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Taller de videocartas: escritura con imágenes

¿Cómo expresar la intimidad de una carta en el lenguaje audiovisual? Las videocartas reimaginan el video como un espacio personal y emancipatorio, en el cual la narrativa tradicional cede paso a la exploración del tiempo, el paisaje y las emociones.

Desde sus primeros pasos, el cine ha mantenido un vínculo con la literatura. Basta con recordar que algunos de los mayores clásicos del séptimo arte nacieron como novelas. Piensa, por ejemplo, en Matar a un ruiseñor o en las varias versiones de El Gran Gatsby: obras literarias que, al ser llevadas al cine, encontraron otra forma de contar su historia. Siguiendo esta línea, podríamos pensar en los largometrajes como un formato comparable con la novela: una obra extendida, detallada, que despliega sus tramas y personajes con tiempo y profundidad. Y si el largo es análogo a la novela, entonces el cortometraje sería su pariente más breve y conciso: el cuento.

¿Pero qué pasa con otros géneros literarios? Si llevamos este juego de equivalencias un paso más allá, encontramos que hay otras formas de expresión audiovisual que replican dinámicas propias de la poesía o incluso del formato epistolar. Aquí es donde entra un concepto que ha existido siempre, aunque no lo hayamos nombrado de manera explícita: la videoescritura.

Julián David Gutiérrez (Juliandavid), egresado de la Maestría en Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana, y profesor en esta institución de la Maestría en Creación Audiovisual e historiador de la Universidad Nacional de Colombia, dirige el Taller de Videocartas de Diáspora Ideas. Su trayectoria lo ha llevado a encontrar formas de expresión en la videoescritura. “Podríamos catalogar la videoescritura en tres grandes pilares:  videodiario, videoensayo y videocarta; de esta última se conoce muy poco”, comenta. Particularmente las videocartas son un lenguaje de gran interés para Juliandavid, en ellas logra ver un espacio productivo para  interactuar con diferentes personas e intercambiar correspondencia fílmica.

El Taller de Videocartas de Diáspora Ideas (calle 58 # 19-25), dictado por Fragmentos de Cine y que cuenta con el apoyo de Bacánika, surge para estimular esta forma de expresión. Las sesiones conjugan la dimensión confesional de las cartas con la vitalidad de lo audiovisual y ofrecen un acompañamiento en realización para materializarlas en grupos pequeños.

Para ello, Juliandavid cuenta con cámaras, luces, tablas para collage y stop motion, computadores para edición y un gran espacio para montaje. En primera instancia, el profesor desarrolla actividades de escritura creativa, como la reinterpretación, descripción y búsqueda de palabras o elementos que ayuden a cada participante a encontrar la intención de su videocarta. Después de esta fase reflexiva, cada estudiante se adentra en el formato audiovisual desde su propio sentir.

De la pluma al fotograma

Antiguamente, escribir una carta era un acto sencillo: bastaba una motivación, generalmente ligada al destinatario, papel y lápiz. Ese gesto de comunicación directa encuentra un eco en las videocartas, que resignifican lo audiovisual, lejos de las intenciones comerciales del cine y la televisión, para acercarlo a una experiencia más personal y emancipatoria. “Hoy en día con un celular o un dispositivo móvil tenemos los medios de producción con los que nadie contaba hace cien años”, añade Gutiérrez. Es por eso que este tipo de producción no está pensada para las masas, sino para alguien en particular o incluso para nadie más que el creador. Aquí, la narrativa, los personajes y el relato dejan de ser protagonistas, abriendo espacio para explorar otros territorios: el cuerpo, el paisaje, la contemplación, el tiempo y los espacios. 

Del mismo modo que cualquier persona puede escribir una carta, no es necesario tener conocimientos previos de grabación o edición para tomar este taller. Lejos de ser una serie de clases técnicas, se presenta como un laboratorio de memoria y creación. Sin embargo, “no se trata de una defensa de un audiovisual mediocre”, explica el profesor, “las videocartas representan un desafío creativo: ¿cómo?, con los recursos que tenemos a nuestro alcance, podemos hacer el mejor cine posible, uno que nos permita plantear lo que realmente queremos comunicar”.

Realizar una videocarta es una manera de escribir sin escribir, de hablar sin palabras, de mirar al interior y usar el sonido, el color y la imagen para transmitir una intención. Algunos se dirigen a una persona, otros a la selva, o a una casa, o al niño que fuimos años atrás. Guiados por el profesor, los participantes exploran diversas estrategias para dar vida a su videocarta; el material de archivo, por ejemplo, ofrece la oportunidad de conectar con el pasado y reinterpretarlo, mientras que el stop motion y la animación añaden un toque artesanal y dinámico a las imágenes. Además, el taller ofrece espacios para hacer una puesta en escena si la carta requiere esta capa performática. Son bienvenidos todos los recursos que puedan ser usados para transportar al espectador a un momento y espacio específico.

Los participantes pueden llevar fragmentos de su vida: fotos familiares, videos grabados con sus celulares, audios de conversaciones pasadas o canciones que los han marcado. Luna, una de las asistentes al ciclo anterior, comenta que tenía bastante material de archivo sin usar, “quería darle forma y una intención para utilizarlo en algo y encontré en las videocartas la oportunidad para hacerlo”. Luna dirigió su videocarta a todas las casas que ha habitado a lo largo de su vida, “una carta a los lugares en los que he vivido, y a las personas con las que he compartido estos espacios. También es una carta a la persona que fui en cada uno de esos lugares, porque ahora que estoy viviendo sola, me doy cuenta de comportamientos o cualidades propias que han ido cambiando de acuerdo al lugar en el que he estado”.

Aquí radica la potencia de las videocartas: cada una es única, pero al mismo tiempo se conecta con lo colectivo. Esto se enfatiza durante el desarrollo del taller, puesto que el profesor fomenta la colaboración entre proyectos, de manera que los participantes contribuyan a la creación de las videocartas de sus compañeros mientras desarrollan la suya. Así le pasó a Vale, quien al principio del taller no tenía claro a quién dirigir su mensaje, pero junto al profesor y sus compañeros fue descubriendo que la selva era el eje principal de su motivación.

¿Cuánto debería durar una videocarta? Para Juliandavid, pueden ser tan largas como el mensaje lo requiera. Depende de qué tanto se quiere decir, o qué tanto se quiere mostrar; es más importante que el mensaje tenga la posibilidad de ser correspondido, es decir, que el destinatario, pueda responder con otra videocarta. “Algo frecuente en mi proceso de creación es que siempre sé cómo empezar y cómo finalizar una videocarta, pero el contenido intermedio lo voy explorando a medida que investigo, o recopilo material para esta”, comenta Juliandavid.

El uso de material de archivo no es casual. Los recuerdos, como las cartas, tienen destinatarios específicos, pero también pueden hablarle a cualquier persona que los vea. A través de estas piezas, los participantes exploran la nostalgia, el amor, la pérdida o la esperanza, emociones universales que encuentran eco en la experiencia de otros. Aquí radica la potencia de las videocartas: cada una es única, pero al mismo tiempo se conecta con lo colectivo.

El taller está dirigido a cualquier persona interesada en conocer otras maneras de hacer cine, o de enviar correspondencia de manera audiovisual. Para el 2025, el precio del taller de videocartas será de $250.000, mientras que el curso de videoescritura tendrá un costo de $800.000. El ciclo ofrece los siguientes cursos:

I. Taller de Videocartas introductorio: 4 sesiones.
Febrero, los martes de 5:00 p.m. a 8:00 p.m.
En Diáspora Ideas Migrantes. 10 cupos.

II. Taller de videocartas profundización: 4 sesiones.
Dirigido a quienes tengan conocimientos y un proyecto audiovisual en desarrollo. 
Febrero, los miércoles de 6:00 p.m. a 9:00 p.m.
En La Cueva de Eco (taller personal). 5 cupos. 

III. Curso de Videoescritura: principios, desarrollo y finalización de un proyecto audiovisual con técnicas de escritura audiovisual: videodiario, videocarta o videoensayo. Abril, mayo y junio: 12 semanas. 12 cupos.

Valeria Herrera Oliveros

Realizadora audiovisual y periodista, nacida en Bogotá. Su pasión por el arte la llevó a aprender a través de la práctica. Comenzó tocando el violín, luego se dedicó al dibujo y la pintura, para luego preguntarse cómo se hacen las películas y convertirse en cineasta. Ha escrito y dirigido cortometrajes, y valora la escritura como el nacimiento de todas las ideas. Melómana, amante de los perros, de las flores, de las Taylor’s Versions y de las buenas historias.

Realizadora audiovisual y periodista, nacida en Bogotá. Su pasión por el arte la llevó a aprender a través de la práctica. Comenzó tocando el violín, luego se dedicó al dibujo y la pintura, para luego preguntarse cómo se hacen las películas y convertirse en cineasta. Ha escrito y dirigido cortometrajes, y valora la escritura como el nacimiento de todas las ideas. Melómana, amante de los perros, de las flores, de las Taylor’s Versions y de las buenas historias.

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