Mapa de las arepas Colombianas
Símbolo ancestral capaz de hermanarnos a todos en la región: las arepas en su infinita variedad son uno de los orgullos y alegrías de nuestra cultura gastronómica. Receta que se remonta siglos antes de que existieran nuestros países, cuajó en diferentes preparaciones con la herencia colonial, y varía según los afectos y preferencias de cada familia, la arepa es un manjar que hoy nos acompaña a desayunar todos los días. ¿Cuál es su favorita? ¿Cuál nos faltó? Te leemos en los comentarios.
La arepa es uno de los símbolos gastronómicos más representativos de Colombia y Venezuela, aunque el maíz ha estado presente desde México hasta Chile y con casi la misma preparación, se consume hasta el día de hoy en abundancia. Originalmente, la arepa consiste en una masa preparada con maíz seco molido y un poco de agua; de esta masa se forma una esfera para luego aplanar con las palmas y conseguir su forma circular. Después solo queda llevarla al fuego para que se cocine por ambos lados.
Mucho antes de que existieran fronteras en el continente americano, los indígenas Cumanagotos, ubicados en lo que hoy se conoce como el estado de Sucre del país vecino, ya le llamaban “erepa” a un alimento hecho con maíz y de forma redonda, cuya preparación compartían con gran cantidad de culturas del norte de Suramérica desde la Amazonía hasta el Caribe en los territorios de las actuales Colombia y Venezuela. Es, de hecho, un invento muy anterior a la invención de ambos países, delicia y herencia indígena del continente que se ha combinado y acompañado con ingredientes provenientes de África, Asia y Europa. La arepa de nuestros desayunos colombianos es tan diversa como nosotros mismos.
Aunque la receta parezca muy sencilla, cada parte de Colombia tiene su propia manera de hacer arepas, desde la Costa Caribe hasta el Amazonas y cada esquina de cada barrio, cada puesto de arepas le añade o cambia alguna parte del proceso.
Aunque hay pasos inalterables del proceso, como el de mezclar el agua con la harina, la mantequilla de vaca, y la sal, una arepa es más que una mezcla de ingredientes. Este manjar tiene en cada gramo de harina la historia y tradición de cada familia colombiana, donde se empiezan a hacer arepas desde una tierna infancia, haciendo figuras de animales y objetos con la masa, acompañando la preparación con historias de la abuela y contando chismes familiares mientras se cuida de que las arepas no se quemen. Representa el amor de poner la mesa, las tazas de chocolate con queso y servir la arepa calientita para que se derrita la mantequilla.
No hay alma que haya pisado tierra colombiana sin haber comido arepa. Va con todo: carne, queso, pollo, chicharrón y hasta bocadillo. Incluso muchas de las clases de arepa reemplazan el maíz por plátano, arroz, yuca o papa; un alimento que no solo es versátil sino también incluyente y saludable por su nula cantidad de gluten. Además una arepa hecha en casa no posee conservantes, colorantes ni saborizantes. La arepa es una medalla que nos recuerda y conecta con nuestros ancestros y aunque su proceso de fabricación ha cambiado, su fuerza como símbolo permanece intacta.
Esta esponjosa arepa proveniente de las tierras frías de Boyacá es un mestizaje culinario: a la masa de maíz tierno amarillo que los indígenas consumían en la zona se le añadió la cuajada o queso campesino después de que los españoles trajeran la vaca.
Antiguamente se cocinaba en horno de leña; así tomaba un color dorado por toda su corteza, lo que la hace crocante por fuera y suave en su interior. Hoy en día se prepara con harina de maíz amarillo precocido, harina de trigo, leche y mantequilla, y se le puede añadir un poco de panela o azúcar a la masa. Para el relleno se usa queso campesino o cuajada. Una vez se tenga la masa preparada se moldea una bolsa a la que se le pondrá el queso y se cierra la bolsa para que tenga su distinguida forma. La clave está en que no quede tan gruesa la masa para que pueda cocinarse, y tener una cantidad moderada de queso para que no se abra. La arepa boyacense es una de las más queridas por los colombianos. Su fusión de salado y dulce brinda el equilibrio perfecto para unas onces.
De un poco menos de medio centímetro de grosor, esta arepa redonda es perfecta para acompañar con embutidos colombianos, especialmente el chorizo. Su preparación ancestral está hecha con maíz peto o trillado, se cocina en la olla a presión aproximadamente 40 minutos para luego escurrirlo y molerlo.
Luego de amasarla se estira y se cortan los discos para asarlos sobre el sartén a fuego medio alto de manera que queden crocantes y tostaditas. Aunque se puedan considerar opcionales, la sal y la mantequilla son para muchos el aderezo inevitable para esta blanquita; y la puede combinar como quiera, a la hora que quiera, pues es parte de desayunos, almuerzos y cenas de toda la región antioqueña y cafetera en el corazón del país. Ella misma acompaña la famosa bandeja paisa, una combinación exquisita con todo el sabor antioqueño.
Esta arepa frita característica de la Costa Caribe es la representación gastronómica de la cultura luruaca, tanto así que desde 1988 se celebra cada año el Festival de la Arepa de Huevo donde este año se vendieron más de treinta mil arepas en Luruaco, Atlántico.
Evidencia la mezcla culinaria a raíz de la colonia: fueron los afrodescendientes quienes enlazaron el maíz cultivado y consumido por los indígenas locales, con los huevos de la gallina traída al territorio por parte de los españoles. Su preparación inicial no varía mucho, maíz amarillo cocido y molido para conseguir la masa, se le agrega sal y agua para que quede una textura suave. Con ella se arma la arepa y se lleva a un caldero con aceite caliente hasta que se infle, y aquí empieza la magia: una vez sacada la arepa inflada se procede a echarle el huevo, y si se quiere carne desmechada, se cierra la arepa con un poco más de masa y se vuelve a freír hasta que el huevo esté en su punto. La arepa de huevo es ideal para quitar el hambre en poco tiempo.
Si de variedad de sabores se trata, Santander guarda una oferta amplísima de sabores potentes desde el mute hasta el bocadillo veleño. Eso sí, en el desayuno una arepa amarilla asada, esta vez de maíz porva pelado, a veces potenciada en su sabor con chicharrón y una pizca de ceniza.
Aunque existen varias maneras de prepararla actualmente, la paciencia es el secreto de su potente sabor. En principio se cocina el maíz con la ceniza aproximadamente 40 minutos y se procede a quitarle la cáscara a cada grano frotando y lavándolo sobre un canasto. Una vez listo se deja en remojo por tres días con agua y un vaso de guarapo para fermentar. Originalmente lleva chicharrón en su masa, por lo que se lleva a hervir en un poco de agua hasta que queden dorados. Hecho esto se lleva el maíz y el chicharrón al molino. Después se agrega sal al gusto y se empieza a amasar agregando poco a poco agua y manteca del chicharrón para humedecer hasta que la masa no se pegue a las manos, es ahí cuando está lista para armar las arepas con mucho cuidado, pues la masa es frágil y tiende a cuartearse. No sobra decir que la arepa santandereana se acompaña con todo. Además de ser una gran fuente de proteína lo va a dejar satisfecho un buen rato.
La más dulce y tierna de todas: la arepa de Choclo, también llamada Cachapa en los Llanos Orientales de Colombia y en la vecino Venezuela es irresistible por su combinación de maíz tierno con la leche, la mantequilla, el queso, el azúcar y la sal.
Su receta es muy sencilla y rápida de preparar, basta con licuar todos los ingredientes y al sartén; en algunas recetas les agregan huevo, fécula de maíz o harina de trigo, para que esponje aún más y obtenga una sensación más intensa en su sabor y textura. Un dato curioso es que la arepa de choclo es de las más populares en casi todos los países latinoamericanos por su distinguido sabor que hace agua la boca.
Una joya ancestral: el origen de esta legendaria arepa con un solo ingrediente se remonta a la época prehispánica, cuando los nativos americanos, arahuacos y caribes, así como las sociedades amazónicas cultivaban el Casabe o Yuca de casabe. Además era parte de la dieta diaria de los indígenas en el Amazonas.
Su proceso artesanal antiguamente consistía en pelar la yuca y rayarla utilizando un trozo de madera con piedras incrustadas. Luego utilizaban el sebucán, que era un cilindro que se encogía y estiraba, tejido con hojas de palma, para escurrir y apretar la masa y así sacarle la sustancia (yare o ácido cianhídrico) que es tóxico. Después de escurrir el casabe se pasaba por un colador y se obtenía todo el almidón necesario para la arepa. El casabe se arma directamente en el sartén a fuego medio, formando una capa delgada con la masa hasta voltearla para que se cocine por ambos lados.
En los Llanos Orientales de Colombia se prepara esta deliciosa arepa con base de arroz, que es abundante en esta región. Su receta consiste en remojar una libra de arroz por una noche, que luego se licua con cuajada, mantequilla derretida y sal.
Esta mezcla se lleva al sartén en forma de crepes y tiene infinidad de posibilidades para acompañarla, usualmente con queso sietecueros, guacamole, carne desmechada, pollo con hogao o plátano maduro.
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