El eslabón perdido
Aunque parezca difícil de creer, podríamos deberle a la cerveza el desarrollo de la civilización, entre muchos otros hitos. A continuación, una breve historia de esta bebida de cebada que ha acompañado a los hombres desde el principio de los tiempos.
“La cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices”. Esta frase erróneamente atribuida a Benjamín Franklin, y que suena más a aforismo de Homero Simpson o a cántico de bar irlandés, encierra uno de los hallazgos más importantes a los que han llegado antropólogos, sociólogos y arqueólogos en las últimas décadas. Científicos sociales alrededor del mundo se han dedicado a probar la hipótesis de que el eslabón clave para que las tribus nómadas se asentaran y se transformaran en comunidades agrícolas fue la cerveza. Por increíble que suene, parece que la espumosa y refrescante bebida de cebada fue la causa principal del establecimiento de los sumerios en la región de Mesopotamia, lo que dio paso a la civilización más antigua del planeta. El hallazgo de jarrones utilizados para fermentar cerveza que datan del año 9000 a.C., resultan ser tres mil años más antiguos que las primeras evidencias sobre el pan. Esto ha llevado a replantear el verdadero propósito de la domesticación y almacenamiento de la cebada y el trigo para los sumerios.
Al parecer, el primer trago que la humanidad se tomó fue por accidente. Unos granos de cebada quedaron olvidados dentro de vasijas y fueron fermentados gracias al agua lluvia. Cuando la tribu regresó al lugar en el que estaban los jarrones probó la bebida y encontró que permitía llegar a “un estado de ánimo maravilloso, con alegría en las entrañas y un hígado feliz”, o al menos así es descrito en el épico Poema de Gilgamesh, donde hace por primera vez aparición la diosa Nin-kasi, patrona de la cerveza. Investigadores de la Universidad Simon Fraser, en Canadá, sostienen que este descubrimiento fue fundamental para el desarrollo de la civilización, pues la ebriedad les permitió a nuestros ancestros soltarse socialmente.
De ahí en adelante fue mucho más fácil lograr proyectos colaborativos y creativos como la innovación en las técnicas de arado y riego o el establecimiento de un sistema de escritura. Millones de años antes de que Charles Bukowski escribiera “quédate con la cerveza. La cerveza es sangre continua. Es una amante continua”, los sumerios ya habían consignado más de 160 palabras para hablar de esta bebida.
En el antiguo Egipto la cerveza era considerada un regalo de Dios. Su valor era tan alto que se utilizaba como moneda. Tanto así que los esclavos que construyeron las pirámides recibían un galón por día como paga por su trabajo. Además, su alto contenido nutricional hizo que fuera parte fundamental de la dieta y que se utilizara como una especie de antibiótico. Estudios recientes han demostrado que esto no era tan descabellado: entre los beneficios para la salud que representa tomar una cerveza diaria están la disminución en el riesgo de enfermedades del corazón, la disminución del colesterol y la estimulación de la memoria. Asimismo, un vaso de cerveza es rico en vitamina B12, que previene la anemia, y en lactoflavina, que regula el sueño. En Alemania, uno de los remedios caseros más populares contra la gripa consiste en tomar cerveza caliente. Al parecer, la cebada a altas temperaturas estimula la circulación de la sangre y es un excelente descongestionante.
En la Edad Media era mucho más salubre tomar cerveza que agua, pues esta última no era apta para el consumo humano. La sopa de cerveza era uno de los platos más apetecidos entre los niños, y dentro de las abadías los monjes lograron organizar una industria de fermentación artesanal que pudo dar abasto con la gran demanda. Este proceso era muy sencillo y análogo al que se usa ahora. Primero, mezclaban la cebada con agua caliente hasta lograr una papilla similar a la avena. Luego se le agregaban lúpulos aromatizados y levadura y se esperaba a que la fermentación convirtiera el azúcar en etanol y dióxido de carbono. La aguda observación de este fenómeno dio pie a que Louis Pasteur encontrara fascinante el comportamiento de la levadura y que en el siglo XIX sus estudios sirvieran como fundamento de la microbiología. Esto no solo llevó al descubrimiento de los gérmenes, lo que significó una revolución para la medicina, sino que también facilitó otro tipo de técnicas de fermentación que dieron paso a nuevas variedades de cerveza.
A lo largo de la historia, esta bebida ha resultado una infalible y refrescante compañera. Ya sea como complemento para una comida o para relajarse después de un día en el trabajo, la próxima vez que se tome una cerveza recuerde que a esta no solo le debemos buenos ratos, sino también el desarrollo de algunos de los hitos más importantes que nos han constituido como sociedad. ¡Salud!
Cortesía de Revista Bienestar.
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