El arte de ilustrar desde el instinto de Feel Fish
Hablamos con uno de los finalistas del Salón Visual Bacánika 2021 sobre ilustración, demonios japoneses, el Síndrome del impostor y lo que ha representado para él haber participado en esta convocatoria que continúa abierta para 2022.
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A veces es así. Estás navegando por la web y te topas con una imagen que te estremece, que te obliga a parar en medio del ruido digital para mirarla con detenimiento y apreciar la artesanía detrás de su factura. Así son las imágenes de Jorge Armando Cadavid, @feelf1sh, quien lleva un buen tiempo dedicado a la ilustración como independiente. La falta de dinero para finalizar sus estudios no fue un obstáculo para concretar sus sueños sino, por el contrario, una motivación para seguir creando, dándole forma a sus fantasías a través de un estudio juicioso del Pantone, el uso de pinceles texturizados y una serie de referentes poco usuales que le han permitido hacerse un nombre en el campo de la ilustración colombiana.
“Desde siempre me ha gustado el dibujo”, explica el ilustrador colombiano. “Entré a la Universidad Jorge Tadeo Lozano a estudiar Diseño Gráfico. De los ocho semestres de la carrera, solo pude terminar cuatro. No hubo dinero. Pero, bueno, mientras tanto yo hacía ilustraciones por mi propia cuenta”, añade sobre su trayectoria. De esta manera, sin un diploma, pero con la convicción de que este era su camino, Cadavid empezó a buscar comisiones a través de Internet para poder solventar sus gastos. “Entré al SENA durante un año para estudiar ilustración. Era un tema muy complejo porque tocaba cumplir con las clases y con los encargos que tenía estando todo el día en clases. Así es que, después de un tiempo, decidí salirme de ahí y probar el freelance”, complementa. A partir del portal UpWork el creador colombiano empezó a recibir encargos internacionales, empezando a definir un estilo propio que contrasta en sí mismo por la variedad de referencias que colindan en su obra.
El tiempo de estudio le aportó herramientas y la disciplina que, a veces en el mundo creativo, hacen toda la diferencia. “La Universidad me sirvió completamente. Aprender a entregar un trabajo a tiempo, saber manejar los deadlines”, explica. Así mismo, sus intuiciones empezaron a tomar forma a partir de recursos técnicos y teóricos que había aprendido en las aulas.
Dotado de estas herramientas, Cadavid ha venido dando forma a un universo en el que demonios y brujas coexisten entre colores vívidos y manchas. “Aprendí toda la teoría en la universidad y la empecé a aplicar una vez comencé a empaparme de los referentes correctos. Moebius es uno de mis grandes referentes, adoro el dibujo de Moebius. Otro de mis referentes es Sergio Toppi: un ilustrador italiano de cómic que tiene un estilo único. Cuando lo vi pensé que nunca había visto nada igual. Lo mismo me pasó con Moebius”, explica sobre ilustraciones como “Trip” en la cual las líneas del ilustrador de El Incal tienen una incidencia directa.
“En mi trabajo intento crear algo único. Así sea desde un concept art, que es un poco más comercial. Trato de hacerlo lo más peculiar posible. Eso me ha llevado a un pequeño dilema, pues va por etapas y aparecen cosas muy distintas. Me aburro mucho si me quedo en un solo estilo. Estoy constantemente cambiando y haciendo cosas nuevas. Eso, a nivel comercial, no es tan buena idea. La gente suele buscar a un diseñador que es conocido por un solo estilo. Pero yo trato de variar mucho, me parece más interesante”, explica. Si hubiera que definir, y limitar, su estilo se podría decir que hay un interés por la ilustración fantástica, en cuyo universo los elementos y criaturas parezcan vivos. Allí, se permite el “error” de la tinta, la mano alzada imprecisa y el uso del color texturizado para crear criaturas vívidas que apenas pueden contenerse en la pantalla de los dispositivos desde los que se les observa.
“Volvemos a Moebius y la revista Heavy Metal. Ese tipo de ilustración me causó mucha impresión cuando la conocí. Empecé a rebotar entre distintos referentes como Frank Frazetta, un padre de la ilustración fantástica. Casi todos estos utilizaban la ilustración análoga (Esteban Maroto, Stefano Tamburini, Tanino Liberatore, Pepe Moreno, H.R. Giger, entre muchos otros). Busqué meterle eso a mi ilustración que es siempre digital. No hay bocetación. Principalmente porque es caro trabajar en análogo, pero aun así quería que se viera plástico, que se sintiera como algo análogo”. En “Oni #1”, por ejemplo, Cadavid construye un demonio de inspiración japonesa para jugar con una mancha de tinta emulada a través de su tableta. “Yo empecé a meterme en ese tipo de concursos con Volcán Ediciones. No gané. Pero me inventé un estilo. Tenía ganas de hacer algo 2D, pero que se sintiera como una pintura”.
El proceso de Cadavid es particular, pues escapa de la bocetación y es más cercano al dibujo libre. “Empiezo a hacer manchas. Me voy con mi composición inicialmente. Para iniciar una ilustración hay dos cosas que busco primero: la composición y el color. Una vez tengo el color cuadrado, empiezo con la composición haciendo manchas. Manchas en un lienzo en blanco. Pienso que cualquier pintura, sin importar cuán hiperrealista sea, al comienzo es un cuadro abstracto. Busco una mancha que tenga un equilibrio adecuado en la composición. A partir de ahí empiezo a ver qué puedo hacer con los colores, qué tipo de historias puedo contar”. Así, de su lápiz digital, han brotado demonios, brujas y serpientes voladoras que habitan parajes desérticos. Pero también encargos para el mundo de la música como ha sido su colaboración constante con el sello colombiano de electrónica Candy Flip, que lo buscó después de participar y ser finalista del Salón Visual Bacánika 2021.
“He trabajado principalmente con clientes internacionales, he tenido muy poco trabajo aquí en Colombia. Aunque me ha llegado más desde el último Salón Visual, en el que quedé de quinto. Me trajo muchas oportunidades en Colombia. Me ha permitido tener un flujo de trabajo constante con el que me siento cómodo. He estado trabajando muchísimo con Candy Flip y, de tanto trabajar en el mundo de la música, llegó a mí una banda que se llama Cacao Munch, hice la portada para su último sencillo, ‘Lamento’”, explica sobre su participación en el Salón Visual Bacánika con una pieza “Sin título”, que ahora hace parte de su serie de Onis, demonios japoneses que lo han inspirado.
En relación con eso, Cadavid invita a todos a dejar de lado las dudas, arriesgarse a crear y a participar en convocatorias para ir mejorando el estilo de cada uno. “El típico síndrome del impostor es el que se siente cuando uno tiene miedo al éxito básicamente. Esa voz está constantemente diciendo ‘no, esta persona ya es famosa, está muy metida en la industria. No soy como ella’. ¡Claro! Porque no ha hecho nada aún, hay que crear primero”, explica. “Siempre he buscado la ilustración. Aunque haya tenido que dejar la universidad y aunque me dio muy duro perder eso, me está yendo bastante bien, tengo buen trabajo”.
Imágenes: Jorge Armando Cadavid / @feelf1sh
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