Un recorrido por la mente de María José Sánchez, una artista de la memoria.

 María José Sánchez es una artista colombiana obsesionada con el tiempo. Recorrimos, literalmente, los laberintos de su memoria para conocerla y, a través de su obra, reflexionar sobre nosotros mismos.

Desde sus años universitarios, la bogotana María José Sánchez Uribe ha estado obsesionada con el tiempo y los procesos. Para ella, el punto final de una obra de arte, esto es cuando se ha dado el último brochazo y está lista para su exhibición, implica una serie de procesos invisibles que se desdibujan en un sentido literal para la consagración de un objeto último. Para ella lo más importante es el proceso previo a que la obra se de por finalizada: las investigaciones previas del artista en torno al objeto de su estudio, los procesos en bitácoras y cuadernos de dibujo antes de abordar el lienzo o el mármol y las propias reflexiones y procesos vitales que enmarcan al creador en un momento histórico –que dialoga con las producciones culturales que lo preceden– y en una subjetividad propia que le permite abordar desde una perspectiva única cada obra que emprende.

En el marco de estas reflexiones, Sánchez presentó el año pasado su primera exposición individual, aún montada en el espacio del Teatro Cafam, en Bogotá.  A través de la memoria es la cristalización de varias reflexiones que orbitan a la artista bogotana desde hace tiempo y, valiéndose de tres lenguajes artísticos distintos, las aborda con inteligencia estética y valor crítico. María José Sánchez Uribe es artista plástica egresada de la Universidad de Los Andes (2016) con énfasis en pintura. Durante los últimos años ha trabajado como gestora y artista, donde ha expuesto en diversos circuitos como Barcú, Big Arts Sanibel (Florida), A Way (Canadá), la Fundación Corazón Verde, Arcot (Tokio). Además de ser profesora de la Salle College en Bogotá, Sánchez ha trabajado largamente en el mundo del maquillaje artístico, destacándose con sus habilidades en el mundo de la publicidad, el cine y el teatro.

Si antes Sánchez se había preocupado por reflexionar en torno al objeto físico sobre el que el inflexible paso del tiempo desata transformaciones físicas, ahora la artista reflexiona sobre el sujeto en el tiempo, a través de la herramienta de la memoria y del recuerdo. “Durante los últimos años estuve haciendo una investigación en torno a los objetos y cómo entendemos el tiempo los humanos”, explica. “Luego empecé a cuestionar que quizás no es solo importante ver el paso del tiempo en el objeto, sino también en el sujeto. En el objeto podemos ver marcaciones en el tiempo, el cambio de la materia, la influencia de él con el espacio, pero en las personas cada vez que pasa el tiempo no solo cambiamos físicamente sino también muta nuestra percepción de la realidad”, añade. Así, esta muestra resulta en una poderosa reflexión sobre la manera en la que el ser humano registra, comprende y sintetiza la realidad a partir de su propia existencia.

“A través de la memoria es una exposición dividida en tres partes que busca estudiar cómo nuestras memorias funcionan como una suerte de velos, a través de los cuales los seres humanos mediamos con la realidad”, explica. Así, para Sánchez hay unas categorías que funcionan como marcos a través de los cuales observamos lo que nos rodea: la sensibilidad propia, la familia de la que venimos, los espacios que frecuentamos, nuestro cuerpo o quienes nos preceden hacen parte de los marcos que Sánchez ha determinado como parte de su estudio para entender la memoria y su relación con nuestro presente. Para ella, el ahora es una acumulación de pasados y el presente no es solamente un instante efímero y lineal, sino un recogimiento de acciones que desembocan en la retórica del “aquí y el ahora”. De esta manera, la obra de arte se materializa estática, pero es en ese estatismo en el que convergen una serie de procesos que la definen en su presente que seguirá transformándose, a pesar de que no podamos seguir sus cambios en los pocos años que nos depara nuestra existencia terrena.

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Sánchez presenta estas reflexiones en cada una de las partes que componen el recorrido, metáfora visual de su memoria. El primer instante de este recorrido parte de una serie de dibujos en los que la artista explica cada uno de los velos que componen su reflexión:  lo que soy y pienso, el cuerpo que habito, la crianza, los lugares con los que conecto, el entorno social, el linaje y, por último, el contexto histórico. A manera de diagrama, Sánchez plantea elementos que inciden sobre su entendimiento del mundo que la rodea. Por ejemplo, en el dibujo que explica “los lugares con los que conecto”, la artista dibuja templos asiáticos que visitó luego de terminar sus estudios universitarios, así como el club del Nogal en el que casi termina la vida de su madre. “Se trata de buscar símbolos que no son obvios para el espectador, pero que están cargados de todo lo que soy”, explica. Acompañando cada uno de los dibujos, Sánchez dispone una serie de reflexiones escritas que hacen parte de su bitácora de artista, atiborrando los marcos con frases y aprendizajes de su sensibilidad propia que, al extenderse por cada uno de los espacios en blanco de la hoja, se convierten en un marco teórico ilegible que funciona más como recurso estético.

Seguidamente, el espectador puede atravesar cada uno de los velos de la artista. Cada uno de ellos se erige como una obra suspendida de gran formato en el que a través de un lenguaje abstracto y cargado de signos personales, Sánchez presenta cómo funciona cada uno de los filtros con los que opera su taxonomía de la memoria. La artista materializa de esta forma su objeto de estudio en lienzos flotantes signados por la atiborración de la escritura, la fuerza emotiva de la mancha y el dibujo concreto de formas que para ella tienen un sentido propio como el uso de los sólidos platónicos o el toroide en el velo de “Lo que soy y lo que pienso”. “Hubo una libertad curatorial para que los velos tuvieran una relación entre sí, para que dialoguen entre sí”, explica Sánchez. “Entrar en esta exposición ha sido un poco parar el tiempo y jugar con él. Jugar con la posibilidad de abrirlo, de refractarlo. Son cosas imposibles en el plano físico, pero el arte te da la posibilidad de entender cada tiempo de una manera única. También para mí fue encontrar qué cosas me hacen a mí ser lo que soy y eso me resulta un ejercicio súper interesante”, complementa la artista conforme recorre sus velos. “Es buscar símbolos que no sean evidentes para el espectador, pero cargados de cosas que me hacen lo que yo soy. Es una disección de por qué soy como soy y cómo el tiempo me ha transformado. Es valorar cada uno de esos instantes que configuran todo lo que somos”, complementa. Como siempre en su obra, la escritura ocupa un lugar central en su propuesta visual. Así, los garabatos se sobreponen unos sobre otros, reconociendo que también las personas somos citas culturales que se yuxtaponen y que es a partir de estos discursos y retóricas que entendemos y aprehendemos el mundo. Incluso los textos de su bitácora se convierten en objeto de reflexión estética, mientras que el guión curatorial dispuesto sobre las paredes está escrito con su puño y letra.

“Ver el trazo, el óleo es importante. Y se da por sentado en el arte moderno. Es una lucha que tengo como artista emergente de no quereme rendir ante la tecnología”, explica Sánchez sobre los “errores” que aparecen en su obra: la mancha, el trazo grueso, los colores que se sobreponen. “Cuando es una cosa tan grande y se entiende que es intencional, se le da cabida al error. Pero cada vez estamos acostumbrándonos a la perfección y algo que se sale de ese marco no es válido. Si no es para Instagram no sirve”. El artista en A través de la memoria está en el centro enunciativo de la propuesta y por ello la materialidad detrás de las piezas es fundamental, pues es la colección de procesos que cristalizan en el fantasmagórico pedazo de tela suspendido sobre las cabezas de los espectadores. En medio de la abstracción que es la síntesis de sus características identitarias el espectador dialoga, conflictua o se relaciona con los filtros de Sánchez, y ello propone una reflexión entre las voces que Sánchez manifiesta y despliega sobre sus obras con las que el espectador lleva consigo.

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Cerrando la exposición, la artista montó in situ varios metros de tela translúcida sobre las columnas del espacio en Cafam. Durante semanas Sánchez se enfrascó en la tarea de crear lienzos pletóricos en simbologías que en últimas quedan invisibilizadas a través del ejercicio de poner capa sobre capa de tela. “Llevo años intentando sacar este diálogo porque no tiene sentido que lo comparta solo conmigo y con mis amigos”, añade la artista sobre su pulsión archivística en la que sus memorias son el insumo principal, catalogado por categorías propias y no arbitrarias que nacen de años de reflexiones. “Para mí el tiempo en los seres humanos termina siendo esto. Una complejidad identitaria y de lectura en cada uno de nosotros. Ya entendiendo que somos la unión de capas. Si yo soy un montón de cosas que me hacen pensar y ser como soy y tú haces lo mismo, coincidiremos en los espacios en los que los velos dialoguen entre sí. ¿Cómo leo? A la gente le estresa el no lenguaje que existe en esta última parte de la exposición, es un texto hecho para no ser leído. El cuerpo termina siendo un gesto que hace la obra pero que, al escribirla y no poder leerla, nos pregunta qué tanto conocemos del otro y qué tanto el otro quiere que lo conozcas como es”. 

En A través de la memoria María José Sánchez ha construido su propio ejercicio de arqueología personal, siendo su memoria el punto de estudio y el lugar para conversar con el otro. Al utilizar un montón de capas para narrarse y enunciarse, convirtiendo un objeto cargado de textos y símbolos en algo ilegible, Sánchez reflexiona sobre la manera en que nos conectamos con el otro y sus propias apreciaciones de la realidad externa. “Esta instalación tiene una luz que cambia. Cuando llegues un día puede ser que yo sea una persona completamente distinta, pero eso no quiere decir que sea otra persona, pues sigo siendo la misma. Solo tu percepción de mi ha cambiado. Sigo siendo mi construcción de capas que me hace María José”, concluye. Al final, como en un libro de Siri Hustvedt (Todo cuánto amé) que tanto Sánchez como quien escribe han leído, aunque mil personas estén viendo el mismo partido de baseball, nunca de ellas verá el mismo partido. Sobre cada uno de nosotros media un cúmulo de experiencias, recuerdos y creencias que nos definen y definen nuestro comportamiento. Al final, A través de la memoria es una invitación a reconocer y a entender en el otro la belleza de sus propios velos.