La alquimia de La Bruja RISO en Medellín
La Bruja Riso es un acogedor taller de risografía en Medellín. Además de sus publicaciones como editorial independiente, se ha convertido en un espacio de encuentro para el arte y la ilustración. Aquí su historia y las joyas de sus estanterías.
En el segundo piso de un parqueadero con locales a sus costados se encuentra La Bruja Riso. Ubicado en El Poblado —el barrio de Medellín más nombrado por gringos y cantantes de reguetón—, este taller de risografía y publicaciones independientes lleva cinco años sosteniéndose por amor al arte, las letras y la impresión.
El espacio de La Bruja Riso es tan acogedor que hasta su distribución parece la de una casa paisa: tienen una cocina con todos los utensilios necesarios para preparar una merienda, una neverita con cervezas y viche, un cuarto de exposiciones, una sala amplia con una mesa central, un diván y el objeto más importante del taller: una impresora de risografía.
Afuera de la puerta principal hay un jardín que parece casi un solar repleto de plantas, brindando un resguardo fresco a quienes se sientan en las sillas de la entrada. Desde este balcón se pueden observar las montañas que abrazan el valle, anticipar la llegada de visitantes o saludar a los emprendedores de los otros locales. Al llegar, se puede encontrar a Ximena Escobar, artista plástica y diseñadora, o a Andrés Smith, físico puro y todero. Ambos comparten su devoción por La Bruja.
La creación de este espacio ecléctico fue idea de Ximena Escobar, Luis Echavarría y Andrés Smith a finales de 2018, al darse cuenta de que en Medellín no existía un servicio de impresión risográfica como Calipso en Cali o Taller Colmillo en Bogotá.
Lo primero fue adquirir la impresora RISO, una máquina de impresión que realiza copias a partir de una plancha maestra, lo cual impone ciertas características particulares, pues la técnica requiere imprimir un mínimo de copias, solo acepta papel tipo bond y solo puede imprimir un color a la vez, haciendo cambio de sus rodillos de tinta para añadir uno nuevo.
La Bruja Riso es el nombre de este taller pero también de la impresora, el cual fue sugerido por Luis Echavarría, uno de los fundadores que ya no hace parte del equipo. Este particular nombre les ha llevado a resolver dudas de quienes les escriben para preguntarles por trabajos de brujería como amarres y otros servicios esotéricos.
“Luis nos llamó un día de vacaciones. Estábamos buscando un nombre y nos propuso 'La Bruja'. Le preguntamos por qué y nos dijo que era por la magia que hace la máquina, y que quería cambiar la connotación negativa de las brujas por algo positivo. Además, nos encantan las películas de brujas y de terror, así que el nombre resonó mucho y así se quedó”, añade Ximena Escobar.
Con la bruja en su poder, llegó el primer inconveniente: no saber manejarla. La risografía, además de ser una técnica escasa, es compleja. Cuando el negocio abrió, ninguno conocía su funcionamiento. Además, al no ser conocidos, la demanda era casi inexistente. Fue así como decidieron aprender sobre risografía y tomar los rodillos por el mango. Tanto, que en la actualidad brindan cursos de risografía para aquellos que desean tener un primer acercamiento a sus principios.
Si bien emprender en el mercado creativo es difícil, hacerlo solo prestando un servicio como la impresión risográfica es insostenible económicamente. Al percatarse de estos retos, hicieron del espacio más que un taller para la impresión de piezas, agregando otros servicios y experiencias como una tienda de objetos y publicaciones independientes como fanzines, libros, prints, camisetas, medias, totebags y hasta vajillas, esta última con una explicación particular.
La Bruja ha llegado a posicionarse como un punto de convergencia entre tienda, imprenta, editorial, sala de exposiciones, conversatorios y talleres, pero no niegan que ha sido un trayecto complejo y repleto de deudas del que aún no se recuperan financieramente —y del que desconocen si algún día lo lograrán al grado de estabilizar del todo su economía—. Esto no les ha impedido ser un espacio para promover talentos independientes de artistas, ilustradores y escritores locales y nacionales. Algunos alcanzan hasta los 93 años.
Si bien emprender en el mercado creativo es difícil, hacerlo solo prestando un servicio como la impresión risográfica es insostenible económicamente. Al percatarse de estos retos, hicieron del espacio más que un taller para la impresión de piezas, agregando otros servicios y experiencias como una tienda de objetos y publicaciones independientes como fanzines, libros, prints, camisetas, medias, totebags y hasta vajillas, esta última con una explicación particular.
La Bruja ha llegado a posicionarse como un punto de convergencia entre tienda, imprenta, editorial, sala de exposiciones, conversatorios y talleres, pero no niegan que ha sido un trayecto complejo y repleto de deudas del que aún no se recuperan financieramente —y del que desconocen si algún día lo lograrán al grado de estabilizar del todo su economía—. Esto no les ha impedido ser un espacio para promover talentos independientes de artistas, ilustradores y escritores locales y nacionales. Algunos alcanzan hasta los 93 años.
Si bien la editorial de La Bruja RISO se adhiere a diferentes formatos y estilos, su especialización son los libros de artista, publicaciones ilustradas y las historietas. Artistas como Raquel Moreno, Gabriela Pinilla, María Isabel Rueda o Gráficas Molinari han participado en diferentes conversatorios.
Además, sus obras y publicaciones reposan sobre los estantes del taller. Por eso, resaltamos seis joyas que pueden encontrarse en el local de La Bruja RISO:
Fantasía - Sebastián Villamil
En un formato tipo acordeón, este ejemplar presenta una serie de 24 fotografías de juguetes defectuosos nacionales e importados —de Colombia y China—, encontrados por su autor, el artista plástico Sebastián Villamil, en mercados populares. Esta es, a su vez, una mofa a las representaciones de personajes como Mickey Mouse, las princesas de Disney o los superhéroes de DC y Marvel, pues son mostrados desde lo imperfecto tras pasar por la producción en masa del consumismo.
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Entre agua y raíces. Las luchas de la Chiqui en las montañas del Chocó - Gabriela Pinilla y Darío Villamizar
A través de una investigación, este libro cuenta la vida de Carmenza, mujer a quien está dedicado este libro, para narrar algunos sucesos de finales de la década de los setenta en Colombia, como la implementación del estatuto de seguridad, decretado por el expresidente Julio César Turbay en 1978, el uso indiscriminado de la tortura como estrategia contra la oposición política de la época, la violación de derechos de los presos políticos, las intimidaciones a artistas y literatos en desacuerdo con el Gobierno, los asesinatos sistemáticos, el secuestro o la desaparición forzada, así como parte de la historia del M-19.
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Maldades - Ximena Escobar Piedrahita
Cuestionando el estereotipo de la figura de la bruja, asociado a la maldad, la magia negra o la peligrosidad, este libro busca abordar y reinterpretar a la bruja como una mujer diferente, una que desde la historia ha desafiado los parámetros, rompiendo las reglas sociales establecidas. La maldad es entonces un símbolo de poder, de resistencia y autoconocimiento. Pues enfrentar al patriarcado desde una herramienta tan desafiante como la maldad es también reconocer la complejidad, riqueza y diversidad que trae consigo un poder tan tenaz.
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La prueba del secreto - Lina María Parra Ochoa, Alejandro López y Ximena Escobar Piedrahita
Este libro de artista, diseñado y diagramado por Ximena Escobar, incluye un cuento de Lina María Parra Ochoa sobre la polilla conocida comúnmente como la polilla bruja. Además del texto, también está compuesto por imágenes de "Hola Humanos", una exposición de Alejandro López con fotografías macro de polillas y un catálogo de polillas brujas. Parecido a la tela, la textura del papel usado para la portada y para la imagen central nos recuerda la textura de estos insectos; incluso suelta tinta para simular las escamas que sueltan las polillas al ser tocadas. En su interior, las páginas se oscurecen paulatinamente simulando la noche; este es un guiño directo tanto a la historia de Lina como al momento en el que Alejandro toma las fotografías presentadas en la exposición.
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Bloody Mary - María Isabel Rueda
Esta es una crítica a uno de los fluidos más vitales pero a la vez más ocultos: la sangre. Pero no solo la que fluye por nuestras venas, sino también aquella que brota de los cuerpos menstruantes. Misma sangre que se nos ha obligado a las mujeres a mantener oculta, a sentirle asco y vergüenza, a nombrarla desde el dolor y el trauma. Para su autora, este sacrificio divino es el elixir del vampirismo como ritual de metamorfosis de la sangre vital, pues une al mundo de lo material y lo inmaterial. En esta publicación, compuesta por imágenes de mujeres y sangre, se desborda a flor de piel aquella entrega, permitiéndola ser visible, propagada y reproducida.
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Gráficas Molinari - José Ruiz Díaz
Las imágenes que hoy podemos ver en las estampas religiosas, cuadros de las abuelas o en el microperforado de algún bus se remontan a la Cali entre 1952 y finales de los 80. Fue Antonio Molinari quien, a través de su imprenta Gráficas Molinari, reprodujo imágenes religiosas, paisajes, retratos o de farándula de la época para un país que poco o nada conocía sobre arte e ilustración. Este legado visual hace parte de nuestra memoria colectiva. Esta es una recopilación del archivo de imágenes de Gráficas Molinari encontrado y recolectado por José Ruiz Díaz.
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