Ocho tipos de baretos
Armar porros requiere de conocimientos ancestrales que no todos poseen. Son habilidades que se adquieren con mucha práctica y que, por más apodos cariñosos que le tenga a la marihuana, no se le van a dar a la primera. Ármese de paciencia y consulte esta lista, que es apenas una muestra de lo que pueden hacer aquellos iluminados.
No se trata únicamente de enrollar mota en un papel. Para armar un porro es necesario buscar un cuero que se queme lentamente y de forma uniforme, que no tenga un mal sabor, proceder a trillar la marihuana y retirar los pedazos leñosos, e incluir hojas o extractos de cannabis. Por estos factores los baretos no quedan todos iguales (también influye la delicadeza que usted tenga al armarlo). En esta lista incluimos algunos de los más comunes, cuéntenos cómo le quedan a usted o si nos faltó incluir alguno.
El Flanders. Perfectirijillo, simplemente perfectirijillo.
El flauta. Presenta algunos huecos debido a la impericia del armador, huecos que toca tapar con los dedos para que no se escape el humo.
El delgadillo, también llamado calillo. Es una brizna de hierba envuelta en papel, muy popular cuando escasea el material fumable. Es el paso inmediatamente anterior a verse obligado a fumar telaraña o hebras de banano.
El apanao. Una vez terminado el bareto, se procede a untarle miel, aguapanela o extracción de cannabis por encima. A continuación, el bareto se pasa por una superficie impregnada de polen de cannabis. Solo una potencia cannábica nacional como el Barrio Antioquia podría haber inventado este torpedo psicodisléptico.
La pata, también llamada chicharra. Quien fume marihuana de manera frecuente conocerá los dos principios primordiales de todo fumón: "El que lo arma lo prende" y "Que no se pierda nada". La chicharra es la materialización del segundo principio: el último suspiro de todo bareto. La tendencia moderna es a armarlos con filtro, pero cuando el bareto no tiene filtro hay que recurrir al matachicharras para no quemarse los dedos.
El empanada. Queda delgado en las puntas y gordo en la mitad. Cuando aparece un bareto de este tipo es casi norma que uno de los fumones diga divertido: "Uy, pasen ají para esa empanada", y todos los fumones reirán de buena gana aunque hayan oído el mismo comentario miles de veces. Esa es la camaradería que genera un baretico.
El escoba. Queda con hebras de hierba en la punta, por lo que se asemeja al objeto al que hace referencia su apodo. También provoca comentarios divertidos en los asistentes, casi siempre en tono de matoneo a quien lo armó.
El matrimonio. Requiere de una gran destreza, pues la idea es trenzar dos delgadillos, o incluso dos porros de dimensiones, por decirlo de alguna manera, "normales". Es producto de la ociosidad a que lleva el consumo consuetudinario de cannabis. Pero por eso gusta tanto la hierbita aquella.
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