El poder de la ballena
-Septiembre 3, 2019
Graffiti, calle y una fuerte voz femenina. Sobran razones para no perderse la primera película de Catalina Arroyave, vívido retrato de la vibrante Medellín de estos días. El estreno en salas de 'Los días de la ballena' es este 5 de septiembre: imperdible.
L
o mejor de que cada vez haya más películas escritas y dirigidas por mujeres en Colombia, es que nuestro cine se enriquece con sus historias y miradas propias. Los días de la ballena,, la ópera prima de Catalina Arroyave, escrita y dirigida por esta joven directora paisa, cuenta una historia diferente dentro de una temática que ha sido ampliamente tratada en nuestra producción cinematográfica. La realidad de los barrios populares de Medellín esta vez es narrada desde la inusual mirada de una protagonista que es una joven grafitera de clase media alta.
Desde su estreno en el Festival de Cine de Cartagena este año –donde hizo parte de la selección oficial en la categoría de cine nacional– la película ha hecho mucho ruido. Después de ganar el premio del público en el Festival de Cine Colombiano de Nueva York y el Premio Cherry Picks Female First Feature Award, a partir del 5 de septiembre la cinta se exhibirá por fin al público, en un un circuito no convencional de salas y espacios abiertos, una decisión que refleja el espíritu urbano y alternativo de esta historia.
Aunque el argumento no es autobiográfico –Catalina nunca antes había rayado una pared antes de hacer esta película–, la directora sí se identifica con la protagonista: “De alguna forma Cristina es una versión de mí que me habría gustado ser más que la que fui”, nos dijo cuando hablamos con ella. Además de venir de un barrio de clase media alta y haber asistido a una universidad privada, Catalina comparte con Cristina comparte dos rasgos fundamentales: la curiosidad por salir de su burbuja cotidiana, en una ciudad de fronteras invisibles entre los barrios, y el deseo de hacer parte de un movimiento predominantemente masculino, como lo son el cine y la escena grafitera.
El grafiti es un gran componente de la película. Sin duda, el arte urbano se ha hecho fuerte en la capital paisa, con 7 ediciones del festival de grafiti Pictopia, y un controversial grafitour por la Comuna 13 que organizan sus mismos habitantes desde hace varios años. Y hay una razón por la que esto ha sucedido, porque junto con el movimiento del hip hop, el grafiti se ha convertido en una herramienta para resistir a la violencia y la exclusión. Así lo explica Cábala, un joven hiphopero que es guía turístico de la Comuna 13: “lo que salvó a la comuna no fueron las escaleras eléctricas, sino el hip hop, junto con el break dance y el grafiti”.
La película de Arroyave, de alguna forma también es un homenaje a los grafiteros de la ciudad. La mayoría de escenas exteriores de la película muestran las intervenciones que se suelen ver en las calles de Medellín. Aunque muchas de ellas, alrededor de 24, fueron hechas específicamente para la filmación. En vista de que los grafiti son frecuentemente borrados, Catalina invitó a varios artistas urbanos conocidos, como La Plaga, Rarónica, Señor Ok, Jomac y Yaf_azz, y colectivos como Los Chonetos y Elemento ilegal para intervenir los muros y para entrenar a los actores que personificaban a los grafiteros protagonistas, Cristina y Simón.
En el centro de la motivación de su historia, al igual que en el cine realista del gran referente paisa, Víctor Gaviria, está el deseo de hacer una crítica social. Para entender la escena del arte urbano se dedicó a hacer trabajo de campo y encontró que en Medellín además de las fronteras invisibles en los barrios hay grupos pandilleros y paramilitares que son los que mandan, y dicen dónde se puede o no se puede pintar.
Sin embargo, la película tampoco se agota en una mirada realista, también tiene un componente poético. No solo vemos la distancia social entre los mundos en los que se mueve Cristina, sino que conocemos su mundo interior, su vida familiar y su experiencia en el amor. El espectador puede disfrutar de la mágica aparición de una ballena que se pasea por el río Medellín y luego encalla en la Avenida Oriental.
Desde su estreno en el Festival de Cine de Cartagena este año –donde hizo parte de la selección oficial en la categoría de cine nacional– la película ha hecho mucho ruido. Después de ganar el premio del público en el Festival de Cine Colombiano de Nueva York y el Premio Cherry Picks Female First Feature Award, a partir del 5 de septiembre la cinta se exhibirá por fin al público, en un un circuito no convencional de salas y espacios abiertos, una decisión que refleja el espíritu urbano y alternativo de esta historia.
Aunque el argumento no es autobiográfico –Catalina nunca antes había rayado una pared antes de hacer esta película–, la directora sí se identifica con la protagonista: “De alguna forma Cristina es una versión de mí que me habría gustado ser más que la que fui”, nos dijo cuando hablamos con ella. Además de venir de un barrio de clase media alta y haber asistido a una universidad privada, Catalina comparte con Cristina comparte dos rasgos fundamentales: la curiosidad por salir de su burbuja cotidiana, en una ciudad de fronteras invisibles entre los barrios, y el deseo de hacer parte de un movimiento predominantemente masculino, como lo son el cine y la escena grafitera.
El grafiti es un gran componente de la película. Sin duda, el arte urbano se ha hecho fuerte en la capital paisa, con 7 ediciones del festival de grafiti Pictopia, y un controversial grafitour por la Comuna 13 que organizan sus mismos habitantes desde hace varios años. Y hay una razón por la que esto ha sucedido, porque junto con el movimiento del hip hop, el grafiti se ha convertido en una herramienta para resistir a la violencia y la exclusión. Así lo explica Cábala, un joven hiphopero que es guía turístico de la Comuna 13: “lo que salvó a la comuna no fueron las escaleras eléctricas, sino el hip hop, junto con el break dance y el grafiti”.
La película de Arroyave, de alguna forma también es un homenaje a los grafiteros de la ciudad. La mayoría de escenas exteriores de la película muestran las intervenciones que se suelen ver en las calles de Medellín. Aunque muchas de ellas, alrededor de 24, fueron hechas específicamente para la filmación. En vista de que los grafiti son frecuentemente borrados, Catalina invitó a varios artistas urbanos conocidos, como La Plaga, Rarónica, Señor Ok, Jomac y Yaf_azz, y colectivos como Los Chonetos y Elemento ilegal para intervenir los muros y para entrenar a los actores que personificaban a los grafiteros protagonistas, Cristina y Simón.
En el centro de la motivación de su historia, al igual que en el cine realista del gran referente paisa, Víctor Gaviria, está el deseo de hacer una crítica social. Para entender la escena del arte urbano se dedicó a hacer trabajo de campo y encontró que en Medellín además de las fronteras invisibles en los barrios hay grupos pandilleros y paramilitares que son los que mandan, y dicen dónde se puede o no se puede pintar.
Sin embargo, la película tampoco se agota en una mirada realista, también tiene un componente poético. No solo vemos la distancia social entre los mundos en los que se mueve Cristina, sino que conocemos su mundo interior, su vida familiar y su experiencia en el amor. El espectador puede disfrutar de la mágica aparición de una ballena que se pasea por el río Medellín y luego encalla en la Avenida Oriental.
Los actores de la película, fiel a la herencia del cine realista paisa, son en su mayoría naturales –incluyendo a los dos jóvenes protagonistas–. Sin embargo, el personaje del padre de Cristina es interpretado por el actor Christian Tappán, quien en su trayectoria cuenta con papeles en producciones como Escobar, el patrón del mal, Narcos y Paraíso Travel. La cinta también cuenta con la actuación de Juan Carlos Fonnegra, el cantante de la legendaria banda de hip hop Alcolirykoz, quien como cuenta la directora, participó en todas las actividades que requirió el entrenamiento de los actores naturales, junto con el resto del joven reparto.
El significado de la ballena puede ser interpretado de distintas maneras, pero no es difícil leer en ella la representación de un elemento femenino. ¿Por qué una ballena y no otro animal? Porque “viajan un montón, cuidan a los bebés y es el animal favorito de mi mamá”, explica Cristina en un momento de la película. En contraste con el mundo masculino de la violencia de Medellín, Cristina va a rayar las paredes no solo como una acción política, sino para expresar lo que siente, y el mundo de sus afectos. En medio de luchas de poder y violencia, expresar los propios sentimientos puede resultar transgresor, aunque estos no siempre sean bien recibidos.
El significado de la ballena puede ser interpretado de distintas maneras, pero no es difícil leer en ella la representación de un elemento femenino. ¿Por qué una ballena y no otro animal? Porque “viajan un montón, cuidan a los bebés y es el animal favorito de mi mamá”, explica Cristina en un momento de la película. En contraste con el mundo masculino de la violencia de Medellín, Cristina va a rayar las paredes no solo como una acción política, sino para expresar lo que siente, y el mundo de sus afectos. En medio de luchas de poder y violencia, expresar los propios sentimientos puede resultar transgresor, aunque estos no siempre sean bien recibidos.
Para una mujer joven, las inseguridades de la calle pueden ser más peligrosas que para los demás, y si viene de un estrato medio alto, los barrios prohibidos aún más impenetrables. El dilema de Cristina de exponer o no su mundo interior, contenido en la ballena, es también el dilema femenino de atreverse a hablar o no por miedo a estar fuera de lugar; un miedo del que afortunadamente cada vez parecen estar más conscientes las mujeres de nuestra generación. “En eso soy exactamente yo”, explica la directora, “el cine mismo es un lugar que hace unos años no estaba tan abierto al universo femenino y nos ha tocado pelear y pelear, e insistir en que las historias que tenemos también merecen ser contadas”.
En medio de luchas de poder y violencia, expresar los propios sentimientos puede resultar transgresor. Aunque las emociones no siempre sean bien recibidas, solo a través de ellas podemos conectar con el otro. En el reconocimiento y en la expresión de nuestro mundo interior hay una enorme riqueza. Y el universo de lo femenino se parece mucho a poder estar cerquita de esas emociones internas. Ese es precisamente el gran reto que tiene Cristina, la protagonista, y el enorme poder que late en la posibilidad de su ballena imaginaria.
En medio de luchas de poder y violencia, expresar los propios sentimientos puede resultar transgresor. Aunque las emociones no siempre sean bien recibidas, solo a través de ellas podemos conectar con el otro. En el reconocimiento y en la expresión de nuestro mundo interior hay una enorme riqueza. Y el universo de lo femenino se parece mucho a poder estar cerquita de esas emociones internas. Ese es precisamente el gran reto que tiene Cristina, la protagonista, y el enorme poder que late en la posibilidad de su ballena imaginaria.
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