sus sets de Lego de Harry Potter El señor de los anillos mientras uno se pregunta qué demonios voy a hacer con un triqui de madera. Hágame el favor: un triqui de mierda. Imagínese la escena: el niño emocionado recibe una caja pesada que podría bien ser un cartucho para su consola de videojuegos o una caja de mirra (mentiras, ya, todo bien) y cuando lo abre se encuentra un pedazo de madera pirograbada en nueve secciones y unas piezas de madera culerísimas en forma de equis y círculos. Es como para grabarlo en su desolación. 

A menos que la intención del regalo haya sido darle la lección de que la vida es una porquería y constantemente nos va a desilusionar, no hay mayor mezquindad que empacar deliberadamente un regalo de mierda para ver a la persona que lo recibe perder toda esperanza en el momento en que lo abre. 

Libros 

Si no ha confirmado que a su primito, sobrina, pariente de verdad le gusta leer, absténgase, a menos que sea la saga juvenil de moda. ¿Qué está pensando una persona que le regala El lobo estepario a su sobrinito retraído? ¿Otro tiroteo escolar? Y, bacano, pa’ qué, incentivar la lectura con los índices de analfabetismo por las nubes y no, no, no, todo el día pegados a las pantallas, pero, ¿El lobo estepario? ¿Crimen y castigo¿Narraciones extraordinarias? Estos no son regalos comunes ni siquiera para dar durante el inquietante mundo de la adultez. A mí regáleme Padre rico, padre pobre El monje que vendió su Ferrari para ver si el próximo año sí le pego al perro, me tapo de billete y me voy de este platanal para las vacaciones de diciembre. 

Pregúntele a su ahijada emo (¿todavía hay emos?) si le traman ese tipo de cosas, y si sí, chimba: cómprele una edición bien bonita de un autor, género o tema que le guste leer a ella. Piense que los libros son algo tan personal como el criterio empleado para buscar una pareja, todos tenemos un tipo y no a todos nos traman esas vainas raras. Que a usted le haya volado la cabeza Los cuatro acuerdos no significa que todos los de la familia tienen que entrar en la misma secta que promueve la sabiduría tolteca. Para eso, regáleme un bono. 

Bonos

Muy chimbo y perezoso. Tras de que me obliga a comprar en el almacén de su elección, me corrobora cuánto le importa nuestro vínculo con base al valor de ese pedazo de plástico empacado en un sobre de cartón lacado. Con un moñito todo chanda. No hay mejor manera de decir “No te conozco y me vale huevo conocerte” que regalarle a una persona un bono de la Panamericana. O sea, todo bien, la Panamericana tiene de todo, pero uno quiere que la familia se ponga la diez, que llamen a la mamá y que ésta se haga la loca en susurros para contar en qué está metido uno en ese momento y qué sería bacano regalarle. No le quite el misterio, el juego, a la vaina. Un bono. Todavía vienen en los catálogos de Leonisa y de Pepe Ganga y mi tío se va a hacer el de las gafas con el regalo saliéndose de taquito. Por eso te divorciaste, al fin y al cabo. 

***

Porque la navidad y la temporada de fin de año puede ser un momento difícil para muchos, le recomendamos que lea sobre cómo vivir (Una no tan) feliz Navidad del autor de esta lista de regalos de mierda, algunos Consejos para superar un duelo o lidiar con la pérdida de una mascota, que se anime a escuchar alguno de estos 10 episodios de podcasts sobre salud mental o se ayude a identificar si lo que usted o algún ser querido es tristeza o depresión

Regalos de Navidad
Ignacio Mayorga Alzate

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

Literato e historiador del arte, selector de vinilos y periodista cultural. Aprendió a leer en silencio para que no se lo llevara el Diablo. Fanático de lo periférico, lo terrorífico y lo sangriento. Escribe frases largas y párrafos extensos. No muestra su rostro en video.

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