Fronteras: María Leguízamo
“La gravedad no tiene sentido, caminar es muy pesado”.
A María Leguizamo le gusta el desgaste de las estatuas por la oración de las personas, el canto de sus padres y su hermano en las mañanas y las fronteras, todas ellas. Hace tiempo que lleva sus temores y vértigos al dibujo, al video y a las instalaciones, aunque para ella no hay diferencia.
Comenzó a dibujar desde pequeña en un ejercicio diario, como si de respirar se tratara, y le emocionaban carreras como la arqueología –que le permitía descubrir mundos a través de un pincel– pero finalmente acabó siendo artista, creando mundos con su propio pincel.
Se graduó en 2012 de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia. Entre sus trabajos se destacan la exposición individual Prórroga para el Abismo en el Claustro San Agustín de Bogotá (2012) y muestras colectivas como el VI Salón de Arte Bidimensional (Fundación Gilberto Alzate Avendaño, 2013), De Palmo en Palmo (Sala Artecámara Chapinero, 2013), Yo no Estuve Aquí (Museo de Arte del Banco de la República, 2012) y el Festival Internacional de la Imagen (Universidad de Caldas- Manizales, 2010).
¿Hay un sello o impronta que uno pueda identificar en tu trabajo, que una persona lo vea y diga: esto es de María?
Tengo una preocupación muy fuerte por la escultura en el sentido en que creo que todo es escultura. Si ven mis trabajos, no son esculturas tradicionales –en el sentido de lo pesado, del volumen– y eso es lo que me interesa: lo más leve. Siempre hay una acción escultórica en el sentido de la transformación evidente de la materia. Como sucede también en una conversación o cuando uno respira transformando el aire del lugar, cualquier exhalación produce un cambio y es materia, puede que no sea visible pero lo es. Me interesa mucho el límite de los medios, cuando no estoy muy segura de si es una escultura, es un dibujo o una acción, todo mi trabajo está atravesado por el hecho de la frontera.
¿Cómo o cuándo cree que surgió ese interés por las fronteras? ¿Una hoja, su casa, una mano, un mapa?
Siempre ha estado, pero creo que se dio cuando mi familia y yo no teníamos casa y duramos un tiempo buscándola. Duramos un buen tiempo con todas las cosas empacadas en cajas, y yo sentía un desarraigo tremendo, una sensación de vértigo fuerte, como de estar a merced del viento. La tierra, la pertenencia y la muerte son problemas muy relacionados con esa frase de no tengo donde caerme muerto; especialmente en Colombia, con un tema como el de los desplazados. Fue un infierno de sensaciones y de cosas que no podía digerir muy bien. Quise materializar eso porque a veces llevarlo a cabo es mucho más real que la realidad. Siempre he tenido una sensación de vértigo que recuerdo desde chiquita y yo decía: la gravedad no tiene sentido, caminar es muy pesado.
¿Y cuál es o fue su lugar en esa frontera? ¿En la superficie o en la raíz?
Yo estaba buscando un lugar para mí en la metáfora, no en la realidad. Yo sabía que no era posible en ese momento, pero era como una manera del buscar o del yacer o pertenecer a algún espacio.
Para hacer esta obra, María se inspiró en Bugs Bunny y en ese principio de la arquitectura actual de construir en vertical y no en horizontal (antes no había edificios de veintiún pisos sino que salíamos por azúcar a la casa del lado). “Un día Teresita, una profesora de inglés, me pidió que le mostrara ese trabajo y va y me dice: ¡ay no, María, a mí no me gusta! Es muy fácil hablar desde lo que no nos gusta, hablar desde lo que está mal, lo que es difícil es generar precisamente cosas buenas a partir de lo horrible, yo sé que esto es una imagen cruda pero está repleta de fe”, dice la artista bogotana. Lo que Teresita no supo es que María casi se ahoga haciendo ese video porque, pensando en el conejo de grandes dientes, no contempló que necesitaría oxígeno en su hoyo o que ese manto verde que pisamos sin mirar es un cobertor bien pesado lleno de raíces, tierra y piedras.
Y del pasto que atraviesa a la tierra pasó al pelo que traspasa la piel…
A pesar de que siempre había odiado los trabajos con pelo en el arte, me di cuenta de que el pelo rompe la piel y sigue creciendo como si buscara a otro, como buscando la objetividad. Me interesa esa característica que tiene de ser frágil y fuerte al mismo tiempo porque está rompiendo la piel y sigue creciendo incluso después de la muerte y es invisible para otros si está solo. Lo más leve o irrelevante para mí es lo más importante del mundo.
Hay trabajos con mil pelos de personas diferentes y yo lo que hice fue amarrarlos; ese pelo con uno mío, ese pelo con uno mío, como con ese sentido de encontrarme con los otros, como atarme a ellos en un modo ficcional. Creo mucho en la realidad de esos gestos, en ese sentido es “realismo mágico” porque considero que sí es posible, aunque se burlen mucho de mí, alguien tiene que hacerlo. El arte está en todo eso, en esos gestos que hacemos por necesidad.
¿Prefiere museos o espacios informales?
Me gustan mucho más esos entornos de exposición informales, como las entregas en las escuelas de arte donde hay diálogo y no se pasa por esta membrana imposible de burocracia, mercado, coleccionista, curador, donde todo toca validarlo. Me parece hermoso lo que ocurre en las presentaciones de tesis y creo que deberían ser abiertas al público porque hay diálogo, hay historia y la obra no se tiene que legitimar ante nada.
¿Cuál es el lugar o momento de una exposición ideal?
Siempre he querido exponer en espacios cotidianos, no tanto en lo público sino en casas habitadas o abandonadas, en lugares que tienen historia: en lugares y no en espacios. Esos espacios blancos son anónimos y no tienen ningún arraigo, me parece importante cuando están las huellas humanas ahí. Siempre lo he querido y nunca he podido.
¿Mejor convocatorias o perrenque?
Uno a veces se presenta a convocatorias, no pasa, y después se entera de que no ocurrió porque lo que quería hacer era irrealizable, porque quién limpia o porque es muy peligroso… Creo nos falta muchísimo riesgo, nos estamos cuidando de no sé qué cosa, ¿de la vida?
Como a María no le interesa dejar su infancia, y a nosotros tampoco, les dejamos un playlist con canciones de su niñez pasada y actual.
Agradecimiento especial a Julián Serna.
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