La Muchacha lanza en vivo su álbum Los ombligos
La artista manizalita se ha lanzado a crear su primer proyecto en colectivo. En el álbum que se presentará este 1 de julio en el Teatro Colón, la acompañan Miguel Velásquez Matijasevic, en el contrabajo, y Camilo Bartelsman, en la batería.
Los ombligos, así se titula el nuevo trabajo discográfico de La Muchacha; un conjunto de canciones crudas, en la misma búsqueda de sus raíces que le ha permitido construir un manifiesto sonoro en conexión con otras voces y con otras vidas.
Este 1 de julio, la artista manizalita estará por primera vez en el Teatro Colón y presentará las canciones que integran su nuevo disco, un proyecto con el que se ha lanzado a crear en colectivo y a explorar nuevas sonoridades, sumando a la voz y guitarra de su formato habitual, el contrabajo y la batería.
La acompañan Miguel Velásquez Matijasevic (United Fruit Co.), en el contrabajo, y Camilo Bartelsman (1280 Almas), en la percusión. Junto a ellos, además de un puñado de canciones convertidas en disco, ha creado algo casi simbiótico.
Las dinámicas de creación de Los ombligos han sido bastante distintas a las de los discos con los que La Muchacha ha venido, canción a canción, construyendo su lugar dentro de la escena musical colombiana. Su proyecto no solo se ha caracterizado por esa mixtura entre lo popular, lo folclórico y las nuevas músicas del mundo, sino que su puesta en escena, despojada de artilugios y con mensajes que hablan de la defensa por la vida, la resistencia de las comunidades y los territorios, el amor y la dignidad humana, ha llegado directo a los afectos de quienes comparten con complicidad su rabia y se identifican con la crítica que hacen sus canciones.
Anteceden a Los ombligos discos como Polen (2018), Canciones crudas (2020) y Más canciones crudas (2021). Al formato y a lo estrictamente musical, se suman las búsquedas conceptuales y temáticas que surgen a partir de las inquietudes de la mujer que habita La Muchacha: a su vez la niña que dejó atrás, la bruja que reconoce llevar adentro, las abuelas y las mamás que tanto referencia en el discurso que teje alrededor de este nuevo proyecto.
En este álbum se lanza a dibujar con canciones el espacio en el que encapsula su lugar de origen. Y sin hallar respuesta a las preguntas que la movilizan, se deja abrazar por su música.
¿Cuál es el contexto en el que nace tu nuevo álbum? No solo social y político, sino personal...
Los ombligos es el primer proyecto que tiene la mira de revolcarme un poquito hacia adentro. Después de haber estado tanto afuera, tan preocupada por las situaciones sociales del país, como poniendo la cara y haciendo evidente mi criterio y mi posición política, con este disco me empiezo a hacer esa pregunta por el origen. Buscando saber de dónde surge la idea de querer hablar de todas estas cosas, de habitar la rabia.
Esa búsqueda me lleva al lugar de esa niña inquieta que de pronto era respondona, y me lleva a preguntarme: “Bueno, y mi ombligo, ¿en dónde está? ¿se quedó en los desechos hospitalarios y listo?”. Siento entonces que no hubo posibilidad de guardarlo en el álbum de fotos como hacían las abuelas o las mamas, sino que se quedó ahí y no se contempló guardar mi ombligo para saber qué hacer con él después. Entendí en todo este proceso que en Colombia y en América Latina existe una costumbre de ombligar, que es como sembrar el ombligo en la tierra y eso indica de dónde vienes y cuál es tu territorio, que es ese territorio al cual puedes regresar siempre.
Todo eso me voló un montón la cabeza y dije “tengo que buscarme el ombligo, tengo que buscar mis ombligos porque puede que no sea solo uno, puede que sean muchos porque no me siento de una sola parte sino de muchas partes”.
Todo este proceso ha sido lindo, pero también me ha exigido habitar un lugar oscuro que no había contemplado antes, es como una tristeza profunda que, si bien estaba asomándose un montón en las canciones, no había reventado. Entonces todo se vuelve súper triste, súper oscuro, súper melancólico. Y supongo entonces que en ese estado está esa niña, medio abandonada, porque ya la adulta, Isabel, está preocupada por otras vainas fuera de sus dolores y de sus sentires, no están ajenas, pero sí están un poco más afuera.
¿A nivel musical ‘Los ombligos’ está un poco desde el otro lado? Lo digo porque comenzaste de manera individual, como solista, pero para este disco vas a echar mano de la colectividad, tendrás un formato trío: contrabajo y batería, y estarás tú, claramente, con la guitarra… ¿Qué implica este cambio de formato?
Es maravilloso. Es empezar a pensarse en colectivo. A pesar de que quiero hablar de cosas profundas de mi ser este proceso será crear con parceros que están resignificando su habitar masculino y su relación conmigo y con la música que estoy haciendo. Además, son dos seres que amo profundamente, son mis amigos del alma y eso también permite que haya un colchón emocional y creativo súper rico, es como una cosa toda simbiótica y deliciosa en la que no nos da miedo opinar sobre lo que está haciendo el otro, y eso cambia todo, cambia el color, las dinámicas, la gestión, cambia la relación musical, la relación personal y el vínculo amistoso, porque empezamos a trabajar todos juntos y eso me gusta mucho.
Yo me siento súper cómoda en mi formato de voz y guitarra. Yo soluciono todo, pero esta vez estoy contemplando la perspectiva de los otros y me siento acompañada, me siento más fuerte, con más soporte.
¿Cómo ha sido pensar la música que estás creando en este nuevo formato? ¿Cómo ha sido la co-creación musical con el contrabajo y la batería?
Ha sido todo un reto, pero ha sido también muy orgánico. Los chicos han sabido recibir mis propuestas. Yo les mostré todas las canciones que tenía, pedazos incluso de canciones que no había terminado y fue como: “Listo, ¡hagámoslo!”.
Ellos han aportado musicalidad desde cada uno de sus lugares, desde sus instrumentos. “¿Qué tal si agregamos este solo?”, “¿qué tal si le agregamos un tambor a esto acá…?”. Son puras exploraciones a partir de lo que han escuchado, de las maquetas que les mostré cuando comenzamos a trabajar y decidimos hacer este disco juntos.
Ha sido relindo intentar construir ese universo entre los tres y es muy bello, ha sido un trabajo sin tropiezos, súper fluido. Y eso le ha aportado mucho a las canciones, se sienten así, yo las siento muy fluidas, sin demasiados esquemas.
¿Qué lugar crees que ocupan todas las colaboraciones que has hecho antes de meterte de lleno en este disco? Has trabajado en este lapso con mujeres como Briela Ojeda y Andrea Echeverry, pero también con proyectos como Realidad Mental y Neck Talese...
Pues todas influyen un montón, todas esas colaboraciones a mí me oxigenan mucho el panorama, me hacen pensar en las otras posibilidades de crear en colectivo, no es como que estas personas pertenezcan a un proyecto conmigo o la banda, son otras colectividades y son otras perspectivas, muy amplias en otros asuntos.
Con Andrea, por ejemplo, exploramos todo este asunto del género, hicimos la canción “No se viola”, que es súper contundente y oxigena mucho porque son otros sonidos. Es también trabajar con una persona que lleva mucho tiempo en este oficio y ejerce su criterio, una persona súper fuerte que admiro un montón y eso me encanta, tener esa posibilidad de compartir esos espacios nutre el proceso creativo que yo tengo.
Siento que con cada persona que yo me junte hay una posibilidad diferente de hacer las cosas, de cantar y de escribir. Por ejemplo, con Realidad Mental, rapero... Yo amo el rap, escucho rap en mi cotidianidad mientras hago muchas cosas. Tener la posibilidad de estar en ese espacio, de hablar con los chicos y chicas que están ahí me vuela la cabeza, me saca de la zona de confort, me pone en otros espacios y me reta creativamente.
Además, con todos he podido establecer un vínculo estrecho de amistad y eso es muy hermoso.
¿Crees que te han encasillado pese a estar haciendo todo este tipo de exploraciones y colaboraciones? ¿Te quieres zafar del encasillamiento?
Sí ha pasado. Me han puesto como 40 banderas en la cabeza: “Tú eres la voz del feminismo”, “tú eres la voz de la protesta”, “tú eres la voz de las comunidades”. Y entonces uno es como: “Juepucha, yo no soy la voz de nadie. Soy otra voz que acompaña a las otras, que ayuda a amplificar, que funciona como un parlante que reparte la información a contextos que no la contemplan mucho. Y eso es lo que más me interesa: tratar de hacer ese camello de “venga escuche lo que está pasando…”. Yo no pertenezco a comunidades que tienen unas cargas y unos sufrimientos muy densos, pero puedo ayudar a que sus situaciones se conozcan en otro lugar.
Todas estas canciones han sido como un asunto de aprendizaje para mí, digamos que me han ayudado a plasmar cómo es que yo veo el conflicto en el país y a descubrir por qué me duele tanto y por qué no quiero ser indiferente... Pero claro, es un encasillamiento muy fuerte porque, además de que tiene una responsabilidad súper dura con los otros y con las otras y les otres, es emocionalmente muy agotador.
A mí a veces solo me convocan a espacios donde tengo que apoyar a las víctimas directas, donde tengo que recibir llanto, donde yo también lloro y donde reciben el llanto mío. Es muy duro y sí necesito descansar de eso.
Siento que debo tratar de decirle a la gente que yo no soy solo esto, que soy muchas cosas y puedo ser grotesca y puedo ser grosera y puedo ser amorosa y puedo ser tierna y puedo ser melancólica y puedo ser, no sé... puedo hacer el reguetón que me dé la gana de hacer y eso no significa que no tenga importancia lo otro que hago, eso no significa que yo que sea una persona vendida… A todo el mundo le encanta juzgar a las artistas y a quienes hacemos esto por las maneras en las que cambiamos, porque les asusta el cambio de una y a una también le asusta cambiar, porque claro, ya tiene un peso ahí, en el concepto que tiene la gente de una, pero necesitamos cambiar, el cambio tiene que ser bienvenido siempre porque es inevitable.
Hablas de Los ombligos como un intento de dibujo de esa búsqueda interna y espiritual que implica volver a tus raíces... ¿Puedes hablarnos de la representación gráfica que La Muchacha ha intentado hacer de este nuevo proyecto musical?
Bueno, eso ha sido muy lindo porque mi oficio es el de artista plástica y he podido habitar el dibujo desde que tengo uso de razón. Es mi columna vertebral, la de mi proyecto y de muchas otras cosas, también de las maneras en las que veo la vida. Si me voy de viaje necesito tener una libreta para dibujar, es indispensable para mí, como el hecho de escribir, necesito hacerlo y ha sido una vaina determinante en mi proceso creativo.
La Muchacha me ayudó a encontrar un punto en el cual fusionar la gráfica con lo que quería decir a través de la música, entonces empecé a hacer los carteles de los conciertos que yo promocionaba sola y empecé a encontrar un estilo que me ha ayudado también a visualizar cómo podría llegar a mostrar gráficamente Los ombligos, pero llegó un momento en el que no quiero hacerlo todo yo, sino que quiero convocar a alguien que me genere visualmente muchas cosas y esa persona se llama Carla Vaccaro, una ilustradora chilena, que es la que se va a encargar de hacer el arte del disco porque me encanta que otra persona pueda sentir y pueda trabajar gráficamente a través de lo que siente con respecto a las canciones.
Esto me permitirá abrir más el proyecto y evitar que se vuelva una cosa súper cerrada en la que yo hago todo, un círculo en el que La Muchacha dibuja, La Muchacha compone, La Muchacha toca la guitarra, y bueno... no. Hay que soltar un poco y esto me da muchas ideas conceptuales de lo que puede ser este universo interno, medio triste, medio oscuro, rebelde también, es súper rebelde y un poco grosero...
Es chévere contemplar la perspectiva de otras personas en cuanto a la gráfica, igual digamos que mi estilo y mis colores y mis apuntes no van a dejar de estar. Hay cosas que yo siempre voy a poner sobre la mesa, que son como detonantes, cosas para que la gente pueda crear a través de o se sientan motivadas para crear.
¿Cuál es todo el equipo que has estado consolidando detrás de La Muchacha?
Lo más lindo de todo este equipo es que, aparte de hacer su trabajo maravillosamente, son mujeres. Tenemos a La Prima en las luces y a Antonia en el sonido, eso es muy bello. En la gestión tenemos a Vanessa, tenemos a Greeicy. Que sea la mayor cantidad de personas y mujeres dentro del equipo es hermoso y cambia un montón la perspectiva. Yo lo siento muy lindo y poderoso. Lo que hemos venido pensando ha resultado de una manera súper orgánica, intentando también convocar, convocar a gente que resuena con el proyecto y que hace un camello que nos encanta.
Sabemos que es gente que está sintiendo lo que está haciendo, que no lo hace porque es un encargo. Son personas que realmente sienten que les trama estar en el proyecto. Y que sean mujeres pues lo hace todo mejor porque sabemos de la ausencia de las mujeres en todos los espacios culturales y mucho más en el sonido, por ejemplo, donde siempre subestiman la manera en que las mujeres pueden hacer las cosas, manejar una consola o ser roadies o stage manager. Siempre pasa y tenemos mujeres muy talentosas que hacen este trabajo porque quieren y porque lo aman y porque tienen el conocimiento.
¿Cuál es el estado actual de Los ombligos?
Como todavía no lo hemos grabado hay muchas cosas que pueden variar, por ahora estamos contemplando lo que va a pasar en el en vivo y las sensaciones que va a generar la música en el show. Pero es bien particular porque tengo más juegos de voces y yo soy la que está controlando los reverbs y ecos que tengo en la voz, solo tengo dos pedales pero ya me toca hacer un trabajo extra, nunca había tenido pedales en mi vida, incluso llegaban momentos en los que yo no lo contemplaba y decía: “¡No, eso para qué! Es suficiente con la guitarra”.
Lo cierto es que estamos jugando muchísimo y eso me pone en un estado súper pendiente de todo lo que está pasando y me empuja a trabajar un color que nunca había contemplado.
Lo de los pedales es muy divertido, por ahora no tiene más nada que esos dos pedales, el contrabajo y la guitarra, también el contrabajo en arco. Hay cosas que están súper lindas. Es eso, intentar explorar. Hay cosas que no son rígidas en ese azar creativo, puede que en algún momento diga que ya no quiero los pedales y pida que los pongan desde la consola y ya está, eso también podría cambiar, pero lo que estamos haciendo por ahora es apostándole a la idea de crear a través de cosas que yo pueda manipular. Esas son las principales características del sonido del disco y ya.
Y en cuanto a las canciones…
Tengo un par de canciones que han estado guardadas durante mucho tiempo, desde 2018. “El sueño” y “La oscura”, que son totalmente diferentes una de la otra.
Una va sobre los derrames petroleros en el agua y la segunda es como de un sueño que tuve una vez y me dejó la cabeza volada. Las abandoné y poderlas retomar en este proyecto me parece muy hermoso.
No todas las canciones tienen que ser nuevas, no todas las tuve que haber creado en el estado emocional en el que estoy ahora, también puedo revisar lo que hubo antes para entender que todo esto ha sido un proceso muy largo, el poder llegar hasta donde estoy.
El disco está compuesto por retacitos, coger allí, coger acá, explorar pedazos de canciones que son experimentales y se vuelve una cosa toda teatral. Entonces está bacano. Eso es todo lo que puede contemplar este disco...
Para terminar, cuéntanos qué es Los ombligos, además de ser tu nuevo disco, el cuarto de tu discografía...
Yo creo que es volver al origen, buscar las maneras de habitar ese origen y contemplar la idea de que tú vienes de algo y que ese algo construye permanentemente toda la visión que tú tienes, en este caso la mía como mujer, como cantante, como niña, como abuela, como bruja, como mujer triste o como mujer rabiosa. Este disco tiene un asunto que es volver al origen, preguntarse por dónde está mi ombligo y cuál es ese ombligo y de dónde viene, a qué huele, a qué sabe, a qué suena.
Los ombligos es contemplar el puro origen de las cosas y siento que es una vaina que no se va a quedar solo en el disco, va a ser un proyecto de investigación real que también quiero llevar a la parte visual en la que quiero hacer unos fragmentos de video que traten de investigar e ir un poco más allá, indagando de dónde viene ese ombligo y cómo se enlaza con cuestiones como las de ombligar en las comunidades.
Es mera pregunta por el origen, por revolcarme internamente ese montón de ombligos que tengo ahí sueltos y que necesitan conexiones.
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