Medellín, la casa del reggaetón
Este es un recorrido por la que algunos llaman la capital mundial del reggaetón.
En Puerto Rico, país donde nació el reggaetón, hay dos emisoras de este género (solo una de ellas dedicada las 24 horas al perreo). En Medellín hay cinco en las que solo suena esta música y en Colombia, aproximadamente 40 emisoras lo ponen en su programación diaria.
No es necesario estar mucho tiempo en Medellín o investigar a profundidad para darse cuenta de que esta ciudad, además de muchas otras cosas, es la capital del reggaetón. Ha sabido adoptar el género y hacerlo crecer. Hablamos con dos personajes importantes de esta industria y visitamos tres fiestas para que ustedes mismos vean cómo se produce y se consume el perreo.
En 2003, Héctor Camargo realizó el primer concierto masivo de este género en Colombia. En marzo de ese año tuvo lugar en el Estadio Atanasio Girardot Los Bosster del Reggaetón, un evento con un cartel, aún hoy, increíble: Daddy Yankee, Ivy Queen, Tego Calderón, Don Omar y Héctor y Tito le armaron la fiesta a 40.000 asistentes. El género empezó a sonar en todo lado y arrancó la movida de la que algunos llaman “música urbana” en Colombia.
Diez años después, Camleon Nation, la empresa de Santiago Camargo, hijo de Héctor, puso a bailar a 15.000 personas en la Plaza de Toros La Macarena con una segunda versión de este concierto: Zion y Lennox, Jory, Arcangel, Jowell y Randy, Ñengo Flow, J Álvarez, Divino y, de nuevo, Daddy Yankee estuvieron en la lista.
¿Qué hace a Medellín la casa del reggaetón?
Alejandro Hincapié, de 31 años, empezó en 2005 a trabajar con el entonces desconocido J Balvin y dos años más tarde trajo por primera vez a Ñejo y Dalmata a la ciudad para una fiesta privada. Actualmente, es el tour manager de Andy Rivera y está dentro del proyecto de un nuevo artista.
Alejandro afirma que el primer lugar que le abrió las puertas al género que, para 2005 ya estaba pegado en Puerto Rico, fue Medellín. La ciudad recibió a artistas como Daddy Yankee y Wisin y Yandel y para los puertorriqueños, que además eran los únicos haciendo reggaetón, se volvió esencial pegar su música en Medellín.
Al mismo tiempo, en la ciudad empezaron a gestarse los primeros proyectos de esta música y a nacer los primeros artistas: Golpe a Golpe, El Tigre, Final y Shako, Reykon y J Balvin están en esa camada que más tarde creó el género con sello colombiano. Para Alejandro, la característica principal de ese estilo local ha sido desde un principio el cambio en las letras. El cantante boricua estaba acostumbrado a crear una música más explícita y el colombiano comenzó a darle la vuelta a para hablar de cosas más suaves, como el amor y la belleza.
Santiago Camargo, quien fue production manager de J Balvin y de Nicky Jam, trabaja ahora con su empresa haciendo eventos a nivel nacional y es uno de los representantes, junto con José David Rivera (DJ Pope, el pinchadiscos de J Balvin), de la oficina de managment de Zion y Lennox.
“El género pegó porque, a pesar de sus letras vulgares, era refrescante para una generación que estaba creciendo al ritmo de las baladas –“música para planchar”– y lo que se ponía de moda en Estados Unidos –especialmente el hip hop–”, asegura Santiago.
Por otro lado, María Isabel Saldarriaga, una de las asistentes más frecuentes a las fiestas y conciertos de reggaetón en Medellín, afirma que para ella las mujeres pasan por alto el mensaje de las canciones. “Se disfruta más del ritmo que de la letra. El reggaetón es un género que incita a bailar y eso muy poca gente puede negarlo”.
Felipe Cardona, fan paisa del perreo dice: “claro que hay unas letras muy sucias. Primero las que tratan a las mujeres como se les da la gana y luego unas que hablan como de pura mafia… pero a uno le gusta sentirse medio criminal a veces, aunque no haga nada, solo con la música. Igual hay letras bonitas que están saliendo ahora, pero otras, como esa canción “Cuatro babys” de Maluma, ¡muy porno!”.
Para hacerse una idea, un show de un artista colombiano de reggaetón cuesta en este momento aproximadamente 150.000 dólares (casi 500 millones de pesos) más los costos que hay que cubrir de todo su equipo de trabajo (que pueden ser hasta treinta personas). Por otro lado, la realización de un video de este género cuesta entre 30.000 y 100.000 dólares (entre 100 y 400 millones de pesos) con una productora paisa.
Esta es una de las razones por las que boricuas como Ñejo y Nicky Jam han decido radicarse en Medellín: tienen todo su negocio concentrado en la ciudad que más se mueve en este género. “Lo que ha logrado esta migración es la calidad de la industria musical de Colombia. El reggaetón fue por mucho tiempo un género caprichoso en Puerto Rico; en Colombia empezaron a preocuparse más por la producción musical y por la imagen de los artistas”, afirma Alejandro Hincapié. De hecho, la mayoría de los artistas son representados actualmente por los sellos más grandes del mundo, Sony Music y Capitol Latin, entre otros. El reggaetón ya no es una cosa de barrio bajo ni mucho menos independiente.
Para algunos, el cuarto de hora del género urbano pasó hace al menos cinco años y la bachata ocupó su lugar; para otros, musicalmente no sucede nada: se quedó estancado en ritmos predecibles y letras que apelan al sexo y a la mujer como objeto. Sin embargo, el futuro de este género sigue siendo amplio y, tal como lo cuenta Santiago, en lugares tan inesperados como Bulgaria y Rumania, él y su empresa han agotado entradas para shows de solo reggaetón.
Para los empresarios paisas, Medellín se estableció como la capital del género por los bajos costos de producción y las ganancias que genera. Un disco de reggaetón se puede hacer en dos meses y pega muchísimo; una semana después de su lanzamiento, su público ya está pidiendo más. Mientras que un disco, por ejemplo, de pop, se puede tomar hasta dos años en su realización. Por eso, “los popseros se están volviendo reggaetoneros”, concluye Alejandro Hincapié.
Estuvimos en tres epicentros del perreo en Medellín
The Haçienda es una empresa creadora de fiestas que prenden la ciudad durante diferentes épocas del año. Artistas como Kevin Flores y Mackie han sido protagonistas de los eventos. Una entrada a de The Haçienda está entre $35.000 y $80.000 (de 10 a 25 dólares).
El Deck es un bar y discoteca ubicado en la calle 10, cerca al Parque Lleras en El Poblado. Aunque su género no es únicamente el reggaetón, El Deck ha sido el lugar de grandes fiestas del género. Artistas como Golpe a Golpe y Shako han pasado por su tarima. Una entrada cuesta entre $10.000 y $15.000 (de 3 a 5 dólares).
Doxis Night Club es una discoteca ubicada en Barrio Colombia. Cada fin de semana hay fiestas de música urbana y de electrónica, pero el reggaetón ha sido uno de los géneros que más atrae a la gente a este lugar. Artistas como Lito & Polaco y Mackie han pasado por su escenario. Una entrada, dependiendo de si hay invitados especiales o no, cuesta entre $10.000 y $80.000 (de 3 a 25 dólares).
Para cerrar, dejamos un poquito de reggaetón colombiano y boricua (y algunos de los videos más costosos) en este playlist. Entre, oiga y bailotee sin pena:
// Fotografías de JPedro Sierra//
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