Aprenda a ahorrar y no morir en el intento
Se ha dicho un millón de veces y hay que volverlo a decir: la clave del ahorro está en gastar menos de lo que se gana. Cuando se tiene un salario reducido –porque es el primer empleo o porque se deben pasar cuentas de cobro y los pagos nunca están a tiempo–, esta parece una misión imposible. Sin embargo, la mezcla de observación, disciplina y objetivos claros puede facilitar que se logren guardar algunos pesitos. Este no es un libro de autoayuda, apenas son cuatro sencillos puntos para que empiece a ahorrar.
1. Haga un presupuesto
El primer paso para definir su capacidad de ahorro es la elaboración de un estimado de gastos mensuales o quincenales, según la frecuencia de sus ingresos. El método clásico es el uso de Excel, pero existen apps gratuitas (como Checkbook o Mobills) que le permiten incluir las entradas y salidas de dinero y, además, generan gráficos y tablas que hacen más amigable el entendimiento de las cifras. Durante una semana, anote todo lo que paga e incluya un valor de imprevistos, con eso puede calcular los valores mensuales y hacer un balance. El secreto es tener las cuentas claras.
Para ahorrar también es necesario contar con una motivación. Mejor dicho: piense en qué quisiera invertir el dinero y más o menos cuánto necesita. Una vez lo tenga claro, recuérdeselo las veces que hagan falta y así podrá evitar la tentación de botar la plata en otra cosa. Busque crear objetivos de mediano y largo plazo, porque si las metas son demasiado cortas es más difícil adquirir la disciplina. Cuando tenga el hábito de ahorrar, le recomiendo ponerse objetivos cada vez más ambiciosos.
2. Prográmese
Una vez esté claro en qué suele usar su dinero, prográmese para gastar solo una parte de su salario. Con la lista de gastos fijos (arriendo, transporte, alimentación, servicios, salud), elimine todo aquello que no es prioritario. Aquí hay que fingir ser adultos y descartar esa consola de videojuegos que lanzaron ayer. Suena a regaño, pero para empezar no compre nada que realmente no necesita. Una estrategia para detectar este tipo de adquisición impulsiva es que postergue la compra por un mes; si consigue sobrevivir sin comprarlo es porque no era indispensable. No se trata de no darse gustos, lo que se debe buscar es que los excesos sean la excepción y no la regla.
Al inicio de cada mes elabore un presupuesto tan detallado como le sea posible, ajústese a él de la forma más rigurosa e incluya un rubro destinado a diversión: buscamos ser organizados, mas no perder por completo la vida social. La fiesta no tiene que hacerse en el bar de moda, también se puede rumbear en la casa o en sitios baratos.
Antes de ahorrar es fundamental no deber. Elimine los pasivos –sí, palabra de contadores– en el menor tiempo posible. Al comenzar con la estrategia de reducción de gastos, se pueden obtener recursos para pagar las deudas en un lapso corto. Una vez esto se cumpla, piense en destinar la plata en viajes, estudios en el extranjero o la moto de sus sueños. Recuerde el punto 1: hay que tener un objetivo.
3. Sea inteligente
Es necesario optimizar el uso de los recursos. Por ejemplo, en la compra del mercado, no descarte las marcas blancas, que en la mayoría de los casos tienen exactamente el mismo contenido e ingredientes de ese producto que tiene mucha publicidad. Dele una visita a plazas de mercado o almacenes que ahorran en la exposición de producto pero que ofrecen precios menores que los lugares reconocidos. La tienda de barrio a veces esconde precios fantásticos y más amabilidad que el supermercado exitoso.
Reduzca el consumo de servicios públicos en casa: apague las luces que no está usando, recoja agua y úsela para el inodoro o para regar las plantas, apague el televisor si sólo lo tiene de ruido de fondo, no deje conectados los cargadores… de paso le ayuda al planeta un poquito.
No siempre hay que dar regalos costosos: piense en el hágalo usted mismo, quizás descubra o refuerce sus habilidades para las manualidades. No compre ropa de temporada, espere a los descuentos y cuide los chiritos que tiene.
Pague siempre los cargos regulares antes del vencimiento (celular, electricidad, internet, salud) para que no tenga que pagar intereses innecesarios. En la medida de lo posible, lleve comida de la casa al trabajo. Eso no significa ser tacaños, obviamente hay excepciones.
Para viajar, hay muchos más consejos.
4. En serio: ahorre
Cuando logre el punto 1, defina el 2 y sea diestro en el 3, intente guardar una cuota mensual. Una de las opciones es un ahorro programado con amigos o compañeros de trabajo o recurrir a una cuenta bancaria con baja o nula cuota de manejo. Si el problema para ahorrar es la falta de voluntad, puede pedirle a un adulto responsable que le ayude con la tarea: alguien que sea estricto en no entregarle el dinero hasta la meta pactada y, de ser necesario, cobrarle la cuota respectiva de cada mes. Eso sí, asegúrese de que sea alguien de confianza –por alguna razón, suele ser la mamá–.
Use la tarjeta de crédito solo cuando sea la última opción –tanto mejor si no tiene una hasta cuando ya ha crecido como joven trabajador, endeudarse no es buena idea–. En la medida de lo posible, limite el plazo de pago a una cuota, así se evita los intereses. Revise opciones en los bancos con la menor tasa disponible y pregunte si su empresa o la de familiares o amigos tiene algún convenio sin cuota de manejo.
Bonus:
1. Para quienes tienen instinto financiero, se consideran personas osadas y buscan rentabilidad a través de la especulación, sugiero invertir en divisas (dólar o euro, quién iba a pensar que la libra ya no es una opción) aprovechando la volatilidad del tipo de cambio en el mercado colombiano. Esta es una estrategia que premia a quienes están pendientes de las noticias financieras. La idea es entonces darse una vuelta por la casa de cambio y comprar, por ejemplo, dólares a un valor bajo y tratar de venderlos a un precio mayor. Las acciones requieren mucho más conocimiento y seguimiento, y rara vez son confiables esos paquetes que salen a vender con publicidad invasiva –para la muestra está cierta petrolera estatal–.
2. La vida en pareja implica algunos gastos grandes, también compartir otros. Aproveche la soltería pero no para ser el que más invita. No vaya al supermercado cuando tiene hambre ni de compras cuando se le bajan los ánimos –lo que llaman “depre”–, eso solo hará que despilfarre dinero en cosas que realmente no necesita o, lo que es peor, que ni siquiera le gustan.
Ahorrar definitivamente es posible aunque tome tiempo. No desespere: cuando logre lo primero que se propuso con el dinerito guardado, será feliz por la meta cumplida y por darse cuenta de que no murió debiendo hasta los calzones.
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