Una cerveza –en verdad fueron cinco- con Ben Brooks
Este británico tiene siete libros encima y dice que ya estuvo bien de escribir sobre chicos que se emborrachan. Bacánika habló con el autor de Lolito.
Ben Brooks tiene siete libros encima y dice que ya estuvo bien de escribir sobre chicos que se emborrachan, pero que mientras lo haga, lo seguirán llamando “escritor joven”. Es el autor de Lolito y está de visita en Bogotá para la FILBO 2017.
Ben Brooks tiene una letra tan fea que ni siquiera él mismo la entiende. También es tímido, mucho, y tal vez por eso le va mejor haciendo entrevistas luego de haberse tomado unas cuantas cervezas. Varias. Y rápido.
Tiene veinticinco años y ha leído de todo. Lee lo que le cae en las manos. Habla cómodo de libros de García Márquez, Alejandro Zambra, Laura Restrepo y Ray Loriga, además de los clásicos y otros de sus contemporáneos británicos y norteamericanos. Dice que es el único de sus amigos que no fue a la universidad. Se arrepiente, pero dice que es tarde. Le gustaría estudiar Filosofía, pero no Literatura porque “estudiar las cosas te hace odiarlas”.
Ha publicado siete libros. Los primeros eran experimentos de escritura impulsiva, parecido a lo que hizo Kerouac con En el camino. El primero sobre una chica a la que extrañaba. El segundo, dice, es un poco vergonzante: se llama An Island of Fifty y habla de “el inevitable derrumbamiento de la civilización industrial”, basado en un libro del anarquista y ecologista Derrick Jensen. El tercero, dice también, es sobre “un montón de gente deprimida en Japón”, aunque nunca ha visitado ese país.
En España y Colombia se le reconoce, sobre todo, por sus tres libros más recientes: Crezco, Lolito y Hurra. Son libros “para jóvenes” y, sobre todo, sobre jóvenes. Tienen un sinnúmero de referencias a la cultura pop y son, a la vez, profundos y llenos de preguntas sobre el amor, la muerte, el lugar en la sociedad. Preguntas de todos los días, preguntas hechas por personajes que no temen pensar aunque preferirían pasar sus días no haciéndolo.
Cree que las traducciones de sus libros deben ser mejores que sus originales. Aunque dice que no podría saber porque solo sabe bien inglés y que no le va mal con el alemán. Vivió varios años en Barcelona, pero las únicas palabras que sabe decir en español son zanahoria, calabacín y, por supuesto, cerveza. Dice que todavía no es un adulto, pero que está tratando de comer como uno.
Hace poco escribió una historia para un fanzine publicado por Frank Ocean. Dice que fue una oportunidad “supercool”, pero que no pudo cobrar. Como el protagonista de Lolito, la novela que vino a presentar en Bogotá, escucha sin parar “A Thousand Miles” de Vanessa Carlton y dice que ahora, luego de ser una cantante de pop más, es una consentida de la crítica.
En febrero está por publicar un libro nuevo con Blackie Books, sobre los primeros exploradores polares y la muerte de su madre que ocurrió el año pasado. “Es bueno saber que cuando te cae la mierda puedes recurrir a la escritura”.
Las presentaciones de sus libros suelen ser bastante curiosas. ¿Cómo es esa historia del tatuaje?
La idea era que yo leía mientras alguien desconocido, escogido al azar entre la gente del público, me hacía un tatuaje de manera muy manual. Preferí que no fuera al azar sino que lo hicieran una amiga poeta y su marido. Sin embargo, en medio de la farsa, un tipo decidió salir del público y participar también en el proceso de mi tatuaje. Yo leía y gritaba a la vez. Fue muy doloroso.
¿Y la vez de la borrachera?
Eso fue en Madrid. Teníamos una botella de ron en la mesa. Había una pantalla gigante también. Yo leía una historia sobre una pareja que terminaba su relación. El punto es que cada vez que alguien bebía en la historia, nosotros debíamos tomarnos un trago. Cada vez que un personaje golpeaba al otro, una mujer me cacheteaba. Cuando en la historia aparecían videos o canciones, estas aparecían en la pantalla. La historia evoluciona en la medida en que los personajes beben. Yo no recuerdo nada, solo sé que terminé debajo de la mesa muy borracho.
Empezó escribiendo cuando su madre lo echó de la casa, ¿cómo es esa historia?
Llegué una día a mi casa y tenía toda la cara llena de piercings –la nariz, la boca-, aunque ya me los quité porque soy adulto… desde hace cuatro años, luego de una muy mala noche. En fin, cuando mi mamá me vio me echó de la casa. Conseguí un apartamento en una muy mala zona de la ciudad en un edificio que se había quemado y tenía todas las paredes negras, completamente negras. Era muy barato. Mi compañero de piso era un tipo que usaba el lugar para vender drogas. Lo cierto es que no tenía nada que hacer, estaba triste, entonces empecé a escribir.
¿Sobre qué?
Era un libro sobre una chica que extrañaba. Una chica a la que no veía hace tiempo. No tenía razón para hacer nada, no tenía que ir al colegio, entonces eso fue lo que hice, escribir. Esto duró unas semanas. Luego regresé y terminé mis exámenes del colegio.
¿Cuál fue ese libro que sirvió a manera de epifanía para hacerlo escribir?
Es un libro que me topé por accidente. Su autor es Noah Cicero, un norteamericano que escribe novelas muy realistas y tiene un estilo muy particular: no hay párrafos, son frases muy cortas… Mejor dicho, cada frase es un párrafo. Algo como: “Me senté. Me tomé una cerveza. Me puse de pie. Besé a Kendra. Hay una guerra”. Cada frase en una línea. Fue la primera vez que leí algo que no era pretencioso. Generalmente lees libros en los que los autores están tratando de escribir como se escribe para los libros: párrafos, descripciones largas y correctas. Esta fue la primera vez que leí a alguien al que no le importaba esto.
¿Usted se sienta a escribir con la intención de escribir libros?
Oh, Dios, no.
¿Entonces?
Escribo libros, pero no los pienso de la manera tradicional. No escribo pensando que tengo que desarrollar mejor un personaje o que debo hacer un giro en la trama. Solo empiezo a escribir. Y de repente encuentro un personaje que me cae bien –que usualmente soy yo- y lo pongo en situaciones divertidas para ver qué pasa.
¿Es autoficción?
No.
¿Por qué?
Les doy a los personajes nombres diferente. [Risas].
¿Cómo es su proceso de escritura?
Depende. Básicamente es dejar de beber por un mes o dos, sentarme a escribir todos los días, y terminar lo más rápido posible. Generalmente lo hago cuando me doy cuenta de que no tengo dinero. Sin embargo, las historias sí van evolucionando en mi cabeza todos los días. Es como algo que crece y a lo que se le pegan cosas por los lados. Cuando tengo eso, me siento a escribir.
¿Escribir sin parar para luego editar?
No, no edito. Tengo notas de mis editores, pero solamente pretendo hacer las correcciones. Ellos tampoco quieren leer mi libro más de dos veces entonces no se dan cuenta.
Todo el mundo lo llama un “autor joven”, pero ya tiene siete libros, más de lo que muchos autores escriben en su vida. ¿Cuándo deja de ser un autor joven?
Tal vez cuando tenga cuarenta, no lo sé. Lo cierto es que sobre todo escribo personajes jóvenes y tal vez es por eso que me catalogan.
¿Ha tratado de escribir sobre algo que no sea usted?
Escribí un libro que salió en inglés luego de Hurra. Fue mi intento de escribir sobre otra cosa. Se llama Everyone Gets Eaten. Es sobre un pueblo en el que todos tienen entre cuatro y cinco años y reciben un ataque de dinosaurios contra los que deben luchar. Lo publicaron, pero creo que a nadie le gustó. Sin embargo, sí hay ocasiones en las que pienso: “Esta es la última vez que puedo hacer esto. Es la última vez que escribo sobre chicos que se emborrachan”. Crezco, Lolito y Hurra se complementan en ese sentido. Pero sé que tenía que cambiar. Uno no puede siempre hacer lo mismo.
¿Se siente bien con sus primeros libros?
Creo que mi mejor libro fue el primero, pero nadie lo va a leer porque ya no se publica. Se vendieron unas 150 copias nada más. Estamos pensando hacer una edición en español con Blackie Books, pero no es fácil porque es un libro que tiene características de formato muy particulares.
Noah Cicero dice que es la generación del 9/11. ¿Usted es la generación de algo?
De nada.
¿Internet o redes sociales?
Ni siquiera tengo una teléfono inteligente.
¿Cómo consume noticias o internet?
En mi computador. En la mañana tengo una rutina de una hora, más o menos. Quisiera decir que lo primero que abro es The Guardian, pero es The Daily Mail… ¿Qué puedo decir? Sé que es basura, pero hay que conocer al enemigo. Pensando en el Brexit, creo que leer The Daily Mail me da una idea mejor de lo que está pensando el país.
Tampoco usa mucho Twitter…
No. Antes lo hacía, pero ahora me da mucha ansiedad. Escribo algo y lo borro. No quiero decir tonterías. Sobre todo me da ansiedad que los demás me perciban como un imbécil. No quiero parecer un imbécil.
¿Un libro recomendado?
La canción de amor de Jonny Valentine, de Teddy Wayne. Es sobre la estrella del pop más famosa del mundo. Debe ser sobre Justin Bieber. Habla de cómo no tiene amigos de verdad, no tiene una novia que lo quiera por lo que es. Bastante triste. Es una retrato bastante empático de un personaje que la gente no quiere.
¿Cuáles libros tiene en su mesa de noche? ¿Cuáles relee?
Todo el tiempo estoy releyendo los libros de Murakami. También los de Noah Cicero. Cuando siento que el mundo editorial es una mierda, vuelvo a ellos y me siento bien de nuevo.
¿Le pasa seguido?
Siento que hay mucha gente publicando libros malos. Mucha crítica elogiando libros que son malísimos. No quiero decir nombres, pero las librerías están llenas de basura. Hay un montón de gente escribiendo sobre lo mismo y escribiéndolo igual. Por ejemplo, en Inglaterra está muy de moda escribir libros de no ficción sobre la naturaleza, sobre el encuentro del autor con la naturaleza. “Estaba deprimido y luego encontré la naturaleza”. Pffff, no me gustan para nada.
Sus libros están llenos de referencias musicales, díganos una canción para beber…
Algo de The Pogues. Esto es algo con lo que todo el mundo crece en Inglaterra. Suenan como tonada irlandesa tradicional.
Una para no hacer nada…
Algo de Why?
Para escribir…
Algo sin letras. Algo progresivo. Algo como Explosions in The Sky.
Para seducir a una mujer…
Digamos que Chance the Rapper, pero no el último, sino el mixtape anterior.
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