Los guardianes eléctricos
Electric Sasquatch no es solo una banda de rock, se trata de un colectivo artístico que desde el sonido, las artes visuales y una puesta en escena casi mágica llega desde Cali a sorprendernos con pura electricidad musical.
los que pensaban que las bandas de colegio no sobreviven, les contamos que sí. Y si pensaban que en Cali solo hacen salsa les decimos que no. Por costumbre o cliché no hemos superado el mito de que el rock se hace en Bogotá, y precisamente para sacarnos el parche del ojo les presentamos a Electric Sasquatch, una agrupación caleña que lleva más de seis años tocando (y no lo hace nada mal).
Con riffs arrugados, batería al borde del paro cardíaco y una interpretación vocal impecable, estos caleños son algo más que pelo largo y distorsión: su propuesta incorpora elementos como las artes visuales por medio del mapping (proyecciones de animación en muros), el performance, el maquillaje alusivo a tribus aborígenes de todo el mundo y un sonido que, aunque comparan con grandes agrupaciones del rock, no busca aplicar fórmulas sino contar historias. “Para nosotros es importante salirnos del molde, del A-B-A, del coro-verso-coro, queremos hacer la música que nos está sonando en la cabeza”, afirma Jonathan Betancourt, guitarrista líder.
En 2009 nació Electric Sasquatch, después de definir un sonido que mezcla el blues, el rock y la electrónica, una historia que narra su contexto y su pensamiento y una propuesta estética que es magia pura en el escenario. La banda no teme experimentar musicalmente y respeta a su público para sorprenderlo. Está formada por Johann Aranzález (voz principal y guitarra), Jonathan Betancourt (guitarra, harmónica, didjeridu y coros), David Millán (bajo y coros), Alejandro Orejuela (batería y coros) y Lucas Orejuela (teclados, sintetizador y coros).
Y aunque su nombre no es muy revelador cuando se escucha por primera vez, la historia detrás de él reúne mitos caleños e hindúes. Por un lado, se inspiraron en la figura del Buziraco, un mal llamado demonio que habita el monte de las Tres Cruces y que fue conocido por los caleños cuando en 1837 unos monjes afirmaron que la prostitución, la sequía y el contrabando de alcohol y tabaco eran culpa del monstruo, por lo que decidieron subir al monte con tres cruces de madera para exorcizarlo. De hecho, esas tres cruces ahora son de concreto gracias a una iniciativa del padre Marco Tulio Collazos. “Nosotros decimos que eso no era ningún demonio sino que era un guardián del bosque, ya que existen varios guardianes en todo el mundo. Y ese relato hace parte del documental que nosotros sacamos”.
El Buziraco huyó al bosque, y de acuerdo a la propuesta de la banda, este monstruo les dio cinco tótems de poder a cada uno de ellos y cada quien representa un animal que en este momento se encuentra en vía de extinción en el país. El bajista representa un oso de anteojos, el baterista es el aguililla perlada, el oso perezoso es el vocalista, el tecladista es una babilla y el guitarrista líder es un mono aullador rojo.
Y precisamente el mito de Pie Grande, es una apropiación de los Sasquatch: guardianes de la naturaleza que han sido estigmatizados y aniquilados por los seres humanos. Según Jonathan, ahora solo quedan once. Los mitos se funden pues Pie Grande y Buziraco son guardianes que sacaron de su guarida, “víctimas del desplazamiento”, dice Jonathan. “Son dos mitos distintos, el de Buziraco y el de Sasquatch. Nos inventamos una manera de crear esta autoficción dándole coherencia al discurso porque cantamos en inglés y es el lenguaje que queremos para nuestro sonido”, confiesa el guitarrista.
En este momento se encuentran haciendo una campaña de crowdfunding para grabar el video de la canción “Hunting season”, así que si quiere apoyar el talento nacional no dude en apoyar a una banda que hace rock, y lo hace bien.
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