Los 10 de Arte Joven 2024. Día 10: Alejandro Sintura
“Geranios y conejos” es el nombre de la obra finalista de este artista bogotano, uno de los pintores jóvenes más destacados de su generación.
Día 10
Alejandro Sintura
Geranios y conejos
Óleo sobre lienzo
Bogotá
La aproximación de Alejandro Sintura al trabajo pictórico está tan situada en el aquí y ahora del proceso como en la conciencia de sus diálogos con el entorno, con su interioridad y con las voces de otros artistas: “Mis pinturas son evocativas más que descriptivas, y se mueven entre los límites de lo oculto y lo visible, lo vacío y lo lleno. Muchas veces, no se sabe si algo está pintado o no; ese estado de presentimiento de creer ver algo es suficiente para que exista”, afirma el artista.
Estas reflexiones se han decantado a lo largo de ocho años explorando con disciplina este medio. A lo largo de este tiempo ha participado en exposiciones colectivas en la Galleri Magnus Karlsson, en Suecia; la Gallería Monti 8, en Italia; la Warbling Collective, en Reino Unido; al igual que SGR Galería y SN Macarena, en Bogotá. En muestras recientes, ha dado algunos pasos desde la pintura para tentar caminos en los que aparecen otros medios y materiales como el papel y la gráfica.
En todas estas muestras, la constante ha sido la observación y la recreación de un paisaje. Aunque ello pueda sugerir un ejercicio figurativo de apropiación de un entorno, en el caso de Sintura y de varios pintores de su generación –entre los que también podrían contarse Anna Mosseri y Juan Rodríguez Varón–, el afuera es un tránsito, los lugares representados o imaginados operan como una suerte de portal que nos conduce al interior muchas veces inquietante del artista y de nosotros mismos. En palabras de Sintura: “las pinturas son lagunas, son superficies que reflejan luz, su interioridad está cargada de materia, pero expulsan reflejos que hablan de un espacio que no contienen en su interior”.
La obra con la cual el artista bogotano participa en esta edición del Premio Arte Joven se titula Geranios y conejos. En ella están presentes elementos recurrentes de sus procesos previos como una ventana abierta a la naturaleza, una delimitación de lo esencial y una búsqueda clara de la expresividad. Sin embargo, la escala más grande de lo habitual y con una figura humana protagónica –con un particular encuadre que deja la parte superior del cuerpo fuera del plano–, así como el horizonte abierto a la ficción constituyen una excepción respecto a su cuerpo de trabajo anterior.
El artista reconoce en esta obra reciente la referencia a grabados japoneses de principios del siglo XX. Los planos improbables y el juego con la profundidad nutren esta escena cotidiana con un aura que evoca al tiempo serenidad e incomodidad; una especie de invitación a dar pasos más allá, eludiendo el centro para descubrir lo que está, o no, en el fondo, en la calma y en la oscuridad interiores.
Día 9
Dámaxo Henao Salazar
Prototipo de ventanal con ladrillos de vidrio
Óleo sobre lienzo con intervención de pintura a base de agua en pared
Medellín
¿De qué manera un conjunto de materiales distribuidos armónicamente resignifican un espacio? ¿En qué punto este lugar físico adquiere connotaciones familiares, incluso sin presencias humanas, y empieza a tomar la forma de un hogar?
Como parte de la investigación “En busca del espacio-hogar”, la obra titulada Prototipo de ventanal con ladrillos de vidrio sintetiza las búsquedas formales que han acompañado desde sus inicios en la pintura al artista antioqueño Dámaxo Henao Salazar y pone a prueba los límites bidimensionales de este medio para interrogarnos sobre los espacios interiores y exteriores y el espectro de sensaciones que se vinculan con ellos.
Este ejercicio de pintura escultórica e instalativa rinde homenaje a la arquitectura, pero, al poner el acento sobre los materiales, se relaciona de manera más directa con el momento de la construcción: una pared que se levanta, una ventana que se abre. En esa medida, cada uno de los 35 lienzos de 16x16 es a la vez pintura, ladrillo y ventana. Dámaxo los dispone en una retícula cuyos intersticios sugieren marcos, mientras que la pincelada suave en tonos azules y verdes anuncia un afuera, como si los cuadros abrieran la pared de la galería y nos permitieran asomarnos a la vegetación exterior bañada de luz.
Los azulejos y ventanales han ocupado la atención del artista desde la serie de dibujos “Plano y volumen” y recobraron vigencia tras un viaje de Dámaxo a São Paulo. La observación de vitrales, columnas redondeadas y materiales propios de la arquitectura brasileña inspiraron una recopilación de elementos similares, recurrentes en la construcción en Medellín.
Al regresar, Dámaxo retoma el camino hacia la construcción de una casa propia levantada con pinturas que son ventanales, columnas, puertas, zócalos y rejillas. Una construcción blanda, hecha de materias sutiles y cargada con la sensibilidad de los espacios significativos que le ha revelado el acto paciente de observación, exploración y creación a través de una pintura que él define como “figurativa y del silencio”.
Día 8
Pedro Martínez Luna
Divinización
Fotografía
Sincelejo
La iconografía cristiana suele estar presente en los contextos domésticos más diversos de la geografía colombiana. Independientemente de distinciones culturales reflejadas en elementos idiosincrásicos que cambian de la zona andina a las costas o de las islas al sur del país, las representaciones de vírgenes, santos y cristos rompen las fronteras regionales y presiden las áreas comunes de los hogares en un binomio vinculante entre familia y religión.
Las dos fotografías que conforman el díptico Divinización, del artista sucreño Pedro Martínez Luna, se adentran en el ámbito familiar de la región Caribe y abordan la dimensión religiosa a través de la luz. Esta obra se inscribe en un proceso de investigación más amplio titulado "Expedición creativa en el departamento de Sucre". Se trata de una suerte de etnografía estética que llevó al artista a rastrear distintas tradiciones y a evidenciar la representación cristiana como una constante. En el caso de estas dos fotos el contexto visitado es la comunidad de Pajonal, en San Onofre, Sucre.
Al ser miembro de la comunidad Zenú, la inserción de Pedro en el territorio y las interacciones con sus habitantes están atravesadas por un arraigo compartido, por una reflexión identitaria que indaga en lo común y en lo particular, y por el reconocimiento de la historia violenta que ha vivido esta sabana desde los tiempos de la colonia. No es, sin embargo, un retrato documental y mucho menos un relato resignado sobre las diversas formas en las que estos pueblos han sido victimizados, sino una propuesta de transformación desde el diálogo y desde la reinterpretación de las imágenes. En ‘Divinización’, Pedro pone el énfasis sobre lo espiritual para sobreponerse a las carencias, plantea nuevas narrativas de lo negro y lo indígena para reconocerse y proyectarse de un modo distinto, y lleva a cabo una intervención estética transformadora.
En esa búsqueda de transformación de la realidad, La edición digital no busca pasar desapercibida, por el contrario, la marcada exaltación de la luz y las formas otorga protagonismo a la intervención, a la transfiguración. Además de las aureolas agregadas en torno a los rostros, las fotos altamente contrastadas en blanco y negro marcan acentos sobre las pieles y resaltan la expresión valiente, desafiante, al tiempo que desnudan el deterioro físico de los espacios. No es un esfuerzo de aplanar los contrastes, sino una invitación a ver en ellos lo posible, lo que puede surgir en el futuro a partir de un pasado reconocido desde la historia y de un presente capturado por la foto.
Día 7
Sonnia Yépez
Cúmulo de fe
Escultura en parafina, pabilo, cúrcuma, pimienta y canela
Bogotá
Lo doméstico y lo fantástico pertenecen a un espacio común en la obra de Sonnia Yépez. Desde los primeros recuerdos en el garaje de su abuelo, entre “lagunas hechas de charcos de aceite de motor, una cordillera de rines y llantas gigantes, abrazadas por gases y aliento de exosto”, hasta la creación de ‘Cumulo de fe’, la memoria del hogar es moldeada en inusitadas formas y materialidades a partir de un ejercicio de la imaginación.
‘Cúmulo de fe’ es un intento de responder a la pregunta ¿Cómo el fuego teje una alfombra? La indagación parte de una introspección poética que sugiere las formas desde la gravedad, la armonía, los patrones fractales y la investigación en torno a tapetes andinos y su simbología cromática. En cuanto a la materia, la Intención de tejer con fuego hace que la lana y las fibras textiles cedan su espacio a un elemento improbable como la parafina.
En este punto comienza un meticuloso trabajo manual guiado por la intuición y la experiencia. En proyecto anteriores, como Fundidas, Sonnia había hecho exploraciones en torno a la luz utilizando también parafina. El manejo de esta materia maleable abre un diálogo con artesanos, pero también impone el desafío de establecer una relación personal con un insumo tan plástico como impredecible: una demanda simultánea de sensibilidad, disciplina y fé.
“Todas las noches del mundo invoco con la luz de una vela porque las noches se nos han dado para volar”, esta conciencia ritual funciona como un mantra creativo; la plegaria es una instancia de lo artesanal: antes de las manos, la poesía; antes del tejido, el fuego.
Día 6
Sonia Patricia Rojas López
Elogio a la sombra
Instalación
Bogotá
En 1933, Junichiro Tanizaki publicó El elogio de la sombra. El ensayo es una sutil reflexión sobre la belleza a partir de aquello que oculta la luz y aquello que revela la oscuridad. Es una invitación a recorrer los espacios con una disposición atenta para contemplar los claroscuros que generan sosiego, las presencias efímeras y las ausencias sólidas. La obra casi homónima de la artista bogotana Sonia Roja sitúa bajo esa misma luz y con esa paciente actitud de observación una serie de elementos que la confrontan con el espacio, pero especialmente con el tiempo y con su medida ineludible: la muerte.
A pesar de estar despojados de vida, los cuerpos que conforman esta instalación están dispuestos de manera que sugieren gestos y conservan movimientos. La rama de eucalipto que preside la obra se va secando y deja caer sus hojas con el paso de los días; la cigarra pende de un hilo y depende de un motor para descender junto a la rama y visitar el exoesqueleto que abandonó al dejar de ser una larva. La luz armoniza los movimientos y enmarca los encuentros.
Cada uno de estos elementos ha sido hallado en un ejercicio constante y paciente de recorrer la naturaleza. Para la artista esta suerte de arqueología del paisaje es una motivación que suele enlazarse con su memoria personal. La elección de la cigarra, por ejemplo, responde a un episodio de duelo en el cual la muerte y la vida se revelaron a la artista en el mismo momento y lugar.
Esta conciencia del proceso como parte activa de la creación se ve reflejada en la publicación que la acompaña. Junto a la obra, Sonia crea un complemento editorial de 50 páginas que recorre su proceso creativo, con notas e imágenes del mismo. Es una especie de bitácora encuadernada entre láminas de acero. El peso metálico de este objeto contrasta con la levedad de los elementos orgánicos de ‘Elogio a la sombra’.
La conjugación entre lo instalativo y lo textual disuelve la frontera entre el proceso y el producto e hila la posibilidad de un ejercicio poético escrito con la luz. Al igual que en la obra de Tanizaki, el espacio cobra vida en función de un segundo trascendente: en palabras de Sonia, “un escenario de despedida, un momento para contemplar el instante después de la tragedia, una especie de ritual a la muerte, al cambio, a la vida”.
Día 5
Camila Andrea Agudelo Ballestas
Señoras
Dibujo tipográfico e impresión digital
Barranquilla
A primera vista, de cerca, la retícula parece repetir de manera monótona la palabra “Señor”.
Es necesario tomar distancia, perspectiva, para encontrar entre líneas nuevas formas de leer y de escribir algunas historias.
Durante la primera mitad del siglo XX, Barranquilla vivió una época de prosperidad. A lo largo de esos años la ciudad asumió un rótulo que conserva con deslucida obstinación hasta ahora –en tiempos de un renovado y desigual desarrollo–: “Puerta de Oro de Colombia”. Al adentrarse en esa historia, los personajes que la protagonizan revelan los más diversos orígenes, perfiles y campos de acción. Los apellidos italianos, libaneses, sirios, alemanes y anglosajones dan cuenta del crisol cultural de una ciudad impulsada por la migración. Sin embargo, no se trata de una diversidad incluyente: todos esos apellidos son antecedidos por nombres masculinos; es una historia de hombres, escrita por hombres.
Varias de las motivaciones de la artista y arquitecta barranquillera Camila Andrea Agudelo encuentran detonantes en esas circunstancias históricas: por un lado, está la conciencia del paisaje intervenido en una ciudad caracterizada por la desidia patrimonial; por el otro, está el arraigo identitario y reflexivo en torno a una Barranquilla que marca con una huella de afecto y suspicacia crítica a quienes crecen en ella; y por último, está la conciencia de la invisibilización de las mujeres en un entorno profundamente –a veces orgullosamente– machista.
La obra Señoras surge a partir de la revisión del discurso de conmemoración de los primeros diez años del tajamar de Bocas de Ceniza. Esta obra civil de los años cincuenta transformó la desembocadura del río Magdalena y se convirtió en un referente para la ciudad. Las largas y rectas estructuras de roca se yerguen en el paisaje, rígidas, fálicas. Del mismo modo, la apertura del discurso es un asunto entre hombres: tras la mención de 15 señores –con nombres, apellidos y cargos–, el saludo culmina con un genérico e indeterminado “Señoras”, dirigido a todas o a ninguna.
La cuidadosa factura de este dibujo tipográfico permite imponer lo que está detrás por encima de aquello que se repite monótonamente en la superficie. Muchos señores se pierden indistintamente bajo la presencia de “Señoras”. Del mismo modo que una obra civil puede intervenir el paisaje con rigidez masculina, una palabra tiene el poder de intervenir la historia y devolverle la fuerza femenina, orgánica, de sus islotes y manglares.
Día 4
Jordan Stalin Ramírez
Corneta culebro
Escultura e instalación sonora
Sibundoy, Putumayo
Al subir al segundo piso de la Galería Nueveochenta un intenso olor a eucalipto anuncia la presencia de una inmensa criatura sonora. Corneta culebro es el nombre de la sinuosa instalación creada por Jordan Stalin Ramírez, finalista de la edición 17 del Premio Arte Joven.
El cuerpo de esta instalación, trenzada en ramas de eucalipto, bejucos, lianas y fique, surge de las formas reveladas por plantas maestras de poder, plantas de visión como la ayahuasca o yagé y el borrachero culebro, vinculado con la tierra, el aire y el agua.
Los sonidos graves que se escuchan al situarse bajo la obra son una mezcla entre instrumentos originarios de su territorio, como tollos andinos ceremoniales, e instrumentos de viento clásicos del mundo occidental, como cornos y tubas. La exploración sonora de esta obra, una de las motivaciones centrales en la práctica del artista, se nutre, por un lado, de un mito fundacional Inga que relaciona la creación con la música, y por el otro de la experiencia de haber estado rodeado de músicos durante su formación como artista en la Academia de Bellas Artes en Cali.
El paisaje sonoro cobra vida, con el viento y la lluvia del Putumayo, transmitido a través de dispositivos digitales envueltos en una piel selvática. Esta criatura se convierte en una especie de vórtice que permite acceder a un universo distinto, creado a partir de la síntesis. En palabras de Jordan Stalin: “vislumbro ambigüedades que invitan a ser profundizadas; en este caso las variadas aleaciones de cuerpos y objetos dan como resultado el nacimiento de seres extraños, criaturas mutantes, zoomorfas, antropomorfas, cuerpos que, como objetos sonoros o musicales, funcionan como nuevos organismos receptores o emisores de sonidos, energías y símbolos”.
Día 3
Álvaro Cabrejo Torres
Camuflaje Colombia (Paisaje)
Gráfica expandida (uniforme militar estampado) y fotoperformance
Bogotá
Un país en el que se mezclan un prolongado periodo de violencia rural, una diversidad geográfica de profundos contrastes y una representación de la patria asociada con los ‘héroes’ es el terreno fértil para la iconografía presente en la obra Camuflaje Colombia.
Los uniformes militares –y las prendas distintivas de los grupos guerrilleros y paramilitares– se han incrustado en el imaginario de los colombianos como una presencia natural, como un elemento del paisaje que se nutre del mismo. A partir de un ejercicio de arqueología experimental, el artista bogotano Álvaro Cabrejo toma el camuflado tigrillo, adoptado por el Ejército Nacional en 1968, y lleva a cabo una reinterpretación del patrón textil.
Cualquier camuflado busca leer el entorno y desaparecer en medio de él. Pero también, de manera paradójica, busca diferenciarse del otro, identificarse entre pares. En ello convergen el contexto histórico y el natural: se trata de una tecnología militar generada en diálogo con las tonalidades y formas de la vegetación o la aridez circundante, tanto una forma de mímesis como una inserción violenta en el territorio.
Siguiendo las líneas de lo que él llama “interficción”, Cabrejo explora los límites entre lo documental y lo ficcional y configura un bucle que burla las distancias entre el mapa y el territorio. El resultado es un camuflado en el cual los croquis de cada departamento ocupan el lugar de las características manchas ocres y rojizas del uniforme inspirado en el camuflaje estadounidense utilizado durante la Segunda Guerra Mundial.
La instalación permite al público ver el uniforme desplegado sobre la pared en un cuidadoso montaje que le da cierta corporeidad. Junto a él, vemos al artista vistiendo la prenda en un fotoperformance ejecutado en el mapa tridimensional del país en el Parque Nacional de Bogotá. Ahí, el mapa en relieve bajo el cuerpo sereno de Cabrejo juega de nuevo con la representación, el paisaje y la historia; una sátira que, en palabras del artista, abre “la posibilidad de performar el documento”.
Día 2
Andrés Felipe Quintero TorresAerolito ovino
Instalación audiovisual
Güicán de la Sierra, Boyacá
El reencuentro con las raíces puede tomar rutas insospechadas. En el caso de Andrés Quintero, el viaje del Apollo 11 lo llevó a regresar a su territorio en Boyacá; la tecnología aeroespacial le acercó a la lana de las ovejas de su región; los paisajes lunares y la sierra establecieron un vínculo entre 1969 y el siglo XXI.
La videoinstalación Aerolito ovino surge de la investigación Viaje a la luna con olor a oveja (2022-2024) que conjuga levantamiento de archivos, parafernalia espacial rusa y acciones registradas en video en Güicán de la Sierra. De ella han resultado una exposición individual en la Galería Sketch, titulada Campo Abierto, y la participación en muestras colectivas, como Artecámara en la pasada edición de ArtBo (2024).
El detonante de este proyecto es el hallazgo documental de la historia de Raquel Vivas, una artesana boyacense cuyo tejido con lana de ovejas acabó haciendo parte del revestimiento interior para el módulo de comando del Apollo 11. La excepcional noticia fue publicada en el periódico El Tiempo en 1969, en medio de los titulares del alunizaje. El hallazgo de este archivo llevó al artista a un retorno a Güícán de la Sierra, territorio de sus ancestros, y a redescubrir los paisajes glaciares y los habitantes humanos y ovinos de esta región.
Las piedras de sal son utilizadas como complemento mineral y como guías de pastoreo en el Páramo y en el entorno glaciar de Boyacá. Las ovejas, traídas al territorio desde Inglaterra a mediados del siglo XVIII, rodean la piedra de sal y, día a día, van labrando su forma y reescribiendo su origen. Un aerolito ovino es tan improbable como un módulo espacial revestido en lana; sin embargo, ambos existen, ambos dan cuenta de la flexibilidad del espacio y el tiempo en los terrenos del arte, la tecnología y la historia.
Día 1
María Isabella Arenas
Arenarias
Dibujo con lápices de grafito y modelado e impresión 3DCurití, Santander
La historia familiar, el suicidio y la ritualidad como forma de conjurar la muerte atraviesan los tres dibujos y las tres esculturas que conforman la obra ‘Arenarias’ de la artista santandereana María Isabella Arenas.
A lo largo de cuatro generaciones, varios miembros de la familia paterna de la artista se han suicidado. Para vecinos y habitantes de Curití y San Gil esta sucesión de hechos arrojó una sombra sobre los Arenas, quienes fueron rotulados como un “linaje maldito”. Los rumores y suspicacias se convirtieron en una motivación para la artista, el impulso para emprender una búsqueda que le permita –pese a la imposibilidad de desentrañar la intimidad muy personal de cada suicidio– llegar a conocer a esas personas, visitarlos al momento del tránsito.
Cada uno de estos dibujos recrea el espacio de esas muertes en medio de la aridez de los alrededores del Cañón del Chicamocha y de una vegetación salvaje que abraza con raíces, huesos y espinas el encuentro entre la vida y la muerte. En cada una de las imágenes y piezas escultóricas, una presencia animal guía el viaje entre dos planos: el camuro, mezcla de cabra, chivo y cordero, ocupa los lugares abandonados por la presencia humana.
Un conmovedor proceso de entrevistas, el hallazgo de una serie de objetos cargados de significado para los parientes que partieron y la aparición recurrente del camuro en relatos de celebraciones pasadas van guiando cada preciso trazo del lápiz de Isabella hacia una reconstrucción de la familia desde la ausencia, desde lo espectral, desde el ritual en el cual la sangre del camuro redime y conserva en la memoria.
Finalistas
Sonia Patricia Rojas López
Elogio a la sombra
Instalación
Bogotá
Pedro Luis Martínez Luna
Divinización
Fotografía
Sincelejo
Andrés Felipe Quintero Torres
Aerolito ovino
Instalación audiovisual
Güicán de la Sierra, Boyacá
Álvaro Enrique Cabrejo Torres
Camuflaje Colombia (Paisaje)
Gráfica expandida (uniforme militar estampado) y fotoperformance
Bogotá
Camila Andrea Agudelo Ballestas
Señoras
Dibujo tipográfico e impresión digital
Barranquilla
Jordan Stalin Ramírez
Corneta culebro
Escultura e instalación sonora
Sibundoy, Putumayo
Dámaxo Henao Salazar
Prototipo de ventanal con ladrillos de vidrio
Óleo sobre lienzo con intervención de pintura a base de agua en pared
Medellín
Sonnia Yépez
Cúmulo de fe
Escultura en parafina, pabilo, cúrcuma, pimienta y canela
Bogotá
Alejandro Sintura Castro
Geranios y conejos
Óleo sobre lienzo
Bogotá
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