Koko y Mateo Stivelberg
La historia de 18 minutos, protagonizada por Mario Duarte y Andrés Torres, se desarrolla a partir del encuentro entre un mimo y un payaso que intentan comunicarse en medio de una situación de conflicto.
¿Cómo surgió la idea de Koko? ¿Cómo llegaron a la idea de contraponer un payaso y un mimo?
La idea de Koko surgió porque necesitábamos un proyecto para una convocatoria del año pasado y Camilo hacía rato quería hacer algo con payasos. Empezamos a mirar distintas versiones e historias y llegamos a esta idea de contraponer payasos y mimos. Nos pareció un enfrentamiento muy bonito, artístico y casi milenario, entonces más o menos por accidente llegamos a esa idea.
¿Cómo fue el proceso de rodaje, la escogencia de la locación y de los actores?
Fueron dos días de rodaje en una casa del barrio La Candelaria; un día de ensayos y otro de prueba de maquillaje y rodaje. Encontramos la locación cuando estábamos rodando un video clip hace un tiempo y ya teníamos la idea de Koko en la cabeza; la casera escuchó que estábamos buscando una lugar y nos mostró el altillo de esa casa, el cual estaba completamente abandonado hacía varios años y, de hecho, de las cosas más bonitas que tiene el corto es esta locación.
¿Cómo fue el trabajo de dirección de actores?
El tema con los actores fue muy particular porque en algún momento habíamos pensado que los personajes, tanto el payaso como el mimo, fueran jóvenes. Luego, yo me encontré a Mario Duarte, hablamos de varias cosas; le comenté a Camilo y nos pareció que la cosa iba por ahí. Lo que en un principio nos parecía que fuera un soldado inocente, joven, que no sabe qué es lo que pasa, cambió radicalmente a un soldado con mucha más experiencia y guerras encima. Andrés Felipe ha trabajado muchas veces conmigo y me parece que es un actor muy preparado, entonces creo que fue apto para este personaje.
¿Cuál era el tema central que querían abordar en el corto, la problemática detrás de la historia?
Acá hay una guerra civil desde hace más de 60 años y me parece que todavía no está claro qué es lo que pasa, porqué se están peleando; hay muchas hipótesis y uno puede creer lo que quiera dependiendo de los ideales. En este caso es un poco similar, yo creo que estos dos personajes no entienden muy bien porqué se están peleando pero saben que tienen que hacerlo y son ciegos frente a la opinión del otro.
¿Cómo nació La Guapa films?
Es una idea que Camilo y yo teníamos desde hace mucho tiempo. Recién llegado de Argentina, intenté este experimento y me choqué durísimo, yo era muy chiquito y todavía no entendía de qué se trataba esto. El trabajo en televisión me ayudó a madurar en términos de cómo funciona una productora. Entonces La Guapa es una consecuencia de lo que hace rato venía sucediendo en la cabeza de Camilo y en la mía. Estamos muy contentos porque con este año cumplido demostramos que vamos por buen camino.
¿Qué elementos identifican su cine y los proyectos que quieren impulsar con la productora?
Independientemente de la parte técnica y de lo virtuoso que uno pueda ser en términos narrativos hay algo de honestidad, que es un concepto que estoy empezando a desarrollar. Me parece que las historias tienen que tener transparencia y honestidad, sin caer en posturas y discursos panfletudos. Yo creo que eso se logra con un termómetro interno; independientemente de la respuesta del público es la tranquilidad que siento en términos del resultado.
¿Cómo ha sido el proceso de instalar una productora en Colombia, donde no hay industria cinematográfica?
Aquí realmente las productoras que más producen son las que se dedican a hacer comerciales y nosotros somos conscientes de que ese es un camino por el que nos tocar pasar y, de hecho, ya lo estamos haciendo. Acá el tema no es tanto de poner la productora sino de implementar una cultura cinematográfica que no existe: no tenemos sindicatos ni un ente regulador más allá de la Ley de Cine y de sus distintas ramas. Me parece que eso es un impulso muy válido y que todos los que nos dedicamos a esto agradecemos porque de todas formas nos permite hacer lo poco que se hace.
¿Qué tipo de cinematografía le gustaría desarrollar como director? ¿Qué temas le interesan?
Definitivamente me he dado cuenta, a medida que hago esto, de que quiero hacer una cinematografía en donde haya un muy buen contenido y un guión muy sólido porque así es más fácil. Ya después vienen las distintas posturas o puntos de vista de cada realizador. Es difícil tratar de vender una película colombiana en donde no hayan problemas de droga o de violencia o en Argentina una donde no hayan problemas de dictadura o en Brasil una donde no haya pobreza. Pero me parece que eso no es ni cine colombiano ni cine brasilero ni cine argentino, entonces creo que todavía estamos buscando una identidad.
¿Para usted cuál es la identidad del cine colombiano?
Yo no creo que exista una identidad en el cine colombiano o por lo menos no lo veo tan claro. Me parece que el mismo cine latinoamericano está en esa búsqueda de identidad. Así mismo, el cine latinoamericano, y más el colombiano, tienen un gran estigma y es el que atrae. Puede que todo aquello sea una de nuestras realidades, pero no es la única.
¿Qué otros directores o películas colombianas recientes le gustan?
De directores colombianos me gusta lo que hace Carlos Moreno, me parece muy interesante; es una persona que ha sabido equilibrar el hacer cine comercial y cine de autor; es un tipo muy inteligente y muy honesto en su trabajo. Andy Baiz también, creo que su última película es excelente, no la siento muy colombiana, pero de pronto esa es la idea. Me encanta también lo que hace Luis Ospina, él es un referente.
¿Qué proyectos tiene como director y con otras producciones?
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