Reportaje desde el año 2035
Consultamos a varios economistas, biólogos, epidemiólogos, periodistas, taxistas e ilustradores (nacionales e internacionales) y les preguntamos cómo se imaginan, con base en las ciencias y oficios que desarrollan, el año 2035. La historia, dentro de veinte años, nos dirá qué tanta razón tuvieron.
Ashleigh Griffin es profesora de Biología Evolutiva de la Universidad de Oxford, Inglaterra, y cree que tal vez descubriremos la vida en otros planetas, lo que desencadenaría una avalancha de nuevos planteamientos científicos y éticos desde la certeza de que somos una parte vital (no la única) del universo.
A pesar de ese descubrimiento extraterrestre, los seres humanos seguirán siendo el motivo principal de los desarrollos científicos. Martin Welch, líder investigativo del departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, le dijo a Bacánika que en 2035 sabremos la información genética de todos los seres humanos recién nacidos poco tiempo después del parto, “lo que permitirá detectar las condiciones de las enfermedades potenciales de su futuro para que puedan ser tratadas anticipadamente”.
Bajo el amparo de ese juego genético, desde la biología sintética, en 2035, “se construirán organismos usando genes como fichas de Lego”, cree Griffin. Así como castillos de piezas pequeñas, los científicos construirán organismos “sintéticos” –principalmente microbios– para fármacos, productos transgénicos, terapias genéticas, reparación y regeneración de tejidos y hasta para “la siembra de fitoplancton –el responsable original de la presencia de oxígeno en el mundo antes del nacimiento de las plantas terrestres– en aguas oceánicas para secuestrar dióxido de carbono en la atmósfera”, predice el doctor en Biología Marina, profesor de la Universidad Nacional, Sven Eloy Zea.
Para Zea, en 2035 se implementará el uso de corrientes marinas y de marea y oleaje para la producción de energía eléctrica (más allá del aprovechamiento hidráulico de los ríos); también se implementarán técnicas para la desalinización barata de aguas salobres costeras o que están bajo la tierra –más del 95% del agua en la Tierra es salada–; habrá exploraciones directas en mar profundo (hasta unos 300 metros de profundidad) mediante buceo autónomo (sin conexión a la superficie); se contrarrestará o minimizará el efecto de la elevación del nivel del mar mediante la investigación en implementación de sistemas naturales y artificiales; la contaminación por vertientes al mar no aumentará; y el turismo ecológico generará tanta presión económica que se crearán o recuperarán jardines naturales (incluso arrecifes coralinos sembrados artificialmente).
Alberto Salcedo Ramos, uno de los periodistas narrativos más importantes de Colombia, le escuchó decir al mexicano Juan Villoro que “el periodismo tiene su papel asegurado”. Y en veinte años parece que será así: “Siempre habrá problemas que denunciar, historias que contar, asuntos sociales sobre los cuales generar opinión y pedagogía”, dice Salcedo.
A pesar de lo anterior, el papel mediático de las “estrellas” periodísticas desaparecerá: “El periodismo será una labor cada vez más cercana al ciudadano. Sin embargo, habrá unos pocos validadores, es decir, grandes concentradores de información que clasificarán, ampliarán y darán una dimensión global (o al menos regional) de los hechos que son reportados por el ciudadano”, predice Juan Pablo Calvás, editor general de W Radio.
Esos validadores serán los que mantendrán viva la esencia del periodismo: “En los próximos años aumentará la incontinencia en internet, así que se necesita aún más el periodismo cualificado para que contribuya a ordenar el caos, porque no todo lo que se difunde por allí como si fuera información es digno de confianza y credibilidad. No cualquiera se gasta la suela de los zapatos buscando información de calidad, contrastando las fuentes, verificando los datos, haciendo la tarea con responsabilidad”, dice Salcedo.
Algunas herramientas de investigación se agregarán al oficio y pondrán sobre el tablero de las facultades de Comunicación un tema ético: “Teniendo en cuenta que la información se dejará de manejar en soportes físicos, potentes buscadores y hackeos serán la base del periodismo de investigación”, dice Calvás.
Tal vez, en veinte años, mediante esas técnicas, los periodistas colombianos podrán contar, informar, denunciar o desarrollar los temas más importantes en el país que serán, según el editor de W Radio, los problemas medioambientales y las crisis económicas.
“En 2035, en Colombia, habrá mucha histeria, como siempre. Noticias sobre emergencias invernales que a los dos meses nadie recuerda, videos sobre algún taxista exasperado que le pega a otro o lo amenaza de muerte, algún político pillado borracho tratando de sobornar a un policía. Quizá en ese momento Álvaro Uribe Vélez estará enfrascado en una campaña feroz para hacerse elegir como presidente de la Junta de Acción Comunal de un barrio en Montería o en Medellín. En una palabra, tendremos el mismo país de siempre aunque hayan pasado los años: o sea, un país donde todo parece urgente, pero nada es serio”, sentencia Salcedo.
La Oficina de Censos de Estados Unidos proyecta que en 2035 la población mundial será de 8,6 mil millones (actualmente es de 7,2 ) y que India será el país más poblado del mundo (destronando a China). Bajo ese panorama, ¿de dónde vamos a sacar comida? Según le dijo a Bacánika Richard Cooper, doctor en Economía de Harvard y profesor de Economía Internacional de esa universidad, “gracias al rápido desarrollo genético en plantas y animales, al impulso, en algunas partes del mundo, de la irrigación extendida y al uso eficiente del agua, la tierra será capaz de alimentar a miles de millones de personas”.
Y así como la población aumentará en 2035, Cooper dice que los ingresos, la producción y la demanda también lo harán. “En veinte años las naciones (sus poblaciones) necesitarán más recursos naturales; estos subirán de precio, lo que creará incentivos para conservarlos, para encontrar sustitutos y para innovar alrededor de ellos: la ciencia aumentará sus habilidades para manipular materiales a nivel molecular y lograr los atributos que deseamos”.
En cuanto a las potencias mundiales, según Cooper, China representará casi 24% de la producción mundial (en 2010 representaba 10%) y Estados Unidos 20% (en 2010 era 25%). A pesar de esa diferencia, Estados Unidos seguirá siendo el país más rico porque su población seguirá siendo cuatro veces menor que la de China.
En esos tiempos, en los que dos potencias tendrán casi la mitad del poder global, no habrá grandes guerras ni grandes depresiones económicas y el sistema de apertura se mantendrá, predice el profesor de Harvard.
Ese mismo ritmo apacible en la economía mundial, sin grandes turbulencias, se verá en Colombia en 2035 (con o sin guerras internas). “A mí me sorprendería que creciéramos 1 o 2 puntos del Producto Interno Bruto en el posconflicto, como lo han augurado varios colegas”, dice Marc Hofstetter, doctor en Economía de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y profesor de la Universidad de los Andes. Para Hofstetter habrá un comportamiento tranquilo en la economía nacional: Colombia seguirá creciendo, la inflación se mantendrá y no subirá al poder un dictador.
Lo que sí va a cambiar en el país, dice esperanzado Hofstetter, es el interés por la economía urbana, área que aquí tiene poco desarrollo investigativo: “Empezaremos a voltear nuestras miradas más hacia la ciudad y menos hacia el campo. Se hablará más sobre transporte, crimen y cambio climático, entre otros temas”.
Finalmente, en 2035 el gran avance metodológico de las ciencias económicas será el creciente uso de la big data (datos masivos): “Gracias a softwares avanzados, los economistas podremos acceder, de manera amplia, fácil y efectiva, a distintos datos y combinarlos para hacer investigaciones de cuestiones importantes”, predice Ben Friedman, doctor en Economía de Harvard y especialista en Economía Política: “Combinando los datos de los computadores que saben tus compras con la tarjeta de crédito, tu experiencia de pago, tus cuentas bancarias y tus inversiones, podremos, por ejemplo, hacer muestras de millones e incluso de billones de resultados. ¡Lo anterior revolucionará cómo los economistas hacen investigación empírica!”, dice Friedman.
Muchos taxistas están acostumbrados a las visitas de los vendedores que ofrecen lo último en tecnología: el reloj celular, el smartphone con todas las aplicaciones y con la velocidad de un rayo para tener carreras sin parar, el mejor cargador del mundo y la tableta china más barata del mercado. Todo “para que el negocio mejore”. En 2035, el negocio en la capital de Colombia quizá sea otro: con el gobierno en el medio, con otros conductores, con otros carros y con una Bogotá convulsionada.
Para Víctor Herrera y Alonso Romero, taxistas durante más de diez años, sus carros, como los buses, van a estar en manos del gobierno: “La gente se va a cansar de los problemas, de que seamos groseros, de que les preguntemos a los clientes a dónde, de los paseos millonarios. Todos se van a cansar del comportamiento ético de varios conductores y el gobierno va a decir venga y organizamos esto”, dice Herrera mientras arregla su tableta y se prepara para seguir su jornada de diez de la mañana a tres de la mañana. Lo anterior, según este taxista, provocará un mayor desempleo, no solo para ellos, sino para los empleados de montallantas y lavaderos.
Alexander Díaz lleva conduciendo casi una década y antes de hablar sobre el futuro del oficio, habla del suyo: sus aspiraciones, sus próximos negocios y cómo ganará, “por lo menos, por lo menos, cinco millones en unos años”. Luego de su introducción, predice que en 2035 Bogotá será caótica; no van a caber carros y el gobierno creará, ante el tráfico, unos puntos de parqueo donde los taxis esperarán los pedidos de los usuarios para las carreras. En Bogotá no habrá taxis en movimiento buscando pasajeros.
En cuanto a los avances tecnológicos, estos taxistas coinciden en que los carros serán más ecológicos, que todos van a ser eléctricos, que el cobro en efectivo no existirá (solo con tarjetas) y que internet estará en todos los lugares: “como los canales nacionales que le llegan a todo el mundo”, dice Herrera.
“Colombia está virando”, sentencia Fabián Alberto Jaimes, doctor en Epidemiología de la Universidad Johns Hopkins y profesor de la Universidad de Antioquia. “En veinte años, las enfermedades infecciosas (tuberculosis, malaria, dengue, SIDA, entre otras) y las enfermedades crónicas no transmisibles (cardíacas, respiratorias, diabetes, hipertensión y obesidad, entre otras) deberían requerir mucha más atención en investigación médica y epidemiológica”.
Los epidemiólogos, bajo las cifras de gran crecimiento actual en las cifras de infectados y enfermos alrededor del mundo, están perfilando sus investigaciones “en los determinantes genéticos de las enfermedades; biotecnología y nanotecnología al servicio del control, la prevención y el tratamiento de las enfermedades y la caracterización molecular más íntima de los procesos biológicos en salud y enfermedad”. Eso, que suena a átomos, síntesis, reactividad, polímeros y refrigerantes, cosas que tal vez usted y yo no entendemos, consiste en el estudio total de un sistema biológico (por ejemplo, el cardiovascular); estas ciencias, estudios y técnicas están amparadas bajo una vertiente conocida por el neologismo “omics” u “ómica”: farmacogenómica, genómica, metabolómica.
Los hallazgos en los procesos metodológicos y de argumentación epidemiológica, acompañados de herramientas técnicas de bioinformática y de minería de datos, dice Jaimes, “permitirán avances mundiales en el desarrollo e implementación de vacunas; en la comprensión de las enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos (la principal causa de muerte de todo el mundo) desde un punto de vista más completo (metabólico, inmunológico y molecular); en el control y la prevención de la insuficiencia renal crónica; y en el tratamiento integral de las enfermedades infecciosas bacterianas agudas (neumonía, diarrea o fiebre, entre otras)”.
Pastora Correa, decana de la Facultad de Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, predice que los ilustradores se especializarán dada “la complejidad tecnológica y la diferenciación de los usuarios”. De esta manera, desde la academia, los diseñadores ahondarán en sus conocimientos sobre áreas como dirección de arte, producción de medios digitales, branding, ilustración infantil o hasta ingeniería de papel.
A la par de eso, los ilustradores, en 2035, contarán con avances tecnológicos para desarrollar su oficio: “Tal vez sea común que Photoshop tenga tecnología táctil; que las máquinas, como los Mac Pro, sean más pequeñas o que existan pantallas flotando al estilo Minority Report, dice Peter O’Toole, ilustrador y diseñador gráfico, cofundador de la revista Dirt Cheap y colaborador de empresas como Microsoft, Durex, Disney y Doritos. Dave Calver, ilustrador de The New York Times, Playboy y, entre otras publicaciones, Vanity Fair, piensa que las nuevas herramientas tecnológicas involucrarán más al espectador: “Imagino que habrá, de manera más plena, imágenes 3D (¿hologramas?) y posiblemente las ilustraciones involucrarán también otros sentidos (gusto, olor), lo que hará que el diseñador vaya más allá de los aspectos visuales”.
Correa, O’Toole y Calver coinciden en que en 2035 habrá más presencia de lo digital, pero el trabajo manual, con materiales tradicionales, sin duda no morirá: “¡El trabajo manual no puede morir!”, dice O’Toole, “es así como aprendemos a pintar en el colegio o en la universidad. Solo usamos el computador después de aprender la forma tradicional”.
“Así como usar ropa vintage o cámaras de revelado instantáneo es atractivo actualmente, lo mismo sucederá con la ilustración en técnicas análogas. Lo más probable es que existan unos ilustradores de talentos especiales que sigan cultivando un trabajo manual dedicado, que les demandará muchas horas de trabajo comparadas con las pocas que tomarán en medio digitales”, sentencia Pastora.
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