Mi soundtrack novelero
“Fuera de eso va a hacer unas entrevistas con los actores de una de esas telenovelas que pasan por televisión, una de esas cosas guacalé que ven las señoras y que nosotros los intelectuales repudiamos tanto”.
- Hugo Lombardi -
La sabiduría del mejor diseñador de modas del país y mente creativa de Ecomoda explica perfectamente por qué las telenovelas son un guilty pleasure; muchos se comen las uñas viéndolas, se saben las canciones, pero jamás lo admiten porque –en teoría– esos programas son para gente con pobreza mental, económica o, sencillamente, se les acusa de llenar de cucarachas las cabezas femeninas. Amo las novelas desde que era una niña y soy prueba reina de que esa teoría no es ley. Ni soy tonta ni soy ilusa: sólo me divierto viendo estas historias exageradas, incoherentes y apasionantes.
Afortunadamente para mí no existen los placeres culposos, yo sí soy abiertamente novelera. Todos mis compañeros de trabajo me han visto por meses abrazar el portacomidas del almuerzo mientras me veo mi novela de turno al mediodía. Por esa razón, la ñufla que ahora dirige esta revista me invitó a compartir con ustedes mi amor por estas historias y sus canciones: porque sabe que no conozco la vergüenza.
Le comparto entonces mi soundtrack novelero. Son veinte temas que musicalizaron diferentes novelas y que se quedaron en la memoria de los que las vimos. Así que siga, raje, llore, ría y aporte sus canciones de telenovelas para hacer crecer este playlist.
1. Colorina (1980)
Esta es mi telenovela favorita (y la de mi mamá también). Curiosamente ella, en un momento de fanatismo por la Méndez, pensó en registrarme bajo el nombre de Colorina porque quería que yo fuese tan bonita como ella en su época dorada. Por fortuna mi tía abuela le explicó por qué no se podía bautizar a una bebé con el nombre de una prostituta de una novela.
Porque sí: esta es la historia de una prostituta que se vuelve la mejor madre en un remake bellísimo de Valentín Pimpstein, el productor más cotizado en la época. El protagonista era nada menos que el único hijo de María Félix, junto a señoras actrices como María Rubio y María Teresa Rivas.
Si no la han visto, en YouTube la encuentran (esta alma novelera la recomienda). Tiene una historia sórdida como Cuna de lobos, muy adelantada a su época pero bien contada.
La canción es interpretación de Camilo Sesto, y cómo me gusta esta balada:
2. Quinceañera (1987)
Ahora recordemos a una Thalía púber y orejona y a una Adela Noriega cachetona y con acné en la novela que le solucionó el baile de quince años a todas las latinas con este tema de Timbiriche.
Ninguna mujer que celebró sus quince se perdió este tema en su miniteca. Yo le frustré ese sueño a mi mamá porque no quise fiesta: pedí una moto a cambio y me partí la madre en ella varias veces por hacerle el feo a ese memorable momento adolescente.
3. Alcanzar una estrella (1990)
El que vio novelas en los noventa siguió con fidelidad al galán enano de la época: Eduardo Capetillo. Esta historia es la vaina más incoherente que he visto en las novelas, tal vez por lo que en la época los formatos eran más cortos y tenían que encajar tramas complejas en pocos capítulos. Sin embargo, me la vi completa y peleé con el televisor cada vez que Roque le saboteaba un evento a Eduardo, y me divertí al ver los cameos de un joven, mechudo –y por supuesto cursi– Arjona en esta historia. Ahí les va el temita de “rock” noventero en la voz del mismo Capetillo:
4. Escalona (1991)
Escalona fue la serie que catapultó a Carlos Vives. No encajaba propiamente en una telenovela pero sí era bellísima y todo colombiano la debe ver. Amé esos mitos que siempre acompañaban las historias de pueblo costeño que me contaba mi mamá.
5. Baila conmigo (1992)
Esta fue mi perdición. Recuerdo que estaba en la parrilla de Cadena Uno a la 1 o 2 p. m. y yo lloraba para que me dejaran quedar en casa a verla porque me fascinaban los rulos de Paulina Rubio, la ambientación, el estilismo y –por supuesto– Eduardo Capetillo.
Capé muchos días de primero de primaria en mi colegio de monjas por esta joya mexicana, así que échenle un vistazo a Paulina cuando aún no parecía borracha y tenía de dónde agarrar:
6. María, la del barrio (1992)
Corta pero sustanciosa fue esta historia que continuó la trinidad de las Marías –inició con María Mercedes y terminó con Marimar, serie que convirtió a Thalía en la reina de México–. Tres novelas que se trataban de lo mismo: una callejera muy pobre y huérfana que de repente se vuelve millonaria y debe dejar de ser una guaricha ordinaria para convertirse en una dama, pero de esas que son buena gente.
A pesar de la predecible trama, esta novela nos dejó todo un tesoro de la televisión, alimento diario para memes de internet: Itati Cantoral como Soraya Montenegro, a.k.a., “Maldita lisiada”.
7. La Potra Zaina (1993)
Creo que buena parte del éxito de esta novela estuvo en su tema central porque nada puede contra una canción llanera venezolana del maestro Torrealba. Esta tonada fue denigrada a punta de organeta Casio y la voz de la Geithner (artista integral) pero funcionó y fue un totazo.
No hablemos del “bombón” de Miguel Varoni para no hacer explotar algunos ovarios.
8. Dos mujeres, un camino (1993)
Porque antes de Sons Of Anarchy existió este biker y conductor de mulas en las carreteras, años antes de que Erik Estrada se convirtiera en el chicano más inútil de Hollywood.
Ahí va el tema grupero de Bronco en la espantosa voz de Laura León:
9. Café, con aroma de mujer (1994)
¡Esta es mucha belleza de novela! Si usted en su niñez no le dio palo a la banda sonora de Gaviota, no gozó su infancia televisiva. Pero aún la puede ver. Sí: está en Netflix. Y sí: yo pago Netflix para ver telenovelas (además de series).
Sueño con que se vuelvan a producir historias como esta, en vez de gastar dinero en remakes o “novelas biográficas” mal hechas, con actores de medio pelo. Nada como el pelo de Margarita Rosa de Francisco.
Les dejo la ranchera que va con el primer capítulo de la historia escrita por Teresa Suárez y Carolina Olivares y que aún hoy, diez años después, yo escucho y me provoca tomarme varios aguardienticos sencillos con cara de dobles:
10. Como tú, ninguna (1994)
Como buena hija del portón de la frontera –Cúcuta–, tuve canales venezolanos hasta que llegó Chávez y lo arruinó todo, pero en 1994 Venezuela aún era chévere y Venevisión contaba con la historia de Gilda Barreto en su parrilla.
Esta novela fue la descripción audiovisual de nuestra frase “parir piñas”, que denota dificultad. También es la primera novela terriblemente larga que vi. 281 capítulos, un año de novela viendo a Gilda Barreto padecer de todo: le quitaron el marido y el hijo, estuvo presa, quedó paralítica, fue pobre y luego rica y luego pobre, y así. También nos dejó este hit de Claudio Bermúdez:
11. Marimar (1994)
Porque antes de Lady Gaga tuvimos latina pionera en manejar aquello de las conchas en las tetas, aquí está de nuevo Thalía.
Esta novela tuvo la escena más terrible que he visto en toda mi vida: la muerte del abuelito de Marimar cuando la villana manda a prender fuego a la choza de la mugrienta. Me acuerdo y se me pone la piel avícola.
De nuevo sale por aquí el guapísimo liliputiense Eduardo Capetillo, esta vez montado en un caballo:
12. Marisol (1996)
Otra historia trágica pero que tuvo un hit radial, ese que puso a Enrique Iglesias en el radar (con verruga incluida). Esta es la historia de una chica rubia que un día va corriendo por ahí con un espejo en la mano, se cae y se raja el cachete, así que se tapa la cicatriz con un copete más dramático que el de Alf.
Por esta novela le puse Marisol a la muñeca más genial que me dio un diciembre, una que hablaba y caminaba pero que no sobrevivió el mes ya que mis tíos borrachos la sentaron a hablar hasta que la fundieron. Igual de trágica a la novela.
13. Las Juanas (1997)
Esta es la novela que promovió el tatuaje en la nalga. Muchos Piolines y peces se dibujaron en las posaderas de las chicas de esa época. Esta también me la gocé, me encantó la historia, amaba ver a las Juanas y a Manuel Efe con su holder para los bombombunes, tanto que corrí a San Andresito a conseguir uno parecido.
Un acierto nuestro siempre ha sido la musicalización de las novelas, porque esta canción pegó e hizo que notáramos a Carolina Sabino después de Luna Verde.
13. Yo amo a Paquita Gallego (1997)
Canción terriblemente mala pero pegajosa, cantada por el tonto hermoso de Andrés Juan (que, además de actuar mal, también canta mal). La grabé en un casete y le di tute hasta que no quise volverla a escuchar. La historia también fue malísima, igual de zonza a los que empezaron a grafitear su amor en las paredes con el mismo corazoncito mal hecho.
Lo único realmente bueno de esa novela fue Margalida Castro.
14. La Mentira (1998)
Otra recomendadísima con Guy Ecker, en YouTube la encuentran completica. Una historia de suspenso y drama que transcurre entre el machismo, el agave y el tequila, así que, ¿qué mejor tema para una historia mexicanísima que este totazo de Vicente Fernández?
Se le tiene su ranchera:
15. Mi pequeña traviesa (1997)
Yo sé que ustedes también tuvieron esa compañera de salón que cantaba bonito y vivía serenateándolos a todos con esta canción. Sé que no soy la única.
Más de una se habrá dejado hacer un hijo con esta tonada de OV7 de la novela que le dio el primer protagónico a la ñata de Michelle Vieth, quien fácilmente es una de las peores actrices que ha dado México:
16. La Usurpadora (1998)
Yo sé que también se acuerdan de esta (o al menos de su título). De nuevo, Gaby Spanic en doble papel con la mustia de Paulina y la zorra de Paola, ¡qué historia! También la repetí hace poco mientras abrazaba las frijoladas que me mandaban del corrientazo. Gran novela con tema de Pandora.
17. Me llaman Lolita (1999)
La canción de esta novela borra a todas las demás, y no porque sea mejor sino porque esta es la hora y todavía suena en cuanta piñata, bautizo, quince años, bazar, discoteca o miniteca haya en Colombia. De hecho, aún la programan en radio: es DLG con su versión de “La quiero a morir”.
Toda una oda a la pedofilia fue esta telenovela con una Carla Giraldo que todavía era (casi) inocente. Después la niña se convirtió en algo así como nuestra Lindsay Lohan.
18. Francisco, el matemático (1998)
Tomemos unos minutos para recordar a Magdalena, al Fercho, a la caremogolla y al chocorramo. Una serie que empezó muy bien y se convirtió en un alargue tedioso. La canción “El Revoliático” del Combo Nutibara fue intervenida para que encajara más en la temática de nuestro Kennedy Hills 90210. Muy maluca quedó, pero va en esta lista porque apenas sonaba uno corría al televisor a ver los dramas de estos chinos de colegio distrital:
19. Yo soy Betty, la fea (1999)
No queda mucho qué decir sobre Betty. Esta novela me cambió la vida con todo lo que me reí viendo los delirios “aspiracionales” de Nicolás Mora y las desgracias de Patty. Hace poco volví a recrear la vista con Luis Mesa en el papel de Daniel Valencia (sí, también está en Netflix).
Ahí les va el tango favorito de don Hermes Pinzón Solano, interpretado por Yolanda Rayo:
20. El inútil (2001)
Historia que me vi de principio a fin por Ruddy Rodríguez (la Dita Von Teese venezolana) y el papelazo de Víctor Mallarino. Y claro, la carita de nadadito de perro de Chávez.
Un lindo tema de Bobby Capó en la voz de otro que todavía da lora con sus rizos perfectos, Andrés Cepeda:
Como ven (y oyen), se me quedan muchas canciones por fuera. Así que boten la cédula y postulen su canción novelera en esta lista, esa que cantaban con cara de becerro a medio morir.
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