El arte urbano transforma un violento distrito de Nueva York
El Bushwick Collective cumple once años de congregar a algunos de los mejores muralistas del mundo en un distrito que hace un par de años fue epicentro de violencia y desesperanza en Brooklyn. Los colombianos SEPC, Guache y S.cifu están entre los artistas que han intervenido las paredes de este sector.
Es común ver varios murales inspirados en The Notorious B.I.G., un reconocido rapero de Brooklyn.
Hay sitios en Nueva York donde el entrelazamiento cultural está fijado en las paredes pintadas con aerosoles. Desde hace once años, la calle Troutman 427, en Bushwick se ha convertido en el epicentro del arte urbano en Brooklyn. Este es un pasillo explosivo de murales hiperrealistas y grafitis que conviven con tags y rayones más clásicos. En la esquina de Troutman Street y Wyckoff Avenue, obras como Gods that walk amongst us (Dioses que caminan entre nosotros), de Robert Vargas, artista de Los Angeles, representan un símbolo para la comunidad de artistas que el Bushwick Collective reúne anualmente.
Vargas, que vive en California, fue invitado por el colectivo en 2021 a intervenir uno de los muros principales en el que decidió honrar a la comunidad latina, especialmente la ecuatoriana de Bushwick, “unidos bajo la bandera de nuestras raíces indígenas", compartió en un post en Instagram.
Gods that walk amongst us de Robert Vargas
Durante la primera semana de junio, la Bushwick Collective Party convoca a algunos de los mejores muralistas del mundo, que vienen de Europa, Latinoamérica y otras ciudades de Estados Unidos, para intervenir los muros situados junto a la emblemática línea L del metro. Estas calles fueron hasta hace 15 años una combinación de los rincones más violentos de Nueva York. En los sesenta, se mudaron a este sector decenas de familias inmigrantes empobrecidas, muchas afroamericanas, muchas italianas, muchas puertorriqueñas, que a partir de falsas promesas tuvieron que buscarse la vida y criar a sus hijos en medio de bandas, narcotráfico, abandono estatal y proyectos de vivienda fallidos que acabaron haciendo de este un distrito al que la ciudad le dio la espalda.
En 2002, Joseph Ficalora puso en marcha el Bushwick Collective, motivado en parte por el dolor de la muerte de su madre y la intención de crear un espacio donde el arte urbano generara otro tipo de vínculos. Ficalora creció en este barrio, en el que trabajó durante la mayor parte de su adolescencia en la fábrica de metal de su familia, y fue aquí mismo donde su padre fue asesinado por robarle una cartera y una cadena barata cuando Joe tenía 12 años. En los años setenta, Bushwick fue consumido por incendios y saqueos y quedó reducido a un barrio marginal, muy sucio, dominado por el tráfico de drogas y la prostitución. La zona permaneció bajo el control de las bandas durante los años que vinieron.
Parte de la vida cotidiana de este barrio inviable quedó registrada en las canciones de salsa de orquestas como La Narváez, formada por un grupo de adolescentes que, en 1975, cantaban El Malo, Sabiduría y Reencarnación. Las fotografías de Bushwick de los años ochenta muestran un panorama desolador de edificios en ruinas y bloques de apartamentos vacíos. Luego, la inevitable gentrificación de finales de los noventa –que llegó primero al barrio vecino de Williamsburg– empezó a extenderse hacia Bushwick. Los elevados precios de la vivienda y el encarecimiento general de la vida empezaron a desplazar a estudiantes y artistas a esta zona de la ciudad, convirtiendo poco a poco estas cuadras en un lugar vibrante. Hoy Bushwick es considerado un destino obligado para los turistas, en el que las nuevas olas de gentrificadores llegan cada vez con más fuerza.
Vexta a la izquierda y Ashley Hodder a la derecha. Las mujeres muralistas ganan cada año más espacio en la muestra.
Fue en estas calles donde Joe Ficarola "sobrevivió" –como él mismo dice– a las violencias de Brooklyn y donde empezó a reunir hace una década a amigos en torno a un pequeño festival de hip hop y graffiti. La Bushwick Collective Party es una de las primeras fiestas de barrio (block parties) que anuncian la llegada del verano y que este año recibió por lo menos a 2000 personas.
Caminar Troutman por estos días es encontrarse con los artistas finalizando las obras de la galería. A un lado está Joe Iurato, de Nueva Jersey, colaborando con Logan Hicks, y en la siguiente cuadra Vexta está subida en un andamio repasando las plumas de dos enormes pájaros. Luego te encuentras con Rob CES Provenzano, que ha revolucionado la forma de intervenir las paredes con caligrafía con su wildstyle. Provenzano lleva haciendo graffiti desde los años ochenta y es un reconocido líder comunitario en Nueva York. Un bloque más allá, la artista Ashley Hodder está terminando su homenaje a Tina Turner, quien murió hace pocas semanas.
Rosas, Hip Hop y Manizales en las paredes
Troutman Street es hoy una galería de arte público que habla de la estrecha relación entre el grafiti y el Hip Hop en la ciudad. Es común encontrarse en las calles de Bushwick múltiples homenajes a raperos como The Notorious B.I.G. Este año, Ice-T fue el rapero principal de la fiesta.
El artista dominicano Rubén Ubiera intervino uno de los muros más visibles con su Brooklyn Bouquet: un arreglo de flores en el que combinó un par de tenis Jordan, una gorra de béisbol, rosas y otras plantas icónicas de Nueva York. El bouquet se mezcla con el árbol que está justo en frente de la pared y que en otoño tendrá las hojas amarillas como los pétalos de la pintura. Ubiera es un reconocido muralista que vive en Miami y creció en el Bronx, luego de mudarse desde el Caribe cuando era un niño. Sus murales responden a un movimiento conocido como "postgraffiti", un término que comenzó a aparecer con más fuerza en la década del 2000 para referirse a una evolución del graffiti hacía formas más conceptuales y figurativas, y en su caso, más conectadas con los entornos urbanos que interviene.
En la cuadra siguiente SEPC, de Colombia, termina su primera colaboración con el Bushwick Collective. El artista de Manizales fue reconocido hace unos años por su serie Negativos que pintó en varias ciudades de Colombia. Esa serie de murales llamó mucho la atención porque fueron pintados en colores que sólo podían “revelarse” con la ayuda de una aplicación de celular y abordaban temas como las ejecuciones extrajudiciales de los “falsos positivos”. Negativos fue reseñada por varias revistas de arte internacional que destacaron la innovadora exploración del colombiano que nos invitaba a mirar distinto a través de los smartphones con los que hoy mediamos el mundo.
Esta vez en Nueva York, SEPC le hace un homenaje al rapero Keith Edward Elam- Guru, miembro del dúo de hip hop Gang Starr, quien tenía muchos fanáticos en Brooklyn y murió en 2010. SEPC utilizó la paleta de colores que lo caracteriza CMYK y en las mejillas del rapero dibujó los circulos blancos gabarateados que son su sello y que rompen con el realismo de sus imagenes. Atrás la icónica grabadora de música retro ícono del hip hop, adelante alambres de púas que suelen representar los obstáculos en la vida. Luego pintó una van que intervino con tags con homenajes: la firma de Zexor, un grafitero neoyorkino que murió en 2019, con 29 años; al lado el dibujo del fantasma que su amigo Juan pintaba en las calles de Manizales antes de morir, y los nombres de otros artistas que hacen parte de su colectivo.
La presencia del street art colombiano en Nueva York no es nueva y crece con el tiempo. Los icónicos delfines de S.cifu, que se encuentran en Bogotá y Medellín, también hacen parte del Bushwick Collective y la efervescente movida colombiana se ha venido instalando en las paredes de Nueva York de manera efímera y también permanente con los murales de Guache y sus retratos indígenas en Bushwick, el trabajo de Calicho Arevalo en Underhill Walls, las paredes intervenidas por Toxicómano Callejero, Erre and Praxis en el First Street Green Art Park, y las palenqueras de Kay Love en East Tremont, en el Bronx.
Los muralistas y graffiteras colaboran entre sí, se encuentran en Bogotá, Nueva York, Miami, San Francisco o North Carolina y continúan nutriendo una escena donde todavía sus rostros suelen estar detrás de sus obras, y sus seudónimos hacen que sigan siendo almas creativas anónimas que viven entre nosotros.
Guache y S.cifu en las paredes de Bushwick.
Texto y fotos: Angélica María Cuevas Guarnizo
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