Grandes carteles de la historia
Muchas de estas imágenes las hemos visto toda la vida, pero no sabemos cómo nacieron ni quién las creó. Algunas han sido materia fértil para memes. Y otras son reproducidas para convocar movilizaciones que confirman que las imágenes poderosas, como las luchas que las inspiran, no pierden vigencia.
En el siglo XVI el perdón tenía un precio. El valor se determinaba de acuerdo con lo que ganaba el pecador, con la gravedad del mal cometido y con su estado –porque incluso los muertos podían pagar por su perdón de camino al infierno–. El monto se establecía en monedas que debía pagar para conseguir una indulgencia y alcanzar así la vida eterna. Perdona nuestras ofensas, por una módica suma. Este hecho, sobre muchos otros, fue el que hizo que Martín Lutero clavara un papel con 95 tesis escritas en la puerta de una iglesia en Wittenberg, Alemania, el 31 de octubre de 1517. Con este gesto marcó el inicio de una reforma de fé y la fundación de una religión entera. No ocurre a menudo, pero sí pasa que a veces un pedazo de papel –un cartel, por ejemplo– cambia la historia del mundo.
Quienes nos precedieron en Egipto y Roma usaron piedra y madera como contenedores para información que necesitaba impactar a los transeúntes: información pública, aparentes mandamientos, ventas ambulantes. Pero el cartel como lo conocemos hoy apenas fue posible cuando en un día de lluvia el músico alemán Alois Senefelder se le ocurrió la idea de la litografía al ver una hoja ser delineada por el agua al estar sobre una piedra caliza; con esto se ideó que podría existir algo como la litografía, que para ese entonces era grabar en piedra lo que quería luego reproducirse.
Sin embargo, entre la piedra y el presente hay una historia tanto técnica, ideológica, comercial y artística que ha inundado paredes públicas y privadas de colores, figuras y mensajes. Los carteles contienen lo alguien cree que deben decirse sobre un sustrato generalmente común y de fácil acceso y con un estilo que invariablemente dice: tienes que mirar.
Cartel de reclutamiento gringo: “I Want You!”
James Montgomery
1917
La personificación del gobierno de Estados Unidos conocida como Uncle Sam (Tío Sam) apareció referenciada por primera vez en 1810 y desde ese momento se ha usado como un símbolo estatal. En general es representado por un hombre viejo, blanco y que porta los colores de la bandera de este país del norte. Sin embargo, tal vez su momento de mayor fama fue durante la Primera Guerra Mundial; en 1916 apareció en la portada de la revista Leslie 's un personaje que preguntaba “What are you doing for preparedness?” (¿Qué estás haciendo para estar preparado?). Esta fue la primera versión del Tío Sam que hizo el dibujante James Montgomery Fagg y fue un año antes que Estados Unidos decidiera entrar activamente al conflicto, se estaban alistando. Luego de esto, Fagg ilustró un cartel que se reprodujo más de cuatro millones de veces durante la Guerra y que muestra la figura del Tío Sam señalando al lector y con un texto voluptuoso que dice “I WANT YOU FOR U.S ARMY” (Te quiero para el ejército). Este cartel fue tan exitoso en su labor reclutadora que fue reutilizado en la Segunda Guerra Mundial y hoy se reconoce como la imagen más conocida de la personificación estatal estadounidense. Es solo un papel, sí, pero bastó solo una mirada al Tío Sam para que muchos fueran a la guerra.
Nord Express
Adolphe Cassandre
1927
Adolphe Cassandre necesitó apenas unas líneas y unos difuminados para lograr representar un tren que avanza hacia el horizonte emitiendo humo al cielo azul. Este es un cartel que hace parte de una serie que algunos artistas franceses hicieron sobre viajar. Aunque parece estar altamente influenciado por el cubismo, realmente es una pieza Art Deco, una corriente que tuvo como protagonistas a artistas gráficos a los cuales se les encargó mostrar la glamurosidad de los tránsitos, las ciudades y los paseos dentro de ellas. Este de Adolph Cassandre fue encargado por Nord Express, una compañía de transporte francesa que tenía rutas a distintos lugares de Europa. Más que un real interés de los artistas en retratar estos carteles, fue una coincidencia entre el Art Deco, el jazz y el viaje por ocio lo que hizo que hoy conozcamos el trabajo de importantes artistas gráficos como lo fue Cassandre.
Keep Calm and carry on
Ernest Wall-Cousins
1939
La tipografía que usó Ernest Wall-Cousins cuando le encargaron una campaña para animar el espíritu de los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial fue la Gill Sans diseñada por Eric Gill en 1928. Sobre fondos oscuros y con un dibujo de la corona de George VI, esta tipografía fue el único recurso en la creación de estos carteles inmortales. En total fueron tres carteles –uno verde, otro azul y otro rojo– los que seleccionaron para ser enviados por correo a los ciudadanos, uno decía “Freedom is in peril, defend it with all you might” (La libertad está en peligro, defiéndela con todas tus fuerzas.) y otro “Your courage, your cheerfulness, your resolution, will bring us victory” (Tu coraje, tu alegría, tu resolución, no traerán la victoria). Pero sin duda el que pasó a la historia fue el de color rojo que tenía escrito “Keep calm and carry on” (Mantén la calma y sigue adelante); aunque cumplió su labor en la Guerra, por cincuenta años fue olvidado hasta que durante la Gran Recesión una pareja de libreros de Barter Books en Alnwick, Inglaterra, encontraron en una revisión de libros este cartel, lo pegaron en la librería y luego lo reprodujeron vendiéndolo a través del Victoria and Albert Museum. Ahora es más un eslogan del mercado que de la guerra, pero sigue activo en sus múltiples versiones.
Libros
1925
Alexander Rodchenko
Era apenas normal que una escritora, directora y productora cinematográfica como lo fue la rusa Lilia Brik fuera retratada por el diseñador gráfico y fotógrafo ruso Alexander Rodchenko. Su belleza era de fama y compartían el mismo círculo social. Rodchenko hacía parte del movimiento constructivista ruso que servía a la revolución y rechazaba los adornos en la búsqueda por líneas simples y formas geométricas; además, estaba familiarizado con el movimiento dadaísta y de esos referentes surgió el uso del fotomontaje para el desarrollo de carteles. La fotografía que tomó de Lilia Brik donde se veía ella haciendo un gesto como el que se hace para amplificar la voz, terminó en un cartel encargado por la oficina de publicidad estatal de Leningrado para la editorial literaria estatal. El cartel se ha convertido en uno de los más reproducidos de la historia, incluso en occidente; tiene la fotografía en blanco y negro, textos enormes y el fondo es naranja rojizo, azul, verde y negro.
We can do it!
Howard Miller
1943
Cuando eran los hombres casi los únicos que iban a la guerra, las ciudades se veían despobladas y en necesidad de mano de obra que se hiciera cargo del trabajo que los ahora integrantes de alguna armada ya no podían hacer. Por eso, durante la Segunda Guerra Mundial, fue común que en Estados Unidos aparecieran carteles incentivando a las mujeres a reemplazar a esos hombres sobre todo en las fábricas. El cartel que hacía ese llamado y pasó a la historia fue el de We can do it! (¡Podemos hacerlo!), también conocido por el título de Rosie the Riveter. Aunque el diseñador J. Howard Miller lo produjo para la empresa Westinghouse Electric con el propósito de ponerlo en sus instalaciones en 1943, pero cuando los hombres regresaron el gobierno dejó de incentivar el trabajo de las mujeres y el cartel pasó temporalmente al olvido. Sin embargo, fue redescubierto en la década de los ochenta y fue allí que se consolidó como un símbolo que muestra que hombres y mujeres trabajamos igual.
Directorios ilustrados
Adolphe Millot
1905
Los directorios ilustrados fueron unos carteles hechos específicamente para el salón de clase donde se retrataba un tema a través de un inventario de elementos relacionados con este. Por ejemplo, un directorio ilustrado de hongos contenía varias decenas de los hongos más importantes hasta el momento con sus respectivos nombres con convenciones. En 1905 fue publicada por primera vez la enciclopedia Petit Larousse que recogía en papel una parte del conocimiento que teníamos sobre el mundo. El pintor y entomólogo francés Adolphe Millote hizo algunos dibujos para la enciclopedia y luego los redibujó para crear carteles que pudieran usarse en clases. Hizo directorios de mariposas, animales marinos, flores, huevos, frutos, insectos, tubérculos y más y encontró en el camino, e incluso después de su muerte, muchos dibujantes que quisieron imitarlo pero no lograron su nivel de precisión. Hoy son un referente estético para el dibujo botánico y una reliquia.
Le chat noir
Théophile-Alexandre Steinlen
1896
El artista Rodolphe Salis inauguró en 1881 un cabaret pensado para los poetas y artistas de su época en el barrio Montmartre en París. Allí había piano, recitales, teatro de sombras; el nombre, cuentan, fue puesto porque el dueño encontró un gato negro mientras visitaba el local aún en obras, pero la historia de este lugar legendario ha llegado hasta hoy gracias a un cartel. Théophile-Alexandre Steinlen era un litógrafo que nació en Suiza pero pasó su vida en Francia y en 1896 contó con la suerte de recibir un encargo para una gira que haría Salis con su cabaret, fue una suerte porque a Steinlen le gustaban los gatos desde siempre. El cartel resultó siendo un dibujo prominente de un gato negro con unas letras dibujadas por el artista en negro, rojo y café. Hoy el lugar donde antes quedaba el cabaret es un hotel, pero el legado sigue vivo a través de ese cartel que se ve asiduamente en restaurantes y pastelerías francesas en todo el mundo y que ha aparecido en películas como Gray Matters, videojuegos como Resident Evil: Survivor y hasta referenciado en canciones como Tournée du Chat y Le Chat se retourne de Tony Coe.
Metropolis
Heinz Schulz-Neudamm
1927
¿Qué tiene que tener un poster para que se paguen casi un millón de dólares por él? En el 2012 el poster de la película muda de ciencia ficción Metrópolis diseñado en 1927 por el artista gráfico alemán Heinz Schulz-Neudamm fue subastado por este precio. Es un cartel donde sobre un fondo de edificios altísimos aparece la cabeza de un robot con una mirada penetrante al espectador y el título de la película de Fritz Lang en un estilo Art Deco. Hoy solo se conocen cuatro copias de este cartel que pasó a la historia gracias al culto que se creó alrededor de la película y también a la maestría gráfica de Schulz-Neudamm. Uno está en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, otro en el Museo de Cine de Berlín y dos hacen parte de colecciones privadas. La película obtuvo la categoría de Memoria del Mundo entregada por la UNESCO y el cartel es un referente estético para hablar de futurismo aún hoy.
I am a man
Anónimo
1968
Se pensaría que la historia es más vieja, pero no lo es. Apenas hace poco más de cinco décadas que un grupo de trabajadores en Memphis, Estados Unidos se declaró en huelga luego que dos de sus compañeros afroamericanos murieran a causa del abuso laboral. Fue el 3 de abril de 1968 que llegaron al lugar con carteles que decían I am a man (soy un hombre), como si no fuese ya obvio. Querían que les dieran el derecho de unirse para luchar por sus derechos laborales sin perder el trabajo. Este cartel ha pasado a la historia por ser un símbolo de un día histórico; ante esos trabajadores fue que Martin Luther King Jr. pronunció su último discurso, pues al siguiente día fue asesinado. Desde su micrófono, seguro, podía ver estos carteles con letras imponentes pero finas que decían lo que algunos habían olvidado o nunca habían aprendido. En su discurso, titulado luego ‘I've Been to the Mountaintop’ (He estado en la cima de la montaña) Luther King terminó diciendo: “Pero quiero que sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida. Y estoy feliz esta noche. No estoy preocupado por nada. No temo a ningún hombre. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”.
Moulin Rouge
Henri Toulouse-Lautrec
1891
El fuerte sentido decorativo del Art Nouveau en sintonía con las posibilidades técnicas de la época hizo que fuera durante la Belle Epoque que surgiera el cartel comercial como lo conocemos ahora: un pedazo de papel llamativo para promocionar productos o servicios. Mediante estos encargos grandes artistas gráficos se consagraron y uno de los más importantes fue Henri Toulouse-Lautrec. Dominó la litografía, lo que le permitió usar colores llamativos para crear escenas que transmitían emociones. Tal vez sus trabajos más importantes los hizo para el Moulin Rouge, uno de sus cuadros hizo parte de la inauguración y la exposición en este cabaret le valió su fama y la posibilidad de crear carteles tanto para este lugar como para otros clientes. Todo lo que hizo se enmarcó en un estilo cercano a la fotografía donde era importante crear la sensación de movimiento y solemnidad.
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