El bus como hogar
Proyecto San Antonio es una iniciativa que quiere promover un estilo de vida consciente y respetuoso con la naturaleza. Su nombre se debe al santo, pero más allá del cliché religioso busca poner de cabeza al mundo con su propuesta.
La iniciativa nació de Ana Tovar –diseñadora industrial– y Julián López –diseñador industrial y gráfico–, que hace tres años quisieron darle la vuelta a sus vidas y emprender una idea que tenían en la mente: salir de la ciudad, ir al campo, crear un lugar ecológico, amable con el medio ambiente, donde pudiesen vivir de manera sustentable y, sobre todo, estuviesen presente el arte y el diseño. Este proyecto está ubicado en La Calera, exactamente en la vereda El Triunfo, finca San Antonio. Aquí siembran y cultivan, cocinan con varios alimentos que se dan en su finca, hacen trueque con los campesinos de la zona, reforman la finca donde viven, tienen dos lagos, una vista preciosa y un lugar confortable, acompañados por perros, gallinas, vacas y caballos.
Julián y Ana crearon un laboratorio de arte y diseño a partir del uso de materiales reciclados, el provecho de las propiedades y beneficios de la naturaleza, el apoyo y colaboración de varias personas –familiares, amigos, voluntarios– y mucho entusiasmo. Ellos han logrado mantener esta idea, que se conforma como una ventana para demostrar un estilo de vida distinto. Viven en un bus reciclado, restaurado y adecuado como un hogar al que llamaron “El Bus Hogar” y, aunque suene muy alternativo y loco, en realidad habitar este vehículo es más económico que una casa propia porque, para empezar, paga menos impuestos.
Fueron dos años trabajando en el proceso de transformación de lo que eran “pedazos de chatarra gigante” a lo que ahora es su Bus Hogar. Además, recuperaron espacios de la finca San Antonio, como el lago, los jardines y el gallinero, también construyeron huertas y crearon un horno y estufas de barro, entre otras cosas.
Hoy cuentan con dos buses: el Hogar y El Dorado. El segundo parece extraído de un cuento: aquí se lleva a cabo otra de sus iniciativas, “El Dorado Tattoo”, una galería de arte en la montaña, donde tatúan y rescatan los saberes de los pueblos ancestrales a partir de obras plásticas, ilustraciones y objetos de diseño creados por ellos y por amigos de la casa. Alrededor de la finca hay espacios intervenidos artísticamente, como las materas, el gallinero, los columpios y unos vestidos para los árboles.
El proyecto ha logrado fortalecerse con eventos, festivales y encuentros que se hacen allí, en los que reúnen a personas que quieren conocer esta idea, pasar un buen rato alejados de la ciudad y aprender cosas útiles sobre el medio ambiente. Ana y Julián han recibido a varios voluntarios de distintas partes del mundo, que han ayudado a construir y brindar un toque de otras tierras a este laboratorio en el campo.
El Proyecto San Antonio ha sido una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo, que cambió la vida de esta pareja: ahora se despiertan cada día con tranquilidad y ganas de continuar transformando, mejorando y demostrando la sostenibilidad de una pequeña parte del mundo a partir de la reutilización y el cuidado de la naturaleza.
Conozca más sobre Proyecto San Antonio a través de Facebook o Twitter.
Y sí, la vida en el campo es muy linda.
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