Garzón: El duelo imposible, una novela gráfica contra el olvido
25 años después del asesinato de Jaime Garzón, este martes 13 de agosto de 2024 se lanza en Bogotá en el Centro Nacional de las Artes esta novela gráfica creada por su hermano dibujante Alfredo Garzón junto a la dramaturga Verónica Ochoa. Aquí los detalles en boca de sus creadores y un vistazo a su proceso creativo.
Los indígenas tradujeron el artículo 11 de la Constitución: “Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente.” Si nos aprendemos este artículo, salvamos este país.
Hace veinticinco años fue asesinado el periodista y humorista Jaime Garzón, quien inmortalizó estas palabras. En honor a su memoria, el próximo 13 de agosto se hará el lanzamiento de la novela gráfica Garzón, el duelo imposible. El evento se llevará a cabo en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, con entrada libre a partir de las 2:30 de la tarde. Habrá diferentes presentaciones, conversatorio y un concierto de la Orquesta la-33.
Alfredo Garzón Forero es caricaturista y artista gráfico bogotano, amante del dibujo. Ha dedicado su obra a plantear temas como la incomunicación, el cultivo sistemático de la mentira, y el individualismo. Estudió en Nueva York y ha publicado por más de 40 años sus “Cartones de Garzón” en el diario El Espectador. Conoció a Verónica Ochoa por medio del músico y compositor Edson Velandia en 2015.
En ese entonces, Verónica realizaba Corruptour, una obra teatral dentro de una chiva que analizaba e identificaba las causas, culpables y consecuencias del asesinato del humorista. Velandia cantaba “La Muerte de Jaime Garzón” en la obra e invitó a Alfredo a asistir. “Sentí una admiración enorme por el trabajo, desde ahí tuve contacto con Verónica”.
La dramaturga y escritora de esta novela gráfica, Verónica Ochoa, nació en Medellín. Es artista interdisciplinaria, literata de la Universidad de los Andes y magíster en teatro y artes vivas de la Universidad Nacional. Algunas de sus obras y trabajos destacados son: Corruptour, Barrio Malevo, Iglesia emoteista,¡Dios bendiga este negocio! y Actos de desaparición, diarios cruzados con Santiago García.
Juntos, Alfredo y Verónica fundaron la asociación Rotundo Vagabundo, nombre que recuerda al grupo de intelectuales del que hacía parte Jaime Garzón. La asociación funciona como una residencia artística en las afueras de Pereira y conforma la editorial encargada de la publicación de la novela gráfica: Garzón, el duelo imposible.
“La asociación tiene tres énfasis que son el humor, el cambio narrativo y la utopía como herramientas y lugares de reflexión”, explica Verónica, “nos interesa poder unir los oficios de la agricultura y del cuidado de la naturaleza, con las artes. Ahora, la novela es como nuestra piedra angular dentro de Rotundo Vagabundo”
Alfredo había tenido una idea de hacer un proyecto a través del dibujo que contara la historia de Jaime y de otros líderes asesinados por medio de estos “hilos invisibles del genocidio político”. El duelo imposible es el duelo de un hermano, pero también el duelo de un país que sigue viviendo en la violencia.
Todo empieza en el año 2019, con la creación de los bocetos previos que Alfredo había dibujado. Tras conversaciones extensas entre Alfredo y Verónica donde abordaban reflexiones sobre la muerte y la violencia inmersas en la historia de nuestra nación, representadas dolorosamente tras el asesinato de Jaime Garzón, conformaron el primer núcleo del libro.
“De las entrevistas preliminares que yo le hice a Alfredo para tratar de ayudarle a componer su propio relato, emergieron estos 3 núcleos narrativos para tratar en la novela”, comenta Verónica Ochoa. “El primero fue el hecho de que él individualmente, sentía que era un duelo imposible, pero también irradiando esa pregunta a un país que no ha podido tramitar sus duelos, que no ha podido tramitar la violencia. Queríamos hacer como una gran siembra de preguntas:¿qué significa eso de ser despojado de la vida, de sufrir atentados contra su propia potencia y su propio deseo de generar vida?”.
Con estas preguntas empezaron a profundizar en la vida de tantas personas que inspiraron a Jaime y Alfredo: referentes como personajes políticos, programas radiales y de televisión que escuchaban y veían cuando eran niños, a las maestras y maestros que fueron apoyo y otros que también bloquearon su camino. Estos fueron los aspectos que comprendió el segundo núcleo de la novela gráfica: Garzón - Rotundo Vagabundo y que se reúnen para poder indagar sobre esa Colombia que “a pesar de los golpes recibidos, sigue dando a luz a unos liderazgos increíbles”, agrega Verónica.
El tercer núcleo narrativo, Garzón - Yo quiero no morir, relata el país que cercena y atenta contra estas personas de inspiración. Sus líderes sociales, ecologistas, periodistas, activistas, defensores de derechos humanos a quienes se les arrebata la vida. En palabras de Verónica, “aquí se intenta entender o explicar qué es lo que pasa, sentimos que teníamos que darle un espacio a toda esta gente. [...] En el resto del mundo los liderazgos son exaltados, se les dan los recursos para que ejerzan sus proyectos, y, en cambio, este es un país que mata a sus líderes”.
Al respecto, Verónica explica que “ese tercer núcleo busca ser una reivindicación de estos líderes y lideresas, intentando desplazar el foco. Porque hemos insistido en centrar el relato en los asesinos y eso es absurdo. Necesitamos beber de fuentes distintas, volver a buscar inspiración para sacar el país adelante y poner nuestros ojos y nuestros afectos donde pulsa la vida y no donde pulsa la muerte”.
Las tres partes de la novela gráfica conforman las 574 páginas con más de 3.000 ilustraciones, tres desplegables y un fanzine cosido al interior del libro con pasta dura.
El amor al dibujo que tiene Alfredo fue la principal razón para desarrollar esta historia en el lenguaje de una novela gráfica, pero resalta que era necesario conseguir una verdad dramática que acompañara los acontecimientos. Es allí donde el papel de Verónica como dramaturga enriquece la historia, "al escribir teatro, se decide en realidad imágenes en movimiento a partir de un texto; el teatro y la escritura de la novela se mezclaban de manera natural", comenta Alfredo.
Esto se suma al hecho de que el equipo se sumergió de manera integral en el género de novela gráfica; leyeron los clásicos Persépolis de Marjane Satrapi, Maus de Art Spiegelman y Palestina de Joe Sacco, todas novelas que contaban un conflicto sociopolítico y que sirvieron de referente para la creación de esta.
El proceso de creación tardó 5 años. El equipo se reunió entre Bogotá y Pereira para realizar correcciones, revisar la escritura de la historia y empezar a crear los bocetos. Sin embargo, tuvieron que enfrentar los desafíos que trajo la pandemia, así que trasladaron todo el trabajo a formato digital. “En las reuniones de composición, usábamos tableros para dibujar colectivamente y empezamos a armar las escenas con su referente”, explica Alfredo. La novela gráfica contó con 6 dibujantes, además de Alfredo Garzón: Álvaro Duarte, el mayor de todos; Alejandro Guarín; Lucía Duarte; Daniel Martín; Juliana García; y Sergio Palacio, quien tenía solo 17 años al empezar el proyecto.
Las ilustraciones del libro están construidas con un estilo semirealista, estilizado hacia el cómic con gran atención al detalle. Estos aspectos le dan vida a cada página que recoge la biografía de Garzón y también el gran documental de las historias que se enlazan a él. La narración pasa por el movimiento gaitanista y el trágico asesinato de su líder, Jorge Eliécer Gaitán. También rastrea el trabajo del maestro Humberto Martínez Salcedo y su impacto en el periodismo independiente y el humor político.
Alfredo expresa que lo que cuenta la novela "exigía un dibujo donde las cosas se parecieran a las cosas", por eso llegaron a este tipo de líneas, fisonomías y tratamiento gráfico. En este proceso, y para brindar un nivel dramático a la historia, los creadores acudieron a sus amigos cineastas para la decisión de color, planos y referencias, "Alfredo no descuidó ni un milímetro de la novela, realizaba un trabajo muy pulcro", añade Verónica. "El arte tiene algo muy lindo que es el colectivismo, yo siento que esta escritura en juntanza fue un gran acierto y pienso que estas páginas dan cuenta de ello".
Para Alfredo Garzón toda la creación de la novela gráfica significó "hacer un viaje afectado por el dolor, y con el anhelo de aliviar ese dolor". Este viaje fue un encuentro consigo mismo, pero también con su hermano Jaime, al recordar su infancia y juventud, que fue su parte favorita de realizar en la novela, y del mismo modo recordar a muchos amigos que también asesinaron con la misma violencia e infamia. Alfredo relata que esta fue una oportunidad de reconocer que su hermano aún está presente: "no se trata de pasar página y continuar mi vida, sino más bien, saber que él está aquí en el día a día, de vivir con él y escuchar qué quiere, de alguna forma completar su sentido y misión, la razón por la cual estuvo acá".
“Esta novela se convierte en el centro de nuestro futuro” señala el dibujante. “Esa ilusión por todas esas conversaciones que vendrán alrededor de estas preguntas que plantea el libro. También es el sentido de la de la asociación Rotundo Vagabundo. Y no es algo concluyente, sino todo lo contrario, es como una puerta que se abrió”.
Verónica, por su parte, considera este proyecto como una apuesta micropolítica: “lo que nosotros más queremos es tener un montón de conversaciones con un montón de gente, conocer iniciativas, ver dónde los jóvenes están dándose a la tarea de pensar en todo esto. Y que finalmente nuestra revolución está en ser felices, siendo nosotros la revolución, [al] transformarnos en eso que queríamos ver en el mundo”.
Puede consultar toda la información de la conmemoración y el lanzamiento en el perfil del CNA.
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